Ginger & Rosa

¿estamos ante el síndrome de Electra o bien es la competencia con el padre por el eros hacia la amiga?, puede ser; ¿Puede racionalizarse el fin del mundo o la poesía inevitablemente es atraída por su raíz mística y trae consigo la secuela de la esperanza, aunque estas sean famélicas e inventadas?. Como sea, el film nos plantea la pregunta sobre los alcances de la racionalidad en aquello que es intrínsecamente emocional (incluso en el padre), esto es en las relaciones y en la libertad.

Drama de amistad adolescente, casi antítesis de la tradición en el cine al estilo de Larry Clark, que suele mostrar el arribo a la juventud como una pesadilla de inmadurez, apetito sexual, consumo compulsivo de alcohol y otras drogas, violencia y, en suma, destrucción interna y del entorno. Aquí todo es más bien sutil (salvo acaso una obsesionante angustia por la amenaza nuclear durante los años sesenta, la época más crítica de la Guerra Fría y su culminación con la crisis de los misiles), demasiado intelectual y hasta intelectualoide (como suele ser la evasión de la realidad inmediata y personal en el caso de algunos estudiantes que viven con miedo), ideologizante y existencial.

Escrita y dirigida por Sally Potter, película interesante en unos aspectos, y fascinante en otros: para empezar, hay que agregar a las mejores actuaciones de la historia la de Elle Fanning en el papel protagónico de Ginger y su vulnerabilidad emotiva a los catorce años de edad, así como el título a lo mejor de 2012, además de 'La bruja de la guerra', de Kim Nguyen, con la que tiene algo en común: el talento de la joven protagonista, la calidad visual, intimista y poética, tendiente a la melancolía, la participación de Canadá en la producción, la duración de una hora y media...

También en el papel de Rosa, oscura y precoz, la australiana Alice Englert (más conocida por su actuación en 'Hermosas criaturas', del año siguiente) interpreta un personaje atractivo, aunque no pasa desapercibida una edad más avanzada que la pubertad, y Christina Hendricks, cuya presencia supera el tamaño de su pecho, que es inmenso, encarna convincentemente a la madre consciente de que pierde tanto a su familia como su propia juventud.

Además de un guión por lo menos interesante, destaca la edición de la puesta en escena y la elección jazzística de la banda sonora.

Sally Potter narra en Ginger & Rosa la historia de una generación, la de los años 60 en Londres, a través de dos jóvenes e inseparables amigas interpretadas por Elle Fanning y Alice Englert. Las dos a su manera se rebelan contra sus madres y viven la amenaza nuclear y las protestas de aquellos años.
Me ha gustado, salvo el final y lo previsible de alguna situación, como habla de la amistad y de la libertad.