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Green Zone: Distrito protegido

Bélico. Acción. Thriller En 2003, durante la ocupación de Bagdad por tropas estadounidenses, al oficial Roy Miller (Matt Damon) y a su equipo les encargan la misión de buscar armas de destrucción masiva. Registran escondite tras escondite, a cual más peligroso, pero en vez de letales agentes químicos, descubren un elaborado plan que cambia el rumbo de su misión. Rodeado de agentes con objetivos contradictorios, Miller intenta averiguar la verdad a partir de una ... [+]
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Críticas 142
Críticas ordenadas por utilidad
9 de marzo de 2010
86 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta misma mañana, he tenido el placer de asistir al pase de prensa de Green Zone - Distrito Protegido, la nueva película de Matt Damon nuevamente dirigido por Paul Greengrass, que ya coincidieron en las dos últimas entregas de Jason Bourne; y la verdad es que la química entre ellos funciona, y muy bien por cierto.

La historia se centra en la invasión (excusa) de EEUU en Irak por las armas de destrucción masiva. A los que no os enterasteis bien de los sucesos en 2003 de esta historia verídica, no os preocupéis, ya que la narración de la trama así como su argumento esta totalmente bien explicado y es entendible para cualquier espectador.

La calidad de la cinta a nivel interpretativo, es soberbia; tanto por Matt como por el resto del elenco, bordando con total veracidad sus papeles gracias sobretodo a su gran ritmo y duración adecuada.

Escenarios, decorados y demás stuff utilizado para el rodaje (sobretodo los extras haciendo de población irakí) son alucinantes, en todo momento crees que estas en Irak. El desastre en las calles, el gentío rodeando a los soldados.. se siente el "agobio" que supondría estar en esas circunstancias y sobretodo la tensión a la que se vieron sometidos los militares en sus acciones.

Nunca he sido muy fan de las películas bélicas, pero ésta te absorbe en la historia, sin llegar a reconocer a los EEUU como los buenos, y los irakíes como los malos, ni viceversa.
Es la expresión tal cual de la realidad, de hasta donde estaría dispuesto a llegar un país (los americanos lo que sea por lo que sea) con tal de conseguir sus objetivos, que como siempre, son clasificados y confidenciales.

Mi opinión: si dudáis que ver, podéis decantaros por ésta cinta; por lo menos no os quedareis indiferentes!
ent18
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19 de junio de 2010
62 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el siglo XXI se ha puesto muy de moda eso de filmar con cámara en mano y moviéndola mucho en plan parkinsoniano. Pero francamente, en el 99,99% el resultado es una porquería.

El 0,01% restante es entrar en la Zona Greengrass, el único director que se salva con estas técnicas modernillas. Vale, habrá alguna película más de otro director que no esté mal, pero Paul Greengrass le saca partido como ninguno desde la fabulosa "Bloody Sunday", la insuperable y que ganará con el tiempo "United 93"; y las dos últimas de Bourne que debe ser la única saga en que la primera es la peor, porque no es del señor Greengrass, claro.

No utiliza las modertécnicas para darse de guay, sino que pone la técnica al servicio de la historia. Y sabe narrar como nadie.

"Green Zone" es ante todo una buena historia bien contada. Muy ágil y entretenida. La valoración política me importa un carajo, eso es para los plastas que les encanta sermonear. Me da igual si lo que cuenta es verosimil, lo importante es que mientras te lo cuenta te lo tragas con patatas. ¿Qué luego a la salida del cine le quiere usted dar vueltas sobre la trola que le han contado? ¡Allá usted, ni que haya ido a una conferencia de la ONU oiga!

Esa es la magia del cine, que cuando se hacen bien las cosas se te ensanchan las tragaderas.
Gilbert
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16 de marzo de 2010
43 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Green Zone es un thriller de denuncia política desarrollado en un paisaje en guerra. La premisa es conocida por todo aquel que no sea un fanático pro-Bush: nunca hubo armas de destrucción masiva en Irak, todo fue un montaje para hacerse con el control del segundo país con mayores reservas de petróleo del mundo. Tal y como lo cuenta la película, parece como si con ésto se nos estuviera descubriendo una verdad oculta inimaginable. Y creo que este punto de vista, tan centrado en la opinión del ciudadano medio norteamericano es un lastre de considerables dimensiones en el desarrollo del film. Fuera de la cuestión política, la historia se desarrolla siguiendo los cánones del (sub)género: alguien descubre algo que no debería en el curso de una misión militar y, en vez de seguir el prinicipio de obediencia debida, decide seguir tirando del hilo tal y como le dicta su conciencia. Matt Damon cumple en su papel de soldado con conciencia que quiere conocer la verdad, las escenas de acción están logradas, a veces el uso de la cámara en mano y del formato digital saturan -un poco como pasaba en "monstruoso"- y la recreación del Irak post-Saddam es realmente impresionante. Sin embargo, el mayor defecto de la película es el no atreverse a llevar hasta el final su planteamiento. Todos sabemos quienes son los responsables de la guerra de Irak, pero Paul Greengrass no osa señalar más que tangencialmente a éstos. Los responsables, sostiene el guión, son un grupo de funcionarios de alto nivel del pentágono enfrentados con otro grupo de la CIA, empeñados todos en la loable tarea de derribar al tirano e instaurar la democracia. Esta confrontación de funcionarios corruptos versus funcionarios honestos -que se repite en el enfrentamiento entre Matt Damon y un grupo de soldados de élite que hacen lo que se les manda- queda descafeinada por la falta de valor a la hora de llevar la tesis central de la película hasta sus últimas consecuencias. A causa de ésto, las escenas puntuales en las que se muestra -sin salpicar demasiado al espectador- los centros de tortura del ejército yanqui resultan extrañas, casi descontextualizadas. Parece que la tortura terminase siendo un daño colateral imprevisto y no, de nuevo, una acción planificada deliberadamente de antemano dentro de un plan general.

Como es marca de la casa, la cosa empieza a tiros y termina igual, en un agotador –a ratos- crescendo de persecuciones, explosiones, bombardeos y sprints en los que Matt Damon resiste todo lo que le echen. Su papel, perfecto dentro de los estrictos límites que determina el género, es ya un cliché obligatorio en esta clase de películas: frente a la corrupción generalizada del sistema sólo nos queda la esperanza en la fortaleza de los héroes individuales. Estamos apañados, pues.
Doctor Zaius
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14 de marzo de 2010
28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recién salido del cine. Contento, satisfecho...asi se puede definir mi estado actual. La verdad es que me da más de lo que pensaba. Te introduce muy bien en la trama y en todo lo que concierne a la post-guerra de Irak. Muy recomendada para todas la personas que os gusten las películas de acción, con carga política, y que os haga comeros un poco el coco.
Aderezada además con buenos actores con buenas interpretaciones. Salgo del cine entendiendo mucho más de todo lo acontecido en Irak, y del fracaso enorme de los americanos...además mete en dedo en la llaga de la farsa montada con las armas de destrucción masiva.

No os arrepentiréis. Saludos
Hilodeseda
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18 de marzo de 2010
34 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y MUY LEJOS DE LA VERDAD

Dejando de lado cualquier enfoque político (por el momento), a mi modo de ver, The Green Zone no llega ni de lejos a la calidad formal de cualquier film de la trilogía de Bourne (a pesar de contar con el actor protagonista, Matt Damon, y Paul Greengrass). El abuso de los recursos de cámara en mano, desenfoque y enfoque, giros bruscos de cámara, no logran ocultar una ambientación pobre, una tensión inexistente, un guión simple, obvio, previsible, inverosímil, insostenible e incluso aburrido.

Se dice que se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Pues bien, en esta película el cojo corre más que un helicóptero, y por supuesto, las mentiras salen a relucir. Usar una mentira para encubrir la anterior no es un auténtico ejercicio de autocrítica y menos de sinceridad.

Hay leves críticas reflejo de la etapa Obama: el detalle del pañuelo estilo palestino que lleva el Marine Bourne, alguna frasecita del General Al Rawi que desvela verdades inoportunas; se refleja el hecho de que disolver el ejercito iraquí fue un grave error, entre otras cosas, por dejar la calle fuera de control; o que los prisioneros iraquíes sean cubiertos con sacos negros, alusión a Guantánamo; que se muestre que el político, propuesto para la democracia impuesta, es un títere del invasor.

Estas críticas, sin embargo, no constituyen el grueso del argumento, basado en la busca de las armas de destrucción masiva, no indican las motivaciones reales de la invasión. Todos sabemos que la invasión no la realizaron para derrocar un dictador criminal, que dictadores hay muchos y no se invaden esos países sin recursos, la lista es larga. También sabemos, que con o sin armas de destrucción masiva, lo hubieran invadido para obtener el control geopolítico de la zona y la toma del petróleo. Y todos sabemos que siempre supieron que no había armas de destrucción masiva: primero porque los inspectores de la ONU no las encontraron; segundo porque si las hubiesen tenido las hubiesen usado para defenderse. Entonces, si ya han invadido el país ¿por qué las buscan?... La facilidad de la invasión es la misma prueba de que no existían. Este hecho, esta falsa premisa de partida, es suficiente para no creerse el guión, no creerse la película.

Un detalle interesante es el retrato falaz que se hace del político y del agente de la CIA. Ahora resulta que es el político el que engaña a los mejores servicios secretos del mundo. Es decir, ¿cómo es posible que los que obtienen la información de la fuente desconozcan la fuente y recurran a un simple alférez para aclarar el asunto?...

En fin, ustedes verán si merece la pena ver Green Zone y sacar sus propias conclusiones. En todo caso, antes o después, les recomiendo visionar La Batalla de Hadiza (Battle for Haditha) del director británico Nick Broomfield, Basado en hechos reales. ¡Esto sí qué es autocrítica sin concesiones!
Máximo Pablo
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