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Voto de Doctor Zaius:
6
Bélico. Acción. Thriller En 2003, durante la ocupación de Bagdad por tropas estadounidenses, al oficial Roy Miller (Matt Damon) y a su equipo les encargan la misión de buscar armas de destrucción masiva. Registran escondite tras escondite, a cual más peligroso, pero en vez de letales agentes químicos, descubren un elaborado plan que cambia el rumbo de su misión. Rodeado de agentes con objetivos contradictorios, Miller intenta averiguar la verdad a partir de una ... [+]
16 de marzo de 2010
43 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Green Zone es un thriller de denuncia política desarrollado en un paisaje en guerra. La premisa es conocida por todo aquel que no sea un fanático pro-Bush: nunca hubo armas de destrucción masiva en Irak, todo fue un montaje para hacerse con el control del segundo país con mayores reservas de petróleo del mundo. Tal y como lo cuenta la película, parece como si con ésto se nos estuviera descubriendo una verdad oculta inimaginable. Y creo que este punto de vista, tan centrado en la opinión del ciudadano medio norteamericano es un lastre de considerables dimensiones en el desarrollo del film. Fuera de la cuestión política, la historia se desarrolla siguiendo los cánones del (sub)género: alguien descubre algo que no debería en el curso de una misión militar y, en vez de seguir el prinicipio de obediencia debida, decide seguir tirando del hilo tal y como le dicta su conciencia. Matt Damon cumple en su papel de soldado con conciencia que quiere conocer la verdad, las escenas de acción están logradas, a veces el uso de la cámara en mano y del formato digital saturan -un poco como pasaba en "monstruoso"- y la recreación del Irak post-Saddam es realmente impresionante. Sin embargo, el mayor defecto de la película es el no atreverse a llevar hasta el final su planteamiento. Todos sabemos quienes son los responsables de la guerra de Irak, pero Paul Greengrass no osa señalar más que tangencialmente a éstos. Los responsables, sostiene el guión, son un grupo de funcionarios de alto nivel del pentágono enfrentados con otro grupo de la CIA, empeñados todos en la loable tarea de derribar al tirano e instaurar la democracia. Esta confrontación de funcionarios corruptos versus funcionarios honestos -que se repite en el enfrentamiento entre Matt Damon y un grupo de soldados de élite que hacen lo que se les manda- queda descafeinada por la falta de valor a la hora de llevar la tesis central de la película hasta sus últimas consecuencias. A causa de ésto, las escenas puntuales en las que se muestra -sin salpicar demasiado al espectador- los centros de tortura del ejército yanqui resultan extrañas, casi descontextualizadas. Parece que la tortura terminase siendo un daño colateral imprevisto y no, de nuevo, una acción planificada deliberadamente de antemano dentro de un plan general.

Como es marca de la casa, la cosa empieza a tiros y termina igual, en un agotador –a ratos- crescendo de persecuciones, explosiones, bombardeos y sprints en los que Matt Damon resiste todo lo que le echen. Su papel, perfecto dentro de los estrictos límites que determina el género, es ya un cliché obligatorio en esta clase de películas: frente a la corrupción generalizada del sistema sólo nos queda la esperanza en la fortaleza de los héroes individuales. Estamos apañados, pues.
Doctor Zaius
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