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Con sus mismas armas

Western Un forastero llega a Sheridan en busca de su mujer que lo había abandonado tiempo atrás con la intención de volver a hablar con ella. Como ella sigue rechazándole, él aceptará el puesto de sheriff que le ofrecen para que acabe con los hombres de un terrateniente que está intentando quedarse con todo el territorio a base de sembrar el terror.
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
29 de mayo de 2013
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magistral western de serie B protagonizado por el gran Robert Mitchum, el que nos presenta una vez más su enorme y espectacular capacidad para dar el toque de dramatismo necesario en cada una de las escenas de la película, además de mostrarnos sus dotes sublimes para manejar las armas y para el lanzamiento de cuchillos.

"Con sus mismas armas" es un western muy completo en el que se engloba tanto la temática amorosa, como la del "western trhiller", además de presentar extaordinarias escenas repletas de detalles que las dotan de realismo. Los planos que nos ofrece Richard Wilson són completíssimos y dejan muy poco que desear.

En conclusión, buen western para pasar una buena tarde y sobretodo muy recomendable para cualquier amante del cine clásico, y hasta me atrevo a decir para cualquier cinéfilo, ya que "Con sus mismas armas" es un claro ejemplo de cómo se puede realizar una gran película con pocos recursos y en un ambiente muy reiterativo.
Victor Geli
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14 de noviembre de 2018
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un empiece triste puede ser un buen reclamo para el espectador paciente de los Far West, porque Con sus mismas armas no es más que una espera paciente. Desde el principio la podrás seguir con atención cuando un indeseable dispara al perro de un niño. Un acto de cobardía que te predispone para recibir a Robert Mitchum con los brazos abiertos, porque Robert Mitchum llega a continuación y, como supondrás, no llega porque casualmente pasaba por allí.

Es otro asunto triste el que le trae a la ciudad, pues allí está su mujer que le abandonó. Indicar que la mujer está al cargo de las bailarinas del salón que ocupan una acomodada casa, éstas no son ni mucho menos las clásicas meretrices echadas a perder que podría uno esperarse, no. Son señoritas aceptadas en la ciudad porque la película no quiere que el espectador se equivoque. Robert Mitchum no va a encontrarse con que su mujer ha perdido el norte. Los motivos de la separación fueron otros.

El clima dramático ha arrancado con efectividad y el interés se mantiene con cotas creíbles. Sheridan da la impresión de ser una ciudad de población numerosa. Como suele ocurrir en este estilo de películas, el escenario es una avenida amplia con paneles de fachadas que simulan casas; aquí hay también un par de estratégicas esquinas de más para ensanchar esa impresión, y es que el director quiere decirnos que Sheridan tiene una población numerosa para justificar tanta actividad y hacer creíble el ambiente de incertidumbre que se respira.

Y es que el mal que acecha a la población es un fantasma, un hombre gordo que se esconde y quiere hacerse con todo el territorio por la fuerza, y la incertidumbre está viva en el pueblo y en el espectador, la gente quiere una solución rápida y posible, y han encontrado una, pero no saben si es peor el remedio que la enfermedad.
floïd blue
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29 de julio de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las primeras escenas son muy significativas. Antes de entrar en el típico salón que toda ciudad del far west tiene, un hombre a caballo mata a tiros al perro de un niño que se le acaba de escapar. Para acabar de armar las bases de su película, Richard Wilson, que es quien la firma, nos presenta a MItchum, un hombre del que sólo sabemos que pregunta por una mujer. Los poco más de ochenta minutos de "Con sus mismas armas" son suficientes para darse cuenta que el buen cine, si está bien hecho, no necesita grandes presupuestos. Con las limitaciones de la serie B, con una historia sencilla y seguramente mil veces vista ya en la pantalla, esta pequeña película demuestra que no hay nada que se pueda comparar a las del oeste.

En el caso de que sea previsible a mí no me ha importado: si a mitad de película, al poco de llegar a la ciudad, Mitchum se ha cargado ya a cuatro tipos, es algo que no nos ha de sorprender. Si en un lado están los malos es porque en el otro están los buenos, el oeste es así. A quien le guste el género esta sencilla película le encantará. Bien hecha por todos los costados y con ritmo, con personajes típicos, con tiros, con mucha mala leche. Diré algo que para mí es indiscutible: las del oeste han de ser así.
Luisito
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25 de septiembre de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un extranjero (Mitchum) acude a una ciudad en busca de su mujer, la cual le abandonó hace un tiempo, encontrándola de prostituta. Allí también se encuentra con un sheriff timorato y amenazado incapaz de hacer cumplir la ley. Mitchum intenta aprovechar la situación para obtener un dinero, a fin de encauzar la ley en el lugar y buscando recuperar a su esposa...Un western de serie B ni mucho menos desdeñable con un Mitchum siempre a la altura; muy dignamente rodada y resuelta, se ve con cierto interés dentro de su intrascendencia y limitaciones.
kafka
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15 de junio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El, Mercury Theatre, fue una compañía independiente fundada por, Orson Welles, en 1937. Su sede estaba en New York y el productor era el también gran actor, John Houseman. Además de las producciones teatrales, en el Mercury se hacían películas y programas radiales, y fue en esta actividad en la que fue aceptado, como actor, un joven que venía de Pensilvania y a quien, Welles, tuvo siempre en el más alto aprecio. Su nombre: Richard Wilson.

Durante muchos años, Wilson fue el asistente principal del director de, “Citizen Kane”, “The Lady from Shanghai” y otras joyas, y era tanta su lealtad a Welles que, cuando también él se convirtió en un importante director, en las entrevistas que le hacían era capaz de olvidarse de sí mismo por ponerse a hablar de su mentor.

<<CON SUS MISMAS ARMAS>>, fue la ocasión que se le dio a, Richard Wilson, para lanzarse como director y con un guion escrito a dos manos con, N.B. Stone Jr., el resultado fue bastante satisfactorio no obstante que la trama pareciera bastante previsible. El mérito está, en principio, en la manera como se mantiene oculto al hombre que maneja los hilos sin rival alguno, algo así como lo que ocurre entre la clase política de ciertos países, donde los que realmente tienen el poder apenas sí los conocemos como banqueros y/o como grandes empresarios.

Esto mantiene un cierto nivel de intriga a lo largo de la película… y será poco a poco como iremos sabiendo la clase de individuo que, Dade Holman, realmente es. Por suerte, el asistente del sheriff de turno, es un hombre ejemplar que estará del lado de la justicia… y también él se mostrará cauto jugando a ciertas tácticas que ya maneja su contrincante.

Los personajes están muy bien construidos, tienen alma y muy hondos sentimientos, y esto hace que la historia adquiera ciertos matices psicológicos de valioso significado. La historia de amor entre, Clint Tollinger (Robert Mitchum, con la sobriedad y virilidad que lo caracterizara) y Nelly Bain (una espléndida, Jan Sterling), tiene un entramado con ciertos aires de tragedia… y por medio de esto, iremos descubriendo esa suerte de motivaciones que nos impiden juzgar.

También muy interesante la relación entre el impetuoso y aguerrido, Jeff Castle (John Lupton) con la lúcida joven, Stella Atkins, personaje que interpreta con mucho encanto, Karen Sharpe, una actriz que, 11 años después, se convertiría en la constante esposa de otro gran director, Stanley Kramer, con quien, antes y después de su muerte, tendría un rol social de la más alta relevancia.

Estamos ante un filme progresista que, de nuevo aboga por hacer que las armas sean sólo de uso oficial… y se siente complacencia con la manera como, Richard Wilson, ha logrado un western psicológico bien especial.

Título para Latinoamérica: ARMADO HASTA LOS DIENTES
Luis Guillermo Cardona
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