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Nahid

Drama Nahid es una joven divorciada que vive sola con su hijo de diez años en una ciudad del norte de Irán junto al Mar Caspio. Conforme a las normas que rigen la sociedad iraní, la custodia de un hijo le corresponde al padre, aunque en este caso su exmarido se la ha cedido a condición de que no se vuelva a casar. La relación entre Nahid y otro hombre que la ama apasionadamente y desea casarse con ella complicará su situación como mujer y como madre. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
14 de febrero de 2016
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para poder empatizar con un personaje sufrido y doliente conviene que se pueda descifrar su comportamiento o al menos comprender sus acciones y sus reacciones. No basta con que creamos saber qué es lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace, sino que conviene confeccionar una trayectoria sólida, aunque ésta cuente, a priori, con la complicidad, comprensión y apoyo de un público (occidental). Es una pena que una propuesta tan atrayente y que predispone de forma natural a la solidaridad con los padecimientos de su protagonista femenina malverse de tal forma su caudal, al mostrar a una mujer tan antipática, errática y obcecada como la que da título a la cinta.

La violencia machista tiene muchos rostros y demasiadas manifestaciones que reconocemos y censuramos de antemano, pero no es suficiente empatizar con una idea abstracta – que nos hace sentir mejores personas y buenos conciudadanos – por muy solidaria que ésta sea, por muy incondicional que sea que nuestra adhesión al devenir de su calvario personal. Se requiere trascender lo previsible y urdir unos personajes y una trama que nos ayuden a simpatizar con los padecimientos de la víctima – más allá de lo que el espectador ponga de su parte. Pero cuando el personaje femenino parece más alocado que sufriente, más egoísta que esclava, más aprovechado que afligido… entonces se hace difícil mantener el interés en unos acontecimientos que de puro tópicos pierden casi toda su fuerza y poder revulsivo.

Falta intensidad y sobra empalago. Falta densidad y sobra preciosismo. Todo lo que vemos parece adecuado y sigue una lógica fatalista evidente, pero es como si a toda la historia le faltara un hervor o le sobrara un excesivo entendimiento que se diera por supuesto, como si tuviéramos que solidarizarnos por decreto con la causa que se evidencia. Mi predisposición hacia las desventuras de la atribulada protagonista es total, pero la cineasta no hace nada para ahondar en las complejidades y matices de la historia que plantea y además está tan convencida de la pétrea rectitud de su posición, que no se percata de lo cargante que resulta la desolada madre, con sus mohines, sablazos y enredos. Una tenaz urdidora de callejones sin salida que no sabe desenvolverse más allá de la queja y el reproche. Quizás eso era lo que se quería denunciar, pero solo quizás.

En definitiva, una obra discreta, fallida, con buenos mimbres pero escasos logros. La necesaria denuncia ahoga la narración y sepulta el mensaje. Podría y debería haber sido buena, pero no pasa de correcta.
antonalva
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29 de octubre de 2015
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nahid es una mujer valiente amarrada a una realidad aparentemente insalvable. La joven, que tiene la envidiable facultad de levantarse cada vez que se cae y de rectificar cada vez que se equivoca, está condicionada por un desastroso matrimonio, acordado en su primera juventud y por un hijo fruto del mismo.

En Irán, si has nacido hembra tienes un serio problema porque muchas de las decisiones de tu vida las toma alguien que, por lo general, está bastante menos capacitado que tú. Si además eres un ser de espíritu libre, sin ataduras religiosas, en una sociedad tan mediatizada por las creencias y los convencionalismos, es como para salir corriendo. Pero lo cierto es que si, después de estas desgraciadas circunstancias, eres capaz de seguir riendo posiblemente te conviertas en indestructible.

La joven directora, Ida Panahandeh, tiene el oficio propio de los de la Escuela de Teherán; y mantiene un ritmo acompasado durante el relato que convierte la obra en un producto digno, interesante y bien abrochado. Declaraba la realizadora iraní, en la Seminci 2015, que aún no ha sentido la necesidad de salir de su tierra para contar las historias que le han ido surgiendo.
Sinhué
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1 de noviembre de 2015
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia que pretende contarnos es sobre las dificultades de una mujer en Irán para criar a un hijo sola, con un cierto grado de independencia.
Pero, para mí, le falta profundidad y esperaba que ahondase en los problemas de las mujeres en Irán. Se queda en una historia que puede suceder en cualquier país con sus diversas variantes.
Además le sobra metraje, repitiendo situaciones ya contadas.
En la rueda de prensa de la Seminci, su directora hizo unas declaraciones un tanto polémicas al asegurar que no envidia a las mujeres europeas y que en Irán hay muchas universitarias. Lo que se le olvidó es que están supeditadas al hombre y hay una falta de libertad hasta para escuchar música o hacer una película. Ella comentó que prefiere rodar con menos libertad y vivir en su país y que es una persona civilizada y acata sus leyes.
floro
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10 de octubre de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desesperación de una mujer, en un mundo de hombres.

Por un hijo lo que sea necesario, robar, mentir a todos y perder la identidad hasta ser irreconocible para una misma, con tal de sobrevivir y tenerle a su lado; y si ya de por si es complicado para una madre divorciada, con ex marido toxicómano, se le añade la cultura y costumbres arraigadas de una comunidad iraní que sigue perpetuando a la mujer, sin derechos y sometida, al lado de las decisiones de un marido privilegiado en dichas tierras.
El amor, el rencor, la violencia física y verbal, las tensas y enrevesadas relaciones familiares, el respeto tradicional, el agotamiento emocional, la parálisis ancestral de una sociedad que sentencia y lastra, por querer una vida digna con los que se ama por elección, no los impuestos por errónea decisión cuya condena dura ya una década.
Agónica, prudente, calculada, vive al día, con esa precipitación inquieta que le susurra, con temor y acoso, puede perderlo todo en un instante, pues nada depende ella, por mucho que se comporte como se es permitido, en exclusiva, a los hombres.
Una fotografía costumbrista, indagadora de una forma dura de existencia, es penetrar en dicha región y en sus arraigados hábitos de proceder lo que llama la atención e interesa, ese manejo precavido, distante y formal, escondido y enmarañado, de legalidad absurda, de los sentimientos de una persona que tiene que luchar por la supervivencia, entre todo el convencionalismo de raíz profunda que le rodea.
Cultura musulmana, de fondo grisáceo e interior sangriento, para unas demoledoras emociones que degradan al género femenino hasta transformarlo en una visión antipática, embustera, brusca y ultrajante, por atreverse a combatir contra las normas y lo establecido; no se penetra en dicha denuncia, de hecho es difícil entender, apoyar y acompañar a esa madre coraje pues, según los momentos y circunstancias, se ve en la tesitura de acoplarse y hacer lo ni siquiera pensado para permanecer en pie, ocultar sus verdaderos sentimientos y dejar de ser ella, para poder seguir estado al lado de lo más amado, de su retoño.
Rigidez gélida, desagradable, vergonzosa e incomprensible para una desconocida superviviente que no muestra su verdadera cara, ya que por imposición de religión y país, debe cubrirse con pañuelo y careta según quien esté enfrente, la libertad de acto y habla no se le permite.
Se cuestiona todo, empezando por la propia Nahid, en una argumento que encuentra el equilibrio entre el ahorro gestual y la expresión oral, para dar credibilidad a un vital interior que vive en conflicto eterno con sus fronteras externas, esas que no dan acceso a manifestación abierta y honesta de confianza plena con el otro, con el semejante.
El sufrimiento endurece, la impotencia espabila, la injusticia despierta la astucia, el desarraigo de quedarse sin nada propicia no se valore a nadie, excepto a ese fruto de su vientre, lo único bueno y decente en su azotada vida.
Drama expositivo de la sumisión femenina, de su aguante, dolor y resistencia, que sin excesos pero con gran tragedia, en su solidez narrativa, expone los beneficios de las diferencias sociales; humilde, veraz, sensible, pertinente, sus firmes interpretaciones y belleza paisajística, rodeada de imposición y abuso, son sus armas; lenta pero contundente, no es redonda, no es incisiva, es una plausible crítica a la mujer iraní, en su atascado lugar de nacimiento.
"Nahid", nunca llegas a conocerla, sabe de los peligros y consecuencias de mostrarse y ser sincera.

Lo mejor; su fotografía y protagonista.
Lo peor; la denuncia, de propiedad de la mujer, queda corta y ambigua.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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14 de agosto de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La "joven" (36 años) iraní Ida Panahandeh debuta en el largo con una cinta notable donde la denuncia social de la situación de la mujer en su país se encabalga en un drama personal universal sobre la maternidad y la libertad individual sin dejar de lado, al contrario potenciarlo, la belleza formal con una fotografía y una banda sonora sobresalientes.
A pesar de que el cine iraní está reconocido internacionalmente y es uno de los destacados de su conflictiva zona geográfica, no es nada fácil dedicarse a ello y más si eres mujer, en ese país. Bienvenida sea por tanto, esta realizadora que se guarda mucho de criticar abiertamente en ruedas de prensa lo que en su película es patente, dejando que sea su obra la que hable y el espectador lo interprete. Sabe lo que se juega. El futuro prometedor que auguran los mimbres que demuestra con su dominio del lenguaje fílmico podrán desvelar aquello que de verdad quiere contarnos.
Mientras tanto, a la sombra de "Nader y Simin, una separación" (Asghar Farhadi / 2011), la estupenda Sareh Bayat asume con brillantez un personaje imperfecto y contradictorio que lucha instintivamente con su rol de madre contra las tradiciones casi siempre machistas de todas las sociedades y las particulares y discriminatorias leyes de su país, acentuadas por la siempre mano opresora de las religiones de turno.
ELZIETE
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