Vera Cruz

Se puede decir muchas cosas de "Veracruz" pero sin duda si por algo pasará a la historia es por ser el mayor éxito, en Estados Unidos fue la sexta en la taquilla de 1954, de nuestra artista más internacional, Sara Montiel, que aquí se codea con toda una tropa de estrellas de Hollywood, entre Gary Cooper y Bur Lancaster. Se dice que es un antecedente, aunque lejano del spaghetti western, pero la verdad no me ha entusiasmado ni por lo primero ni por lo segundo. La trama, en el México de la intervención francesa (1861-1867), se limita a un paseo de un lado a otro, acompañado de una serie de golpes de mano poco trabajados. Están ahí, ahí pero nada, no termina de cuajar. Por otro lado, hay mucho personaje secundario sobre los que no hay tiempo ni voluntad de darle más carrete. Aparecen y poco más. Por no hablar de algún que otro momento absurdo, como el de los niños al principio.

Ideológicamente, de entrada te hace gracia que los juaristas, defensores de la libertad, simpaticen con los sudistas, que también lo son. Pero luego entro en cólera cuando directamente difaman a Maximiliano I, dibujándolo de taimado y cruel. Para mí, todo lo que no sea la soberanía de la Corona de España sobre el virreinato de México, es un error pero el bizarro intento de restaurar la monarquía en aquel país me resulta simpático. En su corto reinado el nuevo soberano aprobó medidas como la abolición del trabajo de los menores o las deudas hereditarias; la reducción del horario laboral, asistencia médica, escuelas gratuitas, la supresión de los castigos corporales o la devolución de las tierras a los pueblos "en extensión suficiente". Pues los liberales-republicanos tan amantes de la libertad y los derechos, ya triunfantes, lo fusilaron con sus seguidores, y abolieron todas sus medidas.

Dos hombres muy distintos (Cooper y Lancaster, claro) se introducirán en el turbulento Méjico para luchar en favor del mejor postor... Fue solo la cuarta película de Aldrich pero es ya toda una obra maestra preñada de soberbio estilo, composición y madurez (claro que habiendo visto su película anterior, la impresionante "Apache", resulta plenamente lógico). Aldrich, cineasta estimulante dónde los haya del gran cine clásico amerinano, era aquí ya esa mezcla explosiva que transmiten sus películas de riguroso academicismo y espíritu renovador, nada acomodaticio.
Película memorable dónde Sara Montiel tuvo su mejor papel en Hollywood entre dos monstruos como Cooper y Lancaster, saliendo más que airosa del choque y permitiendo al cinéfilo español (y a cualquiera) darse el gustazo de volver una y otra vez a este Veracruz hermoso, violento, sintético, amargo y soberbio, servido por un cineasta al que incansablemente reivindicaré como uno de los más grandes.

Tenía razón, Gary Cooper, cuando al leer el guion de, <<VERA CRUZ>>, dijo que, de haber existido el personaje creado para él no lo habría pensado dos veces para trabajar, de una vez por todas, con el emperador Maximiliano. Lo que quería decir, Cooper, es que, ¿Desde cuándo, un sureño esclavista, combatiente en la Guerra de Secesión y convertido ahora en mercenario, iba a tener corazón para querer apoyar la liberación del pueblo mexicano, sacrificando el dineral que se movía con el otro bando? Que las cosas se hayan hecho así, es porque Hollywood queda en el sur, y lo más común, era que sus westerns dejaran bien parados a los confederados... pero de historia ¡un ñengue!

Por eso resulta mejor, en este caso, el antihéroe Joe Erin –inspiración, en su desaliño físico y en su carácter cínico, de Sergio Leone para su Joe de, “Per un Pugno di Dollari”-, que el héroe, Ben Trane, un “buenazo” de pura estirpe ficticia. Éste, es el primer gran error de una película que, contra todo, resulta bastante divertida, porque se logra seguir con interés a sus habilidosos personajes a través de ese viaje hacia el puerto de Veracruz, donde se ha de definir la suerte de un tesoro de tres millones de dólares que, para 1864, ¡eran como para convertirse en un jeque árabe!

¿Y por qué la película se llama Vera Cruz, dando la impresión de que su personaje central fuera una mujer? La explicación radica en el nombre original de aquella ciudad que es, Villa Rica de la Vera Cruz (primera ciudad fundada por los españoles en el continente americano), aunque, por uso popular, se ha convertido simplemente en Veracruz, y así se la llama y escribe desde hace muchísimos años.

La historia transcurre con posterioridad a la llegada del emperador Maximiliano (archiduque de Austria), por petición de los conservadores que gobernaban a México, el cual decide acabar con los focos de rebeldía que apoyaban a Benito Juárez, y para eso, planea adquirir tropas europeas a un costo bastante alto. Entran, entonces, los dos mercenarios americanos (con Joe al mando de una pandilla)… y lo que sigue es una simpática aventura que no admite verse como mucho más.

Gary Cooper, y sobre todo Burt Lancaster, consiguen imponer carácter y atractivo a sus roles de buscafortunas; y Denise Darcel, la condesa, resulta muy agradable haciendo de buscona sin escrúpulos. Los acompaña un amplio reparto que incluye a, César Romero, como el astuto marqués, Henri de Labordelle; Ernest Borgnine es el pendenciero, Donnegan; y George Macready, carga en sus hombros al emperador, Maximiliano.

Y aquel personaje tan mencionado a lo largo del filme, Ace Hannah, ¿será simplemente aquel jugador que asesinó al padre de Joe y luego decidió adoptarlo a él cuando todavía era un niño?... ¿Será aquel mezquino truhán que le enseñó a no hacer nunca un favor si éste no le reportaba alguna suerte de ganancia?... ¿O será acaso el intangible espejo de aquella suerte de hombres que “pasan por la vida” buscando únicamente el beneficio personal?

Título para Latinoamérica: <<VERACRUZ>>

Hay algo en este “Veracruz” de Robert Aldrich” que funciona muy bien, tantos años después, y es que la visión del film desprende el olor del western clásico, un sentimiento de nostalgia por una brillantez perdida: de planos elaborados y construcciones barrocas, los magníficos diálogos, secos, concisos; el fulgor de revólveres, armas blancas y cascos de soldados, la respiración de un paisaje que parece vibrar al compás del movimiento de los actores… “Veracruz” nació como western de mensaje, o al menos como western crítico, con pretensiones políticas, pero lo que perdura es la intensidad de las miradas, el protagonismo visual de los elementos secundarios, la fotografía de Ernest Laszlo y la inolvidable música de Hugo Friendhofer.

En “Veracruz” se encuentran ya los temas principales del autor (el idealismo, la violencia, la amistad), teñidos con un amargo toque de escepticismo e ironía. Presenta el intervencionismo mercenario en la revuelta popular, encabezada por Juárez, contra el emperador Maximiliano. Benjamin Trane (Gary Cooper) y Joe Erin (Burt Lancaster), son dos mercenarios atraídos por la revolución mexicana en busca de aventura y dinero, uno es un caballero del sur, ex oficial confederado, el otro un truhán, de sonrisa abierta y gatillo fácil. Un western centrado en el enfrentamiento de dos hombres que no tienen otra cosa en común que su interés por la riqueza y por motivos diferentes: uno piensa en reconstruir su plantación destruida por la guerra; el otro en su lucro personal.

En este relato itinerante en pos de un botín en monedas de oro que todo el mundo codicia, participan además de los dos mercenarios, una aventurera francesa sin demasiados escrúpulos, una campesina juarista (Sara Montiel, en su aventura americana) y un aristócrata mexicano al servicio del emperador, pero es la rivalidad entre Cooper y Lancaster lo que le otorga la tensión dramática con ciertos toques de humor. “Veracruz” inauguró la modalidad, corta pero de excelentes frutos, de las películas sobre mercenarios estadounidenses en la revolución mexicana, modalidad genérica que cuenta con notables obras como “Los profesionales” de Richard Brooks y “Grupo salvaje” de Sam Peckinpah.

Resonando en mis oídos los acordes de esa magnífica pieza que avala casi siempre los grandes western, y después de ver la lección que nos da Robert Aldrich sobre la avaricia humana en ese todos a por el oro, cada uno por sus propias circunstancias como diría Ortega y Gasset, oro con el que se financió la Revolución de Juarez que pretendía fundar una República en un inestable Méjico, en este western imprescindible pleno de acción y humor.

Además de las connotaciones históricas, que el film fue realizado en México con extras mejicanos de pura cepa a excepción del elenco actoral, donde brilla con luz propia nuestra saritísima, Sara Montiel y su salvaje belleza que encandiló a un ya maduro Gary Cooper con el que mantuvo una aventura, al que acompañó en el protagonismo el artista circense Burt Lancaster con su amplia sonrisa de malvado, junto con unos secundarios de lujo como Ernest Borgnine, Jack Elam o Charles Bronson, además de la belleza de Denise Darcel y la elegancia de César Romero en esta película inolvidable que cualquier cinéfilo debe poseer en su biblioteca.

Sobresaliente, 9, y a mi rincón de favoritas.