Pasaron las grullas
20 de noviembre de 2011
20 de noviembre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el marco del VX Salón del Auto Audiovisual, en la parte retrospectiva, se exhibió el film ruso “The Cranes are Flying”. Con una puesta en escena brillante y con imágenes (verdadera lección en los emplazamientos de cámara, buscando los valores dramáticos) cargadas de una poética transparente, esta historia de amor imposible es una alegoría a los amores verdaderos y a esos destinos que nunca están.
El comienzo y el final con la misma escena en el cielo donde las grullas las atraviesan, todos sentimos que en esta vida todo es efímero, aunque nuestras miradas estén dirigidas hacia donde siempre hemos querido.
El comienzo y el final con la misma escena en el cielo donde las grullas las atraviesan, todos sentimos que en esta vida todo es efímero, aunque nuestras miradas estén dirigidas hacia donde siempre hemos querido.
17 de julio de 2021
17 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los perfiles de un intenso melodrama sirven a M. Kalatozov para presentar una película de carácter bélico de notable matiz visceral.
Su factura cinematográfica nos remite a modos de la vieja usanza en los que, por momentos, destellan algunos apuntes de corte surrealista que asombran al espectador por su inesperada presencia.
El desarrollo de la acción a veces resulta lento pero, en general, la historia queda bien definida en un contexto de austeridad material que también, por momentos, sorprende por la minuciosidad y el detalle de algunos aspectos del relato.
Resulta desigual en su fondo, en su forma y en su intensidad narrativa pero hay que reconocerle que va ganando interés y prestancia a medida que el metraje avanza.
Su factura cinematográfica nos remite a modos de la vieja usanza en los que, por momentos, destellan algunos apuntes de corte surrealista que asombran al espectador por su inesperada presencia.
El desarrollo de la acción a veces resulta lento pero, en general, la historia queda bien definida en un contexto de austeridad material que también, por momentos, sorprende por la minuciosidad y el detalle de algunos aspectos del relato.
Resulta desigual en su fondo, en su forma y en su intensidad narrativa pero hay que reconocerle que va ganando interés y prestancia a medida que el metraje avanza.
25 de febrero de 2023
25 de febrero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor es un movimiento del alma que impulsa el cuerpo, pero pocos artistas han conseguido plasmar esa elevación con la velocidad, fuerza y profundidad, que en "Летят журавли", Mijail Kalatozov (1903-1973), con la contribución de la fotografía de Sergei Urusyevsky (1908-1974), alcanzó en una obra maestra del séptimo arte, donde la "forma visual" y la "materia narrativa" se "equilibran" en un prodigio técnico de angulaciones y travellings. La faz luminosa de Tatyana Samoilova (1934-2014) da al movimiento físico la fuerza y hondura anímica que recorre los estados del espíritu, desde la ilusión amorosa juvenil a la aceptación madura de un amor a la humanidad, pasando por la espera incondicional de un amor ausente en la guerra. La naturaleza, en la migración de las grullas, retorna como esas ciudades y naciones, que el militar orador ensalza en el discurso final: "pasará el tiempo, las ciudades resurgirán, cicatrizarán nuestras heridas, ¡pero nunca cesará el odio feroz a la guerra! Sentimos profundamente el dolor de quienes no pueden hoy recibir a sus seres queridos. Por eso haremos todo lo posible para que las futuras novias nunca pierdan a sus prometidos, para que las madres no teman por la vida de sus hijos, para que los padres no lloren a escondidas. ¡No hemos vencido ni conservamos la vida en nombre de la destrucción, sino de la creación de nueva vida!".
"Летят журавли" (Letyat zhuravli) (1957), como "Баллада о солдате" (Ballada o soldatye) (1959) de Grigori Chujrai, o "Иваново детство" (Ivanovo Dyestvo) (1962) de Andrei Tarkovsky, introducen un nuevo tratamiento del cine bélico ruso.
"Cuando pasan las cigüeñas" está basada en la obra teatral de 1943, "Вечно живые" (Eternamente vivos) de Viktor Rozov (1913-2004), que no pudo estrenarse hasta 1956. Él mismo escribió el guion de la película, bastante diferente al de la obra original. Se amplió el ámbito de acción, muchos personajes desaparecieron o quedaron relegados a un segundo plano, se añadieron una serie de episodios, entre ellos el bombardeo de Moscú, la muerte de los padres de Verónica y el encuentro de los soldados victoriosos.
La Gran Guerra Patria, ya no es vista como el heroísmo militar de la primera línea del frente, sino como el dolor civil de la retaguardia, en la pérdida y el vacío.
Las impactantes técnicas visuales de "Летят журавли", de hecho, no fueron inventadas, sino redescubiertas por Sergei Urusyevsky. La cámara subjetiva podría haberse inspirado en "Шинель" (El abrigo) (1926) de Grigory Kozintsev y Leonid Trauberg, la óptica ultra gran angular (Urusyevsky usa una lente de 18 mm en la película) se usó activamente en "Стачка" (La huelga) (1925) de Sergei Eisenstein, y el escorzo fue un sello distintivo de todo el cine de vanguardia de los años 20. No son estas técnicas en sí lo importante, sino el hecho de que Urusyevsky supo, en primer lugar, hacerlas propias y, en segundo lugar, utilizarlas "orgánicamente", subordinándolas a la dramaturgia y la intención del film.
El actor Aleksey Batalov (1928-2017), en una entrevista, habla de la "forma" de la película, una "fantasía cinematográfica": "lo importante no son los actores, sino cómo fueron filmados" (форма картина)
El largometraje, compuesto por 10 bobinas- obtuvo la "Palme d'Or" en el Festival de Cannes de 1958 -donde participó por insistencia de Claude Lelouch, que había conocido y admirado a Kalatozov en Moscú-, pero, a pesar de su éxito de público en la URSS y Francia -con varios premios-, fue mal recibida por las autoridades soviéticas -Nikita Jrushchov señaló que desacreditaba «la vívida imagen de las trabajadoras de la retaguardia soviética» y consideraba la conducta de Veronika como «descuidada e indecente»-: la protagonista "traiciona" a su prometido, "voluntario" en el ejército. El predominio del punto de vista femenino -no el de los soldados en el frente-, y que Veronika haya tenido una conducta "inmoral" era desconcertante. El "enemigo" militar -ejército alemán- no aparece en el film, y el "antagonista real" es el primo "desleal" y el posterior comportamiento pasivo de Veronika, al unirse a él. Una cinta bélica, donde el conflicto psicológico tiene prioridad sobre el patriótico, y entronca con las novelas psicológicas de pecado, búsqueda y redención de Fyodor Dostoyevsky, no didáctica ni épica, sino íntima y lírica, que sentaba las bases de un nuevo tipo de cine en la URSS.
El amor juvenil da paso a la guerra. El personaje de Veronika evolucionará hacia una madurez, que sabrá de la culpa, el sacrificio, la lucha, la espera incondicional y la superación del dolor...
Francisco Huertas Hernández - Acorazado Cinéfilo
"Летят журавли" (Letyat zhuravli) (1957), como "Баллада о солдате" (Ballada o soldatye) (1959) de Grigori Chujrai, o "Иваново детство" (Ivanovo Dyestvo) (1962) de Andrei Tarkovsky, introducen un nuevo tratamiento del cine bélico ruso.
"Cuando pasan las cigüeñas" está basada en la obra teatral de 1943, "Вечно живые" (Eternamente vivos) de Viktor Rozov (1913-2004), que no pudo estrenarse hasta 1956. Él mismo escribió el guion de la película, bastante diferente al de la obra original. Se amplió el ámbito de acción, muchos personajes desaparecieron o quedaron relegados a un segundo plano, se añadieron una serie de episodios, entre ellos el bombardeo de Moscú, la muerte de los padres de Verónica y el encuentro de los soldados victoriosos.
La Gran Guerra Patria, ya no es vista como el heroísmo militar de la primera línea del frente, sino como el dolor civil de la retaguardia, en la pérdida y el vacío.
Las impactantes técnicas visuales de "Летят журавли", de hecho, no fueron inventadas, sino redescubiertas por Sergei Urusyevsky. La cámara subjetiva podría haberse inspirado en "Шинель" (El abrigo) (1926) de Grigory Kozintsev y Leonid Trauberg, la óptica ultra gran angular (Urusyevsky usa una lente de 18 mm en la película) se usó activamente en "Стачка" (La huelga) (1925) de Sergei Eisenstein, y el escorzo fue un sello distintivo de todo el cine de vanguardia de los años 20. No son estas técnicas en sí lo importante, sino el hecho de que Urusyevsky supo, en primer lugar, hacerlas propias y, en segundo lugar, utilizarlas "orgánicamente", subordinándolas a la dramaturgia y la intención del film.
El actor Aleksey Batalov (1928-2017), en una entrevista, habla de la "forma" de la película, una "fantasía cinematográfica": "lo importante no son los actores, sino cómo fueron filmados" (форма картина)
El largometraje, compuesto por 10 bobinas- obtuvo la "Palme d'Or" en el Festival de Cannes de 1958 -donde participó por insistencia de Claude Lelouch, que había conocido y admirado a Kalatozov en Moscú-, pero, a pesar de su éxito de público en la URSS y Francia -con varios premios-, fue mal recibida por las autoridades soviéticas -Nikita Jrushchov señaló que desacreditaba «la vívida imagen de las trabajadoras de la retaguardia soviética» y consideraba la conducta de Veronika como «descuidada e indecente»-: la protagonista "traiciona" a su prometido, "voluntario" en el ejército. El predominio del punto de vista femenino -no el de los soldados en el frente-, y que Veronika haya tenido una conducta "inmoral" era desconcertante. El "enemigo" militar -ejército alemán- no aparece en el film, y el "antagonista real" es el primo "desleal" y el posterior comportamiento pasivo de Veronika, al unirse a él. Una cinta bélica, donde el conflicto psicológico tiene prioridad sobre el patriótico, y entronca con las novelas psicológicas de pecado, búsqueda y redención de Fyodor Dostoyevsky, no didáctica ni épica, sino íntima y lírica, que sentaba las bases de un nuevo tipo de cine en la URSS.
El amor juvenil da paso a la guerra. El personaje de Veronika evolucionará hacia una madurez, que sabrá de la culpa, el sacrificio, la lucha, la espera incondicional y la superación del dolor...
Francisco Huertas Hernández - Acorazado Cinéfilo
24 de marzo de 2024
24 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa película rusa de 1957, dirigida por Mikhail Kalatozov con Alekséi Batálov y Tatiana Samóilova como protagonistas de una trágica historia de amor rota por la guerra.
La frase: Esta es una película absolutamente visual por lo que quizás la frase la tenga que dar la cámara: el cabello de Verónika mecido por el viento en la escena junto al rio.
La escena: Casi al final donde Verónika busca a Boris entre miles de personas en la estación, es el drama de una profunda tristeza que se va creando y que además contrasta terriblemente con la euforia y la felicidad del entorno, la puesta en escena es poco menos que espectacular con miles de personas y un tren que simboliza la fuerza, el heroísmo, el sacrificio que ha significado una guerra.
El momentazo: Memorable es la escena en que él sube corriendo la escalera y durante los 4 pisos la cámara lo acompaña en un giro bellísimo y espectacular, todo un alarde técnico que en 1957 se hacía de manera mecánica y sin trucos, además es acompañado por la música de Mieczysław Weinberg (gran musico polaco judío que emigró a Rusia para salvar la vida de los nazis), música que inspira alegría pero también presagia inquietud.
La actuación: Personajes auténticos y emotivos sobresaliendo Tatiana Samoilova cuyo bello rostro sabe reflejar todos esos intensos sentimientos que el guion la obliga a vivir y que se va transformando de la juvenil alegría y entusiasmo a la sombría realidad de la vida y de la guerra.
No cabe duda que lo mejor de la película es su deslumbrante fotografía en blanco y negro de una calidad pocas veces vista, Kalatozov y Uruzevski se dan vuelo ideando las más variadas formas de filmar y consiguen una obra maestra de la fotografía que va desde lo mas simple (la forma en que el viento hace revolotear la cabellera de la gente o los planos con rostros que llenan la pantalla) hasta lo más complejo (la escena de Verónika corriendo entre los árboles es de una plasticidad difícil de igualar), también es maravillosa la escena en la que la misma Verónika corre entre multitudes, sube y baja de autobuses y pasa por los sitios más difíciles y en todo momento la cámara permanece junto a ella filmándola de cerca y en planos muy bellos, esa escena que, además de perfecta fotográficamente hablando, es de una intensidad bárbara para el guion y la historia.
En resumen, una película que no debe dejar de verse por muchas cosas, muy especialmente la actuación de Tatiana Samóilova y el impresionante trabajo de fotografía.
La frase: Esta es una película absolutamente visual por lo que quizás la frase la tenga que dar la cámara: el cabello de Verónika mecido por el viento en la escena junto al rio.
La escena: Casi al final donde Verónika busca a Boris entre miles de personas en la estación, es el drama de una profunda tristeza que se va creando y que además contrasta terriblemente con la euforia y la felicidad del entorno, la puesta en escena es poco menos que espectacular con miles de personas y un tren que simboliza la fuerza, el heroísmo, el sacrificio que ha significado una guerra.
El momentazo: Memorable es la escena en que él sube corriendo la escalera y durante los 4 pisos la cámara lo acompaña en un giro bellísimo y espectacular, todo un alarde técnico que en 1957 se hacía de manera mecánica y sin trucos, además es acompañado por la música de Mieczysław Weinberg (gran musico polaco judío que emigró a Rusia para salvar la vida de los nazis), música que inspira alegría pero también presagia inquietud.
La actuación: Personajes auténticos y emotivos sobresaliendo Tatiana Samoilova cuyo bello rostro sabe reflejar todos esos intensos sentimientos que el guion la obliga a vivir y que se va transformando de la juvenil alegría y entusiasmo a la sombría realidad de la vida y de la guerra.
No cabe duda que lo mejor de la película es su deslumbrante fotografía en blanco y negro de una calidad pocas veces vista, Kalatozov y Uruzevski se dan vuelo ideando las más variadas formas de filmar y consiguen una obra maestra de la fotografía que va desde lo mas simple (la forma en que el viento hace revolotear la cabellera de la gente o los planos con rostros que llenan la pantalla) hasta lo más complejo (la escena de Verónika corriendo entre los árboles es de una plasticidad difícil de igualar), también es maravillosa la escena en la que la misma Verónika corre entre multitudes, sube y baja de autobuses y pasa por los sitios más difíciles y en todo momento la cámara permanece junto a ella filmándola de cerca y en planos muy bellos, esa escena que, además de perfecta fotográficamente hablando, es de una intensidad bárbara para el guion y la historia.
En resumen, una película que no debe dejar de verse por muchas cosas, muy especialmente la actuación de Tatiana Samóilova y el impresionante trabajo de fotografía.
14 de febrero de 2025
14 de febrero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película que había ido a ver hace mucho tiempo y hoy, día 14 de febrero, Día de San Valentín, quise que la viera mi mujer, pues una peli de amor, de guerra y amor, de amor sensual e incondicional, de ese amor que con el tiempo deviene amor a los otros.
Fue dirigida en la época URSS por Mijaíl Kalatózov, película soviética que fue aclamada en su momento, tanto por sus características técnicas como en el plano narrativo.
Es la historia de dos enamorados de Moscú, Verónica y Boris, han de separarse con motivo de la Segunda Guerra Mundial; Alemania invade Rusia y el joven es reclutado para el ejército de su país.
Es una película de las muy buenas, de esas que no se olvidan, de las que hacen exclamar de la alegría de ver tanta fortuna cinematográfica.
Tal vez algunas pinceladas servirán al respecto pues tiene una dirección magistral de Kalatózov, un guion al milímetro de Viktor Rozov, una innovadora y brillante fotografía en blanco y negro de Sergei Urusevsky y la inconmensurable actuación de Tatyana Samóilova en un papel franco y emotivo.
Tiene admirables escenas de multitudes, gentes urgidas por encontrar a su familiar, gente que corre y llora, una puesta en escena dinámica muy ágil, aunque falle algo la excesiva banda sonora y melodramática de Vajnberg.
Es admirable la forma en que cuenta la historia de dos enamorados destrozada por la guerra; se alzaprima el sufrimiento y el desperdicio en vidas y amargura humana, en lugar de la lucha heroica impuesta a los directores por los dictados estalinistas del "realismo socialista".
Fue galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1958, lo cual que fue la única película soviética en recibir este prestigioso premio.
Después de tantos años, vista ahora, me sigue pareciendo la joya de cinta que es, una obra maestra en toda regla, que emociona.
Fue dirigida en la época URSS por Mijaíl Kalatózov, película soviética que fue aclamada en su momento, tanto por sus características técnicas como en el plano narrativo.
Es la historia de dos enamorados de Moscú, Verónica y Boris, han de separarse con motivo de la Segunda Guerra Mundial; Alemania invade Rusia y el joven es reclutado para el ejército de su país.
Es una película de las muy buenas, de esas que no se olvidan, de las que hacen exclamar de la alegría de ver tanta fortuna cinematográfica.
Tal vez algunas pinceladas servirán al respecto pues tiene una dirección magistral de Kalatózov, un guion al milímetro de Viktor Rozov, una innovadora y brillante fotografía en blanco y negro de Sergei Urusevsky y la inconmensurable actuación de Tatyana Samóilova en un papel franco y emotivo.
Tiene admirables escenas de multitudes, gentes urgidas por encontrar a su familiar, gente que corre y llora, una puesta en escena dinámica muy ágil, aunque falle algo la excesiva banda sonora y melodramática de Vajnberg.
Es admirable la forma en que cuenta la historia de dos enamorados destrozada por la guerra; se alzaprima el sufrimiento y el desperdicio en vidas y amargura humana, en lugar de la lucha heroica impuesta a los directores por los dictados estalinistas del "realismo socialista".
Fue galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1958, lo cual que fue la única película soviética en recibir este prestigioso premio.
Después de tantos años, vista ahora, me sigue pareciendo la joya de cinta que es, una obra maestra en toda regla, que emociona.
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