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9
22 de julio de 2021
22 de julio de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Добро пожаловать, или Посторонним вход воспрещён" (Dobro pozhalovat, ili Postoronnim vjod vospreshchyon) (Bienvenidos, o Prohibida la entrada no autorizada) es una comedia infantil soviética dirigida por Elem Klimov en 1964. Bajo la apariencia de la alegre historia de un campamento de verano que recuerda las travesuras de Guillermo ("Just William" de Richmal Crompton, 1922) hay una aguda sátira política y social, que fue posible en tiempos del "deshielo" de Jruschov, que autorizó personalmente su estreno.
Klimov señaló: "Yo mismo nunca he estado en un campamento de pioneros en mi vida. Entonces la película es mi fantasía. Y cuando me admitieron en el Komsomol a los 14 años (fue en Stalingrado de posguerra), no pude ir a casa, estaba temblando de emoción. Entonces también pensé: volaré. Así éramos".
Contar la vida desde la perspectiva de un niño es algo que todo adulto puede hacer, porque como leemos al comienzo del film: "Esta película está dedicada a los adultos que una vez fueron niños, y a los niños que seguramente se convertirán en adultos".
La película narra el castigo de un niño llamado Kostya Inochkin (Vitya Kosyj) expulsado de un campamento de verano de Pioneros por desobedecer la prohibición de nadar a una isla cercana, que se creía contaminada. Kostya anticipa imaginariamente la muerte de su abuela y regresa al campamento de noche, escondiéndose bajo la tribuna donde el Director, el camarada Dynin (Yevgeny Yevstigneyev) da sus discursos edificantes llenos de frases vacías. Se convierte en un "proscrito". Las aventuras que suceden a continuación se desarrollan en clave de comedia infantil, aunque la verdadera lectura del largometraje es política.
Aunque los censores de Goskino (Comité Estatal de Cinematografía de la URSS) se molestaron con lo que consideraban una crítica "antisoviética" y "anti-Jrushchov" -sobre todo con el funeral de la abuela- al propio Jruschov le pareció divertida y dio su visto bueno. Más de trece millones de personas la vieron, aunque pronto se retiró de la exhibición. Con el tiempo la crítica la ha aupado como una de las obras maestras del cine ruso.
La crítica de la burocracia soviética representada en la figura del Director del campamento, el camarada Dynin, un hombre gris, amante de discursos vacíos, e intransigente en la disciplina, tiene como contrapunto las travesuras de los niños, especialmente Kostya Inochkin -el héroe- cuya libertad consiste en desobedecer (nada a la isla y, finalmente, "vuela" desafiando las leyes de la ciencia). El tono no es el de una sátira hiriente sino más bien irónico, como reconoció Anton Klimov, el hijo del director.
"Добро пожаловать, или Посторонним вход воспрещён" (Dobro pozhalovat, ili Postoronnim vjod vospreshchyon) (Bienvenidos, o Prohibida la entrada no autorizada) es un film poco conocido fuera de Rusia. Ni siquiera es el más popular o querido de su director, Elem Klimov. Su aparente sencillez, su historia clara, y la alegría de los niños fotografiados en blanco y negro por Anatoly Kuznetsov, con película soviética "A-2" que da una imagen plateada y luminosa, nos transportan a un mundo en el que la desobediencia inocente puede con la disciplina adulta, independientemente de la sátira política que haya detrás. El realismo fantástico del funeral y el vuelo remiten a autores como Pushkin o Gogol, donde el humor se une a la denuncia social.
Como señala Estrella Millán Sanjuán: "Klimov hacía también películas con un tono muy distinto a las últimas, tan oscuras y dramáticas. Una deliciosa sátira sobre la autoridad, la disciplina y la burocracia a través de la magia y creatividad de la infancia. Me gustan esos guiños a los gags del cine mudo y la rebeldía pura de los chicos. Hasta el director, presentado tan caricaturesco, no molesta.
No creo recordar que lo hayas citado en tu magnífico estudio, pero, ¿no crees que tiene también el espíritu de la maravilla de "Zéro de conduite", de Jean Vigo?"
"Добро пожаловать..." (1964). Э. Климов. "Dobro pozhalovat..." (1964). E. Klimov. (Welcome, or No Trespassing). Infancia y Libertad. Obra maestra del cine soviético. Francisco Huertas Hernández. "Добро пожаловать, или Посторонним вход воспрещён". Comedia infantil de crítica política
Klimov señaló: "Yo mismo nunca he estado en un campamento de pioneros en mi vida. Entonces la película es mi fantasía. Y cuando me admitieron en el Komsomol a los 14 años (fue en Stalingrado de posguerra), no pude ir a casa, estaba temblando de emoción. Entonces también pensé: volaré. Así éramos".
Contar la vida desde la perspectiva de un niño es algo que todo adulto puede hacer, porque como leemos al comienzo del film: "Esta película está dedicada a los adultos que una vez fueron niños, y a los niños que seguramente se convertirán en adultos".
La película narra el castigo de un niño llamado Kostya Inochkin (Vitya Kosyj) expulsado de un campamento de verano de Pioneros por desobedecer la prohibición de nadar a una isla cercana, que se creía contaminada. Kostya anticipa imaginariamente la muerte de su abuela y regresa al campamento de noche, escondiéndose bajo la tribuna donde el Director, el camarada Dynin (Yevgeny Yevstigneyev) da sus discursos edificantes llenos de frases vacías. Se convierte en un "proscrito". Las aventuras que suceden a continuación se desarrollan en clave de comedia infantil, aunque la verdadera lectura del largometraje es política.
Aunque los censores de Goskino (Comité Estatal de Cinematografía de la URSS) se molestaron con lo que consideraban una crítica "antisoviética" y "anti-Jrushchov" -sobre todo con el funeral de la abuela- al propio Jruschov le pareció divertida y dio su visto bueno. Más de trece millones de personas la vieron, aunque pronto se retiró de la exhibición. Con el tiempo la crítica la ha aupado como una de las obras maestras del cine ruso.
La crítica de la burocracia soviética representada en la figura del Director del campamento, el camarada Dynin, un hombre gris, amante de discursos vacíos, e intransigente en la disciplina, tiene como contrapunto las travesuras de los niños, especialmente Kostya Inochkin -el héroe- cuya libertad consiste en desobedecer (nada a la isla y, finalmente, "vuela" desafiando las leyes de la ciencia). El tono no es el de una sátira hiriente sino más bien irónico, como reconoció Anton Klimov, el hijo del director.
"Добро пожаловать, или Посторонним вход воспрещён" (Dobro pozhalovat, ili Postoronnim vjod vospreshchyon) (Bienvenidos, o Prohibida la entrada no autorizada) es un film poco conocido fuera de Rusia. Ni siquiera es el más popular o querido de su director, Elem Klimov. Su aparente sencillez, su historia clara, y la alegría de los niños fotografiados en blanco y negro por Anatoly Kuznetsov, con película soviética "A-2" que da una imagen plateada y luminosa, nos transportan a un mundo en el que la desobediencia inocente puede con la disciplina adulta, independientemente de la sátira política que haya detrás. El realismo fantástico del funeral y el vuelo remiten a autores como Pushkin o Gogol, donde el humor se une a la denuncia social.
Como señala Estrella Millán Sanjuán: "Klimov hacía también películas con un tono muy distinto a las últimas, tan oscuras y dramáticas. Una deliciosa sátira sobre la autoridad, la disciplina y la burocracia a través de la magia y creatividad de la infancia. Me gustan esos guiños a los gags del cine mudo y la rebeldía pura de los chicos. Hasta el director, presentado tan caricaturesco, no molesta.
No creo recordar que lo hayas citado en tu magnífico estudio, pero, ¿no crees que tiene también el espíritu de la maravilla de "Zéro de conduite", de Jean Vigo?"
"Добро пожаловать..." (1964). Э. Климов. "Dobro pozhalovat..." (1964). E. Klimov. (Welcome, or No Trespassing). Infancia y Libertad. Obra maestra del cine soviético. Francisco Huertas Hernández. "Добро пожаловать, или Посторонним вход воспрещён". Comedia infantil de crítica política

4.6
128
6
22 de enero de 2023
22 de enero de 2023
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La reina del mate" (1985) fue la única incursión en el cine como director del dramaturgo leonés Fermín Cabal (1948). Un film titubeante, lastrado por la indefinición, que mezcla el thriller, la crónica histórico-social ambientada en el Madrid de la "movida" y el PSOE, el melodrama y el cine "quinqui". La inexperiencia de Cabal en el medio cinematográfico se aprecia no solo en la falta de unidad temática, sino en la elección descompensada del reparto: junto a un actor de moda, pero de nula capacidad interpretativa para el drama, una siempre excelente actriz, cuya belleza radiante, lanza la película en los momentos más exangües.
El "valor" de la película reside en su intriga, la presencia deslumbrante de Amparo Muñoz, la capacidad de "fijar" la época de la Transición (zeitgeist), la "naturalidad" "no-actoral" y patosa de Antonio Resines, el "sonido directo", y la adaptación de los modelos del "neo-noir" americano al ambiente urbano de Madrid.
Rafa (Antonio Resines) es cartero en un barrio obrero de Madrid. Su vida es tan anodina como su falta de horizontes. Emilio (Jorge de Juan), su compañero de oficina, quiere "conquistar" a la nueva empleada, Carmen (Ana Gracia), que, sin embargo, se siente atraída por el protagonista.
El inicio del film nos ofrece una imagen urbana: la vía de circunvalación de Madrid, M40, al amanecer, con una furgoneta de Correos que transporta la correspondencia para depositar en la Oficina de la Caja Postal de Ahorros y Estafeta Postal de una barriada de la ciudad. La música de Pepe Nieto, con su saxo jazzístico, "anuncia" la crónica urbana de la ambición y el deseo. Sacas postales, paquetes de cartas, y trabajadores de la Dirección General de Correos, uniformados de gris, clasificando los envíos, dan paso al protagonista. Rafa, el héroe sin aura, entra en escena, y su jefe, Riaño (Luis Ciges), le echa la bronca por retrasarse. Esta presentación nos ilustra el carácter semi rebelde, semi "pasota", del joven.
La fiesta del fin de semana, propuesta por Emilio, en una casa en el campo, requiere que Rafa vaya de "carabina" (esa "tercera persona" que acompaña a una pareja para evitar conductas sexuales del varón). La "chica" de Emilio es Carmen, "la nueva" suplente. La secuencia de la casa de campo descubre a las dos parejas fumando "canutos" (cigarros de cannabis), y una Carmen más osada de lo que sospechábamos: roba sacas de correspondencia publicitaria con las que enciende la chimenea, ante el asombro de Emilio. Por un lado, las "drogas blandas" eran algo tan presente en España en esa época. Por otro lado, la "corrupción" de los empleados públicos, y el desprecio por el "bien común", de un país individualista, envidioso e insolidario.
Una vez sentadas las bases de la vida "ordinaria", con la chica sencilla, pero "traviesa", la película entra en la vida "extraordinaria", la que, a fuerza de lejana e inaccesible, promete una felicidad "prohibida". Ésta viene con el cartero de reparto a la puerta de un chalet, en el que irrumpe, deslumbrante, la belleza de Cristina (Amparo Muñoz), tras la verja, preguntando: "Por favor, ¿usted conoce a la gente que vivía antes aquí?". Los sintetizadores de Pepe Nieto ponen el climax: la ecuación fatal del deseo, lo prohibido, la ambición y la pulsión de muerte, se conjugan en la piel y los ojos de la celestial/demoniaca argentina, que, no obstante, era una bella malagueña.
La "valentía" de un cartero de barrio ante unos "matones" que buscan a un americano en el chalet de las argentinas, empieza a resultar poco verosímil. "¿Siempre eres así de valiente?" le interpela Cristina. "Bueno, a todos nos gusta presumir delante de una mujer bonita", medio sonriendo, contesta el desmañado actor, que trae un certificado para firmar a "La reina del mate". La empresaria afincada en España distribuye la hierba mate, cuyas propiedades de poderoso estimulante impulsa a los protagonistas pendiente abajo.
El guion encaja con prontitud los elementos del cine de gangsters. Violencia y deseos prohibidos. Que Cristina es más tentadora que Carmen es tan cierto como que ésta es menos peligrosa. Si solo nos tienta el peligro es porque habita en nosotros el "deseo de muerte" en la "consumación última del deseo erótico": la "aniquilación en el goce".
Rafa bebe mate con Cristina y se lleva una bolsita. Los subrayados eróticos del director con el primer plano de Cristina succionando la bombilla con lascivia en su mirada no son necesarios.
Que un tipo vulgar sea objeto de deseo de dos mujeres es la fantasía de todo hombre mediocre. Carmen sube a su coche a Rafa, magullado, y se acuesta con él. Carmen, comiendo una granada, es el contrapunto de la lubricidad elegante de Cristina. Las miradas de las dos mujeres "devoran" al "hombre" fuerte y simple.
La escena del acto sexual entre ambos, enmarcada con el saxofón de Pepe Nieto, y a contraluz, con las siluetas besándose, es un notable logro visual. Es una pareja "ordinaria": ninguno es "bello", pero son sumamente atractivos. Sus cuerpos tienen "fuego", aunque su "llama" no sea "ciegamente luminosa", como la de Cristina.
Esa "llama" que "ilumina" y "quema" entra en las "pesadillas" de Rafa, incluso tras la relación sexual con su compañera de trabajo: el bol de mate derrama su "ardiente líquido" en el cuerpo del cartero, mientras la mirada "diabólica" de la mujer "extraordinaria" "quema" su alma.
Los acontecimientos arrastran al cartero, entre el consumo de cocaína y el "amour fou" por Cristina, una "femme fatale", típica del cinéma noir....
"La reina del mate" es una buena película, después de todo, no tanto por la consistencia de su guion o puesta en escena -sumamente convencional-, sino por la "instantánea" de una "época" que sirve de telón de fondo al eterno deseo y pulsión de muerte que habita en el género humano simbolizado en el mate ardiendo derramado por Cristina sobre el alma del espectador...
El "valor" de la película reside en su intriga, la presencia deslumbrante de Amparo Muñoz, la capacidad de "fijar" la época de la Transición (zeitgeist), la "naturalidad" "no-actoral" y patosa de Antonio Resines, el "sonido directo", y la adaptación de los modelos del "neo-noir" americano al ambiente urbano de Madrid.
Rafa (Antonio Resines) es cartero en un barrio obrero de Madrid. Su vida es tan anodina como su falta de horizontes. Emilio (Jorge de Juan), su compañero de oficina, quiere "conquistar" a la nueva empleada, Carmen (Ana Gracia), que, sin embargo, se siente atraída por el protagonista.
El inicio del film nos ofrece una imagen urbana: la vía de circunvalación de Madrid, M40, al amanecer, con una furgoneta de Correos que transporta la correspondencia para depositar en la Oficina de la Caja Postal de Ahorros y Estafeta Postal de una barriada de la ciudad. La música de Pepe Nieto, con su saxo jazzístico, "anuncia" la crónica urbana de la ambición y el deseo. Sacas postales, paquetes de cartas, y trabajadores de la Dirección General de Correos, uniformados de gris, clasificando los envíos, dan paso al protagonista. Rafa, el héroe sin aura, entra en escena, y su jefe, Riaño (Luis Ciges), le echa la bronca por retrasarse. Esta presentación nos ilustra el carácter semi rebelde, semi "pasota", del joven.
La fiesta del fin de semana, propuesta por Emilio, en una casa en el campo, requiere que Rafa vaya de "carabina" (esa "tercera persona" que acompaña a una pareja para evitar conductas sexuales del varón). La "chica" de Emilio es Carmen, "la nueva" suplente. La secuencia de la casa de campo descubre a las dos parejas fumando "canutos" (cigarros de cannabis), y una Carmen más osada de lo que sospechábamos: roba sacas de correspondencia publicitaria con las que enciende la chimenea, ante el asombro de Emilio. Por un lado, las "drogas blandas" eran algo tan presente en España en esa época. Por otro lado, la "corrupción" de los empleados públicos, y el desprecio por el "bien común", de un país individualista, envidioso e insolidario.
Una vez sentadas las bases de la vida "ordinaria", con la chica sencilla, pero "traviesa", la película entra en la vida "extraordinaria", la que, a fuerza de lejana e inaccesible, promete una felicidad "prohibida". Ésta viene con el cartero de reparto a la puerta de un chalet, en el que irrumpe, deslumbrante, la belleza de Cristina (Amparo Muñoz), tras la verja, preguntando: "Por favor, ¿usted conoce a la gente que vivía antes aquí?". Los sintetizadores de Pepe Nieto ponen el climax: la ecuación fatal del deseo, lo prohibido, la ambición y la pulsión de muerte, se conjugan en la piel y los ojos de la celestial/demoniaca argentina, que, no obstante, era una bella malagueña.
La "valentía" de un cartero de barrio ante unos "matones" que buscan a un americano en el chalet de las argentinas, empieza a resultar poco verosímil. "¿Siempre eres así de valiente?" le interpela Cristina. "Bueno, a todos nos gusta presumir delante de una mujer bonita", medio sonriendo, contesta el desmañado actor, que trae un certificado para firmar a "La reina del mate". La empresaria afincada en España distribuye la hierba mate, cuyas propiedades de poderoso estimulante impulsa a los protagonistas pendiente abajo.
El guion encaja con prontitud los elementos del cine de gangsters. Violencia y deseos prohibidos. Que Cristina es más tentadora que Carmen es tan cierto como que ésta es menos peligrosa. Si solo nos tienta el peligro es porque habita en nosotros el "deseo de muerte" en la "consumación última del deseo erótico": la "aniquilación en el goce".
Rafa bebe mate con Cristina y se lleva una bolsita. Los subrayados eróticos del director con el primer plano de Cristina succionando la bombilla con lascivia en su mirada no son necesarios.
Que un tipo vulgar sea objeto de deseo de dos mujeres es la fantasía de todo hombre mediocre. Carmen sube a su coche a Rafa, magullado, y se acuesta con él. Carmen, comiendo una granada, es el contrapunto de la lubricidad elegante de Cristina. Las miradas de las dos mujeres "devoran" al "hombre" fuerte y simple.
La escena del acto sexual entre ambos, enmarcada con el saxofón de Pepe Nieto, y a contraluz, con las siluetas besándose, es un notable logro visual. Es una pareja "ordinaria": ninguno es "bello", pero son sumamente atractivos. Sus cuerpos tienen "fuego", aunque su "llama" no sea "ciegamente luminosa", como la de Cristina.
Esa "llama" que "ilumina" y "quema" entra en las "pesadillas" de Rafa, incluso tras la relación sexual con su compañera de trabajo: el bol de mate derrama su "ardiente líquido" en el cuerpo del cartero, mientras la mirada "diabólica" de la mujer "extraordinaria" "quema" su alma.
Los acontecimientos arrastran al cartero, entre el consumo de cocaína y el "amour fou" por Cristina, una "femme fatale", típica del cinéma noir....
"La reina del mate" es una buena película, después de todo, no tanto por la consistencia de su guion o puesta en escena -sumamente convencional-, sino por la "instantánea" de una "época" que sirve de telón de fondo al eterno deseo y pulsión de muerte que habita en el género humano simbolizado en el mate ardiendo derramado por Cristina sobre el alma del espectador...
27 de abril de 2024
27 de abril de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Исчезнувшая империя" (2008) (El imperio desvanecido). Karen Shajnazarov. Una mirada nostálgica a la juventud en la URSS de 1974. Francisco Huertas Hernández
Hay dos cosas que se pierden para siempre: la juventud y los imperios. El realizador Karen Shajnazarov (1952), junto a los guionistas Yevgeniy Nikishov (1979) y Sergei Rokotov (1952), recreó una época y un país: la URSS de 1973 con unos adolescentes que estudian, beben, escuchan música y buscan su lugar. "El imperio desvanecido" rememorado por Shajnazarov no era tan terrible como Aleksei Balabanov mostró en "Груз 200" (Cargo 200) (2007), sino un tiempo de amores, descubrimientos y pequeñas transgresiones: la crónica de las personas que nacieron en los años 50, como el director.
Estrenada el 14 de febrero de 2008, filmada en cuatro países -Rusia (Moscú), Abjasia (Gagra), Uzbekistán (Jiva) y Turkmenistán (Kunya-Urgench)- y procurando una reconstrucción histórica del ambiente (automóviles, vestuario, utensilios domésticos), "El imperio desvanecido" es una sencilla historia de amores, canciones y conductas impulsivas situada en Moscú, entre 1973 y 1974. El joven Sergei Narbekov (Aleksandr Lyapin) hace lo que otros chicos de su edad: sale con chicas, baila, se emborracha, se hace pasar por "demócrata" y "disidente", viste jeans Wrangler, vende libros en el mercado negro para comprar discos de rock de contrabando... Su amigo insociable, Stepan Molodtsov (Yegor Baranovsky), parece ser su contrapunto. Todos ellos identifican rebeldía juvenil y occidentalización. Es el choque generacional que hemos visto en el cine soviético desde los años 60, aunque aquí domina una mirada amable de la vida en los 70.
Las clases en la Universidad Estatal Pedagógica de Moscú sobre Lenin provocan rechazo en Sergei, más por llamar la atención que por convicciones ideológicas. Él va a la universidad a ligar. Cuando ve a una estudiante nueva, guapa y con mucha clase, decide acercarse. Es Lyuda (Lyudmila) Beletskaya (Lydia Milyuzina), con su minifalda y su gran trenza...
La relación amorosa entre Sergei y Lyuda se configura como la trama principal del largometraje. La chica invita a casa al joven. Allí conoce a la madre de ésta (Tatyana Yakovenko). Los padres de Sergei están separados. Son historiadores. Viven con el abuelo, el académico Pavel Ojotski, famoso arqueólogo orientalista. Sergei habla a la chica de los Beatles, los Rollíng Stones, Pink Floyd y Deep Purple, que son discos que apenas pueden conseguirse en la URSS. Decide regalarle un LP de los Stones por su decimoctavo cumpleaños. No se le ocurre otra cosa que robar un valioso libro del abuelo y venderlo. La madre de Sergei, Larisa (Olga Tumaikina), lo descubre. La sombra de un padre de vida disipada se proyecta en el hijo, que necesita dinero para beber, comprar ropa y salir a divertirse. El hermano pequeño, Misha (Vasily Shajnazarov), es un espectador algo torpe de las vidas sin horizonte de los otros miembros de la familia. El abuelo, Pavel (Armen Dzhigarjanyan), vegeta en una silla frente al televisor, pero le da a Sergei el dinero de la venta del libro que la madre le había quitado, con el que va a un parque a comprar un disco de los Stones de contrabando.
El día del cumpleaños de Lyuda se disponen a escuchar el regalo, y bajo la funda de "Goats Head Soup" (1973) de los Rolling Stones, resulta que hay una grabación del ballet "El lago de los cisnes" (Лебединое Озеро) de Pyotr I. Chaikovsky. Es la ingenua broma que da el tono de la primera parte de la película...
"El imperio desvanecido" traza un paralelismo entre una civilización olvidada en Asia Central, en cuyos yacimientos investigaron el abuelo y el padre desaparecido, y el futuro colapso de la URSS. La juventud y los imperios pasan.
"Исчезнувшая империя" ha devuelto a los espectadores rusos más jóvenes una imagen de la Unión Soviética en los años 70, amable y amarga al tiempo. Shajnazarov no reniega del pasado... El héroe, con escasas cualidades positivas, Sergei, se deja llevar por los impulsos y la inconsciencia, marcado por las influencias occidentales, pero protegido por un sistema que cubre sus necesidades. La historia de amor con Lyuda es sólo una excusa para ambientar una época y unas esperanzas. La condescendencia de director y guionistas con la realidad social da un tono ligero de cine comercial, aunque no impide un final amargo en que las ilusiones se han disuelto en un país que, bajo el nefasto Boris Yeltsin, se transformó en una colonia occidental. El epílogo del largometraje manifiesta este sentimiento de extrañeza y pesar.
Hay dos cosas que se pierden para siempre: la juventud y los imperios. El realizador Karen Shajnazarov (1952), junto a los guionistas Yevgeniy Nikishov (1979) y Sergei Rokotov (1952), recreó una época y un país: la URSS de 1973 con unos adolescentes que estudian, beben, escuchan música y buscan su lugar. "El imperio desvanecido" rememorado por Shajnazarov no era tan terrible como Aleksei Balabanov mostró en "Груз 200" (Cargo 200) (2007), sino un tiempo de amores, descubrimientos y pequeñas transgresiones: la crónica de las personas que nacieron en los años 50, como el director.
Estrenada el 14 de febrero de 2008, filmada en cuatro países -Rusia (Moscú), Abjasia (Gagra), Uzbekistán (Jiva) y Turkmenistán (Kunya-Urgench)- y procurando una reconstrucción histórica del ambiente (automóviles, vestuario, utensilios domésticos), "El imperio desvanecido" es una sencilla historia de amores, canciones y conductas impulsivas situada en Moscú, entre 1973 y 1974. El joven Sergei Narbekov (Aleksandr Lyapin) hace lo que otros chicos de su edad: sale con chicas, baila, se emborracha, se hace pasar por "demócrata" y "disidente", viste jeans Wrangler, vende libros en el mercado negro para comprar discos de rock de contrabando... Su amigo insociable, Stepan Molodtsov (Yegor Baranovsky), parece ser su contrapunto. Todos ellos identifican rebeldía juvenil y occidentalización. Es el choque generacional que hemos visto en el cine soviético desde los años 60, aunque aquí domina una mirada amable de la vida en los 70.
Las clases en la Universidad Estatal Pedagógica de Moscú sobre Lenin provocan rechazo en Sergei, más por llamar la atención que por convicciones ideológicas. Él va a la universidad a ligar. Cuando ve a una estudiante nueva, guapa y con mucha clase, decide acercarse. Es Lyuda (Lyudmila) Beletskaya (Lydia Milyuzina), con su minifalda y su gran trenza...
La relación amorosa entre Sergei y Lyuda se configura como la trama principal del largometraje. La chica invita a casa al joven. Allí conoce a la madre de ésta (Tatyana Yakovenko). Los padres de Sergei están separados. Son historiadores. Viven con el abuelo, el académico Pavel Ojotski, famoso arqueólogo orientalista. Sergei habla a la chica de los Beatles, los Rollíng Stones, Pink Floyd y Deep Purple, que son discos que apenas pueden conseguirse en la URSS. Decide regalarle un LP de los Stones por su decimoctavo cumpleaños. No se le ocurre otra cosa que robar un valioso libro del abuelo y venderlo. La madre de Sergei, Larisa (Olga Tumaikina), lo descubre. La sombra de un padre de vida disipada se proyecta en el hijo, que necesita dinero para beber, comprar ropa y salir a divertirse. El hermano pequeño, Misha (Vasily Shajnazarov), es un espectador algo torpe de las vidas sin horizonte de los otros miembros de la familia. El abuelo, Pavel (Armen Dzhigarjanyan), vegeta en una silla frente al televisor, pero le da a Sergei el dinero de la venta del libro que la madre le había quitado, con el que va a un parque a comprar un disco de los Stones de contrabando.
El día del cumpleaños de Lyuda se disponen a escuchar el regalo, y bajo la funda de "Goats Head Soup" (1973) de los Rolling Stones, resulta que hay una grabación del ballet "El lago de los cisnes" (Лебединое Озеро) de Pyotr I. Chaikovsky. Es la ingenua broma que da el tono de la primera parte de la película...
"El imperio desvanecido" traza un paralelismo entre una civilización olvidada en Asia Central, en cuyos yacimientos investigaron el abuelo y el padre desaparecido, y el futuro colapso de la URSS. La juventud y los imperios pasan.
"Исчезнувшая империя" ha devuelto a los espectadores rusos más jóvenes una imagen de la Unión Soviética en los años 70, amable y amarga al tiempo. Shajnazarov no reniega del pasado... El héroe, con escasas cualidades positivas, Sergei, se deja llevar por los impulsos y la inconsciencia, marcado por las influencias occidentales, pero protegido por un sistema que cubre sus necesidades. La historia de amor con Lyuda es sólo una excusa para ambientar una época y unas esperanzas. La condescendencia de director y guionistas con la realidad social da un tono ligero de cine comercial, aunque no impide un final amargo en que las ilusiones se han disuelto en un país que, bajo el nefasto Boris Yeltsin, se transformó en una colonia occidental. El epílogo del largometraje manifiesta este sentimiento de extrañeza y pesar.
2 de diciembre de 2023
2 de diciembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hermanos Del Hierro" (1961). Ismael Rodríguez. Western psicológico mexicano. Reflexión filosófica sobre la violencia, la venganza y la pulsión de muerte. Arquetipos del inconsciente colectivo. Francisco Huertas Hernández
El 2 de enero de 1961 comenzó el rodaje de "Los llaneros", más tarde llamada "Los hermanos Del Hierro", largometraje producido por Gregorio Walerstein (1913-2002) y Películas Rodríguez. El director fue Ismael Rodríguez, y el guionista, Ricardo Garibay (1923-1999). Raúl Lavista (1913-1980) supervisó la música. Rosalío Solano (1914-2009) fue el operador fotográfico. La interpretación de los actores primando el silencio y la mirada la acercan al cine mudo soviético o japonés.
"La cinta fue rodada en locaciones de San Juan del Río, Querétaro, a un par de horas de la Ciudad de México".
"Los hermanos Del Hierro" se estrenó el 5 de octubre de 1961 en el cine Alameda de la capital mexicana. "Salió a la semana. Fue un fracaso absoluto". Recibió críticas desfavorables por su experimentalismo. El director Ismael Rodríguez estuvo nominado al Globo de Oro como Mejor Director por su trabajo en esta cinta en 1963.
Con el tiempo fue revalorizada. Votada por los críticos como la decimoquinta mejor película mexicana de todos los tiempos por la revista Somos en 1994. Jorge Ayala Blanco, historiador y crítico de cine, la llamó "la película más perfecta del cine mexicano".
La historia de la película presenta una familia destrozada por el asesinato del padre. El crimen es presenciado por los niños que le acompañaban. La madre viuda educa en la venganza a sus dos hijos pequeños que aprenden a disparar con un pistolero. Los hechos son previsibles, pero es la manera en que la seca tierra germina sangre y el ardiente cielo engendra odio lo que configura a los personajes que ejemplifican algunos de los arquetipos jungianos.
En "Los hermanos Del Hierro", Ismael Rodríguez nos ocultará los motivos del crimen, los fines del asesino, y volteará el arquetipo de la "gran madre" en "sombra". Y la única "restitución moral" del western es la muerte que iguala a víctimas y verdugos (el "círculo de la muerte": "quien a hierro mata, a hierro muere")
El 2 de enero de 1961 comenzó el rodaje de "Los llaneros", más tarde llamada "Los hermanos Del Hierro", largometraje producido por Gregorio Walerstein (1913-2002) y Películas Rodríguez. El director fue Ismael Rodríguez, y el guionista, Ricardo Garibay (1923-1999). Raúl Lavista (1913-1980) supervisó la música. Rosalío Solano (1914-2009) fue el operador fotográfico. La interpretación de los actores primando el silencio y la mirada la acercan al cine mudo soviético o japonés.
"La cinta fue rodada en locaciones de San Juan del Río, Querétaro, a un par de horas de la Ciudad de México".
"Los hermanos Del Hierro" se estrenó el 5 de octubre de 1961 en el cine Alameda de la capital mexicana. "Salió a la semana. Fue un fracaso absoluto". Recibió críticas desfavorables por su experimentalismo. El director Ismael Rodríguez estuvo nominado al Globo de Oro como Mejor Director por su trabajo en esta cinta en 1963.
Con el tiempo fue revalorizada. Votada por los críticos como la decimoquinta mejor película mexicana de todos los tiempos por la revista Somos en 1994. Jorge Ayala Blanco, historiador y crítico de cine, la llamó "la película más perfecta del cine mexicano".
La historia de la película presenta una familia destrozada por el asesinato del padre. El crimen es presenciado por los niños que le acompañaban. La madre viuda educa en la venganza a sus dos hijos pequeños que aprenden a disparar con un pistolero. Los hechos son previsibles, pero es la manera en que la seca tierra germina sangre y el ardiente cielo engendra odio lo que configura a los personajes que ejemplifican algunos de los arquetipos jungianos.
En "Los hermanos Del Hierro", Ismael Rodríguez nos ocultará los motivos del crimen, los fines del asesino, y volteará el arquetipo de la "gran madre" en "sombra". Y la única "restitución moral" del western es la muerte que iguala a víctimas y verdugos (el "círculo de la muerte": "quien a hierro mata, a hierro muere")
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"Los hermanos Del Hierro" es una obra maestra que aproxima el western a la idiosincrasia mexicana. "La película más perfecta del cine mexicano", según Jorge Ayala Blanco, compendia toda la experiencia cinematográfica adquirida por su director, Ismael Rodríguez, en el melodrama popular. Siboney Obscura Gutiérrez, en su ensayo sobre "Nosotros los pobres", señala la importancia de las canciones: "a través de ellas, se narrativizan y expresan elementos simbólicos de la cultura popular mexicana, como la relación entre los sexos". En "Los hermanos Del Hierro", "la canción de la muerte" ("Dos palomas al volar") queda grabada en el inconsciente de uno de los chamacos que presenció el asesinato de su padre, y volverá a martillear en su mente antes de cada uno de sus crímenes. La figura de la madre vengadora tiene ecos míticos (Althea, Clytemnestra, Medea, Leto), y, precisamente, los mitos son manifestaciones arquetípicas del inconsciente colectivo, según Carl Gustav Jung. En esta película los personajes encarnan los arquetipos del "inocente" (Reynaldo padre e hijo, Jacinta), el "héroe" (Martín), el "cuidador" (el pistolero, Reynaldo hijo), el "gobernante" (el general, Manuel Cárdenas), el "anima" (Reynaldo padre), el "animus" (la madre viuda), la "sombra" (la viuda, Martín), la "gran madre" (la viuda). Un oscuro elemento edípico vincula a los hijos con la madre, en un espacio aislado, y a Jacinta con su posesivo y tiránico hermano. La muerte gratuita de un hombre siembra el odio en una tierra yerma que devora a sus moradores. Aunque, finalmente, el arrepentimiento y el castigo restablecen el equilibrio moral, el espectador tendrá su recompensa más en la belleza visual y sonora conseguida por Rodríguez, Solano y Lavista que en la repetida historia de una venganza.
Francisco Huertas Hernández - Acorazado Cinéfilo
Francisco Huertas Hernández - Acorazado Cinéfilo
15 de agosto de 2023
15 de agosto de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Gusanos de seda” (1976) es una infravalorada y olvidada película española de la transición, del director “maldito” Francisco Rodríguez Fernández. Con un sólido guión de Ramón de Diego -a pesar de que la segunda parte del film, en un pueblo de la sierra, decae algo la historia-; una luminosa y nítida fotografía de Manuel Rojas, que sorprende hoy por su extraordinaria calidad, cuando tantas películas españolas de la época ofrecen una paupérrima imagen borrosa; una música muy elegante y triste de Emilio de Diego, con arreglos de Víctor y Diego para guitarra clásica, piano y conjunto camerístico; y, sobre todo, una dirección contenida, con gusto por los encuadres y secuencias resueltas con austeridad casi “bressoniana”.
Francisco Rodríguez dirigió, entre otras, cintas tan sugerentes como: “La casa grande” (1975); “Gusanos de seda” (1976); “Jaque a la dama” (1978); “Hierro dulce” (1985); “Testigo azul (Alucinema)” (1988); “Quince” (1998) y “90 millas” (2005). Todas estas películas son “diferentes”: experimentales –los “alucinemas”- y austeras. Ni la industria le ha tenido en cuenta, ni los críticos tampoco. El público no existe. Sus films no han tenido difusión.
La historia se sitúa en Madrid en los días anteriores al estallido de la Guerra Civil, en el año 1936. Rosita (llamada también Rosalía) (Esperanza Roy), es una mujer que padece retraso mental, incapaz de hablar, obligada por su padre, un rico empresario de taxis, don Ernesto (Alfredo Mayo) a casarse con un pusilánime oficinista entrado en años, Alberto (Antonio Ferrandis). Éste está sometido a su madre egoísta, doña Piedad (Rafaela Aparicio). Incapaz de consumar el matrimonio, y anhelando el dinero que el suegro les daría si tuviera un nieto, doña Piedad obliga al marido de la criada (Florinda Chico), un fugitivo republicano herido, a violar a Rosalía. Ante la repentina situación de hambre desencadenada, tras la detención y expropiación de los bienes de don Ernesto, doña Piedad decide explotar sexualmente a la chica disminuida, ofreciéndola al alcalde falangista del pueblo en el que se han refugiado (Agustín González).
El film presenta un reparto excepcional:
Rafaela Aparicio, en uno de sus mejores papeles, si no el mejor, deja su vis cómica para dar una lección de interpretación dramática, que consigue crear en el espectador una auténtica aversión hacia este personaje sin alma. Doña Piedad es una madre posesiva, sin entrañas; capaz de traicionar a su hijo cuando éste la desobedece, de entregar sexualmente a su nuera disminuida a quien detenta el poder; de mandar al paredón con engaños a su criada -Florinda Chico- y a su marido. No tiene escrúpulos porque es una superviviente nata.
Esperanza Roy da muestras de su talento en su absoluto dominio de la expresión corporal, puesto que su papel es prácticamente mudo, si exceptuamos sus gritos de impotencia ante la violación y el hambre. Interpreta a una mujer con severo retraso mental, que es entregada por su padre a un gris oficinista solterón entrado en años, dominado por su madre. Es la víctima inocente, de la que todos quieren extraer beneficio –sexual, económico-
Esperanza Roy, obtuvo el premio de interpretación femenina del CEC (Círculo de escritores cinematográficos).
La metáfora de los gusanos de seda que colecciona el apocado chupatintas puede interpretarse como la situación de España en los momentos posteriores a la muerte del dictador Franco, simbolizada en la mujer disminuida, de la que todos abusan. Y que es vendida por una suegra “madrastra”.
El tono del film es asfixiante: los broncos gemidos de Rosalía al ser violada, los gestos mezquinos de hijo y madre, la violencia de los sublevados falangistas. La mirada del protagonista sobre las crisálidas es la mirada sobre su propia vida, prisionera de la tiranía materna, y la mirada, quizá, del director sobre el destino incierto de España.
En definitiva, estamos ante una obra valiosa de la cinematografía española, que ha sido víctima de injustas críticas y del olvido de su director.
Francisco Rodríguez dirigió, entre otras, cintas tan sugerentes como: “La casa grande” (1975); “Gusanos de seda” (1976); “Jaque a la dama” (1978); “Hierro dulce” (1985); “Testigo azul (Alucinema)” (1988); “Quince” (1998) y “90 millas” (2005). Todas estas películas son “diferentes”: experimentales –los “alucinemas”- y austeras. Ni la industria le ha tenido en cuenta, ni los críticos tampoco. El público no existe. Sus films no han tenido difusión.
La historia se sitúa en Madrid en los días anteriores al estallido de la Guerra Civil, en el año 1936. Rosita (llamada también Rosalía) (Esperanza Roy), es una mujer que padece retraso mental, incapaz de hablar, obligada por su padre, un rico empresario de taxis, don Ernesto (Alfredo Mayo) a casarse con un pusilánime oficinista entrado en años, Alberto (Antonio Ferrandis). Éste está sometido a su madre egoísta, doña Piedad (Rafaela Aparicio). Incapaz de consumar el matrimonio, y anhelando el dinero que el suegro les daría si tuviera un nieto, doña Piedad obliga al marido de la criada (Florinda Chico), un fugitivo republicano herido, a violar a Rosalía. Ante la repentina situación de hambre desencadenada, tras la detención y expropiación de los bienes de don Ernesto, doña Piedad decide explotar sexualmente a la chica disminuida, ofreciéndola al alcalde falangista del pueblo en el que se han refugiado (Agustín González).
El film presenta un reparto excepcional:
Rafaela Aparicio, en uno de sus mejores papeles, si no el mejor, deja su vis cómica para dar una lección de interpretación dramática, que consigue crear en el espectador una auténtica aversión hacia este personaje sin alma. Doña Piedad es una madre posesiva, sin entrañas; capaz de traicionar a su hijo cuando éste la desobedece, de entregar sexualmente a su nuera disminuida a quien detenta el poder; de mandar al paredón con engaños a su criada -Florinda Chico- y a su marido. No tiene escrúpulos porque es una superviviente nata.
Esperanza Roy da muestras de su talento en su absoluto dominio de la expresión corporal, puesto que su papel es prácticamente mudo, si exceptuamos sus gritos de impotencia ante la violación y el hambre. Interpreta a una mujer con severo retraso mental, que es entregada por su padre a un gris oficinista solterón entrado en años, dominado por su madre. Es la víctima inocente, de la que todos quieren extraer beneficio –sexual, económico-
Esperanza Roy, obtuvo el premio de interpretación femenina del CEC (Círculo de escritores cinematográficos).
La metáfora de los gusanos de seda que colecciona el apocado chupatintas puede interpretarse como la situación de España en los momentos posteriores a la muerte del dictador Franco, simbolizada en la mujer disminuida, de la que todos abusan. Y que es vendida por una suegra “madrastra”.
El tono del film es asfixiante: los broncos gemidos de Rosalía al ser violada, los gestos mezquinos de hijo y madre, la violencia de los sublevados falangistas. La mirada del protagonista sobre las crisálidas es la mirada sobre su propia vida, prisionera de la tiranía materna, y la mirada, quizá, del director sobre el destino incierto de España.
En definitiva, estamos ante una obra valiosa de la cinematografía española, que ha sido víctima de injustas críticas y del olvido de su director.
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