La piel suave
1964 

7.5
3,434
17 de noviembre de 2016
17 de noviembre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tintineo de lo furtivo cosquillea sobre el celuloide y poco a poco se enreda entre los fotogramas para convertirse en el argumento de una película emocional, sensible y delicada.
Pero cuando la pantalla se llena de desazón, de intranquilidad y de vacilaciones parece que un golpe seco acaba con la ensoñación y asoman los contornos fríos de la realidad.
El largometraje de F. Truffaut cautiva como proyecto y, aunque a veces resulta algo tosco su lenguaje cinematográfico, hay que valorar ese modo peculiar de llegar al espectador, de hacerle vivir la historia en primera persona y de trasmitir sensaciones.
Pero cuando la pantalla se llena de desazón, de intranquilidad y de vacilaciones parece que un golpe seco acaba con la ensoñación y asoman los contornos fríos de la realidad.
El largometraje de F. Truffaut cautiva como proyecto y, aunque a veces resulta algo tosco su lenguaje cinematográfico, hay que valorar ese modo peculiar de llegar al espectador, de hacerle vivir la historia en primera persona y de trasmitir sensaciones.
9 de abril de 2007
9 de abril de 2007
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
He disfrutado viendo esta película porque me gusta contemplar esta realista visión del adulterio, se plasma sobre todo el aspecto de ansiedad y estress que genera querer tener todo a la vez; la morena y la rubia. Realmente el protagonista nunca encuentra la felicidad, intentando complacer a ambas mujeres e inmerso en la sombra del "qué dirán". Su prepotencia le hace pensar que puede con todo, tener una familia magnífica, una amante deliciosa y un prestigio social limpio y virtuoso. Pero eso no es posible, porque las mujeres quieren siempre su exclusividad y él cree ingenuamente poder complacerlas con las mentiras de su inventiva de escritor famoso. Esta búsqueda de un imposible, cegado por la lujuria de esa "piel suave" bajo las medias llena el filme de una contínua sensación de inquietud que engancha en busca del desenlace final, para mi gusto algo forzado.
21 de agosto de 2013
21 de agosto de 2013
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película del maestro Truffaut acerca de la infidelidad matrimonial. Con todo el sabor de la Nouvelle Vague y el cuidado—siempre metódico y certero—, de este director por el detalle narrativo más nimio, por un lenguaje visual tan talentoso en su resultado como invisible en su ejecución.
Si David Lean o Eastwood se acercaron en sus dos obras maestras al tema de la infidelidad de manera mucho más tortuosa, colocando a sus personajes en unas encrucijadas morales que les hacían casi mártires de un pecado no buscado, Truffaut en cambio apenas profundiza en esas disquisiciones, contando toda la historia de manera mucho más aséptica, quizá más frívola o ¿por qué no? más francesa. Narrando los hechos, eso sí, con una naturalidad y un talento al que sólo tienen acceso los elegidos.
Esa especie de limbo moral en el que se desarrolla casi toda la historia salvo en su última media hora, no hace ni mucho menos que el espectador no entienda a los personajes o que resulten fríos o lejanos. Ambos están perfilados con la siempre reconocible maestría de lo sencillo, muy Truffaut, ya os digo, y en todo momento subyacen en la trama las inequívocas e irremediables consecuencias que han de tener sus actos más tarde o más temprano, sobre todo para el hombre, como es lógico. Es sólo que durante su desarrollo, el guión no hace demasiado hincapié en ninguna lucha interna del protagonista, en las que sí se recreaban las antes citadas, apostando en cambio por otro tipo de narración, que como digo, resulta igualmente acertada. Todo el periplo en Reims, donde la trama comienza a volverse más peliaguda, es una auténtica gozada cinéfila, sobre todo el paseo interminable con el amigo organizador del evento que sí que recuerda y mucho a cierta secuencia de Breve Encuentro.
Y las miradas, joder qué miradas. En toda la película, de las que matan y de las que desean, y hasta de ambas a la vez.
Peliculón.
Si David Lean o Eastwood se acercaron en sus dos obras maestras al tema de la infidelidad de manera mucho más tortuosa, colocando a sus personajes en unas encrucijadas morales que les hacían casi mártires de un pecado no buscado, Truffaut en cambio apenas profundiza en esas disquisiciones, contando toda la historia de manera mucho más aséptica, quizá más frívola o ¿por qué no? más francesa. Narrando los hechos, eso sí, con una naturalidad y un talento al que sólo tienen acceso los elegidos.
Esa especie de limbo moral en el que se desarrolla casi toda la historia salvo en su última media hora, no hace ni mucho menos que el espectador no entienda a los personajes o que resulten fríos o lejanos. Ambos están perfilados con la siempre reconocible maestría de lo sencillo, muy Truffaut, ya os digo, y en todo momento subyacen en la trama las inequívocas e irremediables consecuencias que han de tener sus actos más tarde o más temprano, sobre todo para el hombre, como es lógico. Es sólo que durante su desarrollo, el guión no hace demasiado hincapié en ninguna lucha interna del protagonista, en las que sí se recreaban las antes citadas, apostando en cambio por otro tipo de narración, que como digo, resulta igualmente acertada. Todo el periplo en Reims, donde la trama comienza a volverse más peliaguda, es una auténtica gozada cinéfila, sobre todo el paseo interminable con el amigo organizador del evento que sí que recuerda y mucho a cierta secuencia de Breve Encuentro.
Y las miradas, joder qué miradas. En toda la película, de las que matan y de las que desean, y hasta de ambas a la vez.
Peliculón.
9 de junio de 2021
9 de junio de 2021
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película hace unos años y nunca la olvidé. Esta noche dándole un nuevo visionado, me volvieron las mismas sensaciones de la primera vez. François Truffaut es mi director favorito de la llamada nueva ola del cine francés (Nouvelle vague) ya que, me encanta el tratamiento que hacía de los amantes, del matrimonio, de la sociedad. Cintas como la que nos ocupa y "La Sirena del Mississippi" (1969) son fascinantes.
Para mi quien brilla en "La piel suave", es la trágicamente desaparecida Françoise Dorléac con tan sólo 25 años de edad. Era la hermana mayor de Catherine Deneuve. Me encanta su mirada, todo lo que expresan sus ojos desde el primer encuentro con "Pierre". Está magnífica.
Me gusta cómo está abordado el romance, cómo se va desarrollando. Yo veo muchísima naturalidad y percibo los sentimientos que van aflorando en los protagonistas.
La cinta además maneja un estupendo ritmo, posee una duración normal y es sumamente recomendable. Ojalá más cinéfilos la descubran y se enamoren de ella, como yo.
Para mi quien brilla en "La piel suave", es la trágicamente desaparecida Françoise Dorléac con tan sólo 25 años de edad. Era la hermana mayor de Catherine Deneuve. Me encanta su mirada, todo lo que expresan sus ojos desde el primer encuentro con "Pierre". Está magnífica.
Me gusta cómo está abordado el romance, cómo se va desarrollando. Yo veo muchísima naturalidad y percibo los sentimientos que van aflorando en los protagonistas.
La cinta además maneja un estupendo ritmo, posee una duración normal y es sumamente recomendable. Ojalá más cinéfilos la descubran y se enamoren de ella, como yo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando Pierre observa a Nicole sólo mirando sus pies mientras se cambia los zapatos, es de una ternura apabullante. Una escena simple que trasmite mucho con muy poco.
Cuando bajando del avión, los periodistas le toman una fotografía y exclaman "Ahora con la azafata"... casi como presagiando algo. Una foto con tu amante, que todavía en ese momento no lo es. Las veces que se cruzan, una en la calle, y la otra en el ascensor. Ese deseo silencioso resulta sumamente sensual.
Una vez que están juntos, comprobamos que están destinados al fracaso. Nicole es demasiado joven para Pierre, y muy independiente. Él está acostumbrado a la esposa que sólo espera a su marido en casa. No podría vivir una vida con Nicole ni ella tiene por qué desperdiciar su juventud con un hombre que en definitiva va a estar bien viviendo en soledad, ya que, no le funciona el matrimonio ni el affaire. Además no deja de ser un conformista... como la joven decide dar un paso al costado, entonces él quiere reconciliarse con su esposa pero no se va a poder porque Franca ya perdió la cabeza por completo. No soportó la traición.
Cuando bajando del avión, los periodistas le toman una fotografía y exclaman "Ahora con la azafata"... casi como presagiando algo. Una foto con tu amante, que todavía en ese momento no lo es. Las veces que se cruzan, una en la calle, y la otra en el ascensor. Ese deseo silencioso resulta sumamente sensual.
Una vez que están juntos, comprobamos que están destinados al fracaso. Nicole es demasiado joven para Pierre, y muy independiente. Él está acostumbrado a la esposa que sólo espera a su marido en casa. No podría vivir una vida con Nicole ni ella tiene por qué desperdiciar su juventud con un hombre que en definitiva va a estar bien viviendo en soledad, ya que, no le funciona el matrimonio ni el affaire. Además no deja de ser un conformista... como la joven decide dar un paso al costado, entonces él quiere reconciliarse con su esposa pero no se va a poder porque Franca ya perdió la cabeza por completo. No soportó la traición.
10 de julio de 2020
10 de julio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra gran película del genio de Truffaut. Obra que surgió además de forma imprevista y casi de la nada, debido a los retrasos que estaba sufriendo con la puesta a punto de Fahrenheit 451.
Igualmente, destacan las relaciones sumamente tensas que mantuvo con Jean Desailly a lo largo del rodaje, en contraposición con el amor que le profesaba a Françoise Dorleac, lo cual puede incluso traslucirse en la pantalla, con el carácter frío y distante que confiere a Lachenay (nombre homenaje a su amigo de toda la vida) y la naturalidad que rezuma Nicole.
Aunque la película no tuvo buena acogida, y quizás está excesivamente influida por el suspense del que tanto dialogaba con Hitchcock en aquella época, es indudable que es una obra de primer nivel donde logra plasmar a la perfección la tensión del matrimonio que se derrumba, junto a la atracción fatal por un amor que objetivamente carece de futuro.
Como detalle final, no deja de ser interesante, que Truffaut plasmase 9 años más tarde en la Noche Americana, toda la dificultad que le supuso poder grabar la escena en la que Nicole da de comer al gato.
En definitiva, si bien no es la mejor obra de Truffaut, no deja de formar parte de ese tejido que es su filmografía, en la cual todos los títulos aportan una belleza pocas veces vista en el cine, y un sentido global de lo que fue su vida misma.
Igualmente, destacan las relaciones sumamente tensas que mantuvo con Jean Desailly a lo largo del rodaje, en contraposición con el amor que le profesaba a Françoise Dorleac, lo cual puede incluso traslucirse en la pantalla, con el carácter frío y distante que confiere a Lachenay (nombre homenaje a su amigo de toda la vida) y la naturalidad que rezuma Nicole.
Aunque la película no tuvo buena acogida, y quizás está excesivamente influida por el suspense del que tanto dialogaba con Hitchcock en aquella época, es indudable que es una obra de primer nivel donde logra plasmar a la perfección la tensión del matrimonio que se derrumba, junto a la atracción fatal por un amor que objetivamente carece de futuro.
Como detalle final, no deja de ser interesante, que Truffaut plasmase 9 años más tarde en la Noche Americana, toda la dificultad que le supuso poder grabar la escena en la que Nicole da de comer al gato.
En definitiva, si bien no es la mejor obra de Truffaut, no deja de formar parte de ese tejido que es su filmografía, en la cual todos los títulos aportan una belleza pocas veces vista en el cine, y un sentido global de lo que fue su vida misma.
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