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La piel suave

Drama. Romance Pierre Lachenay, un famoso escritor, casado con Franca y con una hija de 10 años, abandona el hogar conyugal tras iniciar una relación con Nicole, una azafata de vuelo. Pero, a pesar de su decisión, tiene constantes dudas acerca de sus sentimientos... (FILMAFFINITY)
Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
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7
25 de julio de 2007
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque se trate de una relación amorosa que conlleva la infidelidad a una esposa por parte de su marido, nos encontramos ante un precioso encuentro amoroso que se va forjando a través de silencios y miradas tan reveladores que cuando llegan las primeras palabras, sean cuales sean éstas, transforman ese primer diálogo en una de las mejores experiencias que se puedan vivir. Como no todo son caminos de rosas y menos en el amor, el protagonista en cuestión va mostrando cierta sensación de ansiedad ante los acontecimientos que se le presentan, no demostrando esa madurez que se le supone por ser un hombre de reconocido talento y admirado por sus seguidores y sobretodo por su familia; claro está que se encuentra en una comprometedora situación de la cual no quiere trascender nada llegando todo ello a desesperar y a desconcertar a la joven amada. La decadencia es inevitable, como un azucarillo en el café o las hojas de un árbol en otoño llega el desengaño de todo lo perfecto y bonito. Ante todo y gracias a la sutileza y al pulso del gran François Truffaut nos encontramos ante una película en la que uno se va maravillando de como trascienden los pequeños detalles, una decisión tomada u otra, un breve encuentro casual o forzado y sobre todo la naturalidad de las cosas que hacen que todo sea más humano y más sincero.
P.D. Este tipo de finales se le dan mejor a Claude Chabrol.
7
22 de febrero de 2008
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, el título de mi crítica hace referencia al gran film de Billy Wilder que trata, en el género del cine negro, sobre la caída en las redes de la infidelidad y el adulterio. Aunque la película objeto de esta crítica no se engloba en el cine negro como la anterior, sino que se decanta plenamente por los entresijos de las relaciones extramatrimoniales.
A cualquiera podría pasarle. Llevas casado una cantidad respetable de años, llevas tu vida cómoda sabiendo que tienes un hogar estable al que regresar cada día, el calor de una esposa, el absorbente y satisfactorio amor de una hija... Y, de repente, conoces a una mujer que hace que toda tu estabilidad se tambalee de raíz. Que te hace cuestionarte todos tus principios. Pierdes la cabeza y experimentas las emociones de un enamoramiento recién despertado. Pero las responsabilidades del matrimonio no se pueden dejar de lado así como así, y hay que tener cuidado de no actuar de una forma demasiado imprudente. Muchos obstáculos se interponen en esa pasión y harán muy difíciles los encuentros furtivos. Pese a todo, estás tan ilusionado y deseoso de verla continuamente, que buscarás cualquier modo para estar cerca de ella...
Lo más destacable de este drama es su atmósfera íntima y apasionada, dominada por el fuego de la relación prohibida, y contaminada por el desasosiego de las dificultades. El sutil erotismo de la fotografía, en la que una mano que acaricia un rostro suave, un talle esbelto y unas piernas seductoramente adornadas por unas finísimas medias de nylon sujetas con un liguero, representan la cumbre de la sensualidad esbozada y apenas sugerida, pero no por ello menos intensa. Unos besos robados a la noche, en la oscuridad de una habitación de hotel... La puerta al paraíso.
Pero después hay que abrir los ojos a la cruda realidad, que siempre termina por imponerse, y la doble vida empieza a pesar como una losa. Comienza el debate entre dos mujeres, a dos bandas. Tu esposa y tu amante. La situación no podrá durar así mucho tiempo, terminará por reventar...
Intimista fotografía en blanco y negro, delicada, sutil y respetuosa, suave como el título de la película, e intensa como un puño que a veces aprieta. Magnífico paseo por las pasiones, las conversaciones, los detalles corrientes, las situaciones incómodas, las dudas, los vaivenes y un avance argumental cada vez más agobiante y opresivo. En el clima emocional se advierte una inquietud progresiva y creciente que no augura nada bueno.
La banda sonora, correcta, acompaña al conjunto, destacando la "Sinfonía de los Juguetes" de Haydn, y el recurrente tema principal.
Truffaut inmortalizó para el celuloide, con gran verosimilitud, la esencia de la pasión que asalta de improviso y avasalladoramente, nublando la razón y haciendo añicos el resto del mundo, y focalizando el amor y los deseos en esa persona única, irrepetible, con la que tocamos el cielo a manos llenas, de un modo que no se repetirá jamás con otro ser humano.
9
18 de febrero de 2008
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peli empieza con un tipo que no es capaz de esperar unos segundos a que el semáforo se ponga en verde y se salta las normas cruzando por el medio de la calle. Esta descripción de la personalidad del protagonista me augura una gran película y me pongo cómodo en el sillón: Voy a disfrutar.
No me equivocaba -la cinta está repleta de juegos de este tipo, de símbolos, eróticos y no tan eróticos, sugerentes y a la vez cotidianos en los que Truffaut nos introduce de lleno en una historia de lo más sencilla: el conflicto es un triángulo amoroso.
Si además sumamos a esto una notable interpretación y unas dosis de suspense para hacerlo más entretenido, tenemos un gran film.
Le pongo un 9.5 porque es verdad que el final desmerece...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... es probable que Truffaut viera una noticia en algún periódico de un crimen pasional parecido y después se le ocurriera recrear la historia. También es probable que yo no entendiera bien el motivo, pero creo que con haberle despreciado habría sido suficiente y más acorde al desarrollo del film.
Me encantan esos zapatos en el avión, esas medias en el hotel, esa escena del ascensor... madre mía creo que ya tengo ganas de volver a verla.
ovy
8
18 de octubre de 2010
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La piel suave” es un prodigio de belleza, de talento, de economía. Con poco se ha conseguido mucho. Muchísimo. Los actores están a una altura soberbia, y el conjunto transpira verdad. Es una obra de arte de la medida, de la simetría.

Investiga en el tema recurrente del director: el amor y sus derivados, sus daños colaterales, sus consecuencias. En este caso, el amor desencadena una serie de circunstancias que llevarán a quien lo vive a los peores resultados posibles. En manos de otro director menos experto o sensible, el tema acabaría probablemente siendo un disparate, seguramente se le iría de las manos. Truffaut, sin embargo, estira la cuerda de lo verosímil sin que ésta se rasgue. Todo lo que ocurre, puede ocurrir. De hecho, ocurre.

Hay una inteligente disección de comportamientos. No se ahonda demasiado en la moralidad de los mismos. Se presentan como un investigador presenta el vuelo de las moscas, pero sin duda hay una mirada de simpatía por la que durante la mayor parte de la película es la mayor perjudicada. A veces, me recordaba esa tormentosa relación entre el hombre mayor y la jovencita inocente que recrearía unos años más tarde Woody Allen en otra genialidad: “Manhatan”. Finalmente, en este caso, la jovencita toma una decisión madura. Probablemente es la única que finalmente se comporta de un modo razonable.

Me gusta ese París en blanco y negro que nos presenta siempre Truffaut. Enamorado de su ciudad, la ve como el receptáculo de las pasiones, un lugar para amar. Frente a esa imagen turística de “un Paris para el amor”, parece recrearse en “un París para los que sufren con el amor”, aunque también aman.

Me gusta ese aire de gran sencillez que la película presenta en todo momento. Esa sencillez no se traduce en pobreza, sino en riqueza de matices, de planteamientos, de reflexiones.

Me gusta, por último, la mirada triste de Françoise Dorleac, esos fabulosos veintidós años que exhibe, rebosantes de esa perfecta belleza que iba a apagarse tan pronto para su desgracia y la nuestra.
7
27 de agosto de 2013
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película con un mal final.
Historia delicada, sensible e inteligente que cuenta el despertar de un funcionario de la cultura. Escritor casado de vida rutinaria se enamora perdidamente de una azafata más joven que él. La película es la crónica de esa infidelidad. Contada con minuciosidad y mimo, con una mirada atenta a los detalles y con grandes secuencias de suspense hitchcockiano en las que el protagonista teme ser descubierto. Se profundiza con elegancia en la vida de este hombre tímido, gris y apagado que parece encontrar en la azafata toda la pasión y la libertad que le falta en su mediocre y aburrida vida.
La historia también sirve para hacer una mofa, un escarnio suave del mundo de la cultura (en especial el de provincias) y, de paso, de la clase media (pacata, hipócrita y ramplona) con sus costumbres mortecinas.
El escritor es un zombi, preso de una vida que a duras penas soporta, y que aprovecha el affaire para intentar escaparse, sin darse cuenta de que ya no es posible, su recorrido hace tiempo que terminó.
En realidad, la historia amorosa es solo la primera capa (el cebo que atrapa la atención del espectador), bajo la que se esconde el interés profundo de la película: desmontar, analizar y hacer sangre de un tipo de vida convencional y burguesa de la que el protagonista es el máximo exponente. Vida castradora y asfixiante que ahoga y de la que, una vez dentro, es imposible salir con vida.
Exhaustiva disección de un hombre ridículo, superfluo, torpe, que sabe mucho pero no se entera de nada, zarandeado por dos mujeres más conscientes, que cree ser feliz y esconde una profunda desesperación y desconcierto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se les va la mano con el final; era innecesaria la vulgaridad, la grosería del asesinato (además de grotesco e inverosímil ver a la mujer con la escopeta); bastaba con que hubiera vuelto a casa o, por el contrario, que se hubiese quedado solo; el personaje ya estaba muerto, no hacía falta matarlo.
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