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Sólo los amantes sobreviven

Fantástico. Drama. Romance Ambientada en unas Detroit y Tánger románticamente desoladas, Adam, un músico underground profundamente deprimido por la dirección que han tomado los actos de la humanidad, se reúne con su dura y enigmática amante, Eve, quien no tiene problemas en reconocer su condición de vampiro. Su historia de amor ha prevalecido durante varios siglos, pero su libertino idilio pronto es interrumpido por la llegada de Ava, la salvaje e incontrolable ... [+]
Críticas 109
Críticas ordenadas por utilidad
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2
26 de octubre de 2014
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de esas películas que te decides a ver porque tiene una crítica estupenda y resulta que te decepciona enormemente. ¿Será que no tengo sensibilidad? Puede ser. ¿Será que hay gente que se tira el rollo y dice que ve cosas maravillosas donde no las hay? También puede ser.
La primera mitad de esta película es lenta. Lenta como la muerte que le deseé al que la perpetró.
La segunda mitad tenía la misma pinta pero tuve que dejar de verla. Si una película no te ha interesado lo más mínimo después de más de una hora, tiempo ha tenido. No es necesario terminar de sufrirla para formarse una opinión. Aunque el final sea estupendo, no merece la pena.
Algo bueno: algunos vampiros llevan viviendo entre nosotros desde hace cientos de años. Esa idea me parece fascinante. Es algo así como acercarse a la idea de eternidad, algo que no podemos concebir. Gracias a esta película puedes tener un atisbo de lo que sería la vida eterna. Al menos a mí es así como se me hizo la jodía película: ETERNA, ¡y eso que no la terminé de ver!
No perdáis el tiempo con este bodrio.
3
25 de julio de 2017 0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese esperpéntico y lunático romántico (pedante), esa albina andrógina (igual de pedante-aunque bendita seas Tilda Swinton por arriesgarte y hacer obras de otro calibre como Orlando), esa niñata chupasangres (menos pedante) y ese muerto, seco de sangre, en el sofá (nada pedante y que podía haber dado para más argumento, pero una pena que Jarmusch se decidiera por meter tostonazo tras tostonazo).

Y digo yo ¿No hubiera sido más interesante proponer una historia más profunda en base a dos personajes que, de principio, podrían dar mucho juego? Yo que sé, Jaimito podría habernos enseñado cómo se conocieron Adam, Eve o el Señor Ollivander (descansa en Paz, John Hurt) o cómo se convirtieron en vampiros, o vete tú a saber. Cualquier cosa que los "humanizara" o con lo que pudiéramos empatizar. Claro que ,a lo mejor y bien visto, el objetivo era ese, sentirnos a disgusto y como extraños en un mundo que se pasa en exceso de pedantesco. Me alegro mucho por estos dos personajes auto-onanistas que se necesitan el uno al otro para charlar de lo estúpido que es el género humano ( y para darse revolcones ocasionales que dejan escenas estéticamente hermosas pero carentes de calor) ¿ Qué sería de la eternidad si no pudiesen rajar a gusto de la Humanidad y comparar puntos de vista sobre cómo el Hombre está jodiendo el planeta, mientras se cita a Shelley, Byron, Wollstonencraft, Alighieri y el prospecto del Vics Vaporub? ¿Cómo se podrían aguantar eones de inactividad de no ser por el poder encontrarte con un alma gemela que profese la misma misantropía que el perro de Schopenhauer indigestionado con libros de Nietzsche?

Porque "Sólo los Amantes Sobreviven" no va de amantes. Al menos yo no he visto una desenfrenada pasión entre los dos personajes principales, cuya llama amorosa está entre el término de "Rescoldo Lánguido" y "Osito Amoroso Muerto". No se engañen, no. No me extraña que, cada cierto tiempo, este par de seres deban separarse, presumiblemente, para no aburrirse carpetovetónicamente el uno con la otra. Muy señaladamente, los silencios,que un señor de bien podría decir "estratégicamente colocados", hacen de esta película un film incómodo, como cuando uno se tira un pedo en el ascensor y hay testigos delante. Sólo que en el caso del ascensor, la musiquilla de fondo ameniza esos vacíos interestelares.

También habría quien podría decir que esta película es una exquisitez filosófica porque no paran de citarse autores y más autores,como para señalarnos que los pensamientos de este par de no-muertos son de una profundidad que asusta, y que tienen más razón que trescientos santos y una Virgen., cuando en realidad, tanto parloteo sobre la bondad o la maldad humanas no hace sino hablar precisamente sobre la ausencia de un pensamiento original, que tiene que ser rellenado por frase tras frase que, fuera de contexto, serviría para rellenar unas cuantas galletitas de la fortuna, de lo rancia y perogrullantes que resultan ser.

Lo mejor: La banda sonora y Mia Wasikowska haciendo de vampira mala. En serio, la película habría ganado mucho más si hubieran explotado este personaje desde el principio. El trabajo de ambos actores es magnífico, pero la ausencia de historia tras el guión los hace planos (uhhh, mira, Bohemios snobs atormentados por sus dudas sobre el género humano! Suuuper-original y para nada cliché- Como si a Woody Allen no se le ocurriera una película colmada de ese tipo de personajes cada vez que está en el cuarto de baño leyendo las instrucciones del champú...). La fotografía y las localizaciones (muy muy desaprovechadas-qué gracia tendrá ver Detroit de noche, y prácticamente en dos escenas ya se ha visto toda la ciudad. Y con lo bonita que es Tanger, y Eve siempre acaba en el mismo bar cochambroso rodeado de vendedores de hachís).

Lo peor: El guión, no hay por dónde agarrarlo. Los silencios. El desaprovechamiento de tantos hilos argumentales y tantas posibilidades....
1
26 de diciembre de 2014
3 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto de ver una película sólo porque está tu actriz favorita en ella, en el fondo ha resultado ser algo extremadamente masoquista. Normalmente cierro un libro a los tres despropósitos que le encuentro, y normalmente hago lo mismo con cualquier película. Esa es la regla general.

Como excepción a esa regla están las películas que me obligo a ver, puede ser por el director, por un premio, o, como en este caso, por una determinada actriz.

Ésta es una película que quería dejar de ver a los 15 minutos de comenzada. Sospecho que la premisa de la cinta no es de mi agrado: el vampiro protagonista ha vivido por 500 años, ha viajado a su antojo por el mundo, ¿pero ahora resulta que tiene la madurez emocional de una niña deprimida de 14 años?

¿Lo único que sabe hacer es deprimirse en su habitación mientras compone sus canciones de perdedor?. Vaya tomadura de pelo... lo cual me lleva a hablar del pelo de Tilda Swinton, a lo rastafari albino... dios, cómo fue que te prestaste para esta cosa. Yo me atrevería a decir que es la peor película de su carrera.

Recomendación: Entrevista con el vampiro (1994)
2
18 de octubre de 2013
7 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Jim Jarmusch siempre ha sido considerado un arte raro, abstracto en ocasiones, donde sus personajes pululan de un lado para otro sin saber muy bien porqué, donde en la mayoría de ocasiones cuenta con una historia atractiva de fondo y buenos diálogos. Night on Earth (1991), Ghost Dog: The Way of the Samurai (1999) o Broken Flowers (2005) pertenecen a este grupo. Pero existe otra variante en su cine, aún más independiente, excéntrica y consciente de si misma. Coffee and Cigarettes (2003), Dead Man (1995) o The Limits of Control (2009) son apropiados ejemplos. Jarmusch es un cineasta minimalista, que huye de las estructuras narrativas convencionales para tratar de crear algo nuevo donde la historia no importe demasiado y si la conexión entre sus personajes. Evita Hollywood, aunque no a algunos de sus actores, a los que utiliza para representar a sus característicos personajes solitarios, mayoritariamente encantadores, incomprendidos y modernos. El uso de la música es primordial en su cine, tanto que en ocasiones el tempo de sus películas se asemeja al de un concierto de jazz, donde la improvisación y el caos reinan por doquier. Pero llega un momento en el que un director de cine se cree todo lo que dicen de él, todos los halagos y cumplidos, y se crece. Se crece y quiere ir más allá, demostrar que aún puede innovar más de lo que lo ha hecho y llegar más lejos de lo que nadie se había imaginado. Es entonces cuando nace Only Lovers Left Alive. Porque, sinceramente, me cuesta mucho imaginar que este film no tenga su origen en alguna apuesta con algún artista o músico que le haya retado a hacer algo excesivo hasta para él. O eso o es una broma privada para compartir con sus admiradores que, sin duda, recibirán la película con una admiración desmedida. Si ya de por si su cine es minoritario, en este caso basa su argumento en una historia atípica de vampiros, subgénero que hace años que está de moda pero que no deja de estar considerado como un fenómeno de culto (dejando al margen Twilight y basuras de ese estilo). Personalmente, el cine de vampiros jamás me ha despertado algo que no sea pereza y rechazo, salvo por Nosferatu (F.W.Murnau, 1922), Vampyr (Carl Theodor Dreyer, 1932), Låt den rätte komma in (Tomas Alfredson, 2008) y alguna que otra producción clásica de Universal o Hammer. Porque el vampirismo tiene más de subcultura que de género cinematográfico en si, y no es un estilo que me resulte particularmente atractivo, por los mismos motivos por los que no me atrae absolutamente nada Only Lovers Left Alive. La película trata sobre una pareja de vampiros enamorados que escuchan música, beben sangre y hablan sobre hechos históricos en los que ellos han participado (por cierto, las bromas con su edad dejan de hacer gracia a la segunda o tercera vez de repetirlas...y lo hacen demasiado). Y no mucho más que eso. Si, por ahí se dejan caer Mia Wasikowska o Jeffrey Wright, pero sus papeles no aportan absolutamente nada, que es lo peor que se puede decir de la escritura de un personaje. Las esperanzas de que la historia termine de arrancar se disipan a los pocos minutos, cuando el ritmo lánguido y pesado hace mella sobre ti y solo esperas que pase algo, cualquier cosa, que te saque del tedio más absoluto. Es entonces cuando aparece la música.

El apartado musical, casi siempre brillante en las películas de Jarmusch, aparece como un oasis en el desierto para despertarnos y establecer una pequeña porción de optimismo en nuestra cabeza. Pero solo es eso, optimismo. La realidad es que, por muy buena que sea la selección musical, el panorama no cambia. Los personajes siguen anclados en no hacer nada y en resultar ser lo menos interesantes posibles. Y lo consiguen sin una gota de sudor en su frente. Ellos están en su fiesta donde oyen y beben lo que quieren y tú estás condenado a asistir a ella como un voyeur maniatado, obligado y con la moral muy baja. Porque la historia no va a ningún lado y, lo que es peor, no pretende ir a ningún lado, solo recrearse en su vacía pretenciosidad estética y su total falta de discurso. Bueno, en realidad la ausencia de discurso no es absoluta, pues Jarmusch suelta de vez en cuando cutres y burdas críticas a la industria musical y a ciudades como Los Ángeles o Londres. Reprocha el totalitarismo de la industria musical mientras admira el interior de una guitarra artesanal, en una consideración de lo que es puro y lo que no. Mientras que los personajes intentan evitar a toda costa poner un pie en Los Ángeles o Londres (extrañamente, si aceptan Madrid), que son consideradas la estación central de la maldad y el capitalismo. La película también esconde un utópico deseo de que algún día sea la mayoría la que quiera integrarse en la minoría, que es la que posee el control de la verdad absoluta y la que parece comprender el sentido de la vida, la cual entienden que está basada en un existencialismo esnob de referencias culturales pop post-modernas.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los nombres de Adán y Eva, lógicamente, están ahí por una razón. El arte como lujo privado de uso personal intransferible, fuera de las garras de la industria que lo utilizaría para exhibirlo y beneficiarse de él, así como la incapacidad del público general para admirarlo por su propia iniciativa, son otras de las reflexiones que realiza Jarmusch, que parece querer justificar con este alegato la propia existencia de su película, alejada de los tan despreciados convencionalismos. Honestamente, Jarmusch podría salir en pantalla y confesar un triple homicidio, que yo no me enteraría, pues la insoportable cámara lenta, la indefinición de la historia por elección propia, su relamida pretenciosidad, los estúpidos y rancios diálogos de sus aburridos y fastidiosos protagonistas, su estética vacía y frívola, su extremadamente larga duración y su ridículo autoconvencimiento de gozar de una identidad trascendental única y metafísica, me dejan en un alarmante estado de agotamiento emocional donde no distinguiría a Orson Welles de Tom Green. 123 minutos que aparentan ser 246, contemplando a dos seres adormecidos e indolentes supuestamente cool y outsiders, mientras Jarmusch se ríe de nuestras reflexiones sobre la angustia, la esperanza, el duelo, la melancolía y los anhelos de eternidad al tiempo que piensa:"vaya, mi psicoanalista tenía razón, si que se podía hacer una película con solo veinte hojas de guión".

@Jlamotta23
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