Amor sin barreras
6.7
11,276
Musical. Romance. Drama
Los adolescentes Tony y María, a pesar de tener afiliaciones con pandillas callejeras rivales, los Jets y los Sharks, se enamoran en la ciudad de Nueva York en la década de los 50. Nueva versión del legendario musical 'West Side Story', a su vez adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway, que modernizaba la historia de 'Romeo y Julieta', de Shakespeare. (FILMAFFINITY)
21 de diciembre de 2021
21 de diciembre de 2021
4 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película de Sielberg es un fiel remake de su anterior y al igual que en aquella, los adolescentes Tony y María, a pesar de pertenecer a pandillas diferentes y rivales en Nueva York, los Jets y los Sharks, se enamoran. Corren los años cincuenta.
El odio entre las dos bandas es tal que no son capaces de coexistir en el mismo lugar de la ciudad. Pero cuando Tony -mejor amigo de Riff y antiguo Jet- se encuentra con María -la hermana pequeña de Bernardo-, su amor será imparable.
En estos días de diciembre de 2021 Steven Spielberg cumplirá 75 años. Hace más de cincuenta que es director de cine y ha filmado de todo… menos un musical. Esta asignatura pendiente queda saldada con esta versión de “West Side Story”, que al parecer era un viejo sueño suyo (la película está dedicada a su padre).
Sumamente respetuosa con la historia original (el show de Broadway de 1957 y la película dirigida por Wise y Robbins en 1961, la música de Bernstein y las letras de Stephen Sondheim), pero al mismo tiempo con resonancias actuales. Es una notable incursión en el género que no hace otra cosa que ratificar la maestría y la ductilidad del gran director que es Spielberg.
Es un musical austero, contenido y clásico. Al fin, la obra es una adaptación de “Romeo y Julieta” a las calles de la Nueva York, años '50. Una cinta espectacular (lo muestra el plano secuencia aéreo inicial con la cámara apostando a un encuadre que muestra el derruido Hell’s Kitchen en un Upper West Side que parece zona de guerra: genial). Eso sí, no traiciona el espíritu original y lo que hace es funcional a la historia principal.
El Romeo y la Julieta de la película son Tony (un excelente Ansel Elgort) y María (Rachel Zegler, actriz y bailarina de origen colombiano). Su amor es prohibido porque ambos pertenecen a bandos opuestos. Un entorno que enfrenta a puertorriqueños con jóvenes estadounidenses, muchos de origen europeo.
Racismo, nacionalismo, orgullo, la identidad y la supuesta “pureza”, todo lo cual alimenta el odio y la violencia.
Las canciones, las interpretaciones, la coreografía están muy bien filmadas, pero sin alardes petulantes. No es demagógica (habrá público que pida eso); tampoco es la típica peli-Spielberg, lo cual puede ahuyentar al público más spielbergeano.
Una audacia de Spielberg es haber elegido intérpretes de latinos para los sharks y una parte sustancial del diálogo se escucha en español sin subtítulos ni traducción.
El resto pasa por el brillante trabajo en fotografía de su habitual Janusz Kaminski que mantiene los colores y el estilo expresionista de la primera versión y utiliza maravillosamente la sombra y la luz para darle más dramatismo a las peleas de baile.
Uno de los valores principales de este filme es el casting. Los aportes expresivos y vocales de Rachel Zegler como la Maria (que interpretara antaño Natalie Wood), la extraordinaria Ariana DeBose como Anita, el líder de los Jets Riff (Mike Faist), David Alvarez como el boxeador Bernardo que lidera los sharks.
Y la legendaria Rita Moreno (que interpretara en la primera versión a Anita, Oscar a mejor actriz de reparto), a sus 89 años, volviendo a la historia en la piel de Valentina, propietaria de la tienda donde trabaja Tony, además de ejercer de productora ejecutiva.
Excelente puesta en escena, versatilidad, planos y encuadres muy cuidados, así como los movimientos de cámara que nos introducen tanto en las calles neoyorquinas como en las disputas de los protagonistas.
Había una cualidad mágica y única en la versión inicial de West Side Story. Podríamos decir que hay una magia análoga en la nueva versión, con una dirección casi perfecta de Spielberg, un guion inteligentemente concebido de Tony Kushner y Arthur Laurents y un cuerpo de baile vibrante y colorista, sobre todo del rojo al amarillo.
Una de las variaciones en el guion es darle a Tony (Elgort) una nueva historia, pues en esta versión está en libertad condicional, después de haber pasado un año en prisión por golpear a otro hombre casi hasta matarlo.
El baile y la música son cinéticos y la nueva coreografía de Justin Peck mantiene el ADN de la original de Robbins, pero agrega un atletismo que hace que se sienta fresca y etérea.
La película hace honor a las raíces de la producción original al tiempo que le da una sensibilidad propia del siglo XXI. Spielberg reproduce la película original de Wise, consiguiendo una obra idéntica y pretendidamente diferente a la vez. Todo se parece y por tanto todo es diferente.
"Razones políticas"
Según Spielberg tras la presidencia de Trump se produjeron ataques furibundos y odio hacia los latinos. Esto fue según él una razón importante para adoptar su propia de protesta recuperando este título para el tiempo de hoy.
"Mi opinión"
Personalmente, si tuviera que elegir, me quedaría con la primera versión de Robert Wise, sin dudarlo.
La película actual es casi un calco de la anterior: conserva la partitura, las canciones y los números de la obra original. Y Romeo y Julieta siguen ahí.
A pesar de todos los méritos que la película tiene, que son muchos, la cinta resulta, por un lado, excedida de metraje (156 minutos); se hace pesada, sobre todo hacia la mitad; y no alcanza el enorme nivel ni el ritmo de la película de Wise.
El odio entre las dos bandas es tal que no son capaces de coexistir en el mismo lugar de la ciudad. Pero cuando Tony -mejor amigo de Riff y antiguo Jet- se encuentra con María -la hermana pequeña de Bernardo-, su amor será imparable.
En estos días de diciembre de 2021 Steven Spielberg cumplirá 75 años. Hace más de cincuenta que es director de cine y ha filmado de todo… menos un musical. Esta asignatura pendiente queda saldada con esta versión de “West Side Story”, que al parecer era un viejo sueño suyo (la película está dedicada a su padre).
Sumamente respetuosa con la historia original (el show de Broadway de 1957 y la película dirigida por Wise y Robbins en 1961, la música de Bernstein y las letras de Stephen Sondheim), pero al mismo tiempo con resonancias actuales. Es una notable incursión en el género que no hace otra cosa que ratificar la maestría y la ductilidad del gran director que es Spielberg.
Es un musical austero, contenido y clásico. Al fin, la obra es una adaptación de “Romeo y Julieta” a las calles de la Nueva York, años '50. Una cinta espectacular (lo muestra el plano secuencia aéreo inicial con la cámara apostando a un encuadre que muestra el derruido Hell’s Kitchen en un Upper West Side que parece zona de guerra: genial). Eso sí, no traiciona el espíritu original y lo que hace es funcional a la historia principal.
El Romeo y la Julieta de la película son Tony (un excelente Ansel Elgort) y María (Rachel Zegler, actriz y bailarina de origen colombiano). Su amor es prohibido porque ambos pertenecen a bandos opuestos. Un entorno que enfrenta a puertorriqueños con jóvenes estadounidenses, muchos de origen europeo.
Racismo, nacionalismo, orgullo, la identidad y la supuesta “pureza”, todo lo cual alimenta el odio y la violencia.
Las canciones, las interpretaciones, la coreografía están muy bien filmadas, pero sin alardes petulantes. No es demagógica (habrá público que pida eso); tampoco es la típica peli-Spielberg, lo cual puede ahuyentar al público más spielbergeano.
Una audacia de Spielberg es haber elegido intérpretes de latinos para los sharks y una parte sustancial del diálogo se escucha en español sin subtítulos ni traducción.
El resto pasa por el brillante trabajo en fotografía de su habitual Janusz Kaminski que mantiene los colores y el estilo expresionista de la primera versión y utiliza maravillosamente la sombra y la luz para darle más dramatismo a las peleas de baile.
Uno de los valores principales de este filme es el casting. Los aportes expresivos y vocales de Rachel Zegler como la Maria (que interpretara antaño Natalie Wood), la extraordinaria Ariana DeBose como Anita, el líder de los Jets Riff (Mike Faist), David Alvarez como el boxeador Bernardo que lidera los sharks.
Y la legendaria Rita Moreno (que interpretara en la primera versión a Anita, Oscar a mejor actriz de reparto), a sus 89 años, volviendo a la historia en la piel de Valentina, propietaria de la tienda donde trabaja Tony, además de ejercer de productora ejecutiva.
Excelente puesta en escena, versatilidad, planos y encuadres muy cuidados, así como los movimientos de cámara que nos introducen tanto en las calles neoyorquinas como en las disputas de los protagonistas.
Había una cualidad mágica y única en la versión inicial de West Side Story. Podríamos decir que hay una magia análoga en la nueva versión, con una dirección casi perfecta de Spielberg, un guion inteligentemente concebido de Tony Kushner y Arthur Laurents y un cuerpo de baile vibrante y colorista, sobre todo del rojo al amarillo.
Una de las variaciones en el guion es darle a Tony (Elgort) una nueva historia, pues en esta versión está en libertad condicional, después de haber pasado un año en prisión por golpear a otro hombre casi hasta matarlo.
El baile y la música son cinéticos y la nueva coreografía de Justin Peck mantiene el ADN de la original de Robbins, pero agrega un atletismo que hace que se sienta fresca y etérea.
La película hace honor a las raíces de la producción original al tiempo que le da una sensibilidad propia del siglo XXI. Spielberg reproduce la película original de Wise, consiguiendo una obra idéntica y pretendidamente diferente a la vez. Todo se parece y por tanto todo es diferente.
"Razones políticas"
Según Spielberg tras la presidencia de Trump se produjeron ataques furibundos y odio hacia los latinos. Esto fue según él una razón importante para adoptar su propia de protesta recuperando este título para el tiempo de hoy.
"Mi opinión"
Personalmente, si tuviera que elegir, me quedaría con la primera versión de Robert Wise, sin dudarlo.
La película actual es casi un calco de la anterior: conserva la partitura, las canciones y los números de la obra original. Y Romeo y Julieta siguen ahí.
A pesar de todos los méritos que la película tiene, que son muchos, la cinta resulta, por un lado, excedida de metraje (156 minutos); se hace pesada, sobre todo hacia la mitad; y no alcanza el enorme nivel ni el ritmo de la película de Wise.
23 de diciembre de 2021
23 de diciembre de 2021
4 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Spielberg tiene talento, oficio y dinero para demostrarlo, está claro. West Side Story es una buena película, la música de Bernstein es excelente, y la coreografía también. Falla más en los actores. Rachel Zegler está lejos de Nathalie Wood y los demás tampoco brillan mucho. Incluso la bonita participación de Rita Moreno se alarga en exceso. Y no mejora mucho el que se haya querido "modernizar" (p.ej. la chica trans no aporta nada al film).
El resultado: Qué gran película la de Robert Wise y Jerome Robbins de los años sesenta!!!!
P.D: Vedla en versión original que el doblaje de los puertoriqueños suena muy impostado!!
El resultado: Qué gran película la de Robert Wise y Jerome Robbins de los años sesenta!!!!
P.D: Vedla en versión original que el doblaje de los puertoriqueños suena muy impostado!!
23 de diciembre de 2021
23 de diciembre de 2021
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, me ha convencido usted, señor Spielberg. Me ha convencido West Side Story, o más bien su West Side Story. Estamos de acuerdo en qué grande es Leonard Bernstein y evidentemente se agarra usted como clavo ardiendo (no te veo reggaetonero). Si me gusta su West Side Story es porque me gustó (más) el otro West Side Story y me recuerda. Y tampoco es cuestión de comparar. Me da que ya le gustó cuando la vio con su padre.
West Side Story comienza como el cuento de William Shakespeare y el libreto de Stephen Sondheim, la otra gran cara de la historia. Pero supongo que no quería vivir del cuento y le ha hecho usted algún que otro lifting (se perdona el F5 de temática social).
Vale, comparemos.
Los chicos y las chicas también cantan muy bien.
Sigue imponiéndose algo: siempre la versión original.
Y se confirma: Rita Moreno es inalcanzable, insustituible, inmejorable, incomparable, invencible, inexpugnable, inconmensurable. Y productora ejecutiva.
Natalie Wood aquí canta de verdad. Igual hasta la nominan esta vez.
David Álvarez, Bernardo, el personaje bombón. Debería ganar otra vez. De dónde ha salido este chico.
Los Jets siguen siendo igual de Jets. Por qué no nos acordamos nunca de que los otros se llaman los Sharks.
Y los chicos y las chicas bailan muy bien.
Algo sí que no ha cambiado. Las canciones, si eso aún era posible, todavía me gustan más.
Spielberg, que lo ha usted hecho bien. Ha estado sabio, prudente, inteligente. Wise.
Igual es la película que mejor ha dirigido.
(Que se note un director en una película, a veces es bueno. Aquí Spielberg no se nota. Repito. Al ver la película me pregunto dónde se ha metido este chico. Echar de menos ver a Spielberg en una de sus películas. Valga la paradoja. Si no lo veo, no lo creo).
Los lifting. Bonito el que le hace al Somewhere. Bonito plano final. Bonito lo de Valentina. Y los palos que se le dan a América.
Qué suerte que ya hubiera grúas en 1961.
Qué suerte que haya pillado usted el proyecto. De verdad. Y no miro a ninguno. Ni a ninguno. Ni a ninguno.
Y tampoco es usted ningún copiota de clase.
Dentro de sesenta años le imitarán.
Y eso será otra historia.
West Side Story comienza como el cuento de William Shakespeare y el libreto de Stephen Sondheim, la otra gran cara de la historia. Pero supongo que no quería vivir del cuento y le ha hecho usted algún que otro lifting (se perdona el F5 de temática social).
Vale, comparemos.
Los chicos y las chicas también cantan muy bien.
Sigue imponiéndose algo: siempre la versión original.
Y se confirma: Rita Moreno es inalcanzable, insustituible, inmejorable, incomparable, invencible, inexpugnable, inconmensurable. Y productora ejecutiva.
Natalie Wood aquí canta de verdad. Igual hasta la nominan esta vez.
David Álvarez, Bernardo, el personaje bombón. Debería ganar otra vez. De dónde ha salido este chico.
Los Jets siguen siendo igual de Jets. Por qué no nos acordamos nunca de que los otros se llaman los Sharks.
Y los chicos y las chicas bailan muy bien.
Algo sí que no ha cambiado. Las canciones, si eso aún era posible, todavía me gustan más.
Spielberg, que lo ha usted hecho bien. Ha estado sabio, prudente, inteligente. Wise.
Igual es la película que mejor ha dirigido.
(Que se note un director en una película, a veces es bueno. Aquí Spielberg no se nota. Repito. Al ver la película me pregunto dónde se ha metido este chico. Echar de menos ver a Spielberg en una de sus películas. Valga la paradoja. Si no lo veo, no lo creo).
Los lifting. Bonito el que le hace al Somewhere. Bonito plano final. Bonito lo de Valentina. Y los palos que se le dan a América.
Qué suerte que ya hubiera grúas en 1961.
Qué suerte que haya pillado usted el proyecto. De verdad. Y no miro a ninguno. Ni a ninguno. Ni a ninguno.
Y tampoco es usted ningún copiota de clase.
Dentro de sesenta años le imitarán.
Y eso será otra historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El título de la crítica proviene de la mejor escena de la película, que no es ningún número musical, coreografía o canción. Es Valentina, Rita Moreno, la voz de la experiencia quien (contra)dice a la opinión de la voz de los veinte años: La vida es más grande que el amor.
22 de diciembre de 2021
22 de diciembre de 2021
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No llegó Spielberg a la excelencia por culpa de algo que jamás hubiera imaginado, ya que si algo ha demostrado Spielberg a lo largo de su carrera es su capacidad para adherirse a la piel de sus personajes y que el espectador fácilmente los pueda sentir y tocar de la misma manera, quizás incluso demasiado, con ese aroma a veces excesivamente empalagoso o empático, tantas veces criticado de su cine, incapaz de dejar ambos sentimientos a un lado. Sin embargo, si de algo adolece su West Side Story es precisamente de piel, de alma, de eso que tantas veces se da por sentado con este director.
No me malinterpreten, hay varias maneras de ver esta película y en muchas de ellas la nota es realmente alta.
Primero, como musical es simplemente inmaculado, capaz de embaucar, enternecer o acelerar el pulso a cualquier espectador, según el momento, con el latido mágico de cada nota, chasquido de dedos, silbido, o por supuesto, de las voces de los actores, que son absolutamente maravillosas.
El inicio de la película ya de por sí es simplemente arrollador y pronto Spielberg muestra su innata capacidad de agarrar al espectador por el cogote, meterle dentro de la película y no soltarle. Impone además un ritmo que no decae prácticamente en ningún momento, midiendo cada plano y encuadre, dentro de cada escena, con enorme precisión. Si alguien dudaba de la capacidad de Spielberg en el musical, que se vaya olvidando, su dominio absoluto del cine clásico le permite poder brillar en cuantos géneros quiera.
Segundo, como sentido homenaje a la West Side Story clásica es sencillamente perfecto. Si alguien podía dudar de la grandeza de aquel musical, de las piezas que en su momento imaginaron Bernstein, Sondheim y Jerome Robbins no tiene más que visionar esta actualización, para darse cuenta de que la grandeza de la música, la perfección de sus letras y las hipnóticas coreografías siguen manteniéndose totalmente vigentes 60 años después, con una fuerza sencillamente arrolladora. Fue un musical totémico y lo sigue siendo.
Tercero, como espectáculo técnico y artístico, el West Side Story de Spielberg supone la enésima lección de un enorme director, tocado por la varita mágica, que muy pocos han tenido la suerte de sentir, y que aquí vuelve a demostrar su capacidad innata para convertir cada encuadre o composición visual en puro arte. La puesta en escena es vibrante y delicada al mismo tiempo y la factura técnica es impecable, un peldaño por encima al que ya de por sí nos tiene acostumbrados él y su magnífico equipo, liderados por los geniales Januzs Kaminski en la fotografía y Michael Kahn en la edición.
Cuarto, como radiografía social, de un choque cultural, de un enfrentamiento entre bandos, clases y formas de sentir y pensar es más que notable. Su apuesta es clásica y valiente al mismo tiempo, no temiendo marcar de forma indeleble el carácter social y político de la película y consiguiendo además, que toda esa exposición se siga con gran interés. Cada momento protagonizado por Riff o Bernardo es poderoso e hipnótico. Sus trazos sobre los Jets y los Sharks poseen la expresión y fuerza necesaria. Incluso personajes como Anita o Chino tienen el hábitat suficiente donde dejar huella. Tony Kushner ha creado un guión donde poder observar con mayor claridad y detalle quién eran esas personas y qué sentían. Incluso números musicales, genuinamente políticos, como el de 'Gee, Officer Krupke', han cobrado una nueva dimensión, siendo mucho más significativa su huella sobre las problemáticas sociales de la época.
Es tanta la preocupación de Spielberg por acercarse y significarse en dicho conflicto social y cultural, tantas sus ganas (o miedos) por dejar claro su enorme valía al acercarse por primera vez al género musical y tanta su insistencia en rendir el mejor homenaje posible a la película clásica, pleno absoluto en los tres términos, que da la sensación de haberse olvidado en cierta medida, que esta película es básicamente un Romeo y Julieta adaptado a nuevos tiempos y situaciones, lejos de la Verona del Siglo XIV, y eso significa que ante todo, lo que aquí se expone es una historia de amor imposible, entre dos jóvenes que jamás podrán estar juntos y que son incapaces de estar separados.
Y es ahí donde decididamente falla la película, incapaz de transportar el latido y el alma debido a esa historia de amor imposible, con dos actores tan brillantes en su capacidad vocal, principalmente María, como indolentes a la hora de crear la química que se le presupone a tal historia. Spielberg, que siempre ha sido un maestro en pinchar la piel, parece olvidarse de calmar la cámara o la propia narrativa de la película, para poder acercarnos a los sentimientos o el dolor de sus protagonistas. Vemos a dos actores que cantan lo que pone el texto y bailan según lo que marca la coreografía, pero que no son capaces de hacernos llegar ese amor tan loco y salvaje que dicen tenerse, ni siquiera cuando la muerte les acecha. Lo que la Romeo y Julieta de Baz Luhrmann o el La la land de Chazelle lograron hacer, con gran brillantez además, esta película adolece de ello, al ser incapaz de convencernos que detrás de esas miradas o diálogos late un amor de verdad.
Allí se pierde la excelencia, en lo que quizás todos pasaron por alto, que esta era ante todo una historia de amor imposible. En todo lo demás, mi (enésimo) aplauso a este magnífico director, que una vez más vuelve a demostrar su (innata) capacidad para dejar huella.
No me malinterpreten, hay varias maneras de ver esta película y en muchas de ellas la nota es realmente alta.
Primero, como musical es simplemente inmaculado, capaz de embaucar, enternecer o acelerar el pulso a cualquier espectador, según el momento, con el latido mágico de cada nota, chasquido de dedos, silbido, o por supuesto, de las voces de los actores, que son absolutamente maravillosas.
El inicio de la película ya de por sí es simplemente arrollador y pronto Spielberg muestra su innata capacidad de agarrar al espectador por el cogote, meterle dentro de la película y no soltarle. Impone además un ritmo que no decae prácticamente en ningún momento, midiendo cada plano y encuadre, dentro de cada escena, con enorme precisión. Si alguien dudaba de la capacidad de Spielberg en el musical, que se vaya olvidando, su dominio absoluto del cine clásico le permite poder brillar en cuantos géneros quiera.
Segundo, como sentido homenaje a la West Side Story clásica es sencillamente perfecto. Si alguien podía dudar de la grandeza de aquel musical, de las piezas que en su momento imaginaron Bernstein, Sondheim y Jerome Robbins no tiene más que visionar esta actualización, para darse cuenta de que la grandeza de la música, la perfección de sus letras y las hipnóticas coreografías siguen manteniéndose totalmente vigentes 60 años después, con una fuerza sencillamente arrolladora. Fue un musical totémico y lo sigue siendo.
Tercero, como espectáculo técnico y artístico, el West Side Story de Spielberg supone la enésima lección de un enorme director, tocado por la varita mágica, que muy pocos han tenido la suerte de sentir, y que aquí vuelve a demostrar su capacidad innata para convertir cada encuadre o composición visual en puro arte. La puesta en escena es vibrante y delicada al mismo tiempo y la factura técnica es impecable, un peldaño por encima al que ya de por sí nos tiene acostumbrados él y su magnífico equipo, liderados por los geniales Januzs Kaminski en la fotografía y Michael Kahn en la edición.
Cuarto, como radiografía social, de un choque cultural, de un enfrentamiento entre bandos, clases y formas de sentir y pensar es más que notable. Su apuesta es clásica y valiente al mismo tiempo, no temiendo marcar de forma indeleble el carácter social y político de la película y consiguiendo además, que toda esa exposición se siga con gran interés. Cada momento protagonizado por Riff o Bernardo es poderoso e hipnótico. Sus trazos sobre los Jets y los Sharks poseen la expresión y fuerza necesaria. Incluso personajes como Anita o Chino tienen el hábitat suficiente donde dejar huella. Tony Kushner ha creado un guión donde poder observar con mayor claridad y detalle quién eran esas personas y qué sentían. Incluso números musicales, genuinamente políticos, como el de 'Gee, Officer Krupke', han cobrado una nueva dimensión, siendo mucho más significativa su huella sobre las problemáticas sociales de la época.
Es tanta la preocupación de Spielberg por acercarse y significarse en dicho conflicto social y cultural, tantas sus ganas (o miedos) por dejar claro su enorme valía al acercarse por primera vez al género musical y tanta su insistencia en rendir el mejor homenaje posible a la película clásica, pleno absoluto en los tres términos, que da la sensación de haberse olvidado en cierta medida, que esta película es básicamente un Romeo y Julieta adaptado a nuevos tiempos y situaciones, lejos de la Verona del Siglo XIV, y eso significa que ante todo, lo que aquí se expone es una historia de amor imposible, entre dos jóvenes que jamás podrán estar juntos y que son incapaces de estar separados.
Y es ahí donde decididamente falla la película, incapaz de transportar el latido y el alma debido a esa historia de amor imposible, con dos actores tan brillantes en su capacidad vocal, principalmente María, como indolentes a la hora de crear la química que se le presupone a tal historia. Spielberg, que siempre ha sido un maestro en pinchar la piel, parece olvidarse de calmar la cámara o la propia narrativa de la película, para poder acercarnos a los sentimientos o el dolor de sus protagonistas. Vemos a dos actores que cantan lo que pone el texto y bailan según lo que marca la coreografía, pero que no son capaces de hacernos llegar ese amor tan loco y salvaje que dicen tenerse, ni siquiera cuando la muerte les acecha. Lo que la Romeo y Julieta de Baz Luhrmann o el La la land de Chazelle lograron hacer, con gran brillantez además, esta película adolece de ello, al ser incapaz de convencernos que detrás de esas miradas o diálogos late un amor de verdad.
Allí se pierde la excelencia, en lo que quizás todos pasaron por alto, que esta era ante todo una historia de amor imposible. En todo lo demás, mi (enésimo) aplauso a este magnífico director, que una vez más vuelve a demostrar su (innata) capacidad para dejar huella.
28 de diciembre de 2021
28 de diciembre de 2021
16 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé parece en nada a la original, además de ser aburrida que te cagas, sobre todo si esas voces que parecen salidas de basureros cacofónicos modulados de estudios de tercera y sin nombrar el vestuario, creo que han ido de modernos que el látex sustituye al algodón de toda la vida.
Spielberg se pierde en encuadres y glorias del pasado, se ha atascado olvidando que todo evoluciona, una pena.
Pagar por ver esto es un desperdicio, y el problema es que sin o te gusta no hay devoluciones.
Spielberg se pierde en encuadres y glorias del pasado, se ha atascado olvidando que todo evoluciona, una pena.
Pagar por ver esto es un desperdicio, y el problema es que sin o te gusta no hay devoluciones.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here