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Vacaciones en Roma

Comedia. Romance Durante una visita a Roma, Ana, la joven princesa de un pequeño país centroeuropeo, trata de eludir el protocolo y las obligaciones que implica, escapándose de palacio para visitar la ciudad de incógnito. Así conoce a Joe, un periodista americano que busca una exclusiva y finge desconocer la identidad de la princesa. La pareja vivirá unas jornadas inolvidables recorriendo la ciudad. (FILMAFFINITY)
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9
18 de octubre de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El romanticismo más inocente, la posibilidad de identificarse con unos personajes de verdadero ensueño, la magia del cine en todo su esplendor, todos esos elementos están presentes en "Vacaciones en Roma", una de las grandes obras maestras del Hollywood de los años '50.

Una película dirigida por un William Wyler que venía de hacer el gran melodrama "Carrie" y que a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno mantiene intacta su capacidad de convocatoria ante un público que vuelve, una y otra vez, sobre los pasos de esa inocente pareja para compartir con ellos un día irrepetible cuyo desenfado contribuye, tanto o más que sus legendarios protagonistas, a ensanchar el mito. Para empezar en esta historia, escrita por John Dighton y el todoterreno Dalton Trumbo bajo uno de los muchos alias que utilizara durante la Caza de Brujas, nada mejor que un buen escenario.
Un escenario dotado de una imperecedera aureola de misterio como es la ciudad de Roma en aquel tiempo en que Europa empezaba a sacudirse los grises recuerdos de una guerra cercana para entrar poco a poco en una era de prosperidad y esperanza en la cual no había nada mejor que ser joven, como son el atractivo corresponsal y la angelical princesa. La confluencia de estos elementos son la base sobre la que se sustenta este film a medio camino entre la comedia sentimental y el recorrido turístico por la vieja y fascinante Europa.

Como corresponde a una historia que aspira a ser un cuento de hadas en clave contemporánea, "Vacaciones en Roma" parte de la sencillez de su premisa, que no es otra que el capricho del destino que hace que Ann, la princesa de un indeterminado país europeo de visita oficial en Roma, escape del control de su séquito impulsada por su deseo pueril de conocer la ciudad, lo que la hará cruzarse en el camino de Joe Bradley, quien se pone en contacto con un amigo que se encargará de fotografiar a ambos en sus idas y venidas; Ann, nada preparada para enfrentarse al natural cinismo de la profesión periodística, accede a pasar un día con su anfitrión.
Lo que sigue es el relato de unas horas en las que la improvisada pareja parece olvidarse de todo cuanto les rodea para divertirse con las pequeñas y grandes aventuras que les depara una ciudad repleta de personas y parajes memorables; a corta distancia, como parte de ese encuentro afortunado, el amigo capta y documenta con su cámara los momentos más felices y la despreocupada alegría que a cada instante se dibuja en el adolescente rostro de la princesa, pero el paso del tiempo y la cercanía hace que entre ésta y Bradley surja un sentimiento inesperado que ninguno quiere reconocer: un amor inocente y fresco para el cual no estaban preparados.

No obstante, el suyo es un idilio condenado a finalizar casi en el momento de haberse iniciado, pues Ann debe regresar a palacio para cumplir sus obligaciones oficiales; forzado entonces a elegir entre su plan inicial de extraer un beneficio de su encuentro con ella y la ternura que le inspira, más aún después del beso que ha marcado su despedida, el antes cínico periodista, a quien como un cómplice fiel acompaña su amigo el fotógrafo, deja que sea el amor el que se imponga, renunciando así al dinero pero ganando el recuerdo imperecedero de unas horas y unos momentos que permanecerán para siempre en su memoria (y en la nuestra).
Para abundar en el realismo, la película fue una de las primeras producidas desde las entrañas del "star system" donde casi la totalidad del rodaje tuvo lugar en escenarios reales y no en decorados, algo que no sucedía fuera del entorno del cine americano más independiente o de los duros dramas de contenido social que caracterizaron al neorrealismo surgido a partir de "Ladrón de Bicicletas"; dejando atrás todo ese cúmulo de desgracias y angustias cotidianas, la cámara parece haberse despojado de cualquier asomo de tristeza para seguir a los personajes a lo largo de una ciudad que destila vigor y alegría, y con la vitalidad propia del mejor Hollywood hasta lograr Wyler el hacer de la ciudad un tercer protagonista.

Concebida como una variante de "La Bella y la Bestia" (bestia un tanto metafórica al estar interpretada por un actor de la presencia y el encanto de Gregory Peck, a quien cuesta recordar un papel de villano), esta obra elabora todo un imaginario al que contribuyen en igual medida los trajes de Dior, las vistas de la Piazza della Rotonda, los paseos en la entrañable y mítica vespa y los helados de cucurucho, siendo esta mezcolanza de lo cotidiano con lo sofisticado y lo inocente lo que hace aún más cercanos y ensoñadores a los personajes y sus vivencias, sin olvidarse uno de la música de Georges Auric y Victor Young y el trabajo de fotografía de Franz Planer y Henri Alekan.
Protagonizada por el gran Gregory Peck, después de que Cary Grant hubiera rechazado la oferta para el papel, y unos buenos Hartley Power, Harcourt Williams y Margaret Rawlings, "Vacaciones en Roma" marcó sobre todo el lanzamiento internacional de la preciosa actriz Audrey Hepburn cuyo físico menudo y delicado nada tenía que ver con el estándar de belleza femenino de la época (según Wyler, él encontró en la joven a la perfecta anti-Lollobrigida), y que apenas cumplidos los 20 años supo encarnar como nadie las virtudes casi adolescentes que adornaban al personaje de la princesa.

Aun siendo una producción modesta el film entró con buen pie en taquilla, donde se convertiría en éxito inmediato allí donde tenía lugar su estreno, como en las nominaciones de los Oscar de 1.953, en cuya ceremonia se alzaría con tres premios de los siete a los que era candidato.
Lógicamente, Hepburn fue la gran triunfadora de la noche por ese papel que ya prefiguraba a la protagonista de "Desayuno con Diamantes". No es difícil de reconocer; la princesa Ann no sólo enamoró a aquel corresponsal que tuvo la suerte de besarla...nos enamoró a todos.
10
18 de octubre de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una maravilla que trasciende su género. Pero primero un poco de historia. En el 49 Capra se hace con el guión. Quiere renovar el éxito de “Sucedió una noche” (1934). Problemas financieros de su propia productora Liberty Film hacen que venda los derechos a Paramount. Al descubrir que el guión esta firmado por Dalton Trumbo incluido en la lista negra de actividades antiamericanas y el escaso presupuesto para realizarla, abandona el proyecto. Cary Grant y Elizabeth Taylor hubieran sido los elegidos para protagonizarla.

Wyller, uno de los mejores narradores de la historia del cine a mi juicio, que ya contaba con dos Oscar como mejor director y un puñado de títulos inolvidables (y los que quedaban por llegar), tenía algunos buenos motivos para encargarse del proyecto. A saber: quería hacer una comedia, quería largarse a rodar a Europa para cuadrar sus cuentas fiscales y alejarse de la marea negra conspiratoria del senador McCarthy a la que él se había opuesto y ya de paso rodar un guión de uno de los señalados en las listas negras aunque tuvieran que aceptar que Trumbo lo hiciera por interposición de su amigo Ian McEllan Hunter, que se llevó el Oscar al mejor guión. La pasta que conllevaba se la pasó a Trumbo pero se quedó con la estatuilla. Como, ya en el 93, el hijo de McEllan no quiso devolverla la Academia le dio otro a la familia del ya fallecido Trumbo. Dos Oscar para un mismo guión.

Wyller convenció a la Paramount a costa de reducir el presupuesto, buscar una protagonista nueva (Wyller quería a Jean Simmons) de menor caché y rodar en blanco y negro. Dice la leyenda que esto último fue deliberado para que la luz de la ciudad eterna y su bullicio multicolor no robara protagonismo a sus protagonistas.

Gregory Peck era la estrella. Le apetecía probarse en comedia. Así que el casting fue a dar con una jovencita Belga de 23 años algo envarada en la prueba inicial (al terminar esta Willer siguió grabándola sin que lo supiera Hepburn, descubriendo asi todo su potencial), que estaba triunfando en el teatro con “Gigi” y que había aparecido fugazmente en algunas películas inglesas. Este era su primer protagonista y el comienzo de su leyenda. Peck se dio cuenta enseguida, pronosticó el Oscar que se llevaría y propuso que el nombre de Hepburn igualará al suyo en la cartelería. No se equivocó.

La película. ¿Como un cuento de princesas aparentemente ñoño y con una Roma de postal, pudo ser escrito por un izquierdista como Trumbo e interesar a Wyller?. Pues porque esta sencilla y vitalista historia lleva implícita una carga agridulce sobre la vida y la sociedad magistralmente planteada por Trumbo y rodada por Wyller. Las capas de la película te pueden enganchar por muchos lados. Desde la emotiva historia de amor, lo divertido de sus situaciones, la maravilla de Roma, la química entre los protagonistas o la sola presencia de Audrey Hepburn de la que es imposible no enamorarse. Ayudó también y mucho que por esa época la princesa Margarita de Gran Bretaña estuviera en el candelero a resultas de su historia de amor imposible con Peter Townsend el ayudante de su padre el Rey Jorge VI y héroe de guerra.

Pero subyacente a todo ello está la historia de un hombre y una mujer que les gustaría que su vida, que el mundo en definitiva fuera de otra manera, que la burocracia encorsetada de los poderosos, preñada de palabras huecas y hechos para la galería alejados de la vida real de la calle tuviera realmente poder para transformar la sociedad y abandonar sus privilegios caducos, que la opinión libre y la búsqueda de la verdad por aquellos que se dedican a escribir sobre los hechos e influir en la opinión pública no estuviera corrompida y viciada por el sensacionalismo, el amarillismo y todo tipo de intereses que manipulan dicha realidad a su antojo. Ese hombre y esa mujer se encuentran en un sueño imposible, en un cuento donde escapar de todo lo anterior en lo que se encuentran involucrados y disfrutar de la vida basada únicamente en el amor y la amistad. Una utopía que dura hasta las 12 de la noche cuando las calabazas se convierten en carroza o viceversa y como en el cine las ilusiones se desvanecen al encender la luz. La realidad es otra cosa. Por eso ese imborrable final que entronca con el de “El tercer hombre” de Welles aunque la técnica sea diferente, en el que a pesar de todo, también como ocurre con el cine algo se quede prendado para siempre, enganchado en el alma para los que quieran seguir creyendo con fe ciega que todo es posible.

Todo el mundo debería tener derecho a sus vacaciones en Roma.

cineziete.wordpress.com
7
19 de diciembre de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película bonita, una comedia light de simpáticos momentos y con escenas inolvidables. Es todo como una gran huída del deber, ella quiere ser libre, dedicarse tiempo a sí misma, ser feliz, disfrutar de la vida. Y no encuentra el placer entre las cuatro paredes de su palacio, no es feliz, y huye de eso sin saber muy bien por qué.

Se encuentra con Gregory Peck, que en principio ve en ella a una loca vagabunda, y luego, cuando se entera de quién es, ve la oportunidad de ganar dinero fácil con una exclusiva sin precedentes.

Juntos escapan de lo que es la mediocridad de su propia vida, cada uno a su modo, disfrutan del momento, ella hace cosas que siempre quiso hacer y él cae en la dulzura de ella.

Me ha recordado mucho, aunque salvando las distancias, a "Sucedió una noche". En el fondo trasluce una historia de amor que se fragua poco a poco. Ninguno de los dos es inocente, ninguno dice la verdad, él sabe quien es ella y ella descubrirá quién es él.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final es superbonito, él no vende la exclusiva, prefiere quedarse el momento para sí mismo, para sus adentros porque sabe que ha sido algo real y hacerlo sería traicionarla. Un final épico, simbólico y bonito.
9
18 de octubre de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no me he equivocado al escribir el apellido del director. No sé si fue "culpa" suya o del guionista Dalton Trumbo, pero hay muchas escenas que recuerdan al humor de Billy Wilder (ver spoiler).
Comencé a verla pensando que sería una comedia romántica al uso, pero me llevé la sorpresa al descubrir que no lo es. De hecho, contiene las dosis justas y necesarias de amor y muy justificado por cómo fluye la relación entre Gregory Peck y Audrey Hepburn. Sus miradas son pura química y están perfectos en sus roles: Ella, deliciosa como esa princesa bella y elegante. Él, caballero incluso por encima de lo que podría conseguir profesionalmente. Quizá esto está demasiado exagerado, pero no importa teniendo en cuenta el tinte de la película y el contrapunto que pone su compañero fotógrafo (otro personaje genial).
Tal vez lo más increíble es que nadie reconozca a Anna. Pero no olvidemos que, si el argumento transcurre en el año de estreno o en anteriores, el canal de comunicación por excelencia era la radio y pocos podían permitirse tener una televisión. Además, se supone que es la heredera de un pequeño reino (¿Liechtenstein?) sin mucha trascendencia mediática. No en vano, ni los propios periodistas le ponen rostro hasta que se anuncia su desaparición en la prensa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sobre todo en cuanto a los dobles sentidos y el juego que se traen Anna y Joe sin revelar sus verdaderas identidades. También podría ser muy de Wilder la conversación con el jefe de la agencia, las indirectas de Joe a Irving para que no descubra sus propósitos, o la escena inicial con Anna perdiendo el zapato como Cenicienta. Aunque la sorpresa para mí fue que ella no acabara durmiendo en la cama.
Eso sí, cuando él la besa por primera vez, debería hacerle dicho: ¿Esto tampoco te lo han enseñado en el "colegio"?
8
28 de noviembre de 2022 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico imperecedero del maestro Wyler, uno de esos grandes del Hollywood clásico que ha sido encasillado como currante de la industria, pero que ha dejado una lista de títulos que están entre mis favoritos de siempre. (Horizontes de Grandeza, Los mejores años de nuestra vida, La loba, La carta, Ben Hur, El coleccionsta, etc.)

En esta cinta, homenaje a las pequeñas cosas que son las que hacen esta vida más llevadera, los 3 protagonistas están encantadores. La siempre bella y natural sin artificios, Hepburn. El gran Peck, no sé porque este hombre tiene esa fama de actor regulero, que forma de llenar la pantalla. Y como no, actuación de Óscar para la ciudad de Roma.
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