Vacaciones en Roma
7.9
35,036
Comedia. Romance
Durante una visita a Roma, Ana, la joven princesa de un pequeño país centroeuropeo, trata de eludir el protocolo y las obligaciones que implica, escapándose de palacio para visitar la ciudad de incógnito. Así conoce a Joe, un periodista americano que busca una exclusiva y finge desconocer la identidad de la princesa. La pareja vivirá unas jornadas inolvidables recorriendo la ciudad. (FILMAFFINITY)
23 de diciembre de 2007
23 de diciembre de 2007
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena comedia dirigida por el gran William Wyler, a sus órdenes Gregory Peck y Audrey Hepburn, esta últiam gáno el oscar.
Audrey es una princesa que está cansada de sus obligaciones, Peck un periodista que una noche se encuentra con una chica tirada en un banco y se ve obligado a darle cobijo, más tarde se entera que es la mismísa princesa, rápidamente piensa en la exclusiva, en el dinero que podía ganar, pero todo se le echa a atrás cuando se enamora de ella.
Un gran argumento del cual ganó un oscar y unas interpretaciones de lujo por parte de Peck y Audrey, genial, bonita, con acertados toques de humor y un convincente guión, me quedo con la escena en la que pasean en moto, retrata la hermosura de la ciudad, sin duda estamos ante una de las mejores comedias clásicas.
Audrey es una princesa que está cansada de sus obligaciones, Peck un periodista que una noche se encuentra con una chica tirada en un banco y se ve obligado a darle cobijo, más tarde se entera que es la mismísa princesa, rápidamente piensa en la exclusiva, en el dinero que podía ganar, pero todo se le echa a atrás cuando se enamora de ella.
Un gran argumento del cual ganó un oscar y unas interpretaciones de lujo por parte de Peck y Audrey, genial, bonita, con acertados toques de humor y un convincente guión, me quedo con la escena en la que pasean en moto, retrata la hermosura de la ciudad, sin duda estamos ante una de las mejores comedias clásicas.
7 de diciembre de 2009
7 de diciembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Vacaciones en Roma", vaya esto por delante, es uno de los más conseguidos y amables enredos de la historia del cine. Narra un cuento de hadas, moderno, eso sí, pero un cuento de hadas, o de hada, que es la que, de fortuita manera, se aparece a un aventajado Gregory Peck, periodista que habita en Roma de forma circunstancial y dedica la mayor parte del tiempo al vino y a la holganza... Audrey Hepburn (una de las actrices más encantadoras de todos los tiempos) encarna a la princesa de un vetusto e indeterminado reino, que un buen día (o mejor, una buena noche), harta de sus obligaciones se escapa a la calle, el mundo que tiene prohibido. Lo que sigue es fácil de imaginar, el encuentro casual y el flechazo a simple vista..., aunque tampoco de la manera habitual, pues a veces van en vespa..., pero eso lo dejo para que lo descubran los espectadores.
El maestro William Wyler ("Los mejores años de nuestra vida", "Horizontes de grandeza", "Brigada 21", "Ben Hur" y tantas otras) se recrea en esta cinta (que describe tan sólo veinticuatro horas) poniendo una vez más en imágenes la quintaesencia de ese género imperecedero que es la comedia, y consigue que el espectador salga del cine con la sonrisa en los labios y una nube flotándole en el alma, que no es decir poco. ¡Quién viviera una aventura como aquella...!
Nadie debería dejar de ver esta magnífica película, que eleva al cine a las más altas cotas que en semejante arte se pueden conseguir.
El maestro William Wyler ("Los mejores años de nuestra vida", "Horizontes de grandeza", "Brigada 21", "Ben Hur" y tantas otras) se recrea en esta cinta (que describe tan sólo veinticuatro horas) poniendo una vez más en imágenes la quintaesencia de ese género imperecedero que es la comedia, y consigue que el espectador salga del cine con la sonrisa en los labios y una nube flotándole en el alma, que no es decir poco. ¡Quién viviera una aventura como aquella...!
Nadie debería dejar de ver esta magnífica película, que eleva al cine a las más altas cotas que en semejante arte se pueden conseguir.
25 de marzo de 2011
25 de marzo de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésa es la principal virtud de la cinta. Saber combinar acertadamente un ligero cuento de hadas (el argumento no es otra cosa) y un torrente de bellas imágenes bien estructuradas. Wyler intercala con talento escenas cómicas con otras de ligero dramatismo, manipulando suavemente, pero a voluntad el mood del espectador según avanza el metraje.
El argumento, sencillito, no requiere grandes esfuerzos a los actores, pero sus interpretaciones son muy correctas, en especial la de Hepburn (para los de la LOGSE, la que se parece a Amélie). Determinadas secuencias resultan algo patéticas o poco creíbles, pero se perdona en parte por la magnificencia de los escenarios en que transcurren y el fabuloso aprovechamiento que se hace de ellos.
El final de la historia es muy acertado. El recurso fácil habría sido continuar con la línea del cuento de hadas y que la feliz pareja hubiese marchado empalagosamente unida, a lomos de un Pegaso Alado, bajo lluvia de pétalos de rosa y tras renunciar a todo privilegio. Pero afortunadamente no es así. Cada personaje toma consciencia de su posición, respeta la del otro, prosigue serenamente con su camino y le propina una patada de realidad a todos los finales Made in Hollywood que se pudiera esperar.
El argumento, sencillito, no requiere grandes esfuerzos a los actores, pero sus interpretaciones son muy correctas, en especial la de Hepburn (para los de la LOGSE, la que se parece a Amélie). Determinadas secuencias resultan algo patéticas o poco creíbles, pero se perdona en parte por la magnificencia de los escenarios en que transcurren y el fabuloso aprovechamiento que se hace de ellos.
El final de la historia es muy acertado. El recurso fácil habría sido continuar con la línea del cuento de hadas y que la feliz pareja hubiese marchado empalagosamente unida, a lomos de un Pegaso Alado, bajo lluvia de pétalos de rosa y tras renunciar a todo privilegio. Pero afortunadamente no es así. Cada personaje toma consciencia de su posición, respeta la del otro, prosigue serenamente con su camino y le propina una patada de realidad a todos los finales Made in Hollywood que se pudiera esperar.
20 de noviembre de 2011
20 de noviembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un paseo agradable de la embajadora a pie de campo, tras tantas apariciones en público se humaniza a un personaje que quiere buscar el cuento en la vida vulgar, cambiar a lo cotidiano y de paso enamorarse, un humor característico y un estilo de romance posible por la droga adminstrada ante la crisis de nervios, el relato de un alma dulce es algo infantil pero tiene gracia... "¿esto es el ascensor?... no se entiende que no llame a la policía pero el secreto de estado montado provoca situaciones curiosas en plena calle de Roma, es repentina y forma un sueño maravilloso para una inadaptada al ruido de la ciudad, una aventura que llama al atrevimiento de cada uno para romper moldes de la rutina, tomarse unas cortas vacaciones para hacer pequeñas cosas.
Vivir como lo hace la gente, soltarse el pelo, o más bien cortárselo, aunque haya que montar escándalos públicos, viene a ser algo así como cuando soltaron a Tarzán pero ahora proviene de la corte, para mí además tiene escaso gancho porque no se profundiza bien en el artículo periodístico preparado, se hace turismo de calidad en aquellos tiempos del cine, se le coge cariño a la protagonista y es que el papel era para su lucimiento, para crear una leyenda, para ganar un Oscar cantado.
Es divertida, la persecución es animada y la calidad hace que sea una historia única en su relato, otra cosa es que convenza, el propio W. Wyler las tiene mejores, en gran parte no pasa de montar el número en cada escena y dibujar un romance peculiar hasta tal punto que no se describe con palabras el efecto que provoca, pero hay una falta total de compromiso social en él y parece como si tuviera que explicarse en cada gesto para excusarse, luego la vuelta sí que es de cine serio, el deber, la esclava del rango, la soledad y el dilema de la exclusiva, la profesión, el amor, la reputación, el protocolo, podría haberla cerrado buscando la grandiosidad, pero se deja expresar poéticamente, en la belleza encuentra el equilibrio que necesitaba.
Vivir como lo hace la gente, soltarse el pelo, o más bien cortárselo, aunque haya que montar escándalos públicos, viene a ser algo así como cuando soltaron a Tarzán pero ahora proviene de la corte, para mí además tiene escaso gancho porque no se profundiza bien en el artículo periodístico preparado, se hace turismo de calidad en aquellos tiempos del cine, se le coge cariño a la protagonista y es que el papel era para su lucimiento, para crear una leyenda, para ganar un Oscar cantado.
Es divertida, la persecución es animada y la calidad hace que sea una historia única en su relato, otra cosa es que convenza, el propio W. Wyler las tiene mejores, en gran parte no pasa de montar el número en cada escena y dibujar un romance peculiar hasta tal punto que no se describe con palabras el efecto que provoca, pero hay una falta total de compromiso social en él y parece como si tuviera que explicarse en cada gesto para excusarse, luego la vuelta sí que es de cine serio, el deber, la esclava del rango, la soledad y el dilema de la exclusiva, la profesión, el amor, la reputación, el protocolo, podría haberla cerrado buscando la grandiosidad, pero se deja expresar poéticamente, en la belleza encuentra el equilibrio que necesitaba.
1 de mayo de 2012
1 de mayo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
William Wyler sabe sacarle partido al magnífico guión de Hunter y Dighton. Es indudable que la historia de Dalton Trumbo, estaba planteada como un cuento, pero, Wyler hace otra cosa… La precariedad económica y laboral del periodista americano, acostumbrado a sobrevivir, con sus malas artes, entre los paparazi de Roma, es puesta en jaque por la inocencia del príncipe feliz de Oscar Wilde, antes de morir, y, convertirse en estatua. Cierto, que, la extraordinaria belleza de Audrey Hepburn, alúmina de tal modo la pantalla, que, el cuento de Trumbo, sigue estando como un hilo de oro, en todo el metraje de la película. Pero, también, está, a lo largo de la misma, el doble juego de Joe, un extraordinario y malvado Gregory Peck, que, de forma incomprensible, deja pasar la oportunidad, en el último momento… ¿o, renuncia a ella, para seguir siendo lo que siempre ha sido: un paparazi que necesita vivir, en la cuerda floja, para no ser completamente infeliz? En la puesta en escena (como dicen los franceses) de Wyler, hay múltiples lecturas simultaneas de la historia, y, de la psicología de Ana y Joe, que, no se resuelven, ni en el final, aparentemente, realista y conclusivo. La joven princesa ha aprendido la lección (como el chiste: “para que aprendas a no fiarte ni de tu padre”) y vuelve a sus tareas, aceptando dejar de ser ella misma, para ser lo que el protocolo, que representa, necesita que sea: una diosa, de cartón piedra, entre monstruos. Y todo ello ¿¡sin dejar de ser una comedia romántica!? ¡Qué equivocados estamos, todos, con este género cinematográfico! Como una golosina que esconde una pastilla de cianuro, la disfrutamos como si fuera un mero entretenimiento… Roman Holiday ¿Buena…? No… ¡Colosal!
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