Caballero sin espada
1939 

7.8
13,084
Drama
Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable, es nombrado senador. Ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender ... [+]
1 de mayo de 2020
1 de mayo de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi por primera vez el 25 de septiembre de 2011, y 1 de 2 usuarios le pareció útil mi primera crítica. Una crítica que comentaba que era un tema que estaba en actualidad. No me gustó el principio ya que irradiaba de patriotismo estadounidense, bastante vomitivo. Pero luego la película da un giro y hace un resumen de lo que pasaba por aquel entonces, como el 15M. Me llamó la atención como en una escena la policía hacía callar con mangueras de agua a la gente que tenía razón (tal cual pasaba en el 15M) viendo que desgraciadamente las cosas no han cambiado.
Vista de nuevo, sí que veo un patriotismo brutal en la película, aunque tuvo mucha crítica cuando se estrenó. ¿Adivináis de donde vino el 100% (o casi) de esa crítica negativa? De los políticos! Y eso quiere decir, que realmente hay corrupción en la política (que cosas digo, ni que fuera novedad).
Desgraciadamente esta historia no acaba siendo real, porque los políticos corruptos ganan la partida, tal como la vida real.
Tuvo muchísimo éxito en taquilla y fue prohibida en países ocupados por los alemanes (años más tarde, lógicamente) y también en España, por Franco.
Aunque la película relata que no hay libertad de prensa, justamente estos actos lo corroboran. Aunque me hace gracia que el guión de la película fue llevaba a los censores, para que den su visto bueno, ¿que libertad es esa?
Realmente me ha sorprendido en ese aspecto, porque realmente critica la corrupción, los cimientos "sólidos" de norte américa, que están mancillados por la política actual (de entonces), y que 1 hombre haga un gran cambio, es posible (lo dudo, pero es lo que quiere transmitir la película).
Vista de nuevo, sí que veo un patriotismo brutal en la película, aunque tuvo mucha crítica cuando se estrenó. ¿Adivináis de donde vino el 100% (o casi) de esa crítica negativa? De los políticos! Y eso quiere decir, que realmente hay corrupción en la política (que cosas digo, ni que fuera novedad).
Desgraciadamente esta historia no acaba siendo real, porque los políticos corruptos ganan la partida, tal como la vida real.
Tuvo muchísimo éxito en taquilla y fue prohibida en países ocupados por los alemanes (años más tarde, lógicamente) y también en España, por Franco.
Aunque la película relata que no hay libertad de prensa, justamente estos actos lo corroboran. Aunque me hace gracia que el guión de la película fue llevaba a los censores, para que den su visto bueno, ¿que libertad es esa?
Realmente me ha sorprendido en ese aspecto, porque realmente critica la corrupción, los cimientos "sólidos" de norte américa, que están mancillados por la política actual (de entonces), y que 1 hombre haga un gran cambio, es posible (lo dudo, pero es lo que quiere transmitir la película).
2 de julio de 2020
2 de julio de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película, obra o creación artística nunca está desligada de un contexto de producción, pues está ceñida por ciertas condiciones históricas, políticas, económicas y culturales. Caballero sin espada se estrena en 1939, año de propuestas geopolíticas de regímenes gubernamentales: totalitarismos en Europa y democracia en EE.UU. La legitimidad discursiva, siempre estratégica, de la autocrítica allana el camino de una propuesta política. Eso es precisamente lo que hace Capra: devela los vicios de la democracia representativa pero estos son derrotados al interior de ella misma. Presenciamos, en el fondo, la auto-superación de la democracia, en tiempos en los que Estados Unidos se erigía como su representante más conspicuo.
Todo reboza, sin embargo, de americanismo. La apelación constante de figuras históricas gringas como deidades de la democracia junto al capitolio y la propia constitución propugnan por este imperialismo, por demostrar a Estados Unidos como el más noble representante de la democracia representativa. El salvador de la democracia está dentro de las dinámicas y praxis de la democracia. El colmo de este planteamiento radica en la provisión de la inocencia misma (la pureza, la candidez), en un hombre no viciado, niños y espacios rurales que enarbolan las buenas prácticas de la democracia. El film de Capra, en suma, opera como discurso de legitimidad al proyecto político y geopolítico, a la larga, de Estados Unidos, la férrea defensa a los valores democráticos.
Es dable creer, sin embargo, para su época, que esta película constituyó una crítica portentosa al modelo político de un imperio aún no consagrado, que podría haber atentado contra su buena imagen. Parcialmente, eso se valora. Fue un golpe para su época, no para la nuestra.
Ahora, en relación a lo propiamente cinematográfico, las actuaciones fueron bastante buenas, con un papel principal, sin embargo, ingenuo sobremanera (uno se pregunta hasta qué punto había necesidad de hacer un plano a las caderas de James Stewart mientras conversaba con la hija del senador corrupto para graficar su timidez y torpeza. Una toma algo excéntrica e innecesaria, si después de todo la hija del senador no vuelve a involucrarse mayormente en la trama. La actuación de Claude Rains es notable, interpretada con una fuerza y verosimilitud digna de loas.
Todo reboza, sin embargo, de americanismo. La apelación constante de figuras históricas gringas como deidades de la democracia junto al capitolio y la propia constitución propugnan por este imperialismo, por demostrar a Estados Unidos como el más noble representante de la democracia representativa. El salvador de la democracia está dentro de las dinámicas y praxis de la democracia. El colmo de este planteamiento radica en la provisión de la inocencia misma (la pureza, la candidez), en un hombre no viciado, niños y espacios rurales que enarbolan las buenas prácticas de la democracia. El film de Capra, en suma, opera como discurso de legitimidad al proyecto político y geopolítico, a la larga, de Estados Unidos, la férrea defensa a los valores democráticos.
Es dable creer, sin embargo, para su época, que esta película constituyó una crítica portentosa al modelo político de un imperio aún no consagrado, que podría haber atentado contra su buena imagen. Parcialmente, eso se valora. Fue un golpe para su época, no para la nuestra.
Ahora, en relación a lo propiamente cinematográfico, las actuaciones fueron bastante buenas, con un papel principal, sin embargo, ingenuo sobremanera (uno se pregunta hasta qué punto había necesidad de hacer un plano a las caderas de James Stewart mientras conversaba con la hija del senador corrupto para graficar su timidez y torpeza. Una toma algo excéntrica e innecesaria, si después de todo la hija del senador no vuelve a involucrarse mayormente en la trama. La actuación de Claude Rains es notable, interpretada con una fuerza y verosimilitud digna de loas.
19 de marzo de 2023
19 de marzo de 2023
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para normalizar la corrupción.
Para normalizar la manipulación mediática.
Para que creas que puedes pensar y hablar libremente.
Para que confíes en que siempre te quedará algún representante que te represente.
Para que se use a los niños como anzuelo político.
Para que el infantilismo se adueñe de tu mente.
Para que te rindas ante los iconos del oficialismo (el Capitolio o la estatua de Lincoln).
Para que creas que el sistema tiene agujeros que permiten que triunfe el bien.
Para que aplaudas con las orejas la historia patriótica de tu país.
Para que te arrodilles ante la Constitución y lagrimees.
Panegírico, por momentos, insufrible, sobre el sistema político americano. Ondea la bandera americana y suena su himno salvador. Mr. Smith eleva la barbilla y queda engolado frente a sus totems.
Mr. Smith, el personaje echa pa´trás, aunque sea el bueno de James, está demasiado atontado como para que le cojas cariño. Y si este personaje te repele, la película no se puede salvar. A muchos sí les gusta, en ese caso no puedo hacer nada.
¡Qué aburrido el mundo de la política! ¡Y más si es tan predecible! ¡Cuánto revuelo por un senador! ¡Creería la gente que un solo tipo nos puede salvar!
Te tendrás que tragar un puñado de minutos en los que te explicarán el funcionamiento de las Cortes americanas.
Por tanto, el filme reúne historia y drama, documental y Derecho. Si te interesa el funcionamiento y usos de las Cortes estadounidenses, esta es tu película.
Las escenas de ira de Mr. Smith; Mr. Smith tratando de hacer su Ley; Clarisse y su supuesta claudicación junto a su amigo periodista; el papel buenista del moderador del Senado; el uso facilón del despeinado de Mr. Smith; todo el torbellino de movimiento juvenil en los momentos clímax de la película... demasiados lastres o palos en las ruedas de la cinta.
¡Ver lo positivo!: El sistema tiene fallas, está llena de gente interesada, pero hay individuos que pueden conseguir que triunfe el bien. El ideal, un ser ingenuo que ha leído a Jefferson y a nosequién más, sentimental y bonachón, que no sabe dónde se mete pero al que el amor de una mujer puede llevarle a acometer la heroicidad. El acto de enfrentarse contra todo y contra todos. La inocencia frente a la turbiedad y la complejidad. El tintineo de la voz de Jean Arthur.
Entiendo a los que se quedan con el positivismo pretencioso de esta producción, y que confían en las bondades ocultas de este sistema político (el del país más rico del mundo, en ese momento, no lo olviden). Entiendo a los que el infantilismo subyacente no les encoje el disfrute, todo lo contrario, los espolea a la ilusión más esperanzadora. Entiendo a quienes emociona este cine de los 30, tan optimista a veces, tan humanizante a veces, tan sencillo y moralista a veces, a mí también me gusta a veces. Un 4 de regular, y con el temor de estar siendo generoso.
Para normalizar la manipulación mediática.
Para que creas que puedes pensar y hablar libremente.
Para que confíes en que siempre te quedará algún representante que te represente.
Para que se use a los niños como anzuelo político.
Para que el infantilismo se adueñe de tu mente.
Para que te rindas ante los iconos del oficialismo (el Capitolio o la estatua de Lincoln).
Para que creas que el sistema tiene agujeros que permiten que triunfe el bien.
Para que aplaudas con las orejas la historia patriótica de tu país.
Para que te arrodilles ante la Constitución y lagrimees.
Panegírico, por momentos, insufrible, sobre el sistema político americano. Ondea la bandera americana y suena su himno salvador. Mr. Smith eleva la barbilla y queda engolado frente a sus totems.
Mr. Smith, el personaje echa pa´trás, aunque sea el bueno de James, está demasiado atontado como para que le cojas cariño. Y si este personaje te repele, la película no se puede salvar. A muchos sí les gusta, en ese caso no puedo hacer nada.
¡Qué aburrido el mundo de la política! ¡Y más si es tan predecible! ¡Cuánto revuelo por un senador! ¡Creería la gente que un solo tipo nos puede salvar!
Te tendrás que tragar un puñado de minutos en los que te explicarán el funcionamiento de las Cortes americanas.
Por tanto, el filme reúne historia y drama, documental y Derecho. Si te interesa el funcionamiento y usos de las Cortes estadounidenses, esta es tu película.
Las escenas de ira de Mr. Smith; Mr. Smith tratando de hacer su Ley; Clarisse y su supuesta claudicación junto a su amigo periodista; el papel buenista del moderador del Senado; el uso facilón del despeinado de Mr. Smith; todo el torbellino de movimiento juvenil en los momentos clímax de la película... demasiados lastres o palos en las ruedas de la cinta.
¡Ver lo positivo!: El sistema tiene fallas, está llena de gente interesada, pero hay individuos que pueden conseguir que triunfe el bien. El ideal, un ser ingenuo que ha leído a Jefferson y a nosequién más, sentimental y bonachón, que no sabe dónde se mete pero al que el amor de una mujer puede llevarle a acometer la heroicidad. El acto de enfrentarse contra todo y contra todos. La inocencia frente a la turbiedad y la complejidad. El tintineo de la voz de Jean Arthur.
Entiendo a los que se quedan con el positivismo pretencioso de esta producción, y que confían en las bondades ocultas de este sistema político (el del país más rico del mundo, en ese momento, no lo olviden). Entiendo a los que el infantilismo subyacente no les encoje el disfrute, todo lo contrario, los espolea a la ilusión más esperanzadora. Entiendo a quienes emociona este cine de los 30, tan optimista a veces, tan humanizante a veces, tan sencillo y moralista a veces, a mí también me gusta a veces. Un 4 de regular, y con el temor de estar siendo generoso.
1 de diciembre de 2010
1 de diciembre de 2010
5 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Saliendo del cine se acerca Capra y me pregunta:
-¿Que te pareció la película?
-Perdí mi tiempo viendo estúpida película. Durante dos horas lo único que hace es hablar y hablar, no le dispara a nadie.
En esa Stewart le dice a Capra.
-Vieron, la película es basura, solo que nadie se atreve a decírmelo
-¿Que te pareció la película?
-Perdí mi tiempo viendo estúpida película. Durante dos horas lo único que hace es hablar y hablar, no le dispara a nadie.
En esa Stewart le dice a Capra.
-Vieron, la película es basura, solo que nadie se atreve a decírmelo
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácil de manipular, es designado senador. Lo que ignora es que en Wahsington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su ayudante, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender apasionadamente la democracia, pone en evidencia una importante trama de corrupción.
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