FlowAnimación
7.3
9,052
Animación. Aventuras
Un gato se despierta en un mundo cubierto de agua, donde la raza humana parece haber desaparecido. Busca refugio en un barco con un grupo de otros animales. Pero llevarse bien con ellos resulta ser un reto aún mayor que superar su miedo al agua. Todos tendrán que aprender a superar sus diferencias y adaptarse a este nuevo mundo en el que se encuentran. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2025
9 de abril de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un mundo saturado de discursos vacíos sobre el cambio climático, “Flow, un mundo que salvar” irrumpe como un torrente emocional y visual que no solo informa: conmueve, remueve y despierta conciencias dormidas. Este impactante documental dirigido por David Martínez Suárez no es solo una llamada de atención; es un grito de auxilio desde los rincones más olvidados del planeta. Desde la sequía extrema en Kenia hasta los efectos devastadores del deshielo en el Ártico, la cinta expone las consecuencias humanas del desastre ecológico con una delicadeza narrativa poco habitual en este género. Si alguna vez un documental mereció ser llamado urgente, es este.
El arte de observar sin juzgar: una cámara que acompaña
A diferencia de muchos documentales de corte activista que caen en el panfleto o el sermón, Flow opta por una mirada más poética y humana. La cámara sigue a cinco personas de distintas partes del mundo, cada una enfrentando su propio conflicto climático. Lo extraordinario es cómo el director logra mantener una distancia justa: ni exhibe ni explota, solo acompaña. Cada plano transmite un respeto por el entorno y por las personas filmadas, recordando al estilo sobrio y elegante de Parténope o la sensibilidad silenciosa de Adolescencia.
La edición, a cargo de Marta Pastor, es otro de los pilares narrativos del documental. Con un ritmo contenido pero constante, consigue que incluso los silencios digan más que las palabras. Hay momentos —como una conversación entre dos niñas en una aldea peruana afectada por la minería— que bastarían por sí solos para justificar toda la existencia del film.
Una banda sonora que respira con el planeta
Uno de los grandes aciertos de Flow es su banda sonora orgánica, compuesta por Raül Refree, quien ya demostró su sensibilidad en proyectos de corte social. Aquí, sus composiciones se funden con los sonidos del entorno: el rumor del viento, el crujido del hielo, la respiración agitada de un niño que camina kilómetros para conseguir agua. No es música para decorar, es música que amplifica el mensaje.
Estos recursos no son banales. Al contrario: sirven para reforzar la conexión emocional del espectador con las historias humanas, evitando el agotamiento emocional que tantos documentales sobre ecología terminan provocando.
Un mensaje potente sin necesidad de subrayar
La grandeza de “Flow” está en su sutileza. No necesita voces en off solemnes ni expertos que pontifican. Las historias, por sí solas, bastan para generar una conciencia transformadora. Es lo que diferencia esta obra de propuestas similares: aquí la emoción no es un medio, es un fin, y eso la emparenta directamente con películas como Dear Zachary o incluso Las tres muertes de Marisa Escobedo, donde el componente emocional se convierte en argumento definitivo.
Cuando vi Flow, me pasó algo que no me ocurría desde que vi Capturing the Friedmans: salí del cine con la sensación de que algo en mí había cambiado. No por los datos, no por las imágenes impactantes, sino por la humanidad con la que se presenta una catástrofe que ya está entre nosotros.
Una experiencia transformadora para todos los públicos
Lo más admirable de Flow es su capacidad para conectar con públicos diversos: no se requiere ser un experto en ecología ni un militante del activismo climático. Esta película habla a todos. Desde jóvenes estudiantes hasta adultos escépticos, Flow logra lo que muy pocas cintas consiguen: que salgas del cine queriendo hacer algo, lo que sea, pero hacer algo.
Valoración:
★★★★★
LO MEJOR
El tratamiento visual y emocional de los testimonios.
La banda sonora perfectamente integrada al relato.
La estructura narrativa sin artificios ni condescendencia.
LO PEOR
Puede resultar demasiado emocional para quienes buscan un enfoque más técnico o académico.
Su visión tan humana y personal deja fuera algunos aspectos estructurales del problema climático.
¿A quién va dirigida esta película?
Flow, un mundo que salvar es perfecta para aquellos que creen que el cine puede cambiar el mundo. También es recomendable para docentes, activistas medioambientales, adolescentes sensibles a las causas sociales y para cualquier persona que alguna vez haya sentido que el cambio climático es demasiado lejano o abstracto. Esta película te hará entender que la tragedia ya ha empezado, y es profundamente humana.
Crítica Completa en: https://criticasdecinehoy.blogspot.com/2025/04/flow-un-mundo-que-salvar-critica.html
El arte de observar sin juzgar: una cámara que acompaña
A diferencia de muchos documentales de corte activista que caen en el panfleto o el sermón, Flow opta por una mirada más poética y humana. La cámara sigue a cinco personas de distintas partes del mundo, cada una enfrentando su propio conflicto climático. Lo extraordinario es cómo el director logra mantener una distancia justa: ni exhibe ni explota, solo acompaña. Cada plano transmite un respeto por el entorno y por las personas filmadas, recordando al estilo sobrio y elegante de Parténope o la sensibilidad silenciosa de Adolescencia.
La edición, a cargo de Marta Pastor, es otro de los pilares narrativos del documental. Con un ritmo contenido pero constante, consigue que incluso los silencios digan más que las palabras. Hay momentos —como una conversación entre dos niñas en una aldea peruana afectada por la minería— que bastarían por sí solos para justificar toda la existencia del film.
Una banda sonora que respira con el planeta
Uno de los grandes aciertos de Flow es su banda sonora orgánica, compuesta por Raül Refree, quien ya demostró su sensibilidad en proyectos de corte social. Aquí, sus composiciones se funden con los sonidos del entorno: el rumor del viento, el crujido del hielo, la respiración agitada de un niño que camina kilómetros para conseguir agua. No es música para decorar, es música que amplifica el mensaje.
Estos recursos no son banales. Al contrario: sirven para reforzar la conexión emocional del espectador con las historias humanas, evitando el agotamiento emocional que tantos documentales sobre ecología terminan provocando.
Un mensaje potente sin necesidad de subrayar
La grandeza de “Flow” está en su sutileza. No necesita voces en off solemnes ni expertos que pontifican. Las historias, por sí solas, bastan para generar una conciencia transformadora. Es lo que diferencia esta obra de propuestas similares: aquí la emoción no es un medio, es un fin, y eso la emparenta directamente con películas como Dear Zachary o incluso Las tres muertes de Marisa Escobedo, donde el componente emocional se convierte en argumento definitivo.
Cuando vi Flow, me pasó algo que no me ocurría desde que vi Capturing the Friedmans: salí del cine con la sensación de que algo en mí había cambiado. No por los datos, no por las imágenes impactantes, sino por la humanidad con la que se presenta una catástrofe que ya está entre nosotros.
Una experiencia transformadora para todos los públicos
Lo más admirable de Flow es su capacidad para conectar con públicos diversos: no se requiere ser un experto en ecología ni un militante del activismo climático. Esta película habla a todos. Desde jóvenes estudiantes hasta adultos escépticos, Flow logra lo que muy pocas cintas consiguen: que salgas del cine queriendo hacer algo, lo que sea, pero hacer algo.
Valoración:
★★★★★
LO MEJOR
El tratamiento visual y emocional de los testimonios.
La banda sonora perfectamente integrada al relato.
La estructura narrativa sin artificios ni condescendencia.
LO PEOR
Puede resultar demasiado emocional para quienes buscan un enfoque más técnico o académico.
Su visión tan humana y personal deja fuera algunos aspectos estructurales del problema climático.
¿A quién va dirigida esta película?
Flow, un mundo que salvar es perfecta para aquellos que creen que el cine puede cambiar el mundo. También es recomendable para docentes, activistas medioambientales, adolescentes sensibles a las causas sociales y para cualquier persona que alguna vez haya sentido que el cambio climático es demasiado lejano o abstracto. Esta película te hará entender que la tragedia ya ha empezado, y es profundamente humana.
Crítica Completa en: https://criticasdecinehoy.blogspot.com/2025/04/flow-un-mundo-que-salvar-critica.html
19 de abril de 2025
19 de abril de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un CINE que salvar. Un poco de aire fresco en la cartelera, una película de animación, fantástica pero no infantil, original en su enfoque, en el que los animales parecen animales y se comportan (con ciertas licencias) como animales. Una estética bonita, una música agradable y acorde a la experiencia. Porque es justo eso, una experiencia. No va a ser del agrado de un público generalista porque los animales no bailan y canturrean, porque el desarrollo es lento y sin demasiada acción... Ojo, no digo que sea aburrida, digo que es una película para relajarse y recrearse en disfrutarla sin más. Para dejarse llevar y "fluir". Una expresión artística más que un producto comercial, algo a lo que por desgracia estamos poco acostumbrados.
Pero el título... Un mundo que salvar? Me van a perdonar, pero el que le ha puesto el subtítulo a la película en España no la ha visto, o ha querido entender todo al revés. O se ha hecho su propia película, y en su burbuja ha creído/querido ver otra cosa.
Pero el título... Un mundo que salvar? Me van a perdonar, pero el que le ha puesto el subtítulo a la película en España no la ha visto, o ha querido entender todo al revés. O se ha hecho su propia película, y en su burbuja ha creído/querido ver otra cosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un mundo que salvar.... De qué? De quién? Y quién tiene la responsabilidad de salvarlo? Haciendo o dejando de hacer qué? En serio se puede ver algo de todo eso en esta película? Un título absurdo que tiene justamente el sentido opuesto a lo que contiene esta propuesta.
La historia es bastante simple... Llega el agua, sube, baja, y los protagonistas no tienen ningún tipo de control sobre esto, sólo les queda dejarse llevar y aceptarlo, asumirlo como tal y sobrevivir. Y nada más! No hay nada que salvar, nada! Una grata sorpresa: La película trata de FLUIR, y no de INFLUIR. Por fin!
La historia es bastante simple... Llega el agua, sube, baja, y los protagonistas no tienen ningún tipo de control sobre esto, sólo les queda dejarse llevar y aceptarlo, asumirlo como tal y sobrevivir. Y nada más! No hay nada que salvar, nada! Una grata sorpresa: La película trata de FLUIR, y no de INFLUIR. Por fin!
30 de diciembre de 2024
30 de diciembre de 2024
10 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ser nada del otro mundo, la película es bonita, interesante y honesta. Te hace pensar. Te hace imaginar. Los animales parecen animales (casi siempre). Te engancha. Te hace empatizar.
Es decir, todo de lo que carece Wild Robot lo tienes aquí. La supera por mucho.
Es decir, todo de lo que carece Wild Robot lo tienes aquí. La supera por mucho.
24 de marzo de 2025
24 de marzo de 2025
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gints Zilbalodis propone esta película de animación para niños y mayores. En el caso de los pequeños se aburren y los mayores más. No comprendo la obsesión, que ya propone el título, de que las películas sean manuales para todo tipo de cosas en apariencia hermosas.
Los chavales deben ir al cine a disfrutar, reírse, emocionarse, asombrarse, etc. no ha recibir lecciones profundas más propias de los best-sellers de autoayuda, tan de moda en estos momentos, que de una tarde divertida de cine.
No obstante la animación está hecha con gusto y ayuda a sobrellevar la repetición, una y otra vez, de secuencias semejantes.
Si además sumamos el indecente precio de las palomitas y la bebida, mejor, si queremos ir a ver Flow, que pasemos antes por un chino para abastecernos.
Me gustan más las infantiles de cuentos y situaciones inverosímiles.
Los chavales deben ir al cine a disfrutar, reírse, emocionarse, asombrarse, etc. no ha recibir lecciones profundas más propias de los best-sellers de autoayuda, tan de moda en estos momentos, que de una tarde divertida de cine.
No obstante la animación está hecha con gusto y ayuda a sobrellevar la repetición, una y otra vez, de secuencias semejantes.
Si además sumamos el indecente precio de las palomitas y la bebida, mejor, si queremos ir a ver Flow, que pasemos antes por un chino para abastecernos.
Me gustan más las infantiles de cuentos y situaciones inverosímiles.
17 de mayo de 2025
17 de mayo de 2025
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera media hora dudaba del rumbo que iba a tomar este gato negro y sus extraños (y feos) colegas: la granja de Orwell, la vida de Pi, Waterworld…; la siguiente media hora he rezado para que en mitad del insufrible viaje se encontraran al pato Donald tocando el banjo o a Dory, buscando a nemo, para animar un poco el tedio; al final he intuido, porque me he quedado dormido, que alguno de los bichos, feos hasta decir basta, encuentra el tapón de la bañera y deja que todo flowya desagüe abajo, para que este bodrio termine donde empezó. No sé si hay alguna explicación que se me escapa o si el director ha dejado en alguna entrevista sesudos comentarios, cual árbitro del VAR, sobre los enigmas ocultos que esconden sus animalitos. Me crié con los dibujos de FIbañez, Bugs Bunny, el coyote y Disney. Y a mi edad no los cambio ni por un oscar.
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