Flow es un experimento extraño, cuyo guión parece haber sido improvisado sobre la marcha, porque sus protagonistas, se dejan llevar, fluyen a través de su instinto y eso les conduce a distintos lugares y a situaciones inesperadas.
Nos recuerda que aún tenemos mucho que aprender de los animales.

Estéticamente es preciosa, su animación bien parece la transición de algún videojuego indie, pero no le hace falta disponer de la máxima definición por particula para brillar con luz propia.

Es por ello que tiene su mérito, es muy random, pero a la vez es una desventura entretenida de principio a fin sin necesidad de que su elenco articule una sola palabra y eso es difícil de conseguir.

Si bien vimos también una película muda hace poco española llamada "Robot Dream", creo que aquí hicieron un mejor trabajo a la hora de contar algo que llegue al espectador sin tanta canción puesta en bucle y con más alma en términos generales.

Flow sin duda merece su nominación al Óscar, y no solo por lo bien dirigida que está a nivel técnico y demás, sino por lo que representa en sí.

Visualmente es exquisita, sobre todo destacándose las animaciones, que lucen naturales y muy fluidas. Ya por este apartado es una película más que aprobada, que te logra entretener y mantener expectante desde el minuto uno.

Lo que no me terminó de convencer fue la historia, la cual además de recurrir a varios y redundantes artificios medio sensibleros, no llega a desarrollarse del todo, quedándose en muchas ocasiones en un loop constante de escenas y situaciones repetitivas.

Si la tengo que comparar con la otra gran película animada de 2024,es decir, Wild Robot, creo que Flow tiene un poquito más de fuerza argumental, aunque tampoco llegue explotarla del todo, como le sucede también a DreamWorks pero durante más minutos de duración.

Flow.

Una película donde no hace falta ningún diálogo para cautivarte y adentrarte en una historia única y preciosa. A través de la perspectiva de un gato, se enfrenta a una ola de adversidades, donde la aceptación, la supervivencia y el instinto serán clave para la culminación de este film.

Destaca el nivel de realismo de los animales, donde hasta el más mínimo gesto, sonido o acción resultan muy auténticos.

Gints Zilbalodis ha llevado la animación a un nivel espectacular que, junto a su banda sonora y sus planos, hacen de esta aventura una maravilla audiovisual.

No hay animales que piensen, gesticulen o hablen como humanos. No hay una sola palabra, sólo los sonidos que emite cada animal. No hay explicación alguna (ni antes, ni durante, ni al final) del por qué de la situación apocalíptica que se vive ni en que época transcurre la historia. No hay una animación clásica que aluda a Disney o Pixar. No hay un argumento con introducción, nudo y desenlace; sólo un mínimo hilo conductor que te abraza y te invita a ser parte de su periplo. ¿Sabés lo que sí hay? Arte, eso que casi no aparece en estos tiempos de consumo y streaming.

Si tenés hijos, sobrinos o nietos, no puedo menos que recomendarte que se unan en este viaje. Y al culminarlo se vayan a dormir con el espíritu lleno de emoción.

Esta producción letona de animación irrumpe en la oferta del recinto del cine de autor (Cinética Nacional de México) y comienza con una exitosa aceptación entre el público, lo cual le permite el salto a salas comerciales y ya perfilada en los Oscares, se hace acreedora a la presea estadounidense a mejor película animada.

Refugiada totalmente en la naturaleza animal y de los fenómenos climatológicos, la originalidad de «Flow» se sostiene de acciones y respuestas por instinto y un cierto grado de procesamiento de aprendizaje de las especies contempladas para subsistir entre lo agreste de la devastación del medio.

La animación en un silente total de comunicación verbal al omitir la participación humana en el argumento, los animales son los encargados de enriquecer con maullidos, ladridos, crotoreos, chillidos, granizdos y cabalgos la experiencia auditiva que nos acerca de lleno a la experiencia con la naturaleza onírica a través de la pantalla.

La historia se centra en un gato como hilo conductor —engrandeciendo a los felinos como especie con un monumental encuadrado en algunas escenas—, en una travesía de momentos instados por una inundación repentina que romperán su tranquila rutina, por una constante supervivencia contra los efectos de una naturaleza que tiende al cambio y regeneración de las regiones y el ecosistema.

Con cierto flirteo con ese cine de visión conciliatoria —dada la interacción de sus personajes—, el título trae un fondo metafórico de enseñanzas aplicables a la vida relativas a la confrontación de adversidades, con ese instintivo sentido de resiliencia ante posibles momentos repletos de inconvenientes. El film tampoco olvida recordar ese respeto que debemos recobrar por el ecosistema en general y que como especie, nosotros formamos parte de él y no al revés, la naturaleza no nos pertenece.