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Poder absoluto

Intriga. Thriller. Drama Luther Whitney, un especialista en grandes robos, planea desvalijar la mansión de un magnate que se encuentra de vacaciones en el Caribe. Sin embargo, una vez dentro, es testigo involuntario de un asesinato que involucra al Presidente de Estados Unidos, a su jefe de gabinete y a dos agentes del Servicio Secreto. Pero, ¿a quién puede recurrir un criminal para acusar de asesinato a alguien relacionado con la Casa Blanca? (FILMAFFINITY)
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7
26 de julio de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
Sucede que, esa figura de confianza elegida democráticamente por el pueblo para dirigir nada menos que un país, termine siendo lo contrario de lo que se pensaba. Tal vez el poder, que lo lleva todo a la ambición, la corrupción, pero puede que sea sólo el medio para perpetuar una maldad.
No podemos confiar nuestra vida ni seguridad a nadie. Y una figura política es una de las mejores pruebas de ello.

Debía de ser un sentimiento generalizado en la Norteamérica de mitad de los '90 por culpa del sr. Bill Clinton, el caso es que el recelo hacia la figura presidencial estaba a la orden del día; ¿serían las subidas de los impuestos, los fraudes bancarios, la creación masiva de puestos de funcionarios o los escándalos sexuales, lo que impulsó al entonces abogado de 30 años David Baldacci a crear toda una intriga alrededor de dicha personalidad implicándole nada menos que en un caso de infidelidad y asesinato? Este es el punto de partida de "Absolute Power" su ópera prima y "best-seller" a poco de publicarse en 1.996.
En ella desgajaba a través de una lectura bastante complicada y más de 400 páginas la tremenda hipocresía del alto poder ejecutivo de la nación, uniendo los lectores del momento el personaje ficticio de Alan Richmond indisociablemente con Clinton. William Goldman, uno de los guionistas más hábiles que existen, reorganiza un poco la estructura y le concede mayor importancia al protagonista, el ladrón de guante blanco Luther Whitney, ya que irá a interpretarlo Clint Eastwood, ese al que todavía le llegaban los ecos de gloria de "Los Puentes de Madison" y "Sin Perdón"...pero que se empezarían a disipar poco a poco debido a una serie de títulos irregulares, hasta la llegada de la tremenda "Mystic River".

Por ahora nuestro querido Clint es el héroe de una fantasía ubicada en un universo negro que escapa de sus dramas humanos y realistas. Habitamos la alternativa de los robos impensables y las conspiraciones increíbles, y en ella nos introduce con su acostumbrada calma, presentando apenas con dos líneas de diálogo un personaje que es sinónimo de su estilo: el solitario y escurridizo "outsider" sin contacto real con el Mundo ni mucho menos con sus familiares, pero muy entregado a sus propias convicciones. Este prólogo es, a nivel técnico, narrativo y de interpretaciones un triunfo que ya establece el peculiar estilo del film.
Cuando Whitney escoge la mansión de un millonario como objeto de atraco no es consciente del peligro que corre, pues la esposa de aquél se encuentra en pleno proceso de infidelidad. El silencio que reinaba entre escenarios en penumbra se rompe con una escena de sexo tan morbosa como áspera y patética, entre la sra. Sullivan y Richmond, que el anterior observará desde una cámara de seguridad escondida por una engañosa puerta-espejo. En el caso de Baldacci esto era un guiño, nada casual, a las aventuras de Bernie Rhodenbarr, el famoso ladrón creado por Lawrence Block en los '70, y más en concreto a la de "The Burglar in the Closet".

En el caso de Eastwood se trata de recuperar el más viejo motivo del suspense "hitchcockiano": el "voyeurismo" como medio de acceso al conocimiento. Si el maestro inglés daba al público la mejor butaca de la sala al ponerle en la posición inamovible de Jefferies en "La Ventana Indiscreta", para ser testigo del terrible espectáculo, la situación se repite, y desde luego esta escena con Whitney sentado en la cámara observando atónito lo sucedido tiene el sello de Hitchcock por todas partes. DePalma habría matado por filmarla.
También asumimos la posición de espectador de este álter-ego del actor/director. Somos sus cómplices en la observación del crimen sexual y al igual que nosotros él no puede abandonar esta ilusión proyectada desde el otro lado cual intriga de novela barata, con unas situaciones e interacciones entre personajes terriblemente absurdas, casi paródicas (el presidente aquí concebido, nada menos que con el rostro granítico de Gene Hackman, no es menos ridículo que los miembros de su Servicio Secreto). Pero para nosotros esta ficción es por desgracia su realidad, a la que regresa cuando abre de nuevo la puerta; deja de ser entonces un espectador de la película para participar en ella.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Al final lo que más se disfruta es ver al viejo fuera de la ley afrontar situaciones un tanto rocambolescas a su edad, y todas ellas clichés (¿quién no se esperaba que uno de los amigos del presidente cayera en sus manos?). Venganza y complots, una maraña de acciones estúpidas, un romance que no iba a ningún sitio (el de Frank y Kate) y un clímax del todo anticlimático (en la novela Whitney era detenido y el protagonismo pasaba a Graham, así que el guionista ha tenido que inventarse otras cosas).
La película divaga, se atreve a ser más inverosímil que el más inverosímil de los "thrillers" "depalmanianos" en homenaje a Hitchcock, y opera a niveles de entretenimiento nada sofisticados, aunque su dirección y puesta en escena sí lo sean (gracias a Jack Green y Henry Bumstead). Tan loca e irreverente que resulta deliciosa; da gusto ver a un Eastwood de casi 70 años desafiar tanto al sentido común...por desgracia pocos lo sintieron así en el momento de su estreno.
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spoiler:
Libre de nuevo Whitney, su fuga alimenta una conspiración construida a base de los rebotes ilógicos propios del género y en los cuales una serie de secundarios se inmiscuirán, salvo el personaje clave de Jack Graham, abogado y ex-novio de la hija del ladrón, que ocupaba la mayor parte de la novela y que aquí está ausente. Eastwood acapara la atención.
"Poder Absoluto" vuelve a la ficción "hitchcockiana", la de esos curiosos e inocentes perseguidos por individuos que encarnan el Mal desde lugares desconocidos al ojo público, una nueva versión de "39 Escalones" sin miedo a pasar por los mismos lugares de "Frenético" e "Impacto".

El guiño a las formas de Polanski, DePalma o Pakula también está presente mientras el actor/director se deja llevar por la emoción incoherente. Quien se haya acercado a la novela apreciará la prosa densa y torpe de Baldacci, su manía por la información sin sustancia, su redundancia pretenciosa (al fin y al cabo fue su primera obra); Goldman comete errores similares y Eastwood los filma despreocupado, poseído por el espíritu de su "yo" de décadas pasadas, el de "Firefox", "Ruta Suicida" o "El Cadillac Rosa". Y, sinceramente, es de agradecer, porque tendemos a encumbrar tanto a los maestros que en cuanto se apartan de sus llamadas "grandes obras" ya dejan de cumplir con las expectativas que muchos se habían forjado.
Dejémosle por una vez navegar en su tremenda e ingenua locura cimentada sobre la existencia de ese puñal ensangrentado. Aunque los individuos que le rodean resulten del todo planos, los diálogos estén pronunciados, acorde a la escritura de Baldacci, con una falta de emoción que haga caer de espaldas, las exposiciones sean tan evidentes que echen a perder el suspense (por ejemplo ese falso técnico de teléfono que descubre con un gesto estar compinchado con uno de los miembros del Servicio Secreto; detalle, como otros tantos, que se debería haber revelado más tarde...) o las vueltas y decisiones que conducen la trama no tengan ni pies ni cabeza.

Pues, ¿por qué iría el tan inteligente ladrón a pasearse por lugares públicos? ¿Y por qué para conversar con el policía Frank (Ed Harris genial y exagerado)? ¿Y por qué, si ya intuye la relación entre Sullivan y su padre al leer el periódico, accede Kate a su encuentro en un lugar tan expuesto? ¿Y, de nuevo, por qué demonios acudiría él?, ¿acaso no notó el tono de inseguridad de su hija al telefonearle? ¿Y por qué los matones del presidente intentan liquidarla pero al verle a él siguen su camino en lugar de matarle? ¿Y por qué graba el personaje de Scott Glenn conversaciones con Richmond si luego no las va a usar? ¿Y qué pinta en todo esto el asesino contratado por Sullivan?, si no hace nada de nada...
Son tantas las preguntas y tan pocas las respuestas, y sobre todo, tal la falta de empeño en querer contestarlas, que uno sólo puede dejarse arrastrar por la cadena de disparates que van hinchando la trama y a la vez desinflándola, mientras Eastwood no tiene miedo de desvelar, al estilo "polanskiano", esas fuerzas maléficas que ostentan el poder y que operan desde las sombras (curiosamente las que defendía cuatro años antes en "En la Línea de Fuego"). El cinismo y despotismo representado en el cuarteto político imaginado por Baldacci produce una sensación de angustia inevitable.

¿De verdad dejamos los ciudadanos al frente de los organismos del Estado a seres así de corruptos por un lado y de incompetentes por otro (¿hay otra palabra para definir a Gloria y sus muchachos?)? Es el más fiel reflejo que podría tener el gabinete de crisis de Clinton, cuyo mujeriego y peligroso Richmond es un trasunto muy poco disimulado.
De hecho el autor y así Eastwood se adelantan al caso de la relación entre el presidente y su joven pasante Monica Lewinsky, que explotaría tan sólo un año más tarde (la jefa de personal Gloria no es sino una de esas aduladoras de Clinton que luego le acabarían denunciando por violación).
8
8 de abril de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Tiene buenas manos, desde luego. Y nombre de timador negro: Luther. No es la electrónica lo suyo y jamás se rinde: Clint Eastwood, un ladrón de guante blanco que tiene la mala suerte de comprobar, con sus propios ojos, cómo por el hombre más poderoso de la Tierra se perpetúa un horrible crimen.
Ganan las películas del maestro, a mi juicio, si no se busca la lágrima de la platea desde el primer momento. Y si entre los protagonistas anda Gene Hackman, también nonagenario, ganador de dos óscars y el actor más cualificado con el que ha compartido escena no sé qué otro intérprete de las nuevas generaciones, mejor que mejor. También es Gene Hackman, por cierto, el ciego de El jovencito Frankenstein.
Buen suspense el de PODER ABSOLUTO, esa película de un ratón escapando de los gatos más potentes. Un ratón de corazón grande que pretende congraciarse con su ratoncita rubia y que se ve obligado, entre tanto, a convencer al mundo de su inocencia: proeza sólo al alcance de quien fuera Bronco Billy, alguien que, habiendo dado en ocasiones un mal paso, enemigo de la electrónica, sigue al pie del cañón y mostrando parte del camino.
6
24 de mayo de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Dirigida e interpretada por el gran Clint Eastwood "Poder absoluto" es su particular homenaje al cine negro más clásico poniéndose en la piel esta vez de un solitario ladrón de guante blanco que mientras está robando la caja fuerte de un multimillonario se convierte en testigo involuntario de un asesinato cometido por el mismísimo presidente de los Estados Unidos. Basada ligeramente en el best-seller de David Baldacci "Por orden del presidente" la película es un thriller clásico con trasfondo político en el que se da mucha importancia a los sentimientos y reacciones de todos los personajes difuminando en muchos momentos los límites entre el bien y el mal basándose en códigos éticos mal entendidos.
En esta ocasión Eastwood deja de lado la acción y los tiros intentando dotar a la película de un ritmo pausado más acorde con lo que intenta contar con lo cual por desgracia al final se vuelve algo previsible y aburrida.
En cuanto al reparto Eastwood se rodea como siempre de un grupo de actores y actrices estelar entre los que destacan especialmente Gene Hackman, Ed Harris, Laura Linney o Scott Glenn.
En resumen, no es uno de los mejores trabajos de Eastwood pero merece ser vista por una primera media hora brillante y por su espectacular reparto.
9
19 de marzo de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
"Al meteros con mi niña habéis traspasado la línea".

Estoy de acuerdo que no es la mejor película del gran Clint, pero en mí opinión, es una historia que puede convencer más o menos, pero está magistralmente dirigida.

Un elenco absolutamente brutal. Desde la siempre exquisita Laura Linney, al maestro Gene Hackman, pasando por los siempre brillantes Ed Harris y Scott Glenn, entre otros. Un reparto extraordinario.

He visto esta película infinidad de veces y me encanta. No es su mejor película, pero yo no me canso de verla.

La escenificación del baile entre Gene Hackman y Judy Davis, Presidente de los Estados Unidos y su jefa de gabinete, respectivamente, es sencillamente magistral. Es de continuo rewind y volver a ver, rewind y volver a ver. Una auténtica maravilla, ¿ Quién es el culpable?, el viejo Cilnt como no.

A partir de aquí, pues lo mismo de siempre. El progresismo hater seguirán escupiendo mierda, aunque convendría analizar profundamente la obra de Clint Eastwood. Veríamos quién ha sido más progresista en sus mensajes y propuestas, si el Fascista Clint o los progres haters de postal y jaboneros, estaría interesante el debate.

Fan irredento del viejo Clint Eastwood, para lo bueno y para lo menos bueno.

Siento como maravillosa el desarrollo (breve en el tiempo) de la relación entre Luther y Kate, padre e hija. "Aparentemente fría y distante" para desembocar en una manifestación de amor, cariño y abrazo protector de un padre para con su hija. Ella postrada en una cama de hospital, su padre a su lado velando por ella, sentado en el sillón dibujándola.

Quizás, digo quizás, ¿fuera a partir de estos momentos, cuando Clint Eastwood comenzase a dibujar en su mente, la historia que desembocaría en una de sus más grandiosas obras maestras? (en mi opinión).

Esa sublime obra maestra no es otra que "Million dollars baby".
7
22 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Un hombre ya mayor, anciano, dibuja magistralmente en su cuaderno un fragmento de una pintura del maestro Domenico Theotocopoulos, El Greco, expuesta en un famoso museo. Se trata de un fraile que mira una luz que cae desde lo alto.
Según los entendidos, su especialidad son las figuras religiosas manieristas, extraordinariamente alargadas, con iluminación propia, delgadas, fantasmales, muy expresivas, situadas en ambientes indefinidos y con una gama de colores que busca los contrastes.
Algo de todo esto tiene la personalidad de Luther Whitney (Eastwood), un ladrón de guante blanquísimo, de casi dos metros de alto, figura estilizada, solitario, pero sobre todo fantasmal por su capacidad para aparecer y desaparecer silenciosamente sin dejar rastro. Un espíritu que roba. Que roba por amor al arte.
Género policial, subgénero presidencial.
A diferencia de lo que suele ocurrir en el subgénero, en este caso tenemos un presidente de EEUU, Allen Richmond (Hackman), que no está a la altura del poder absoluto que maneja. Más bien es hedor absoluto el que desprende.
Significativa la visita al Hotel Watergate.
Extraordinario guion que mantiene el suspense pese a que conocemos a los culpables desde el primer minuto.
Suspense, pesquisas, ritmo vivo e intriga. Buenos personajes y excelentes interpretaciones.
A destacar la escena inicial del reservado del espejo, o el diálogo entre el inspector Seth Frank (Harris) y el ladrón en el museo, "El mañana no está asegurado para nadie".
Flojea algo el personaje de la hija (Linney) y sobre todo el precipitado romance que parece iniciar con el policía, "¿Te he dicho que vivo solo?".
¿Qué es inverosímil que un presidente americano se comporte como este Richmond? Tan inverosímil como resulta el comportamiento heroico de sus colegas en todos las demás cintas del subgénero presidencial.
Una buena película y un buen personaje este Domenico Eastwood o Clint Theotocopoulos. Como prefieran.
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