Yo entiendo que en cine tienes que vigilar la lógica y una mínima verosimilitud de lo que ocurre, y si no lo parece así, tienes que tener una buena explicación. Aquí, cuando el personaje de Eastwood acude a la cita encerrona con la hija, vestido, además, de la forma más llamativa y ridícula que es posible, dos expertos le esperan con rifles de alta precisión; justo en el momento del disparo a uno le ciega el sol que aparece de repente (mira qué bien), falla, y eso hace que el otro también falle. A la hija la despeñan en su coche por un acantilado, cayendo a plomo con el techo del coche sobre las rocas, pero sólo acaba con unos pequeños moratones. No está mal. Yo, por si acaso, preferiría no hacer la prueba. El ladrón que interpreta Eastwood, alguien como de metro noventa, pasa desapercibido en todas partes o aparece como un fantasma en los sitios, como disfrazado del chófer del supermillonario que pone y quita presidentes, sin que éste lo advierta hasta que el otro se presenta. Todo esto es saltarse la verosimilitud más elemental.

Bien , un ladrón de guante blanco penetra en una mansión de un multimillonario y, una vez dentro, descubre una cámara secreta, en la que entra dentro. Desde su interior, contempla como el presidente de los Estados Unidos, borracho, tiene una pelea con la esposa del propietario de la casa y sus dos agentes secretos acaban por matarla. Desde ese momento, tendrá trabajo para demostrar al propietario quién ha sido el verdadero asesino y al mismo tiempo, salir bien librado.