Haz click aquí para copiar la URL

Jurado Nº 2

Thriller. Drama. Intriga Justin Kemp, un hombre de familia, mientras forma parte de un jurado en un juicio por asesinato, se encuentra luchando con un serio dilema moral... uno que podría utilizar para influir en el veredicto del jurado y potencialmente condenar (o liberar) al asesino acusado.
Críticas 163
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
7
1 de noviembre de 2024
267 de 294 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podrá gustar más o menos, pero parece innegable que «Jurado Nº2» es, al menos, una película para adultos. Algo que, con toda probabilidad, resultará casi extravagante para muchos espectadores, teniendo en cuenta el infantilismo posmoderno y la falta de compromiso que dominan la inmensa mayoría de producciones comerciales en Hollywood. Es una película para adultos como lo puede ser «El dilema» (1999), de Michael Mann, o cualquiera de Sidney Lumet —como «La noche cae sobre Manhattan» (1996) o «Veredicto final» (1982), con las que guarda cierta relación—, propuestas estadounidenses admirables que fueron capaces de llegar al gran público sin necesidad de subestimar al espectador, cuyas imágenes desprendían un amplio sentido de la ética. Hoy, incluso gran parte de los estrenos con temáticas supuestamente “adultas” siguen dando la impresión de estar dirigidos a adolescentes o a adultos infantilizados.

Esta virtud nada tiene que ver con el academicismo propio de los Oscar, y también es ciertamente independiente de su condición de clásico —que sigue manteniendo—, pues la poseen otros realizadores como Lynch, sin ir más lejos, cuyo cine siempre ha rebosado inteligencia y madurez por muy vanguardista que se presente. En cualquier caso, esa reconfortante sensación de que Eastwood se dirige al espectador de adulto a adulto —presente desde siempre en su filmografía—, la habitual honestidad que acompaña al clasicismo de su estilo, el complejo sistema de valores que despliega, el respeto por sus personajes y por el espectador, o la emoción y humanidad que transmite progresivamente su narración son algunos de los aspectos que convierten a «Jurado Nº2» en un pequeño faro entre las provocaciones vacías y las obras falsamente comprometidas que parasitan los festivales de cine.

La nueva película de Clint Eastwood es, de alguna manera, una especie de continuación espiritual de «Ejecución inminente» (1999). Sin embargo, Eastwood se muestra ahora menos idealista y más desengañado, aquí la ambigüedad moral de sus personajes es mucho mayor y la oscuridad que asoma de ellos parece más realista, pues su director está al tanto de los tiempos que corren. Nada es lo que parece en esta propuesta, nada está anunciado desde el principio, ningún personaje se encuentra encasillado en la personalidad que se nos presenta en su planteamiento. Durante el desarrollo sobrio y clásico de esta historia todo está vivo y abierto hasta el final.

Además, no deja de ser sorprendente la dirección que se hace de los actores y cómo el cineasta juega sutilmente con el punto de vista: es obligatorio destacar el carisma y la credibilidad del personaje interpretado por Toni Collette, los matices de su interpretación, sus luces y sombras, su evolución y la forma en que termina siendo la verdadera protagonista de esta reflexión moral.

El nonagenario Eastwood continúa dirigiendo de manera justa e impecable, y es inevitable recordar el caso cercano del cineasta portugués Manoel de Oliveira, quien dirigió a sus 104 años «Gebo y la sombra» (2012), consiguiendo milagrosamente una pureza solo posible de alcanzar a esa edad. Uno también piensa en la lucidez que se podía encontrar en las últimas obras de Éric Rohmer o de John Huston. Ahora, tenemos la inmensa suerte de poder contemplar, todavía en 2024, nuevas películas de Víctor Erice, Francis Ford Coppola o Clint Eastwood. Películas que no se venden a nada y que, con sus imperfecciones, siguen siendo arriesgadas, inteligentes, libres y adultas.
8
30 de octubre de 2024
185 de 203 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus 94 años Clint Eastwood ha sido capaz de rodar su película número 42, después del pinchazo de "Cry Macho" vuelve con fuerza con este interesante guion de Jonathan Abrams recordándonos a películas míticas como "12 hombres sin piedad" o "Veredicto final", ofreciéndonos un drama judicial clásico como los de los años 80 - 90. 

Justin Kemp es un escritor de una revista regional que tuvo problemas en el pasado con el alcohol, está casado con Allison y esperan un hijo en un embarazo de riesgo. Cuando es convocado para jurado por un caso de homicidio, intenta eludir la responsabilidad, pero la jueza le dice que no es motivo para no participar. El juicio es por asesinato a una chica llamada Kendall Carter que tras discutir con su novio acaloradamente en un bar muy concurrido apareció muerta en un barranco. James Shyte su pareja es el único sospechoso, pero hay algo que no cuadra...

Conciencia, moralidad y justicia son las bases de esta peculiar historia, con una narrativa precisa, con diálogos muy bien llevados, donde el poder del sistema judicial se enfrenta a decisiones que pueden ser alguna vez equivocadas.

El suspense está servido, Nicholas Hoult (que próximamente le veremos en "The order" y "Nosferatu") se ve implicado en este juicio de una forma directa, ya que está pasando una grave crisis personal y sabe algo del suceso. Zoey Deutch es la encantadora esposa y Tony Collette y Chris Messina son abogado y fiscal que llevaran el juicio. Otro papel secundario importante es el de un ex-policia jubilado interpretado por J.K. Simmons.

Está rodada en Savanah (Georgia) donde Clint Eastwood rodó en 1997 "Medianoche en el jardín del bien y del mal" y cuenta con una banda sonora de Marc Mancina espectacular, al estilo de las que hizo Eastwood en el pasado.

Un thriller muy disfrutadle que podría ser el último que dirigiera esta leyenda del séptimo arte que ha sido el gran Clint Eastwood.
Destino Arrakis.com
9
1 de noviembre de 2024
129 de 151 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ha estrenado ‘Jurado Nº2’, la película número 40 de Clint Eastwood, pero a pesar de ello, tendrá una ridícula limitación de 50 salas en Estados Unidos, dejando la sensación de que cierto tipo de cine definitivamente ha muerto en las cines y toca irse acostumbrando. No es ni siquiera cuestión de lo que el director de ‘Mystic River’ merezca una distribución más extensa, es que este tipo de thriller legal antes hacía millones y ahora parece pertenecer al catálogo de una plataforma.

A priori, la película no es una huida hacia adelante del director de 94 años pero, si tenemos en cuenta de que va camino de las 10 décadas, no es cualquier tontería considerar su existencia en un mercado que está barriendo a leyendas, clásicos y hasta monumentos vivientes del cine como él. Sin embargo, la película no llama la atención por ser un logro técnico, que en cierta forma lo es, sino por desafiar todas las películas que viene haciendo desde ‘Jersey Boys’.

Con una narrativa sencilla, explora distintas capas de la ética personal y la justicia a través del personaje de Justin Kemp, interpretado por Nicholas Hoult, un padre de familia que se ve inmerso en un dilema moral mientras participa como jurado en un juicio por asesinato de alto nivel. La trama se complica cuando se da cuenta de su posible conexión con el caso de asesinato que se le ha encomendado juzgar imparcialmente. El acusado, un hombre violento acusado de matar a su novia, puede ser condenado injustamente, y la conciencia de Justin se pone a prueba.

La historia se desarrolla mayormente en la sala del tribunal, donde se acumulan pruebas y testimonios que cuestionan los fundamentos mismos de la verdad y la justicia. No es la primera vez que Eastwood se mete en los tribunales, de hecho, esta no desentona en una trilogía judicial junto a ‘Medianoche en el jardín del bien y del mal’ o ‘Ejecución inminente’, rescatando las mismas obsesiones en películas, por cierto, que antes, si no pasaban por taquilla, acababa viendo todo el mundo de alguna manera.

Por ello, ‘Jurado Nº2’ encaja como nunca en su filmografía y sus habituales complejidades morales a partir de un dilema tan sencillo como si la justicia debe ser cuestionada a riesgo de la ruina propia, o el estado del bienestar es suficiente garantía para protegerse a sí mismo o a la familia a expensas de la libertad de otra persona. Si bien Eastwood no expone una crisis de valores evidente, sí rasca en las posibilidades de una mirada más gris sobre su habitual diatriba de blanco y negro, que siempre acababa imponiéndose sobre las cuestiones más tibias que él mismo planteaba.

Con una dirección concisa pero firme, mejora sus últimos dos disparos al aire gracias a la fotografía de Yves Bélanger, anotando los momentos de zozobra y crisis del protagonista con claroscuros que recuerdan a una versión muy prudente de los escorzos tenebristas de ‘Million Dollar Baby’, aunque el mayor valor aquí está en un reparto impecable. Es imposible no echar de menos a Hugh Grant en esta emotiva reunión de ‘Un niño grande’. Hoult se enfrenta cara a cara con Toni Collette y es imposible no sentir escalofríos en ver cómo planta cara a su “madre” convertido en un actor de altura, 22 años después.

Pero Chris Mesina está estupendo e incluso un circunstancial JK Simmons da garantías en sus pocos minutos. Todos ofrecen sólidas interpretaciones que afianzan el tono reflexivo del guion, que siempre se da la vuelta sobre sus propios principios y las estructuras sociales que los rigen. Por ejemplo, Collette es una fiscal de distrito en busca de una victoria electoral a costa de quizá una vida inocente; conviene saber cómo ese sistema de elección es favorecido por los números de condenados en Estados Unidos, favoreciendo la actuación despiadada de los organismos supuestamente garantistas del estado.

Si bien este es el habitual discurso libertario de Eastwood, que no duda en poner a un policía utilizando atajos para lograr lo que la burocracia no permite, hay en la elección de su protagonista un principio de duda sobre los héroes impecables y de clase media u obrera que nos ha estado mostrando la última década. Pareciera como si en los últimos momentos de su vida, hubiera recapacitado sobre el papel de las herramientas del estado para garantizar la justicia, pese a que en principio solo valga el "quién lleva la razón".

Si bien hay pequeños atisbos de su cabezonería conservadora, como el hecho de que el supuesto asesino sea juzgado públicamente por violencia de género, o que muchos busquen su culpabilidad por motivaciones de venganza a raíz de connotaciones raciales, en realidad lo que ‘Jurado Nº2’ parece decirnos es que el trámite no merece la pena para muchos ciudadanos de a pie porque es un engorro que en las vidas apretadas de clase baja imposibilita la curiosidad ecuánime, cuestionando también el sistema de jurado popular y los organismos que ejercen la palanca para lograr un resultado íntegro.

La historia tiene tiempo para exponer la cadena de errores debidos a un interés externo al propio proceso, desde la matización de ciertas pruebas, conseguidas según qué métodos a la imparcialidad por motivos mecánicos, que realmente no se ajustan a lo que sería deseable en una exposición limpia de las evidencias.

La conversación final, frente a una estatua de la justicia con sus dos balanzas, tiene una carga de poder implícito que aumenta cuando sabemos que puede ser una de las últimas escenas rodadas por el director de ‘Sin perdón’, que se atreve a ofrecer un duelo a todos sus héroes reales de su filmografía reciente cuando nos plantea que la justicia que falla también puede ser la única solución, derribando años de retórica unidireccional, de apretar el puño en alto contra las malvadas administraciones, reconociendo los grises también del otro lado, ofreciendo unas tablas al final de camino, aunque no exentas de colmillo.

Puntuación: 9 sobre 10.
5
10 de noviembre de 2024
119 de 153 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película con muchísimos temas interesantes, con grandísimos conflictos entre todos los personajes. Desgraciadamente, está muy deslavazada y los pasa a casi todos de puntillas, peridéndolos por el camino:
Cuando él empieza a pensar que está implicado, y por tanto a preguntarse qué puede hacer.
Cuando habla con el abogado y se da cuenta del dilema.
La mujer que está como de florero, no hace nada.
Cuando empieza la deliberación y crees que va a ser una suerte de "Doce hombres sin piedad", pero finalmente tampoco tira por ahí. De hecho, lo más importante de "Doce hombres sin piedad" no es el resultado final, como acaba pasando aquí, sino todo el proceso. Y por eso esa película la veremos 20 veces porque los 90 minutos están llenos de sutilezas, de profundización, de mínimos cambios que van llevando la película durante todo el metraje. En esta que nos ocupa, se va saltando de una cosa a la otra, y al final lo único que importa es qué pasará al final. Por eso no envejecerá bien, porque una vez lo sabes no creo que vuelvas a revisarla.
Hacia los tres cuartos de la película, de hecho, se pierde el hilo: los asuntos iniciados (el expolicía, la fiscal investigando, la deliberación del jurado...) se pierden de golpe y como si se hubiera acabado el presupuesto, se resuelven de forma abrupta, pero sin motivo alguno. Como si hubiesen recortado varias escenas importantes.

Como digo: una película con unos dilemas fascinantes que hubiesen merecido un desarrollo más pausado y más profundo de cada uno. Lo que pasó con "Doce hombres sin piedad": se centraron en una sola cosa pero bien desarrollada, y les quedó una obra maestra. "Jurado 2" quedará como una serie de escenas no resueltas, lo que es una auténtica lástima con todos los entresijos que presenta.
7
1 de noviembre de 2024
86 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se erige la estatua de la justicia con la balanza para equilibrar las acciones humanas. Clint Eastwood no la saca a relucir desde que la vimos hace 27 años en "Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal", y lo más interesante: compartiendo el escenario de Georgia.
Mis 18 meses de ausencia en una sala de cine se han compensado con un encuentro casi mágico con mi viejo amigo.

Parece mentira que esta idea lleve esperando en un libreto hace más de dos décadas escrito por Jonathan Abrams, pero el veterano cineasta y su fiel productor Tim Moore han tenido olfato para rescatarlo del olvido, y ni la terrible huelga de actores del pasado verano pudo detener la producción; gracias a Dios que el fuera de la ley Eastwood tiene una salud de hierro. Lo primero que se paladea en cada plano de "Jurado n.º 2", revestido con los colores naturalistas y ocres de Yves Bélanger, es su sabor clásico, añejo, a cine de otra época.
El joven Nicholas Hoult, que no se podía creer que estuviera trabajando para uno de sus héroes, se nos presenta como el periodista Justin Kemp en un ambiente íntimo, apacible, muy conservador, y tanto él como nosotros no tardamos en meternos en el meollo de la trama, uno de esos casos con los que se relamen los medios: el más que posible asesinato de una chica (Kendall) a manos de su novio (James). Como siempre el director hace un gran trabajo presentando poco a poco a los personajes: aquí un tenaz abogado (Chris Messina), allá una dura fiscal (Toni Collete), algo más alejada la esposa de Kemp, que espera un bebé (Zoey Deutch)...

No es extraño que el juicio, como tal, se resuelva rápido. Aunque el guión recurra al método "Rasho-mon" y las confesiones de los testigos se contradigan entre sí, hay suficientes pruebas para culpar al acusado, sobre todo porque él es un hombre y la víctima una mujer, así que la duda no es algo a tener en cuenta. Lo extraño, tanto más cuanto que lo que distingue a Eastwood siempre ha sido su paciencia para narrar y mostrar las cosas, es la presencia de unos "flashbacks" que quiebran el presente, que le surgen en mitad del juicio al miembro del jurado que da título al film, el sr. Kemp.
Incomprensible. Acabamos de empezar y ya se sabe que estuvo en el lugar donde la pareja discutió, un pub de carretera, y que pudo haber atropellado a la chica al borde de un barranco en un camino llamado Old Quarry Road. Parece que se necesita introducir, por narices, a un culpable masculino en todo el lío, y aunque ese incidente en la carretera, de noche y en mitad de una tormenta, no revela absolutamente nada, el fallo del guión ha sido más listo que el director, pues ese secreto (que no arroja certeza, sólo incertidumbre) ya condiciona, casi coacciona, al espectador, a buscar a un culpable. Es un recurso de director principiante, una trampa, un artificio tan torpe y precipitado que cuesta creer que Eastwood lo aceptara.

A partir de ahora lo que compartimos es el dilema que se le ha planteado a Kemp, como a otros antes que él en el cine del director, esos personajes cuya moral e integridad se pone en duda. Mientras, el guión lleva a cabo una maniobra brillante (y necesaria): dar a los restantes miembros del jurado una personalidad, unas ideas claras y las mismas indecisiones que asaltan al protagonista; todos son desgranados y toman conciencia poco a poco de los muchos cabos sueltos del caso. Se abalanza sobre el veredicto la sombra de "Doce Hombres sin Piedad", todos quedan entre la espada y la pared.
Y pese a llevar el espectador mucha delantera, el miembro que más pone en duda dichos cabos sueltos es un ex-inspector de homicidios (Harold). Nos cueste o no creerlo él es el héroe de la historia, la versión más madura del periodista que el mismo Eastwood interpretaba en "Ejecución Inminente", el único que se rebela contra el proceso judicial y defiende la posibilidad de inocencia...por eso resulta aún más incómodo que el guión, en otro traspiés, elimine de la ecuación, y casi a las primeras de cambio, a J.K. Simmons. En apariencia no importa, su lugar es tomado por la fiscal que ya nos habían presentado, pero hacer sombra a este gran actor y a su personaje, el más interesante, resulta difícil.

Muy apropiado. Una tipeja ambiciosa con cara de amargada a la que sólo interesa el caso para ganar puntos en su carrera política (aprovechándose del voto femenino, claro...) de repente es sacudida con la duda, y Toni Collette, actriz sorprendente capaz de convencer a quien sea con la mayor economía de expresión, logra que también compartamos su duro dilema. A través de ella Eastwood, como cineasta comprometido que es, araña un tema espinoso: dudar de la culpabilidad de un hombre acusado de asesinar a una mujer, uno de los actos más arriesgados que se puedan cometer en nuestra condicionada sociedad actual.
Sólo por esa audacia "Jurado n.º 2" merece una atención especial, la que no han querido brindarle, precisamente, los distribuidores de Warner Bros., que la han estrenado de forma muy limitada en EE.UU. (no se quitan la espina de "Cry Macho", no...). Pero el talento y la sabiduría de Eastwood, y su manera única de hacer que esta intriga con aroma a John Grisham y el drama fluyan de manera natural, humana y creíble, a lo largo de un argumento que, al igual que la música "jazz" que tanto ama, toma diversas e inesperadas variaciones, son suficientes para que el fan conocedor de su oficio, ideas y estilo quede satisfecho.

El resto lo consigue un puñado de sólidas actuaciones (destacando las de Collette, Simmons, Gabriel Basso, Cedric Yarbrough y Hoult, que nos tendrá toda la película con la incertidumbre de si va a entregarse o no) y el hipnótico trabajo de fotografía de Bélanger.
No hablamos de una obra maestra, remite a anteriores títulos de la filmografía del director y pesan sobre ella unos errores de guión algo crueles (esto terminaré de exponerlo en la Zona Spoiler), pero a estas alturas no necesita una obra maestra. Ni tampoco se lo vamos a pedir, señoría.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Bien, al agravante de esos dos fallos del guión de Abrams que de incómodos pasan a ser irritantes queda un tercero donde se termina de rematar una torpeza consentida por Eastwood que aún no puedo concebir...

Y es el hecho de lo anticlimática que es la resolución que se nos plantea. Porque si en el jurado se había declarado un empate entre los miembros acerca de la culpabilidad y la inocencia del acusado, ¿cómo demonios se llega a un consenso de culpabilidad total? ¿Por arte de magia?, ¿por el arte de la conveniencia del guión? Se supone que Kemp, cada vez más presionado por su posible crimen y por el embarazo de su esposa, hubiera decidido convencer a esa mitad que defendía a James...pero por suponer podemos suponer lo que queramos.
Yo podría suponer que la fiscal es un alienígena disfrazado y no tiene por qué ser cierto. Parece que la película tiene prisa por llegar a una conclusión, sin embargo produce gran insatisfacción; ¿dónde están los momentos que faltan? ¿Se arrancaron páginas del guión?, ¿se eliminaron escenas del montaje que ya veremos en las ediciones en DVD? Si es así resulta una patochada porque no se entiende nada.

Pero la fiscal sí lo entiende. Tiene fe en su instinto (por algo se llama Faith) y nos brindará un encuentro final magistral con Kemp donde el silencio revela tal vez mucho más que todos los "flashbacks" que hemos estado viendo.
Se corta abruptamente la historia. Los silencios han sido siempre decisivos en las películas de Eastwood. El rostro contraído de Collette es un puñetazo de justicia directo al hígado...pero nosotros nunca sabremos la verdad, sólo podemos seguir deliberando.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para