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Miguel Ángel (El pecado)

Drama Florencia, principios del siglo XVI. Miguel Ángel vive momentos de angustia y éxtasis de su genio creativo, mientras dos familias nobles rivales se disputan su lealtad, la cual se pone a prueba cuando el Papa León X, de la familia Medici, accede al papado y le entrega un nuevo encargo lucrativo: la fachada de la basílica de San Lorenzo. Obligado a mentir con el fin de mantener los favores de ambas familias, Miguel Ángel es atormentado ... [+]
Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
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7
25 de noviembre de 2019
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pecado (Il peccato) es la última película del cineasta ruso Andrey Konchalovsky, que se centra en la figura del artista Miguel Ángel y que en realidad es una coproducción entre Rusia e Italia. La película ha causado sensación y realmente es tan bella como fallida, a unos niveles divinos, como el propio artista. Sin fecha de estreno.

El pecado, en realidad, lo comete el propio Konchalovsky, cuando convierte a su propio Miguel Ángel en un muñeco que sirve como representante de sus propios traumas e individualismos. Porque el director es un "monstruo" (como el mármol de piedra al que continuamente hacen referencia), en cuanto se refiere a lo estético, y es capaz de crear imágenes de la propia naturaleza que resultan majestuosas. Pero en cuanto a lo argumental, El pecado (Il peccato) acaba con un final tan burdo que parece resuelto por un aficionado. De eso, ya hablaremos más adelante. Quedémonos con que estamos ante una película de un director no apto para todos los públicos, como a la vez era el artista florentino.

Uno de los problemas principales de El pecado (Il peccato) es que ofrece una trama totalmente dispersa. Por una parte, se centra en las rencillas políticas entre la familia de los Rovere y la familia de los Médici. Hay que decir que las conspiraciones, los diálogos entre familias y los vaivenes de la suerte están muy bien relatados y sin duda es uno de los pilares por los que más se disfruta de la película. En este sentido, incluso puede recordar a las intrigas políticas que se han puesto de moda actualmente por series como Juego de Tronos, pero que, evidentemente, tienen mucha más historia detrás, y quizá la crónica de Miguel Ángel sea precisamente uno de esos paradigmas en los que confluyen con más fuerza todos estos tipos de intrigas.

Por otra parte, tenemos la trama del mármol de Carrara. Para el que no lo sepa, como bien explica El pecado (Il peccato), es totalmente cierto que Miguel Ángel fuera a las canteras de mármol para escoger personalmente el material con el que iba a trabajar. Como se ha recogido, el decía que la "obra ya estaba dentro, en el bloque de mármol y sólo había que sacarla". Sin embargo, parece que se alarga en exceso esta trama, y que el director no es capaz de unirla del todo con la primera parte de las intrigas palaciegas. Además, que ver escenas reiterativas de cómo se extrae mármol puede tener un pase como material documental, pero cuando se alarga a más de la mitad de metraje, puede resultar pesado para cualquier espectador.

Una recreación sublime, una película documental magistral

Lo que sí resulta de diez, es la recreación que hace el director de la vida cotidiana del siglo XVII. Y que es evidente que esta tiene una importancia al mismo nivel que la historia de Miguel Ángel, porque Konchalovsky se complace en completar con muchas escenas que tienen la intención de dar precisamente ese paisaje, tanto urbano como natural. No nos encontramos con un biopic de esos acaparadores donde el genio sobresale por encima de cualquier otro personaje, sino que aquí el genio convive en todo momento con la sociedad y lo que le rodea. Y sin duda, estos numerosos momentos minimalistas que nos regala la película son sencillamente perfectos, trasladándonos a unos épocas que no eran ni mejores ni peores, simplemente diferentes.

Podemos poner muchísimos ejemplos: La contabilidad de la época, donde vemos ese primerizo capitalismo que también tiene sus víctimas y sus vencedores, mientras los contables hacen cuentas sobre el dinero que debe o deja de tener el artista. La propia extracción del mármol y los aspectos técnicos que este acarreaba. La mendicidad en las calles, la oscuridad peligrosa de la noche, el pecado carnal, la ambición por conseguir un proyecto artístico...

La propia rivalidad entre los clanes papales, que deja en bragas cualquier episodio de series de política contemporánea. La Roma, llena de esplendor y corrupción sí, pero también libre de turistas y única para nosotros mismos. Y de igual manera con Florencia. Pocas veces se han visto en el cine estas dos ciudades de una manera tan bella.

El concepto filosófico que desarrolló el filósofo Edmund Burke en su investigación "Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y lo bello", obra por cierto, totalmente recomendada porque explica el porqué ahora somos capaces de admirar positivamente una obra con un pathos desbocado, aparece en la película con todo su esplendor. Lo que quiere hacernos sentir Konchalovsky con esas divinas panorámicas sobre el cielo es transmitirnos los propios delirios divinos que debía sentir Miguel Ángel mientras hacía su obra, y como esta le acercaba a Dios. Porque sólo el mármol, la piedra, el trabajo, el arte, eran cosas divinas, y no el Papa, los Médici o los asuntos financieros.

Y así, una vez ha encontrado a Dante, puede entregarse en cuerpo y alma solamente a Dios (y por eso, en la escena final le vemos con la maqueta de la basílica de San Pedro en las manos, y no cualquier otro capricho dominical). Solo por estas imágenes divinas (me permito el lujo de repetir adjetivo), la película debe verse en pantalla grande. Uno no es creyente, pero Miguel Ángel te hace dudar, y Konchalovsky igual.

Una pena, que Konchalovksy no fuera capaz de hacer esta transición de otra manera que no fuera tan apresurada, incluyendo imágenes de archivo de obras de Miguel Ángel que no aportan absolutamente nada.

Conclusión

Quizá tenga un pase totalmente menor en España, pero  El pecado (Il peccato) es una película imprescindible. Imperfecta para cualquier aficionado al cine, pero totalmente subyugante. Seguramente debería darse en las escuelas de cine para enseñar cómo retratar un contexto histórico sin complejos. Gracias Konchalovsky.

https://cinemagavia.es/
4
9 de mayo de 2022
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miguel Ángel es una película cuya ambientación histórica prácticamente no tiene tacha. El director no escatima tiempo en mostrar las escenas de la vida cotidiana de la Italia del siglo XVI. Banqueros, tabernas, hogares, etc. y sobre todo la cantera prácticamente parecen los protagonistas del filme, pues Konchalovsky dirige gran parte de la atención hacia ellos. De ese modo, abundan elementos de la historia acertadamente acompañados por edificios y monumentos que todavía podemos contemplar en la actualidad.

No obstante, Konchalovsky centra su enfoque casi exclusivamente en los aspectos menos decorosos de aquella época. Lo cual produce una recreación ciertamente sórdida. Quizá intencionada, pero que cierra muchas puertas al conocimiento completo de Miguel Ángel. Asimismo, cae en algunos tópicos que parecen inevitables para algunas personas, como la visión de las familias nobiliarias o la inquisición.

A lo largo del metraje, se echa en falta el sentido de trascendencia que uno esperaría de una biografía sobre Miguel Ángel. El retrato pretendidamente áspero de la Italia del siglo XVI ocupa tanto espacio que no deja lugar al aspecto más espiritual. Si bien algunos planos parecen ofrecer una pausa al espectador para ilustrar la experiencia de la belleza, quedan más bien como una yuxtaposición que no enraíza con el resto de la producción y –por tanto, podríamos decir– resultan ineficaces. Tal es el caso de la reminiscencia de María ­–hija del cantero– como la Virgen de la Piedad, o las imágenes de las obras de Miguel Ángel.

El recorrido interior del pintor, el aspecto que parece principal debido al título de la cinta, tampoco queda claro. Resulta fácil comprender el mal –o el “pecado”– que rodea la vida del florentino, y que se muestra a la luz del Infierno de Dante: las disputas entre Medici y Rovere, la avaricia y envidia de artistas y artesanos, la traición, la muerte, etc. Incluso Konchalovsky refleja con pericia el pecado que más atormenta al protagonista: su propia soberbia. Sin embargo, no resulta tan nítido el proceso de búsqueda, la inquietud de Miguel Ángel a lo largo del guion que culmina con la visión de Dante al final. Una solución que, aunque coherente con el largomentraje, se asemeja a un “deus ex machina” propio de los antiguos.

www.contraste.info
4
26 de febrero de 2023 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha dejado tal cual. Con aspecto de telefilm me resulta superficial, anecdótica y caótica.
El Genio irrepetible, el artífice de los frescos de la Capilla Sixtina, el escultor de estatuas propias de los Dioses, daba para mucho más y no para este cutrerío. Recrear la época con cierta fidelidad no es suficiente para hacer CINE; con dinero lo hace cualquiera.
Como ya he mencionado, me parece un telefilm y la dirección va en este sentido. Sólo persigue entretener al espectador, saltar de una secuencia a otra,y da igual lo que venga continuación. Y no lo consigue porque se repite tanto en nimiedades que llega a aburrir. Y de los diálogos ya no hablo.
Quitando los tres o cuatro formidables planos del final, de detalle de la Pietá, del Moisés y del David el resto es perfectamente olvidable.
El retrato que hace del Genio, de su vida, de su arte, de su sufrimiento, de las intrigas papales, de la competencia con otros artistas, es anecdótico y más propio de una vulgar serie de tres o cuatro capítulos.
Con respecto a los,protagonistas poco hay que decir, nada destacable.Todos vulgares y corrientes.
Y es una pena que el protagonista se limite a estar todo el rato con trastorno grave de conducta y poniendo la misma cara de rana a punto de saltar al agua de la charca. Actuar es bastante más que ésto aunque impresione a la gente de buena fe, que cree que está asistiendo a una interpretación portentosa...
9
30 de noviembre de 2023 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con suma frecuencia, los grandes talentos y las grandes virtudes se encuentran en hombres de humilde presencia, cuyo aspecto físico poco agrada a la vista. Michelangelo Buonarroti (1475-1564) era de ésta suerte de hombres, pero ya casi nadie discute que puede ser considerado el mayor pintor y escultor de todos los tiempos. Aunque su aspecto era humilde, su más frecuente manera de actuar no era precisamente un modelo: era tosco, avaro, egocéntrico… pero, a la vez, brillaba por su vocación frente al arte, su constancia, y sobre todo, por esa maestría que parecía provenir de más allá de lo terreno.

Al no haber sido alimentado por su madre cuando era bebé, Miguel Ángel fue puesto en manos de una nodriza por quien sentía un gran aprecio. Cierto día ella le aseguró que, “de mis pechos has mamado el escoplo y el mazo con el que harás grandes esculturas”. ¡Vaya a saber cuánto impresionó ésta afirmación al futuro artista!, pero lo cierto es que, de sus manos salieron algunas de las más bellas y sorprendentes obras pictóricas y escultóricas que la humanidad haya conocido.

Tras 8 años de investigación, que incluyeron el análisis de la obra, “Miguel Ángel, una vida inquieta”, escrita por el restaurador e historiador, Antonio Forcellino; visitas a todos los lugares donde viviera, y por donde se moviera, el gran artista italiano -rodando luego en muchos de ellos- y profundizando en la vida de cada uno de los personajes que lo rodearon, el calificado director ruso, Andrei Konchalovsky, se embarcó por fin en una coproducción con Italia, rodada totalmente entre sus magníficos paisajes y sus inigualables espacios históricos (Roma, Toscana, Monte Altissimo…) y con actores sin mayor renombre para incrementar el aire de autenticidad que, consideró, exigía semejante historia.

El guion, escrito por el propio Konchalovaky, en compañía de Elena Kiseleva, parte del momento en que, a solicitud del papa Giulio II, Miguel Ángel, viene trabajando en los frescos de la Capilla Sixtina, al tiempo que, el mismo papa insiste en que lleve a cabo la primera tarea que le encargara: Un monumento funerario para su futura tumba. Surge desde aquí, otro personaje que podría estar relacionado con alguno de los colaboradores del artista (o quizás es ficticio), llamado Peppe, por el cual siente el pintor un particular aprecio, no obstante las muchas dudas que sobre él surgirán en el camino.

Excelente la manera como, Konchalovsky, humaniza a su personaje dejándolo ver con todas sus flaquezas, pero al tiempo, contrastándolo con esa suerte de visionario y genio que, sin duda había en él. Vemos así, a sus admiradores y detractores; a quienes lo quieren y quienes lo odian; a aquellos que quisieran sacarlo del medio y aquellos que solicitan sus obras convencidos de que nadie puede hacerlo mejor…

El resultado final, nos hace sentir que, <<MIGUEL ÁNGEL (EL PECADO)>>, es un filme imprescindible para cualquier ser humano que entienda (o quiera entender) el valor del arte.
6
21 de mayo de 2022 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película nos acerca el lado humano del genio apartándose del aura de solemnidad que transmiten los museos y los libros de Historia. Sin ser demasiado pretenciosa, consigue narrar de manera amena y cercana la vida de Miguel Ángel en su contexto, una época la del Renacimiento donde al parecer hubo más luces que sombras por más que la didáctica incida en lo contrario en su oposición a la vilipendiada Edad Media de las sombras.

Desconozco la fidelidad histórica del metraje, pero no creo que la de ser una reproducción rígida y esquemática de la biografía del genio sea su intención. Más al contrario, fluctúa entre lo trágico y lo cómico esforzándose en narrar los episodios y peripecias más sonados de la vida del artista. Da cuenta de sus grandes éxitos presentándolos como acontecimientos más grises que del todo blancos, al tiempo que constata las adversidades y fracasos, no del todo negros dicho sea de paso, necesarios para alcanzarlos.

La película divide el foco en dos: la dialéctica de Miguel Ángel consigo mismo en un constante diálogo interior donde genialidad y locura se contraponen y complementan, mostrándonos cómo el protagonista percibía su mundo y a los otros, su consciencia y su conciencia, adquiriendo aquí el filme tintes más psicológicos. Y por otro lado, se centra en las relaciones de Miguel Ángel con su entorno, marcadas por la manifiesta dificultad del genio para establecer y conservar afectos, así como las interesadas hostilidades disfrazadas de buenas intenciones de que quienes anhelaban su arte. "Por el interés te quiero Andrés", o mutatis mutandis, Miguel Ángel.

Me ha gustado el retrato de la sociedad de la época, muy estratificada todavía, donde la miseria de los pobres y no tan pobres que tantas veces se achaca como rasgo inherente de la Edad Media persiste: hambre, suciedad, violencia, picaresca... Vicios de los que nuestro Miguel Ángel, genial entre los geniales, tampoco escapa. Se nos muestra cómo un lacayo se va ganando el favor del Papado y la nobleza italiana de la época. Una clase política y religiosa cuyos límites siguen muy difuminados (otro cliché que sólo se achaca a la Edad Media) y cuyas actitudes representan en muchas ocasiones la del niño encaprichado con un caramelo. En este caso, el caramelo que se disputan es el artista que aclamado como "genio" y encaramado en la cima del arte no deja de ser un sirviente más subordinado a los devaneos de la corte, eso sí dicho sea de paso, muy bien pagado.

En definitiva, una respetable película centrada en la figura de su protagonista que consigue mantener el hilo argumental a lo largo de sus dos horas de metraje al no concebirse como demasiado pretenciosa pero tampoco distraerse en paralelas tramas accesorias que desvirtúan el relato principal. Especialmente recomendable para quienes como el que estas líneas suscribe, gustan del cine histórico y de la Historia en general, además del arte.
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