El Reino
2018 

7.3
32,368
Thriller. Intriga. Drama
Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
22 de septiembre de 2018
22 de septiembre de 2018
299 de 325 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brutal retrato de un político al que expulsan del reino político, de la maquinaría, por filtrarse unas grabaciones comprometidas. He asistido al estreno en San Sebastian y ha superado con creces mis expectativas. Bastante inspirado por la trama gurtel y los papeles de Barcenas, Sorogoyen está acertado porque lo aplica a toda la política, por eso se evitan nombres de partidos y personas, esto va de el sistema en general y su podredumbre.
En mi opinión esta película es muy oportuna y será recordada mientras dure este sistema político, porque define los últimos 20 años de nuestra clase política en general, y a parte es una llamamiento, un sopapo de realidad para que no se nos olvide lo que son los políticos en su esfera más alta y lo que los ciudadanos no debemos hacer, comportarnos como ellos, la avaricia, la corrupción.
Sorogoyen recuerda al Scorsese más vibrante, con ese ritmo ágil y planos secuencia desde atrás del protagonista, no te suelta ni un segundo. La cámara se mueve con mucho sentido, es una cámara fría, repleta de primerísimos planos que funcionan muy bien en las conversaciones, que son el hilo conductor de la trama. Cuando la peli se va desarrollando, poco a poco va tomando más forma de thriller, con esa atmósfera e iluminación de tonos lúgubres.
La música en un tono agobiante y acelerado como el propio protagonista. Los actores están muy bien elegidos, Josep Maria Pou como poderoso presidente de la comunidad, perfecto, inquietante, De la Torre desatado, otra nominación a los Goya que va y ojo que se lo puede llevar. Sorogoyen con esta y la gran "Que Dios nos Perdone" se alza como uno de los directores con más presente de España y como uno de los más brillantes directores de actores..
Grandísima película.
En mi opinión esta película es muy oportuna y será recordada mientras dure este sistema político, porque define los últimos 20 años de nuestra clase política en general, y a parte es una llamamiento, un sopapo de realidad para que no se nos olvide lo que son los políticos en su esfera más alta y lo que los ciudadanos no debemos hacer, comportarnos como ellos, la avaricia, la corrupción.
Sorogoyen recuerda al Scorsese más vibrante, con ese ritmo ágil y planos secuencia desde atrás del protagonista, no te suelta ni un segundo. La cámara se mueve con mucho sentido, es una cámara fría, repleta de primerísimos planos que funcionan muy bien en las conversaciones, que son el hilo conductor de la trama. Cuando la peli se va desarrollando, poco a poco va tomando más forma de thriller, con esa atmósfera e iluminación de tonos lúgubres.
La música en un tono agobiante y acelerado como el propio protagonista. Los actores están muy bien elegidos, Josep Maria Pou como poderoso presidente de la comunidad, perfecto, inquietante, De la Torre desatado, otra nominación a los Goya que va y ojo que se lo puede llevar. Sorogoyen con esta y la gran "Que Dios nos Perdone" se alza como uno de los directores con más presente de España y como uno de los más brillantes directores de actores..
Grandísima película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aunque el final es arriesgado sin duda los minutos que la preceden son enormes, directos, con el dedo acusador al poder. Toda la secuencia desde que roban los archivos que incriminan a gente poderosa, la gasolinera y la escena del coche... Sorogoyen dice directamente que, sí, son capaces de asesinar con tal de que el reino continúe, cualquier amenaza al status quo será perseguida con todo el peso del poder, dinero para quitar vidas y encima la única voz mediática, los medios, les protegen. Los amos son esos que están por encima de los políticos como dice el protagonista al final.
Ésto es muy fuerte ya lo sabemos, es una bofetada, es lo que necesitamos estar recordando cada vez que vemos la televisión para no caer en los engaños de esta gente. Pero lo que haremos la mayoría mañana mismo será taparnos la nariz y volver a nuestras rutinarias y mecanizadas vidas como si nada hubiera pasado, ver las noticias como casi siempre, esta peli habla de otra realidad, una realidad que no podemos cambiar la gente de a pie, los que no tenemos poder no podemos cambiar nada, o sí, quizá sí se puede cambiar todo desde fuera y no solo desde dentro del putrefacto sistema, simplemente no votando, la única arma de poder que tenemos. O podemos seguir siendo los carabineros a los que esta gente sigue succionando el jugo cada día. (Magistral primera escena).
Momentos más destacados: la conversación con el presidente de comunidad en su casa, un pez gordo. La reunión con los importantes del partido, donde se ve que todos están untados pero tienen que pringar unos pocos con el peso. Toda la secuencia desde la casa hasta las escenas del coche en la gasolinera y el intento de asesinato. La conversación final, un bofetón al espectador.
Fuera luces
Ésto es muy fuerte ya lo sabemos, es una bofetada, es lo que necesitamos estar recordando cada vez que vemos la televisión para no caer en los engaños de esta gente. Pero lo que haremos la mayoría mañana mismo será taparnos la nariz y volver a nuestras rutinarias y mecanizadas vidas como si nada hubiera pasado, ver las noticias como casi siempre, esta peli habla de otra realidad, una realidad que no podemos cambiar la gente de a pie, los que no tenemos poder no podemos cambiar nada, o sí, quizá sí se puede cambiar todo desde fuera y no solo desde dentro del putrefacto sistema, simplemente no votando, la única arma de poder que tenemos. O podemos seguir siendo los carabineros a los que esta gente sigue succionando el jugo cada día. (Magistral primera escena).
Momentos más destacados: la conversación con el presidente de comunidad en su casa, un pez gordo. La reunión con los importantes del partido, donde se ve que todos están untados pero tienen que pringar unos pocos con el peso. Toda la secuencia desde la casa hasta las escenas del coche en la gasolinera y el intento de asesinato. La conversación final, un bofetón al espectador.
Fuera luces
27 de septiembre de 2018
27 de septiembre de 2018
116 de 124 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorogoyen me sigue sin fallar. Un joven y talentoso cineasta que había dirigido ya la tan interesante como a contracorriente en el cine español 'Stockholm', una pequeña película muy especial y con dos personajes realmente atractivos; o el magnífico thriller que nos regaló hace dos años, 'Que Dios nos perdone'; y hasta la que codirigió al principio de su carrera, '8 citas', en un tono completamente diferente pero que también era muy efectiva y más inteligente de lo habitual en su (sub)género, el de pelis de historias cruzadas con tramas sentimentales.
Por todo ello, la que ahora nos presenta, que había generado tantas expectación desde que se supo que iba a meterse en los tejemanejes de la clase política nacional y sus entramados de corrupción sistemática, esta 'El reino' -de título tan significativo- me ha gustado aunque sin superar mis altas expectativas. Y esto es debido principalmente a la falta de sutileza con la que Sorogoyen y su coguionista habitual, Isabel Peña, abordan tan espinoso y candente asunto.
Y es obvio que esto es deliberado, que ha sido su apuesta entrar a degüello y con contundencia, pero a pesar de ser un planteamiento respetable (que a muchos convencerá plenamente), a mí sin embargo me hubiera gustado ver mayor sutileza y matices en este análisis, ya que en absoluto es incompatible esta sutileza que echo de menos con la crítica y actitud condenatoria de la sinvergonzonería que está reflejando. Hay momentos muy potentes... pero igualmente excesivos (yate, balcón-Zahera, etc). Me ha gustado mucho, eso sí, la secuencia de la irrupción en la casa andorrana, pese a que igualmente incurre en esa comentada ausencia de sutileza; pero la tensión que consigue en esta secuencia Sorogoyen es digna de admiración, además de estar magistralmente filmada. Al igual que la que le sucede, la que comienza en la gasolinera y acaba en la carretera...
Y De la Torre... en su salsa, en un papel que se ajusta a la perfección a su más que solvente estilo interpretativo. Y bien arropado por un reparto desigual pero que cumple muy bien la labor de acompañamiento. Tiene su coña, por cierto, ver a Ana Wagener imitando descaradamente a todos-sabemos-quién...
Rodrigo Sorogoyen llegó al cine para quedarse, como demostró en sus primeras obras, a base de talento tanto narrativo como en su puesta en escena, y capacidad para generar atmósfera, ritmo y tensión. Es ya con derecho propio uno de los altos cargos en el reino del cine español.
Por todo ello, la que ahora nos presenta, que había generado tantas expectación desde que se supo que iba a meterse en los tejemanejes de la clase política nacional y sus entramados de corrupción sistemática, esta 'El reino' -de título tan significativo- me ha gustado aunque sin superar mis altas expectativas. Y esto es debido principalmente a la falta de sutileza con la que Sorogoyen y su coguionista habitual, Isabel Peña, abordan tan espinoso y candente asunto.
Y es obvio que esto es deliberado, que ha sido su apuesta entrar a degüello y con contundencia, pero a pesar de ser un planteamiento respetable (que a muchos convencerá plenamente), a mí sin embargo me hubiera gustado ver mayor sutileza y matices en este análisis, ya que en absoluto es incompatible esta sutileza que echo de menos con la crítica y actitud condenatoria de la sinvergonzonería que está reflejando. Hay momentos muy potentes... pero igualmente excesivos (yate, balcón-Zahera, etc). Me ha gustado mucho, eso sí, la secuencia de la irrupción en la casa andorrana, pese a que igualmente incurre en esa comentada ausencia de sutileza; pero la tensión que consigue en esta secuencia Sorogoyen es digna de admiración, además de estar magistralmente filmada. Al igual que la que le sucede, la que comienza en la gasolinera y acaba en la carretera...
Y De la Torre... en su salsa, en un papel que se ajusta a la perfección a su más que solvente estilo interpretativo. Y bien arropado por un reparto desigual pero que cumple muy bien la labor de acompañamiento. Tiene su coña, por cierto, ver a Ana Wagener imitando descaradamente a todos-sabemos-quién...
Rodrigo Sorogoyen llegó al cine para quedarse, como demostró en sus primeras obras, a base de talento tanto narrativo como en su puesta en escena, y capacidad para generar atmósfera, ritmo y tensión. Es ya con derecho propio uno de los altos cargos en el reino del cine español.
26 de septiembre de 2018
26 de septiembre de 2018
61 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
La guerra interna entre Susana Díaz y Pedro Sánchez por hacerse con el poder en el PSOE, los papeles de Bárcenas, el M. Rajoy, aquella sórdida imagen en los pasillos de un hotel en Andorra de la por entonces alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, y el empresario Enrique Ortiz. Son tantas las referencias reales a las que alude o puede aludir El reino que resulta imposible desligarla de esa actualidad que ha convertido la corrupción en parte de nuestra rutina. El entretenimiento circense al que ha derivado la política de nuestro país convertía en hazaña el simple hecho de intentar adaptarla a la ficción.
Sorogoyen no solo lo consigue con pasmosa verosimilitud sino que además lo hace con personalidad propia. El garrulismo, los bajos fondos de las corruptelas que retrata, los reviste de una cuidada puesta en escena, de una estética moderna y arriesgada que logra sofisticar personajes y situaciones más propias de Torrente que del cine sobre ladrones de guante blanco al que nos tiene acostumbrados Hollywood. Imposible resistirse a ese costumbrismo español a ritmo de música electrónica que nos propone el director. El reino es una hipnótica radiografía, no solo de nuestra clase política, sino de toda una cultura, la española, con genética picaresca.
La primera escena de la cinta, con toda la plana mayor de un partido político, léase PSOE, léase PP, alrededor de una mesa en la que abunda el marisco supone la mejor representación de ese desfase económico y moral que todos condenamos desde la distancia, aún a sabiendas de que lo más probable es que cualquiera de nosotros terminaríamos sucumbiendo a sus hechizos. El poder protege al poder, advierte el personaje de Bárbara Lennie en un momento de la película, y sobre el poder que sigue dirigiendo nuestro país trata sin miramientos el filme. Un mundo de hombres, en el que las pocas mujeres que consiguen adentrarse lo hacen adoptando sus peores vicios, sin esperanza para el cambio, con la única meta de salvaguardar el coto a toda costa.
Salvar el culo es precisamente el leit motiv del protagonista. Manuel evoluciona de la arrogancia que comporta saberse el heredero del poder a la desesperación de convertirse de repente en el cabeza de turco de todo un entramado de corrupción. El registro de Antonio de la Torre, bastante similar en todas sus interpretaciones, por fin encaja como un guante en un personaje que parece expresamente diseñado para el actor. Protagonista sin escrúpulos que se mueve como pez en el agua entre cómplices pero que termina siendo víctima de ese reino que lo encumbró.
Desde el momento que comienza la psicosis se inicia el despegue de la cinta hacia el terreno del thriller más adrenalínico. Es cuando Sorogoyen decide marcar terreno con una sucesión de secuencias inolvidables, como la histérica incursión de Manuel en el hogar de uno de sus compañeros o la que quizá sea la persecución nocturna más trepidante que ha rodado jamás un director español. Como colofón, una tensa entrevista televisiva, al más puro estilo Ana Pastor, que sitúa a Bárbara Lennie como la más solvente de nuestras actrices y que culmina con una valiente reflexión final. Broche de oro para el thriller político que mejor define a quiénes manejan los hilos en este indescriptible, a menudo vergonzoso, país.
Sorogoyen no solo lo consigue con pasmosa verosimilitud sino que además lo hace con personalidad propia. El garrulismo, los bajos fondos de las corruptelas que retrata, los reviste de una cuidada puesta en escena, de una estética moderna y arriesgada que logra sofisticar personajes y situaciones más propias de Torrente que del cine sobre ladrones de guante blanco al que nos tiene acostumbrados Hollywood. Imposible resistirse a ese costumbrismo español a ritmo de música electrónica que nos propone el director. El reino es una hipnótica radiografía, no solo de nuestra clase política, sino de toda una cultura, la española, con genética picaresca.
La primera escena de la cinta, con toda la plana mayor de un partido político, léase PSOE, léase PP, alrededor de una mesa en la que abunda el marisco supone la mejor representación de ese desfase económico y moral que todos condenamos desde la distancia, aún a sabiendas de que lo más probable es que cualquiera de nosotros terminaríamos sucumbiendo a sus hechizos. El poder protege al poder, advierte el personaje de Bárbara Lennie en un momento de la película, y sobre el poder que sigue dirigiendo nuestro país trata sin miramientos el filme. Un mundo de hombres, en el que las pocas mujeres que consiguen adentrarse lo hacen adoptando sus peores vicios, sin esperanza para el cambio, con la única meta de salvaguardar el coto a toda costa.
Salvar el culo es precisamente el leit motiv del protagonista. Manuel evoluciona de la arrogancia que comporta saberse el heredero del poder a la desesperación de convertirse de repente en el cabeza de turco de todo un entramado de corrupción. El registro de Antonio de la Torre, bastante similar en todas sus interpretaciones, por fin encaja como un guante en un personaje que parece expresamente diseñado para el actor. Protagonista sin escrúpulos que se mueve como pez en el agua entre cómplices pero que termina siendo víctima de ese reino que lo encumbró.
Desde el momento que comienza la psicosis se inicia el despegue de la cinta hacia el terreno del thriller más adrenalínico. Es cuando Sorogoyen decide marcar terreno con una sucesión de secuencias inolvidables, como la histérica incursión de Manuel en el hogar de uno de sus compañeros o la que quizá sea la persecución nocturna más trepidante que ha rodado jamás un director español. Como colofón, una tensa entrevista televisiva, al más puro estilo Ana Pastor, que sitúa a Bárbara Lennie como la más solvente de nuestras actrices y que culmina con una valiente reflexión final. Broche de oro para el thriller político que mejor define a quiénes manejan los hilos en este indescriptible, a menudo vergonzoso, país.
1 de octubre de 2018
1 de octubre de 2018
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, el tráiler de esta película no le hace justicia y con probabilidad aleje a muchos espectadores que no sienten la menor necesidad de ver reflejado en la pantalla grande lo que llevamos años (incluso décadas) contemplando y padeciendo en la pantalla chica, a saber, la enésima demonización y censura de toda la clase política a causa de sus bochornosas e infames corruptelas, sus triquiñuelas bastardas, sus enriquecimientos ilícitos y abusos fraudulentos de su posición de poder y dominio sobre todas las facetas de la vida que tienen que ver con el cobro de comisiones ilícitas y escarceos ilegales de similar calaña. Produce un cansancio indecible y una desgana tremenda tener que asistir de nuevo al bochorno nacional que todos dicen censurar, pero nadie remedia.
Y sería una pena perderse esta frenética intriga política que refleja con maestría todo lo antedicho, pero que sobre todo nos ofrece una turbadora radiografía de la podredumbre institucionalizada que nos envilece tanto como nos corroe, pero envuelta en un apasionante relato de cine negro donde no hay buenos ni malos, sino sólo detestables ladrones de guante blanco y alma renegrida, donde las palabras se pervierten para maquillar los hechos y encalar los latrocinios, reduciendo todo a penosas excepciones en vez de echar a todos los mangantes a la basura y empezar de nuevo, dejando en el vertedero de la infamia a quienes, abusando de su posición y aprovechándose de unas leyes que permiten resquicios y amaños que, de nuevo, todos denuncian pero nadie enmienda.
Porque ante todo estamos ante un potente thriller – uno de los mejores que he visto realizado en España – donde lo de menos es la mucha verdad que refleja sobre la abyecta clase política (siendo esto muy bueno y de unánime validez) y lo de verdad logrado y elogiable es el loco relato policiaco que sirve de motor a toda la vertiginosa acción que sostiene el atroz retablo del deshonor y la vergüenza que se nos presenta. No deja títere con cabeza ni cenagal sin revolver, pero lo hace con tanto tino, con tanta mala leche, con tanta rabia que produce admiración, náusea y espanto, aunque nada de lo que se nos ofrezca nos pueda ya pasmar ni se nos revuelvan las tripas de puro hastío.
Excelente tanto la dirección como el guion (en colaboración con Isabel Peña) de Rodrigo Sorogoyen, pero ante todo cabe alabar – y ojalá sean premiados – a todo el soberbio reparto coral repleto de grandes intérpretes que brillan a un altísimo nivel y de una brillantez escalofriante: Antonio de la Torre, José María Pou, Nacho Fresneda, Luis Zahera, Ana Wagener, Bárbara Lennie o Mónica López. No nombrarles sería una injusticia; y una estafa perdérsela.
Y sería una pena perderse esta frenética intriga política que refleja con maestría todo lo antedicho, pero que sobre todo nos ofrece una turbadora radiografía de la podredumbre institucionalizada que nos envilece tanto como nos corroe, pero envuelta en un apasionante relato de cine negro donde no hay buenos ni malos, sino sólo detestables ladrones de guante blanco y alma renegrida, donde las palabras se pervierten para maquillar los hechos y encalar los latrocinios, reduciendo todo a penosas excepciones en vez de echar a todos los mangantes a la basura y empezar de nuevo, dejando en el vertedero de la infamia a quienes, abusando de su posición y aprovechándose de unas leyes que permiten resquicios y amaños que, de nuevo, todos denuncian pero nadie enmienda.
Porque ante todo estamos ante un potente thriller – uno de los mejores que he visto realizado en España – donde lo de menos es la mucha verdad que refleja sobre la abyecta clase política (siendo esto muy bueno y de unánime validez) y lo de verdad logrado y elogiable es el loco relato policiaco que sirve de motor a toda la vertiginosa acción que sostiene el atroz retablo del deshonor y la vergüenza que se nos presenta. No deja títere con cabeza ni cenagal sin revolver, pero lo hace con tanto tino, con tanta mala leche, con tanta rabia que produce admiración, náusea y espanto, aunque nada de lo que se nos ofrezca nos pueda ya pasmar ni se nos revuelvan las tripas de puro hastío.
Excelente tanto la dirección como el guion (en colaboración con Isabel Peña) de Rodrigo Sorogoyen, pero ante todo cabe alabar – y ojalá sean premiados – a todo el soberbio reparto coral repleto de grandes intérpretes que brillan a un altísimo nivel y de una brillantez escalofriante: Antonio de la Torre, José María Pou, Nacho Fresneda, Luis Zahera, Ana Wagener, Bárbara Lennie o Mónica López. No nombrarles sería una injusticia; y una estafa perdérsela.
3 de octubre de 2018
3 de octubre de 2018
159 de 288 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorogoyen logró un buen debut con Stockholm, después llegó la notable Que dios nos perdone y antes de El Reino ganó su primer Goya por el cortometraje Madre. Un corto que a mi juicio tiene varios errores que se repiten en El reino.
El reino es un relato superficial de la corrupción. En la trama los personajes ya están corrompidos, no vemos como se fraguan sus negocios ni tampoco somos testigos del momento en que cruzaron la línea. El reino se centra en sus banquetes, sus viajes en yate y sobre todo en las semanas después de ser descubiertos por la Guardia civil.
Quizás este sea su primer fallo. La trama del guión no profundiza en la corrupción, no es del todo clara en los hechos ni en los personajes. Posiblemente los hechos sean tan imaginables por el espectador que no hayan querido hablar de ellos, pero el problema es que tienes que sostener una película de dos horas con una trama muy endeble y con varios fallos de guión de los que ahora hablaremos.
Sorogoyen decide apoyarse en los actores y en la puesta en escena. Y aquí continuan los problemas. La mayoría del elenco cumple pero no brilla. Antonio de la Torre combina grandes escenas con momentos más débiles.
La película arranca con un buen ritmo pero ante la debilidad de la trama, es la cámara en mano persiguiendo al personaje y la música (en exceso) la que sostiene el film. Da la sensación de que ambos elementos se han usado como solución y no como compañeros de viaje. El plano-secuencia de Andorra es virtuoso pero para mí es un capricho del director. Supedita la escena al plano secuencia. Es una escena que alarga para que veamos su maravilloso plano secuencia, pero acaba siendo una secuencia poco verosimil y tramposa en guión. (Ver spoiler)
Ante críticas como "Demoledor retrato a lo Uno de los nuestros" o "Sorogoyen y Peña superan con nota el desafío de retratar, con el machete en una mano y cal viva en la otra, el fenómeno de la corrupción en España", yo me quedo decepcionado.
¿Uno de los nuestros? ¿Cal viva y machete? Por favor, precisamente lo que le falta a El reino es la negrura, las putas, las drogas, la mala leche y el tono sarcástico que tiene Scorsese en esa película. Es un Sorogoyen versión light, falta el punto de shock de Stockholm o Que dios nos perdone. Lo que tenemos es a Petón (tertuliano futbolero) como director de un periódico, al clon de Ana Pastor y sólo queda preguntarse:
¿Dónde está Ferreras?
El reino es un relato superficial de la corrupción. En la trama los personajes ya están corrompidos, no vemos como se fraguan sus negocios ni tampoco somos testigos del momento en que cruzaron la línea. El reino se centra en sus banquetes, sus viajes en yate y sobre todo en las semanas después de ser descubiertos por la Guardia civil.
Quizás este sea su primer fallo. La trama del guión no profundiza en la corrupción, no es del todo clara en los hechos ni en los personajes. Posiblemente los hechos sean tan imaginables por el espectador que no hayan querido hablar de ellos, pero el problema es que tienes que sostener una película de dos horas con una trama muy endeble y con varios fallos de guión de los que ahora hablaremos.
Sorogoyen decide apoyarse en los actores y en la puesta en escena. Y aquí continuan los problemas. La mayoría del elenco cumple pero no brilla. Antonio de la Torre combina grandes escenas con momentos más débiles.
La película arranca con un buen ritmo pero ante la debilidad de la trama, es la cámara en mano persiguiendo al personaje y la música (en exceso) la que sostiene el film. Da la sensación de que ambos elementos se han usado como solución y no como compañeros de viaje. El plano-secuencia de Andorra es virtuoso pero para mí es un capricho del director. Supedita la escena al plano secuencia. Es una escena que alarga para que veamos su maravilloso plano secuencia, pero acaba siendo una secuencia poco verosimil y tramposa en guión. (Ver spoiler)
Ante críticas como "Demoledor retrato a lo Uno de los nuestros" o "Sorogoyen y Peña superan con nota el desafío de retratar, con el machete en una mano y cal viva en la otra, el fenómeno de la corrupción en España", yo me quedo decepcionado.
¿Uno de los nuestros? ¿Cal viva y machete? Por favor, precisamente lo que le falta a El reino es la negrura, las putas, las drogas, la mala leche y el tono sarcástico que tiene Scorsese en esa película. Es un Sorogoyen versión light, falta el punto de shock de Stockholm o Que dios nos perdone. Lo que tenemos es a Petón (tertuliano futbolero) como director de un periódico, al clon de Ana Pastor y sólo queda preguntarse:
¿Dónde está Ferreras?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- ¿Abres la puerta de tu casa a las 4 de la mañana a una persona que dice que viene a recoger unos documentos de tu padre? ¿No llamarías antes a tu padre? La misma llamada que después hace a su padre y no es respondida podría haberla hecho antes de abrir la puerta y resultaría más creíble. Porque además queda claro que la chica no le conoce.
- Aceptemos que abre la puerta. Los chicos no le reconocen hasta que al director le conviene. En un momento uno de los chicos mira el móvil y dice que De la Torre está enfrentado con el padre de la chica por el caso de corrupción. El director (aquí guionista) necesita poner en apuros al personaje para que no salga con los papeles y es tramposo en el guión. Sobre todo cuando durante toda la película nos cuenta como todo el mundo le reconoce por la calle.
- Otro de los supuestos grandes momentos es la escena de la persecución. A priori está muy bien contada, no hay coche, luego aparece uno, acelera, apaga las luces y después aparece otro en frente. Sin duda crea tensión y me meto en la psicosis del personaje. Quizás este era el camino que podía haber seguido El reino.
Por cierto, gran uso narrativo del sonido en la escena. Pero hay que tener cuidado en los detalles. Algunos de los planos muestran como el coche circula a más de 100 Km/h. El coche se estrella y aparece a bastantes metros de la carretera. Lo normal es que una persona muera en ese accidente, pero vale, es una peli y el protagonista no puede morir. Aceptamos barco. Se carga al otro conductor con una pluma. Aceptamos barco. ¿Tan difícil es que salga del coche cojeando? ¿O que intente correr pero se caiga porque está aturdido? No sé, algún detalle que me haga creer que ha tenido un accidente FRONTAL a 100Km/h como su director me ha contado. Pues no, De la Torre coge los papeles y sale corriendo más fresco que una lechuga.
- La escena del balcón la veo menos problemática. La premisa de que hay micros me la creo aunque después veo a Luis Zahera un poco sobreactuado. Exceso de líneas de guión o un plano muy largo para aguantar ese momento.
- El final. Decepcionante. Bárbara Lennie ha decidido unirse al circo y ponerse del lado del poder. Pues como era lógico. ¿Qué esperábamos? El director intenta ser transgresor con su visión de la prensa y lo que consigue es una escena en la que dos actores dicen un texto porque viene en un guión, pero en ningún momento se creen lo que están diciendo. Me ha parecido la escena más floja de la película y un final muy decepcionante. Por cierto, una Bárbara Lennie a la que solo hemos visto dos veces en la película y parece que para justificar ese final. Era un personaje que tenía más recorrido.
- Aceptemos que abre la puerta. Los chicos no le reconocen hasta que al director le conviene. En un momento uno de los chicos mira el móvil y dice que De la Torre está enfrentado con el padre de la chica por el caso de corrupción. El director (aquí guionista) necesita poner en apuros al personaje para que no salga con los papeles y es tramposo en el guión. Sobre todo cuando durante toda la película nos cuenta como todo el mundo le reconoce por la calle.
- Otro de los supuestos grandes momentos es la escena de la persecución. A priori está muy bien contada, no hay coche, luego aparece uno, acelera, apaga las luces y después aparece otro en frente. Sin duda crea tensión y me meto en la psicosis del personaje. Quizás este era el camino que podía haber seguido El reino.
Por cierto, gran uso narrativo del sonido en la escena. Pero hay que tener cuidado en los detalles. Algunos de los planos muestran como el coche circula a más de 100 Km/h. El coche se estrella y aparece a bastantes metros de la carretera. Lo normal es que una persona muera en ese accidente, pero vale, es una peli y el protagonista no puede morir. Aceptamos barco. Se carga al otro conductor con una pluma. Aceptamos barco. ¿Tan difícil es que salga del coche cojeando? ¿O que intente correr pero se caiga porque está aturdido? No sé, algún detalle que me haga creer que ha tenido un accidente FRONTAL a 100Km/h como su director me ha contado. Pues no, De la Torre coge los papeles y sale corriendo más fresco que una lechuga.
- La escena del balcón la veo menos problemática. La premisa de que hay micros me la creo aunque después veo a Luis Zahera un poco sobreactuado. Exceso de líneas de guión o un plano muy largo para aguantar ese momento.
- El final. Decepcionante. Bárbara Lennie ha decidido unirse al circo y ponerse del lado del poder. Pues como era lógico. ¿Qué esperábamos? El director intenta ser transgresor con su visión de la prensa y lo que consigue es una escena en la que dos actores dicen un texto porque viene en un guión, pero en ningún momento se creen lo que están diciendo. Me ha parecido la escena más floja de la película y un final muy decepcionante. Por cierto, una Bárbara Lennie a la que solo hemos visto dos veces en la película y parece que para justificar ese final. Era un personaje que tenía más recorrido.
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