El Reino
2018 

7.3
32,399
Thriller. Intriga. Drama
Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
29 de septiembre de 2018
29 de septiembre de 2018
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta última película de Rodrigo Sorogoyen nos vuelve a introducir en la evidente preocupación que su autor tiene por las instituciones sociales que ya comentamos en Que Dios nos perdone. Estamos pues ante un film político o más bien un film de crítica política. La idea de institución se caracteriza fundamentalmente por costumbres comunes que aseguren la pluralidad y el acuerdo sobre los derechos y la justicia. Por tanto tiene una naturaleza política y deben ser la expresión del poder en común distanciándose de la dominación. Los derechos no existen fuera de las instituciones. Los miembros de estas instituciones están obligados a ser realizadores de derechos que hasta entonces solo parecen expresiones lingüísticas de nobles aspiraciones morales por las que claman los heridos y menesterosos. Resulta inconcebible y contradictorio que los derechos estén en manos de los que no los viven ni creen en ellos sino que aprovechan su acceso a recursos públicos para sus ambiciones personales. Sorogoyen nos presenta un film ágil, acelerado en ocasiones, que obliga al espectador a estar atento a las complejas conexiones que exige la corrupción en su intento de pasar desapercibida. A mi entender lo logra con creces apoyado en un extraordinario actor como Antonio de la Torre respaldado por un elenco de actrices y actores sólidos bien curtidos en el drama que dan al conjunto de la película un buen nivel de calidad. Muy interesante me resultó el proceso de trasformación de traidor a héroe que se va verificando en el devenir de la obra. En efecto, el personaje de Antonio de la Torre va disolviendo su delito, y por tanto, justificándolo, como consecuencia de pertenecer a una sociedad profundamente corrompida, a la que él, casi como sujeto pasivo, se ha sometido. De delincuente va pasando a víctima provocando cambios emocionales en el espectador. Tiene que venir la periodista (Bárbara Lennie – Ana Pastor) para con su discursillo poner las cosas en su sitio.
3 de febrero de 2019
3 de febrero de 2019
41 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como soy y vivo en Andalucía, la única corrupción que he conocido en mi vida ha sido la del PSOE, que se ha tirado 36 años gobernando aquí.
La gente del cine obviamente está interesada en asociar la corrupción únicamente con el PP, como hace esta película, que hasta en eso es deshonesta: no identifica el partido al que retrata, y así tiene la excusa de que se trata de una crítica de alcance universal y no sectaria. Pero no es verdad, y todo el que haya visto la película lo sabe.
En Andalucía han juzgado por desvío de 900 millones de euros a dos ex presidentes de la Junta, dos ex presidentes nacionales del PSOE, y la plana de mayor de las consejerías autonómicas durante un período de diez años. De momento la sentencia no ha salido, con lo que el número de altos cargos condenados es el mismo que los del partido popular en otras regiones de España: cero.
La corrupción es tan vieja como la Política. Muchos de los que han visto esta película deberían saber quién fue Juan Guerra, hermano de Alfonso Guerra. Tenía un contrato de chófer con su partido, el PSOE, y un sueldo mínimo. A pesar de eso disponía de un despacho y séquito propio en la Delegación del Gobierno de Sevilla -repito: él trabajaba para el PSOE, no para el Gobierno- y durante años se dedicó a cobrar comisiones de obra pública para él y su partido sin que le chistaran. Cuando se divorció y se largó con otra, la ex le demandó civilmente por la mitad de su fortuna, amasada constante su matrimonio y por tanto de carácter ganancial. Eso hizo que se descubriera un pastel, que por otro lado todo el que viviera en Sevilla conocía. Al final sólo pudo ser condenado por evasión de impuestos, como Al Capone, pero su caso hizo que se incluyeran los delitos por corrupción en el Código Penal.
Esta historia, muy sevillana y muy española, no tiene su película. Pero no da para un thriller enfermo de hipertensión ocular, como el de Sorogoyen, sino para una de Berlanga, que ya hizo "Todos a la cárcel", la gran película española sobre la corrupción.
Esta película es plana, previsible y bastante inofensiva. Me parece inaudito que se diga que es incómoda. Eso no casa con que, como dice una de las usuarias en su crítica, los periodistas y políticos que fueron a su estreno en vez de abandonar la sesión a la mitad, aplaudieran a rabiar. Es totalmente innecesaria: dice que los malos son los demás, algo muy típico de la izquierda. Porque está llena de corrección política de izquierdas. Sería incómoda si describiera la conjura nacional catalana para encubrir el saqueo de Convergencia i Unió y no perjudicar el procès. Sería necesaria si mencionara que Podemos ha sido financiado por una República Islámica como Irán (lo dijo y lo justificó Pablo Iglesias en una rueda de prensa, acudiendo a la comparación histórica de Lenin y el Imperio Alemán, siendo él Lenin, por supuesto). Sería incorrecta si se desarrollase en mi tierra, Andalucía, un sitio que en el mapa del cine patrio sólo existe como escenario de explotación del campesinado a cargo de los señoritos. Aún estoy esperando esa película, financiada y aplaudida por los políticos: que diga que las asociaciones de empresarios y los sindicatos llevan décadas de paripé subvencionado por la Junta de Andalucía zampándose el dinero de los cursos de formación a medias con los familiares y amigos del régimen.
¿A qué sí molesta e incomoda que diga todo esto? Pues es la verdad, lo diga Eduardo Inda o lo diga yo, que pienso que Eduardo Inda es un tipo de lo menos recomendable: no deja de ser menos verdad y significa que sí necesitamos una película sobre ello.
La gente del cine obviamente está interesada en asociar la corrupción únicamente con el PP, como hace esta película, que hasta en eso es deshonesta: no identifica el partido al que retrata, y así tiene la excusa de que se trata de una crítica de alcance universal y no sectaria. Pero no es verdad, y todo el que haya visto la película lo sabe.
En Andalucía han juzgado por desvío de 900 millones de euros a dos ex presidentes de la Junta, dos ex presidentes nacionales del PSOE, y la plana de mayor de las consejerías autonómicas durante un período de diez años. De momento la sentencia no ha salido, con lo que el número de altos cargos condenados es el mismo que los del partido popular en otras regiones de España: cero.
La corrupción es tan vieja como la Política. Muchos de los que han visto esta película deberían saber quién fue Juan Guerra, hermano de Alfonso Guerra. Tenía un contrato de chófer con su partido, el PSOE, y un sueldo mínimo. A pesar de eso disponía de un despacho y séquito propio en la Delegación del Gobierno de Sevilla -repito: él trabajaba para el PSOE, no para el Gobierno- y durante años se dedicó a cobrar comisiones de obra pública para él y su partido sin que le chistaran. Cuando se divorció y se largó con otra, la ex le demandó civilmente por la mitad de su fortuna, amasada constante su matrimonio y por tanto de carácter ganancial. Eso hizo que se descubriera un pastel, que por otro lado todo el que viviera en Sevilla conocía. Al final sólo pudo ser condenado por evasión de impuestos, como Al Capone, pero su caso hizo que se incluyeran los delitos por corrupción en el Código Penal.
Esta historia, muy sevillana y muy española, no tiene su película. Pero no da para un thriller enfermo de hipertensión ocular, como el de Sorogoyen, sino para una de Berlanga, que ya hizo "Todos a la cárcel", la gran película española sobre la corrupción.
Esta película es plana, previsible y bastante inofensiva. Me parece inaudito que se diga que es incómoda. Eso no casa con que, como dice una de las usuarias en su crítica, los periodistas y políticos que fueron a su estreno en vez de abandonar la sesión a la mitad, aplaudieran a rabiar. Es totalmente innecesaria: dice que los malos son los demás, algo muy típico de la izquierda. Porque está llena de corrección política de izquierdas. Sería incómoda si describiera la conjura nacional catalana para encubrir el saqueo de Convergencia i Unió y no perjudicar el procès. Sería necesaria si mencionara que Podemos ha sido financiado por una República Islámica como Irán (lo dijo y lo justificó Pablo Iglesias en una rueda de prensa, acudiendo a la comparación histórica de Lenin y el Imperio Alemán, siendo él Lenin, por supuesto). Sería incorrecta si se desarrollase en mi tierra, Andalucía, un sitio que en el mapa del cine patrio sólo existe como escenario de explotación del campesinado a cargo de los señoritos. Aún estoy esperando esa película, financiada y aplaudida por los políticos: que diga que las asociaciones de empresarios y los sindicatos llevan décadas de paripé subvencionado por la Junta de Andalucía zampándose el dinero de los cursos de formación a medias con los familiares y amigos del régimen.
¿A qué sí molesta e incomoda que diga todo esto? Pues es la verdad, lo diga Eduardo Inda o lo diga yo, que pienso que Eduardo Inda es un tipo de lo menos recomendable: no deja de ser menos verdad y significa que sí necesitamos una película sobre ello.
4 de marzo de 2019
4 de marzo de 2019
39 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, os cuento más o menos lo que yo he visto:
- Antonio de la Torre corre a comer marisco con sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre a la sede del partido para hablar con sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre al club naútico para navegar con sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre a su casa cuando le traicionan sus amigos corrruptos.
- Antonio de la Torre corre a buscar pruebas contra sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre a amenazar a sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre al juzgado a declarar sobre sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre y corre y corre tras sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre y Rodrigo Sorogoyen corre detrás de él y de sus amigos corruptos.
Estoy segura de que debe de ser una película muy interesante, si te enteras de algo, claro.
Yo confieso no me he enterado de nada, sólo de que Antonio de la Torre corre todo el tiempo, que todos sus amigos tienen una cara de mafiosos que te cagas, que pelan muy bien los langostinos, que Sorogoyen es aficionado al bakalao y que Bárbara Lennie sale muy guapa en los primeros planos.
Tengo la vaga sensación de que Sorogoyen intenta hacer una peli de denuncia de la corrupción pepera aunque lo que le sale parece más bien un videoclip con un montón de tipos malencarados, una música infernal y un cámara con Parkinson o con sindrome de abstinencia alcohólica. That's all, folks.
- Antonio de la Torre corre a comer marisco con sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre a la sede del partido para hablar con sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre al club naútico para navegar con sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre a su casa cuando le traicionan sus amigos corrruptos.
- Antonio de la Torre corre a buscar pruebas contra sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre a amenazar a sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre al juzgado a declarar sobre sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre y corre y corre tras sus amigos corruptos.
- Antonio de la Torre corre y Rodrigo Sorogoyen corre detrás de él y de sus amigos corruptos.
Estoy segura de que debe de ser una película muy interesante, si te enteras de algo, claro.
Yo confieso no me he enterado de nada, sólo de que Antonio de la Torre corre todo el tiempo, que todos sus amigos tienen una cara de mafiosos que te cagas, que pelan muy bien los langostinos, que Sorogoyen es aficionado al bakalao y que Bárbara Lennie sale muy guapa en los primeros planos.
Tengo la vaga sensación de que Sorogoyen intenta hacer una peli de denuncia de la corrupción pepera aunque lo que le sale parece más bien un videoclip con un montón de tipos malencarados, una música infernal y un cámara con Parkinson o con sindrome de abstinencia alcohólica. That's all, folks.
5 de octubre de 2018
5 de octubre de 2018
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego el empujón final para ir a verla ha sido filmaffinity. O sea, las críticas de los usuarios. Me gusta este director aunque me echaba para atrás volver a ver a Antonio De la Torre. Se prodiga tanto últimamente que ya no me lo acabo de creer. Y además tiene pinta de todo menos de político de un partido corrupto. El resto de actores me convencia...así que allá fui. Y no me acabo de convencer. Arranca bien, con todo el despropósito y desfachatez de un grupo de políticos ladrones y sin vergüenzas. Aun no te cuentan nada pero te imaginas todo. Y luego empieza la tramilla. Y ahí es donde no me lo creo. En mi opinión falla, y bastante, el casting. No porque sean malos actores sino porque no les pega ni con cola. Personalmente asocio este tipo de corrupción con partidos llenos de pijos, marcas, yates y lujos mil. Pienso que a los del otro lado la corrupción les luce de otra manera. Corruptos hay en todas partes, pero pijos solo en una. Y el yate, los escenarios, la gomina en el pelo....no me encajan en absoluto con casi ninguno de los actores. Por lo demás, tiene momentos interesantes, alguna escena emocionante...pero no es para tanto. Barbara Lennie es un poco sosa siempre y aquí también. Monica Lopez y Ana Wagener, en mi opinión grandes actrices se salvan algo más que el resto del elenco....Pero ya os digo, la han aclamado tanto que esperaba algo que no ha llegado. Aun así, dura dos horas y pico, se ha hecho soportable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El accidente de coche es de traca. Ni una lesión. Genial. Y fantástico como se escapa Antonio De la Torre antes por el ventanuco de la gasolinera. Se conoce que está en forma por la natación porque a su edad y con tanto carabinero...no se, no se...
30 de septiembre de 2018
30 de septiembre de 2018
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo", decía el maestro Ramón María del Valle Inclán. Y en síntesis, su sabiduría se evidencia en Manuel, el típico político afiliado a un determinado partido, que no ha dado un palo al agua en su vida. No conoce el esfuerzo, el mérito o la vida más allá de un partido político -mirad al Congreso o a vuestros ayuntamientos y veréis ejemplos reales del Manuel de turno-.
Mientras todos callan, las cuentas en Suiza están cubiertas y las mordidas a proyectos europeos siguen a la orden del día, toda la maquinaria sigue engrasada, no faltan los lujos y el sistema funciona. Ahora bien, cuando se producen las filtraciones y la presa no resiste la cantidad de mierda que contamina la democracia, entonces viene los problemas. Manuel es señalado. Expulsado de El reino. Un apestado que sin embargo no quiere caer solo y emprende una batalla por desenmascarar a todos los corruptos.
Con un ritmo frenético desde el principio, El reino engancha. Su historia, tan asquerosamente cotidiana, convence. Realidad y ficción casan perfectamente en la película de Sorogoyen, plagada de personajes muy elaborados. Pese a que Antonio de la Torre es el gran protagonista, aparece rodeado por impresionantes secundarios como Luis Zahera, Nacho Fresneda, Josep María Pou, Ana Wagener o Francisco Reyes. Este es uno de los fuertes del filme, que se va desenvolviendo correctamente hasta los compases finales.
Es ahí, en la última media hora, donde El reino se embarra y se va de madre. Deja a un lado todo lo bueno del principio y llega a ser incluso tramposa en algunas de sus conclusiones. Porque Sorogoyen no solo señala a los políticos en toda esta maquinaria corrupta. También al ciudadano de a pie y a los medios de comunicación que contribuyen a sostener ese reino putrefacto.
En mayor o menor medida, todos somos parte del problema, y también de la solución. Tenemos un hueco en ese cuadro pintado por Sorogoyen. Y estoy de acuerdo. Sin embargo, esto se aborda de refilón y se cierra con un final muy precipitado, incluso sesgado, que no está a la altura de todo lo anterior. En definitiva, una última media hora para olvidar donde se pierde todo el potencial previo -también Bárbara Lennie-.
Si no fuera por esa última media hora, El reino sería más que una película notable. Tiene todo. Buenos personajes, reparto, intriga, ritmo. Pero su embarullado desenlace la hace cojear. Y aún así consigue hacer reflexionar, que eso ya es digno de aplaudir. Quitando esa última parte, el lienzo que dibuja Sorogoyen es magnífico, para vergüenza de todos -sí, todos- los que formamos parte de una sociedad corrompida desde la cúpula hasta sus cimientos.
Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
Y en Facebook: https://www.facebook.com/argodersecine
Mientras todos callan, las cuentas en Suiza están cubiertas y las mordidas a proyectos europeos siguen a la orden del día, toda la maquinaria sigue engrasada, no faltan los lujos y el sistema funciona. Ahora bien, cuando se producen las filtraciones y la presa no resiste la cantidad de mierda que contamina la democracia, entonces viene los problemas. Manuel es señalado. Expulsado de El reino. Un apestado que sin embargo no quiere caer solo y emprende una batalla por desenmascarar a todos los corruptos.
Con un ritmo frenético desde el principio, El reino engancha. Su historia, tan asquerosamente cotidiana, convence. Realidad y ficción casan perfectamente en la película de Sorogoyen, plagada de personajes muy elaborados. Pese a que Antonio de la Torre es el gran protagonista, aparece rodeado por impresionantes secundarios como Luis Zahera, Nacho Fresneda, Josep María Pou, Ana Wagener o Francisco Reyes. Este es uno de los fuertes del filme, que se va desenvolviendo correctamente hasta los compases finales.
Es ahí, en la última media hora, donde El reino se embarra y se va de madre. Deja a un lado todo lo bueno del principio y llega a ser incluso tramposa en algunas de sus conclusiones. Porque Sorogoyen no solo señala a los políticos en toda esta maquinaria corrupta. También al ciudadano de a pie y a los medios de comunicación que contribuyen a sostener ese reino putrefacto.
En mayor o menor medida, todos somos parte del problema, y también de la solución. Tenemos un hueco en ese cuadro pintado por Sorogoyen. Y estoy de acuerdo. Sin embargo, esto se aborda de refilón y se cierra con un final muy precipitado, incluso sesgado, que no está a la altura de todo lo anterior. En definitiva, una última media hora para olvidar donde se pierde todo el potencial previo -también Bárbara Lennie-.
Si no fuera por esa última media hora, El reino sería más que una película notable. Tiene todo. Buenos personajes, reparto, intriga, ritmo. Pero su embarullado desenlace la hace cojear. Y aún así consigue hacer reflexionar, que eso ya es digno de aplaudir. Quitando esa última parte, el lienzo que dibuja Sorogoyen es magnífico, para vergüenza de todos -sí, todos- los que formamos parte de una sociedad corrompida desde la cúpula hasta sus cimientos.
Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/
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