Dirigida por Rudolph Maté, se basa en el episodio histórico de la expedición de Lewis y Clark a principios del siglo XIX por el territorio de Louisiana, recién adquirido por los Estados Unidos a Francia, incluso más allá de Luisiana, hasta alcanzar el mar Pacífico.

La trama sigue al capitán Meriwether Lewis (interpretado por un solvente Fred MacMurray), secretario particular del presidente Thomas Jefferson (1801-1809), quien se encuentra en Virginia, en una lujosa fiesta, a punto de declararle su amor a Julia Hancock (Barbara Hale), la hija del dueño de la mansión.

Y hete aquí que llega la noticia de que los EE. UU. han comprado a Francia la Louisiana. El Presidente reclama su presencia para encargarle la misión de dirigir la expedición para explorar los nuevos territorios. Lewis pide que le acompañe con igual rango su amigo William Clark (interpretado por un intenso por Charlton Heston). En la fiesta, Clark seduce Julia: ¡horror!

Mientras se arma para embarcar la misión de explorar los nuevos territorios, William Clark lo acompaña en esta aventura donde no faltará de nada, incluidos indios (e india – bellísima Donna Reed como "Sacagawea"), incluida la tribu amigable de los shoshones y algunas batallas con indios hostiles.

La película ofrece una historia de aventuras entretenida, con un ritmo muy bien llevado, paisajes grandiosos y un toque de romanticismo. Aunque este último puede parecer poco acorde con la época descrita, resulta irresistible y emotivo.

La dificultad de mantener unida a una familia separada por el trabajo y la distancia también se aborda de manera realista, lo que añade momentos enternecedores y conmovedores.

La sensacional fotografía de Daniel L. Fapp logra capturar la majestuosidad de los paisajes mientras los exploradores enfrentan desafíos naturales y humanos. Hermosa y épica música de Hans J. Salter.

La relación entre Lewis y Clark, así como las tensiones familiares debido a la rivalidad por las mujeres y por el amorío de Clark con una india, añaden capas emocionales a la narrativa. Aunque algunos elementos románticos pueden parecer anacrónicos, contribuyen a la experiencia cinematográfica.

En suma, película “prewestern” que combina historia, naturaleza y romance (s) de manera cautivadora. Su ritmo bien llevado, paisajes grandiosos, un delicioso romanticismo y las actuaciones sólidas hacen que sea una película que vale la pena ser visionada.

Dirigida por Cecil B. DeMille con su característico estilo visual, es un western que narra la construcción de la primera línea de ferrocarril transcontinental que enlazó el Atlántico con el Pacífico durante la Guerra de Secesión en 1862.

En esta cinta hay indios, un triángulo amoroso, tiroteos, codicia, valor, peripecias y humor, de todo un poco y bien dosificado.

Se disfruta sobre todo por su estilo épico y su capacidad para combinar momentos dramáticos con panorámicas hermosas y escenas hilarantes.

El estilo épico lo vemos en la difícil y empecinada construcción del ferrocarril transcontinental, con sus ideólogos y patrocinadores y sus contrapartes: sus saboteadores.

Las escenas de construcción, los trenes en movimiento y los enfrentamientos con los indios se presentan con gran espectacularidad. Hay cientos de extras y una producción muy cuidada ¡Primera Palma de Oro en Cannes, 1939, nada menos!

También refleja la dureza y los desafíos que enfrentaron los trabajadores en la vida real mientras construían la línea ferroviaria a través de geografías difíciles y peligrosas. Y de cómo, conforme el ferrocarril avanzaba, los personajes deben enfrentarse a decisiones difíciles y sacrificios personales.

La fotografía de Victor Milne, amén de hermosa, muestra paisajes impresionantes, desde las vastas llanuras hasta las montañas escarpadas, lo que añade un sentido de aventura y grandeza a la película. Igual de intensa es la música de J Leipold y S. Krumgold.

Historia de América bien cuidada, fascinante y plena de acción. Es, sin más, una película que combina elementos clásicos del género western con la grandiosidad y espectacularidad que caracteriza a las películas dirigidas por Cecil B. DeMille. Si te gustan las epopeyas y las historias de aventuras, esta película podría ser de tu interés.

Tras el linchamiento cruel y salvaje del líder y fundador de los mormones, la comunidad se debate sobre qué hacer. Finalmente, decide ponerse en camino para alcanzar la tierra prometida, en Utah, y evitar las persecuciones religiosas que les acosan.

Será un duro viaje por las Montañas Rocosas y otros territorios peligrosos, pero dos hombres dispuestos y valerosos, Brigham Young, el ahora líder religioso, y el joven Jonathan Kent, van al mando de la caravana.

Bajo la excelente batuta de Henry Hathaway, esta película que nos sumerge en los inicios de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocidos como mormones.

Un filme no muy conocido ni muy reconocido, pero esta obra ofrece una visión interesante de la historia y la lucha de los primeros miembros de esta comunidad religiosa.

La trama se desenvuelve en los vastos paisajes de la frontera estadounidense, donde los pioneros mormones enfrentan desafíos inimaginables. El protagonista, interpretado por Dean Jagger, es un líder carismático y visionario que guía a su comunidad hacia un nuevo hogar en Utah. La película captura la esencia de la fe, la perseverancia y la esperanza en medio de la adversidad.

Es impresionante la cantidad de actores de renombre en el reparto, donde el personaje principal no es interpretado, como podría suponerse por los nombres del reparto por Tyrone Power, sino por Dean Jagger, que realiza una actuación destacada.

Los personajes secundarios son igualmente cautivadores. Brigham Young, interpretado por un imponente Vincent Price, es el líder espiritual de los mormones. Su presencia en pantalla irradia autoridad y convicción. La actriz Linda Darnell da vida a una joven valiente que enfrenta los peligros del viaje y la hostilidad de los no creyentes.

Digno de subrayar es la seriedad con la que se trata el guion de Louis Bromfield y Lamar Trotti, junto a su pulso narrativo, que mantiene la atención todo el tiempo.

La banda sonora, compuesta por Alfred Newman, es emotiva y evocadora. Sus notas nos transportan a través de los desiertos abrasadores y las cumbres nevadas, acompañando los momentos de triunfo y tragedia.

El tema central de la película es el asentamiento definitivo en Salt Lake City de las primeras comunidades mormonas guiadas por el “sucesor” de John Smith, en un filme sólido y sorprendente. Una visión detallada de la historia de la iglesia y de su asiento en Salt Lake City.

La cinematografía es impresionante. Las vastas llanuras, las montañas majestuosas y los ríos tumultuosos se convierten en personajes silenciosos pero poderosos. El director Henry Hathaway utiliza la naturaleza como telón de fondo para explorar temas profundos: la búsqueda de un hogar, la lucha contra la intolerancia y la construcción de una comunidad unida.

Este relato religioso tiene un enfoque diferente de las típicas películas de pioneros y resulta joya cinematográfica que merece ser redescubierta. Aunque no alcanzó la fama de otras películas de la época, su mensaje perdura: la fe puede mover montañas, incluso cuando esas montañas son tan altas como el propio Everest.

Comienza esta película con unos adinerados señores, uno de los cuales empieza a contar la historia que luego veremos, sobre James Addinson Reavis, el hombre que se hizo con Arizona, más conocido por su asociación con la concesión de tierras de Peralta, también conocida como la Baronía de Arizona. A partir de esa escena, los flashbacks hacen su aparición.

Dirigida por un exeente Samuel Fuller (guion de su autoría), el filme se basa en las aventuras de James Addison Reavis (interpretado genialmente por Vincent Price), uno de los estafadores más ambiciosos e inteligentes del siglo XIX. Resulta que Reavis urdió un plan para apoderarse del territorio de Arizona. Ello requería de hacerse con una esposa (Drew).

La película narra la historia real de este taimado individuo que se autoproclamó Barón de Arizona. Para Coseguirlo fue hasta España, ingresó en un convento, engañó a los frailes para quedarse en el convento, se introdujo en la Biblioteca de 1754 y falsificó títulos de propiedad, utilizando la misma tinta y papel que los monjes: ¡falsificación perfecta!

Al volver, se casa con la presunta heredera de estos títulos, una niña cuando él partió, que ahora es una bonita joven a la cual enamora. Con su prepotencia desafió a Estados Unidos y se proclamó dueño de Arizona. Su delirio de grandeza y su megalomanía no acabaría bien.

Para Fuller fue su segunda película como director y guionista, y utiliza un estilo periodístico ágil y entrecortado, para contar esta historia que se extiende durante décadas.

Aunque aún no era su tiempo de mayor genialidad, pues Fuller todavía no había encontrado su voz distintiva, sin embargo, el filme tiene importantes destellos de su genialidad. Emerge en escenas como el intento de linchamiento o el amago de juicio del truhán.

Además, Vincent Price interpreta al Barón en forma excelente, con maneras untuosas y malignas, y se puede considerar una de sus composiciones más regias fuera del cine de terror. No le va a la zaga la muy bonita Ellen Drew, y acompañando Vladimir Sokoloff o Beulah Brondi.

La fotografía (B&N) de James Wong Howe merece especial mención por su calidad y elegancia, siendo Howe uno entre los grandes de la fotografía en el cine.

En resumen, estamos ante una rareza cinematográfica que combina elementos de western, melodrama y thriller con una historia verídica. Aunque no termina de definirse completamente en ninguno de estos géneros. Pero poder visionarla en pantalla me ha gustado muchísimo.

Más allá de sus imperfecciones, la cinta ofrece una visión intrigante de la vida de un estafador audaz, sociópata y desequilibrado que dejó huella en la historia de Estados Unidos.

De título original “Arizona Raiders”, es un western dirigido por William Witney. La película sigue la historia de Clint Stewart, un cuatrero y miembro de un grupo de peligrosos pistoleros, detenido y al cual losacan de prisión, a cambio de ayudar a los Rangers de Arizona a capturar a los miembros de su banda criminal.

Una vez liberado, junto con otro amigo, buscando a la banda, una bailarina le proporciona información sobre el paradero de los forajidos, que está con un colectivo de indios. Una vez lo calizado el grupo Stewar y su compañero, no sin alguna duda, fingen querer unirse con ellos.

La trama está llena de intriga, engaños, acción, indios, cabalgadas, la chica guapa, elementos típicos del género western. Destaca la estupenda actuación de Audie Murphy en el papel de Clint Stewart; acompañan Michael Dante, Ben Cooper y un cuadro de secundarios que arropan con seguridad al protagonista, sin olvidar a la bonita californiana Gloria Talbott, que tiene una delantera digna de elogio. La película ofrece una visión emocionante y casi sin pausa del Salvaje Oeste.

En favor de W. Witney hay que decir que la cámara se mueve ágilmente, las escenas están muy bien planificadas, hay grúas y travellings elegantes, se aprovechan con sentido estético los hermosos paisajes donde transcurre la acción, los indios son autéticos indios, las galopadas son de aquellas que suscitaban el aplauso de la chiquillada antañazo y la música de Richard Lasalle es convenientemente épica.

Obra interesante, dinámica, sencilla y compleja a la vez, en lo moral, en lo social, y es muy entretenida. Aunque haya por ahí críticas que no la ponen bien, esta cinta es una película que vale la pena verse, sobre todo para los amantes del género, de modo que te la recomiendo.