El ladrón de palabras

El ladrón de palabras es un intento de película intensa sobre lectura. Una historia interesante con tres tramas diferentes que acaban en el mismo sitio y que, aunque suene contradictorio, no son demasiado diferentes.

El actor Brian Klugman y el guionista Lee Sternthal debutan en la dirección con buenas sensaciones pero pagando esa osadía desmedida que conlleva el ser novato. El guion lo escriben codo con codo y, pese a que no es una historia fascinante, sí tiene cierto atractivo como cuento. Tras las cámaras tienen varios detalles interesantes, como el retrato interior de los personajes, a los que describen perfectamente. El "pero" es que necesitan del diálogo intenso y de la voz en off para hacerlo. Es por eso que en El ladrón de palabras tiene mucha más vida la historia que los personajes, creando un desequilibrio que va bacheando la narración y está excesivamente cerca de convertir lo atractivo en tedioso. Todo son extremos en el trabajo de Klugman y Sternthal, pues la voz en off, arma principal de la película, se convierte al final en su gran enemiga, puesto que el riesgo que asumen los directores ofreciéndola como plato fuerte deja en evidencia las carencias para contar la historia sin valerse de ella.

Bradley Cooper, que de un tiempo a esta parte está en cinco de cada cuatro películas (¿próximo Samuel L. Jackson?) protagoniza la película con solvencia, pero sin terminar de hacer creíble un personaje definido desde la explicación y no desde las situaciones. Dennis Quaid no nos deja su mejor trabajo tampoco, resultando un poco frío, casi distante con su personaje, como si no lo entendiera o no le importara. Jeremy Irons es, de lejos, el mejor del cuarteto principal con una labor contundente que potencia el carisma (no explotado) de su personaje. Zoe Saldana, como Dennis Quaid, parece que pasa un poco de todo o bien no acaba de entender las acciones de su personaje, algo que no sería raro teniendo en cuenta que es el más desdibujado de todos al no ser contado por un narrador. En segundo plano están Olivia Wilde, atinada pero sin demasiado trabajo, Ben Barnes, sorprendentemente creíble y Nora Arnezeder, que tiene momentos buenísimos y otros poco conseguidos.

Resumiendo: El ladrón de palabras es una lectura en alto atractiva para los sentidos que, sin embargo, no consigue llenar el cerebro. Una bonita carcasa con un interior decorado con mucho empeño pero escaso (o al menos poco experimentado) talento.

Cuando decidí ver esta película la verdad es que no esperaba mucho de ella ya que no la conocía, y sinceramente los últimos trabajos que había visto de Bradley Cooper no me habían entusiasmado mucho.
En esta ocasión uno se encuentra con una película que narraría tres historias paralelas pero entrecruzadas entre sí. Eso provoca que cuente con un montaje muy bueno y cierta atracción para ser testigo de esas tres tramas que tienen más en común de lo que se aprecia a simple vista.
Por un lado, nos encontramos con un escritor que presenta a su público su nuevo libro. Ante todos los espectadores empieza a leer la historia. Es aquí donde entra la segunda trama, donde uno conoce a un joven escritor de gran talento al que no le publican ningún libro debido a que es un desconocido y joven escritor. En un viaje a París encuentra escondida una novela muy brillante escrita en la II Guerra Mundial, y decide atribuírsela como suya propia. Aquí es donde entra la tercera trama en la que se desarrolla como se hizo esa gran novela escrita en Francia en plena guerra.
El guion resulta muy interesante y convence en prácticamente todo. Cuenta con algún momento un poco más flojo, pero dichos momentos son escasos. Uno sigue bien las tres tramas paralelas que se van entrecruzando y va comprendiendo el comportamiento de cada personaje.
Su protagonista principal es Bradley Cooper. Debo reconocer que aquí realiza un gran trabajo dando vida a un personaje de novela que usurpa un libro y se lo atribuye. Su trabajo convence y emociona.
Junto a él grandes actores. Zoe Saldana, Jeremy Irons, Dennis Quaid o J.K. Simmons participan en este proyecto dando vida a personajes distintos en tramas diversas. Cada uno está en una etapa diferente y todos tienen algo en común.
En fin, "El ladrón de palabras" es una historia que abarca muchas historias. Una trama que habla del amor, del robo de identidades, del dolor, del talento, del éxito... Un thriller dramático especial ya que su historia te va envolviendo poco a poco al igual que uno avanza en las páginas de un libro. Un film que sorprende y convence gracias a su interesante guion, y a un reparto que cumple con su trabajo.

La película en si podría haber sido muy buena, si no estuviera llena de baches, es como andar en bicicleta sin conocer el camino. Un final que no te dice nada, te deja expectante y vacío, preguntándote esto era?

The Words tendría que haber sido un libro. Es una película que ves y te cuentan al mismo tiempo. Dennis Quaid es un escritor que te narra una historia en la que aparece otro personaje que te cuenta otra historia. Es una fiesta de la voz en off que está justificada pero que, en ocasiones, se hace muy redundante. Aún así, si puedes soportar eso, la película llega a funcionar y propone un juego a diferentes niveles narrativos interesante.
Entonces, ¿dónde está el problema? Pues en sus altibajos de ritmo y en la poca credibilidad de Bradley Cooper como escritor (lo siento, pero yo no lo veo en ese personaje). Aún con todo, la película aprueba, pero más por el engranaje global de la maquinaria que por las piezas que la componen.

Lo mejor: Jeremy Irons.
Lo peor: sus problemillas de ritmo.

Excelente película dramática, buena narración, tiene actores de prestigio como Bradley Cooper, Zoe Saldana, Jeremy Irons, Dennis Quaid enlazan muy bien la trama. Deja la sensación de querer ver el desenlace aunque me parece que le falto algo al final la conclusión.