La venganza de Jane

Película bien ambientada, película seria, interesante historia de venganza.
La tristeza del oeste se palpa, su maldad, su salvaje espíritu. Debieron sufrir mucho las mujeres en ese tiempo y el director lo logra plasmar.
Los actores cumplen, sobre todo Joel Edgerton (quiero verlo mas veces de pistolero).
Natalie Portman sufre, Ewan McGregor disfruta. Película que cumple,espero la disfrutes. Un placer.

Natalie Portman ha sabido arreglárselas para incursionar en muchos terrenos actorales. Es como si desde niña todos la conociéramos haciendo cuánto papel se le ha ofrecido. Y lo cierto es que logra verse cada vez más potente y proteica a medida que se ha hecho adulta en la vida y en el cine.
Aquí, en Jane Got a Gun, interpreta a una mujer que se dispone a sacar el coraje necesario para enfrentar las difíciles situaciones en las que le toca vivir en el siglo diecinueve de vaqueros, cantinas, forajidos y deudas que parecen jamás saldarse. A su lado, un par de actores que le ayudan a aclararse en el camino: Joel Edgerton y Ewan McGregor. No es un triángulo amoroso. Como en todo western, lo que aquí ocurre está ligado a la venganza y al amor que se ha perdido en el tiempo y en las disputas de tierras, de guerras ajenas. El resultado no es una gran película, pero sí una buena historia que logra complacer el deseo de revivir buenos westerns en esta época que carece tanto de ellos. Y, bueno, si viene Natalie Portman en los ropajes de damisela ofendida vale la pena darle la oportunidad de echarle un vistazo.

Podríamos decir que el western es, quizás, el género más antiguo de cuantos existen hoy día, el que contiene el aroma a las raíces del propio continente americano donde siempre se ha tenido a bien recurrir a un cliché constante. Ese no es otro que aquel donde el héroe de la función es un hombre rudo, decidido, gallardo y que no se amilana ante nada ni nadie, el que tiene el deber de salvar a un pueblo o una damisela del azote del clásico villano, que no tiene moralidad alguna a la hora de azotar a cuantos le rodean con sus fechorías y sus malas artes. Muy pocas veces ha sido una mujer la que toma las riendas de un rol predeterminado como protagonista. Pero de unos años hacia esta parte, sobre todo a partir de la década de los 90, es cuando se han ido cambiando las reglas de forma lenta pero segura. No significa que en el pasado no sucediese pero eran en muy contadas ocasiones y de forma casi solapada. En 2014 Tommy Lee Jones tomó cuenta de ello con “Deuda de honor”, donde Hylary Swank se enfundaba el papel protagonista con un rol acentuado y marcado sobre el control absoluto tanto de la historia como del sistema establecido [...]

Gavin O’Connor, director de cierto estilo que encaja a la perfección en ese cine clásico rodado con pericia, elegancia y a la vez compostura contemporánea, decide colocar la cámara en un western intimista y ante todo rústico, decantándose por ese cine de miradas largas y diálogos sosegados pero dejando que sea Natalie Portman la protagonista de “La venganza de Jane”. Para empezar podríamos decir que el director bebe de la fuente maestra que dio un vuelco al género en la década de los 90, “Sin perdón” de Clint Eastwood. Por así decirlo casi todo director que quiere probar con el cine del oeste le es imposible no recurrir a las artes del maestro y sobre todo con ese título en cuestión. En este caso la trama se centra en tres partes muy diferenciadas: la banda del cruel John Bishop (Ewan McGregor), Jane Hammond (Natalie Portman) que está casada con Bill Hammond (Noah Emmerich), uno de los antiguos miembros de la banda de Bishop y el antiguo prometido de Jane, Dan Frost (Joel Edgerton), separados por un episodio triste del pasado. En este triángulo de amores, traiciones, engaños, malos entendidos y venganza se encuentra la historia que dará forma a este filme del oeste templado, elegante y un tanto alejado de la acción desmedida que sin embargo cuenta en su haber con algún que otro episodio explosivo donde la violencia seca y sin remilgos no dudará en tener presencia.

Lo que destaca por encima de todo es que la narración no es lineal sino todo lo contrario. El metraje va hacia delante y hacia atrás para que ciertos episodios sean contados y el espectador pueda entender los motivos, decisiones y acciones de los personajes implicados. Gracias a ellos podremos comprender por qué Edgerton es alcohólico, porque tanto éste como Portman acabaron separándose y cuáles fueron los motivos de esa ruptura, qué hizo que Emmerich abandonase la banda de McGregor y por qué razón éste desea dar caza a la pareja formada por Portman y Emmerich. Todas y cada una de esas pesquisas irán floreciendo a lo largo del metraje de una forma natural. Es posible que esos flashbacks sean caldo de crítica pues puede parecer que están expuestos a modo de subrayado de ciertos episodios pero desde un punto de vista narrativo sirven para que todo contenga un empaque mucho más maduro, adulto y ante todo estén al servicio de la historia sin necesidad de ser un tropiezo en sí mismo. O’Connor, quien demuestra desde el comienzo de la película tener madera de narrador, rueda de forma contrastada los estados de ánimo tanto de los personajes como de la propia historia al contar con una iluminación más elegante en los flashbacks propiamente dichos mientras que en la actualidad todo es de un tono más apagado casi crepuscular. Sirvan como ejemplo los momentos donde Jane y Dan se declaran amor eterno, con una fotografía glamourosa o cuando Jane y Bill entablan amistad con una foto que lo expone todo con cierta ternura y cercanía. Es más, incluso los emociones de los personajes quedan tocados en una historia de tristeza y dolor, de ahí que el reencuentro entre Jane y Dan vaya sucediendo en una amalgama de sentimientos encontrados por sentir amor mutuo dentro de una espiral de animadversión ante un episodio no resuelto del pasado.

O’Connor, a través de su dirección, reivindica el papel de la mujer en un mundo dominado por los hombres. Su personaje es decidido, no tiene miedo a enfrentarse a los que están causando dolor a su familia y sin embargo resulta frágil cuando ciertos episodios de su pasado afloran, más aún referentes a una de sus hijas desaparecidas, convirtiéndose en una especie de McGuffin que a su vez da forma a la venganza del título. Es ahí donde Portman deja a un lado su belleza y su gracilidad para enfundarse dentro de una heroína dura, contundente y sin importarle apretar el gatillo cuando es necesario. Claro, el género del western en sí mismo es uno muy potente dentro incluso de la propia cultura americana. De ahí que el guión de Brian Duffield no puede evitar recurrir al personaje de Joel Edgerton como rol masculino para ayudarle a Natalie Portman en ciertas pericias y decisiones como esas donde ambos deciden crear una emboscada alrededor de la casa para causar el mayor daño posible a la banda de Bishop siendo un auténtico fuego de artificio de disparos y explosiones en uno de los poquísimos ejemplos de acción desatada. Hay que añadir que en ese momento la escena está rodada en plena noche cerrada siendo más un ejercicio de estilo un tanto estético para jugar con las dotes artísticas de Mandy Walker, la encargada del apartado de fotografía, que algo necesario pero que desde luego se convierte en una de las escenas insignia de la película.

- continúa en spoiler -

Interesante western femenino (que no feminista) que oculta su evidente espíritu de serie B con un puñado de buenos actores, buena dirección y un guion solvente. Natalie Portman soporta sobre sus hombros con dignidad todo el peso de la película y Ewan McGregor compone un villano de dibujos animados tan falso como encantador. “La venganza de Jane” tiene algunos momentos excelentes, combinados con otros que no lo son tanto, pero como western funciona a pesar de no ser un western crepuscular ni tampoco uno clásico, está más en la línea del tipo de western que prefiere entretener de manera original a crear una gran película (una especie de Tarantino de serie B). "La venganza de Jane" es una película realmente entretenida que tiene todo lo que un western debe tener. ¿Qué más se puede pedir? Quizás podría haber sido más ambiciosa, quizás un director que fuese mejor narrador podría haber impreso su huella de autor. ¿Pero qué importa? No es una película para recordar sino una película para entretener. Y lo consigue.

A mi me ha gustado. Creo que es una puesta en escena poco convencional para un género clásico que mucha gente cree ya fenecido. En su día Clint Eastwood demostró que podría resucitar. Es duro, triste, oscuro y todo eso pero los personajes son interesantes, igual que la historia y atraen nuestra atención a lo largo del film. Agradablemente sorprendido con Natalie Portman al servicio de un gran personaje. Se disculpa el final que ayuda a salir del cine algo animado