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Boogie Nights

Drama A finales de los 70, Jack Horner, un director de cine porno que considera su trabajo una forma de arte descubre a Eddie Adams, un joven ingenuo que desea triunfar y que tiene unas características físicas muy adecuadas para ese tipo de cine. Eddie cambia su nombre por el de Dirk Diggler, se adapta inmediatamente a nuevo estilo de vida y pronto se convierte en una gran estrella del porno. (FILMAFFINITY)
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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
17 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
PT Anderson convoca a la camarilla setentera del cine norteamericano y se traslada hasta esas décadas para imaginar en el valle del San Fernando a unos personajes que fueran, principalmente, los hacedores del primer porno, antes del VIH y los VHS, cierres de esta primera etapa y del argumento que aquí se cuenta.

Encantadora, excelentemente dirigida, y francamente mejor interpretada, Boogie Nights termina con un homenaje muy divertido a Toro Salvaje y demuestra el gusto de Anderson a la hora de mirar a personas con vidas francamente deslabazadas.
Alvy Singer
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5 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
228/20(27/09/17) Espléndido segundo largo de Paul Thomas Anderson, con solo 27 años crea un retrato profundo sobre los comienzos del cine porno en los 70 y 80, epicentro el Valle de San Fernando (Los Ángeles-California) asistiendo a los cambios que se produjeron en este micromundo. El realizador compone singular cuadro sobre el Sueño Americano, mostrando un tiempo en ebullición, la pujante liberación sexual, ideales hippies de amor libre, consumo de drogas, la irrupción del videocasete, expuesto con ritmo vibrante, muy ágil, basada en mucha cámara en mano e impresionantes planos-secuencia, adornado por selección musical que se amolda evocadoramente al contexto, con fases de enorme intensidad, atrapa al espectador desde el poderoso arranque. El inteligente guión de Anderson pone el foco sobre un protagonista, alter ego del real John C.Holmes (porn-star), colateralmente se acerca a varios de estas personas que se movían alrededor de la industria del porno, siendo cuasi-coral en esta cosmo-visión, edificando personas con alma, matizados, con aristas, humanos en sus imperfecciones, esto engarzado a diálogos y situaciones potentes emocionalmente, conjugando de modo genial el humor y el drama. PTA no hace juicios de valor, solo pretende ser un cronista de una era cambiante y de un subgénero cinematográfico, en el que quedan patentes la hipocresía y la doble moral estadounidense, eso sí, con cariño. Lienzo decadente, hedonista, opresivo en la estigmatización de este submundo de cine que vive en el patio trasero de las grandes Estudios de Hollywood. Anderson proyecta en su cinta notorias influencias a Martin Scorsese, Quentin Tarantino, ello en el modo de rodar, en el manejo de la música, en los diálogos entre cortantes y divertidos, y en el uso impactante de la violencia, incluso a Robert Altman por el modo de encarar lo coral. El elenco actoral hace una labor sensacional captando el aire de ingenuidad, narcisismo y decadencia del tiempo.

Mark Wahlberg encarna con incisivo candor a Eddie Adams, nombre artístico Dirk Digler, joven cándido, con pocas luces, un soñador que anhela ser alguien y para ello cuenta con un Don entre las piernas, lavaplatos al que su “singularidad” hace los demás se fijen en él, estando en el lugar indicado en el momento justo para que un avispado director de porno de salida a su Don, haciéndole triunfar de modo rápido, haciéndole caer en el hedonismo narcisista decadente, hasta desembocar en la arrogancia que lo lleva a autodestruir. El actor lo dota de ternura, empatía, jovialidad, mostrando arco de desarrollo, desplegando gran expresividad, brillante toque infantil de movimientos de karate para auto-animarse (verlo hacerlo frente a un espejo recuerda al Jake LaMotta de DeNiro), lleva el peso de la trama con soltura y mucha frescura, seguramente su mejor papel aun 20 años después, dejando la frase lapidaria "Todo el mundo está bendecido con un Don especial". Rol inspirado en la vida del actor porno John C. Holmes.

Burt Reynolds encarna con carisma impresionante al idealista director de cine porno Jack Horner, labia y Don de gentes con su evocación utópica de lo que es el porno al infantil Eddie. Figura cuasi-paternal para los que trabajan con él, guiándolos, aconsejándoles, mostrándose como el líder del clan, soñador que anhela la quimera de hacer porno con historia y sustancia (reflejado en la charla que tiene con Eddie, y en la airada discusión con un productor), pero los caminos que sigue el sub-género terminan barriendo sus sueños, reflejado esto en el paseo por una gran nave con enormes estanterías repletas de cintas de video. El actor lo impregna de carácter, sabiduría, experiencia, rectitud, dignidad, con mesura y expresando sensaciones, con gran química con Wahlberg; Julianne Moore encarna a Maggie, nombre artístico Amber Waves, gran estrella del cine porno de Jack Horner, Milf (Mother I'd Like to Fuck), actúa de madre de la troupe, con evidentes disfunciones emocionales, problemas con la custodia de su hijo, adicta a la cocaína. La actriz la dota de dulzura, de sensualidad, fragilidad, frustración, aristas, formidable. La inspiración para el rol vino de Julia St. Vincent, fue novia de John Holmes; Heather Graham encarna a Brandy, nombre artístico Rollergirl, joven bella que no se quita nunca los patines, desinhibida actriz porno recurrente en Horner, especie de hija adoptiva de Jak y Amber, sufre en su interior por sus complejos. La actriz la impregna de juventud, dinamismo, y rabia latente que explota en momento determinado; John C. Reilly encarna al veterano actor porno Reed Rothchild, fiel amigo de Dirk, protagonizan la serie “Brock Landers”, leal, divertido, con el sueño de ejercer como mago profesional. El actor le confiere fondo, humanidad, nervio, y sobre todo excelente compenetración con Wahlberg; William H. Macy encarna a Little Bill, asistente del director de Jack, tipo con una muy baja autoestima, apocado que tiene una esposa estrella del porno (encarnada por Nina Hartley) que se tira todo lo que se mueve, este o no delante de las cámaras, sin importarle le vea su marido, tipo que tras aguantar mucho termina explotando. El actor lo baña de humanidad y hondura efervescente, borda al ser patético pusilánime, brillante; Philip Seymour Hoffman encarna a Scotty J., asistente de sonido de Jack, tímido gay obsesionado con Dirk. El actor le dota de gran sentimiento, lenguaje gestual sutil, notable; Alfred Molina encarna al extrovertido Rahad Jackson, pasado de vueltas traficante de droga, que en una sola escena, el actor encandila con su vigor, electricidad salvaje bizarra, ataviado con un batín y gayumbos al aire, un volcán en erupción.

Quizás haya quien se acerque pensando en porno soft, y se llevaran un gran zasca, aborda el cine porno dentro del cine con estilo, elegancia, sin vulgaridades de desnudos gratuitos, potencia insinuaciones, miradas, fuera de campo, esto se rompe en el impactante último plano del Don de Dirk.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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20 de julio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera vez que vi “Boogie Nights”, hará unos quince años —a mis veintipocos—, me impactó fieramente. Llamó mi atención, sobre todo, que una industria de la pacatería de la americana diera a luz una cinta en torno a un tema tan espinoso, y que se lo tratase además con un desenfado —no exento de amargura— y un cariño por sus sórdidos personajes muy poco acostumbrados en las sociedades de nuestros días —peor aún hoy que en los primeros 2000—, aquejadas de una pudibundez sexual y un resentimiento impensables en los desprejuiciados 70.
Vista de nuevo con la perspectiva de tres lustros, aquella amargura que apenas atisbaba entonces entre las chispeantes interpretaciones de su extraordinario reparto contamina ahora cada línea de diálogo, cada polvo y cada raya de farlopa. Porque, pese a los orgasmos de neón y purpurina, “Boogie Nights” es una película profundamente triste, y casi más por lo que no cuenta, pero se adivina, especialmente en esa desolada mirada última de una inolvidable Julianne Moore: la probable caída en los abismos del SIDA anterior al hallazgo de los retrovirales para buena parte de esa familia no siempre bien avenida que parece la “troupe” de Jack Horner —superlativo, igualmente, Burt Reynolds—.
Algo en lo que tampoco me había fijado es la admirable pericia técnica de su director. Cierto que la degeneración sufrida por el cine y el éxodo de talentos a la TV hacen que se nos salgan los ojos de las órbitas en cuanto vemos un plano secuencia razonablemente ejecutado. No obstante, la sensación de tridimensionalidad que Paul Thomas Anderson logra con esos largos y complejos “travellings” se antoja digna de encomio en sí misma. Que la pereza de cineastas y espectadores, así como los abusos del croma —entre otros inventos del maligno—, la hayan llevado prácticamente a la extinción no hace sino incrementar su valor.
Carorpar
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7 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Paul Thomas Anderson "Boogie nights" es un recorrido por el mundo del porno estadounidense que toma como protagonista a Eddie Adams (Mark Wahlberg), un joven que se convierte en una gran estrella del porno gracias al tamaño de su miembro viril, a través de sus vivencias Anderson nos cuenta como fue la edad de oro de una industria que conoció su mejor momento en la década de los setenta. La película es un excelente drama que retrata con bastante veracidad los peligros de la fama mal llevada y los problemas con las drogas y el alcohol acompañada en todo momento con una impresionante banda sonora repleta de éxitos de la época.
En cuanto al reparto, sorprende mucho la actuación de Mark Wahlberg más que correcto en un rol complicado, también Burt Reynolds en probablemente su mejor interpretación y destacan especialmente entre el amplio reparto Julianne Moore, esplendida como siempre, Heather Graham, Don Cheadle, John C.Really o William H.Macy.
En resumen, gran película de Anderson que utiliza el porno como excusa para mostrarnos su gran devoción por el cine y por la década de los setenta, una obra maestra más en la brillante filmografía del director.
Scarface
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30 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El inicio de esta película es uno de los mejores de toda la historia del cine. Ese plano secuencia que da inicio al film es simplemente maravilloso. Lograr presentar a los personajes en tan poco tiempo y con un solo plano, es algo muy difícil de lograr, pero en este caso Paul Thomas Anderson lo pudo conseguir.
La fotografía de la cinta está realmente muy bien, me animo a decir que es de las mejores cosas que tiene la película, destacando a los planos secuencia, los cuales son impresionantes.
La música está muy bien, de hecho me parece sensacional, aunque también me parecen muy acertados los momentos en donde esta deja de escucharse, para darle una mayor importancia a los diálogos.
El guión es simplemente magistral, sobre todo por las conversaciones que tiene, haciendo que uno pueda conocer a los personajes del film de una manera, casi me atrevo a decir perfecta.
Las actuaciones son de muy buen nivel, ya que están muy bien dirigidos por Paul Thomas Anderson. Sinceramente no hay ningún personaje que me haga ruido. Me gusta todo el reparto.
Algunas personas se quejan de la duración del film, pero la verdad es que no le encuentro el sentido a esa queja, ya que como amante del cine que soy disfruto de sentarme a ver una película y no estoy pensando en la hora. De hecho me da la sensación de que mucha gente mira una película más pensando en que se termine, antes de disfrutar de la experiencia de ver dicha obra.
No voy a decir nada que contenga spoilers, con lo cual simplemente vean esta obra cinematográfica, sabiendo que van a ver una película que puede ser fuerte por su contenido sexual, además de su lenguaje adulto. Sin lugar a dudas estamos frente a una de mis películas preferidas de toda la historia del cine.
mariancirioficial
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