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Umberto D.

Drama Umberto Domenico Ferrari es un jubilado que intenta sobrevivir con su miserable pensión. Sumido en la pobreza, vive en una pensión, cuya dueña lo maltrata porque no consigue reunir el dinero necesario para pagar el alquiler de su habitación. Los únicos amigos que tiene en este mundo son una joven criada y sobre todo su perro Flike. (FILMAFFINITY)
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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
10 de diciembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este magnífico trabajo de recogimiento intimista, dolor, y soledad, Vittorio de Sica aborda una vertiente muy especifica y original. Nos cuenta la historia de un funfuncionario jubilado, solitario, sin familia ni amigos,con ingresos que apenas cubren el mínimo para la supervivencia, huesped en una pensión de baja estofa y sin otra compañia que el único ser con el que mantiene un fuerte vínculo afectivo: el perro Flike. Un simpático can que le acompaña a todas partes y le ayuda a mitigar la amargura de su desdichada existencia.

A pesar de los ingredientes que componen la película, De Sica , ha sabido soslayar, con mano maestra, el peligro de caer en sensiblerias de pastiche, o en los ya habituales desmadres emocionales, tan del gusto de los cineastas de la época, manteniendo con fiemeza su buen pulso la nave, evitándole zozobrar en los meandros de la lágrima fácil,o la acción delirante.

El exhibicionismo emocional, recargado con sus tintes habituales flokloricos y coloristas, es un mal difícil de soslayar dentro de los estereotipos en que se ha movido del cine italiano durante décadas -aunque ahí haya radicado, también, parte de su éxito. Pero no es este el caso de que nos ocupa. De Sica nos ofrece un personaje contenido, firme en su dignidad, parco y austero en sus necesidades, incapaz de someterse a la humillación de la limosna -magistral su escena en una calle de Roma-, venciendo la tentación de implorar limosna a los transeuntes-.Umberto es un estoico pletórico de nobleza , a quien ha tocado vivir una época donde las gentes necesitadas recurren a la continua picaresca, o sucumben.

El desamparo, por parte de quienes deberían ayudar a paliar la escasez de los más necesitados, queda bien reflejada en una ámplia elipsis que recorre desde las instituciones, oficiales a los funcionarios bien acomodados que contemplan, con desden, las carencias de quien en otra hora fue un compañero de trabajo más, negándole cualquier ayuda.

No se tamnalea el espíritu de Umberto frente al rechazo de los otros sino ante el momentaneo extravio de su Flike, al que busca desesperadamente em unas escenas plenas de belleza e intensidad dramática.

No podia haber encontrado de Sica mejor actor que Carlo Battisti, para encarnar a este difícil personaje, otorgándole mesura contenida, lucidez, y una enorme calidad humana. El resto de los personajes no dejan de ser tangenciales, salvo la dueña de la pensión y la joven y cándida sirvienta de la casa.

Los personajes de la calle, esa humanidad que transita hundida en sus angustias personales causadas por la devastación de la reciente guerra, y que con tanto protagonismo aparece en películas como "El ladrón de bicicletas", o "Roma ciudad abierta", abre paso, aquí, a una historia de personaje casi único, como eje de cuanto en la trama acontece y epílogo de la misma.

Técnicamente, el cine de De Sica nunca hizo alardes innovadores ni pretendió otra cosa que contarnos historias creibles basadas en un sólido guión (esta vez de Cesare Zavattinni), y con unos actores plenos de talento, aunque, algunos, sobre todo en la etapa neorrealista, no eran profesionales. Película profusamente plasmada en secuencias interiores, con cámara fija y muy pocos trávelings -salvo en las escenas finales-, que nos ofrece, en todo momento, una sensación de atmósfera triste y sombria, bien secundada por la música de Alessandro Cicognini .

Obra clave, de una época y un cine que hicieron historia.
Lucman
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20 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que muestra otra enseñanza de los directores sabios: el manejo del tiempo pausado, no solo para mostrarnos que el protagonista ya camina lerdo, como dice Piero en Mi Viejo, sino porque así se saborea el buen cine. También deja abierta una incógnita: Qué requiere más valentía vivir esa vida o acabar con ella. Finalmente, con todo el empeño puesto en mostrar odiosos a los odiosos, no parecen serlo tanto como los de este siglo XXI, así aparenten ser buenos.
Edmundo
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5 de septiembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa y espléndida pelicula en donde se refleja sinceramente el verdadero sentir de la persona, muy realista y marca profundamente los sentimientos de un espectador dispuesto a conectarse con la verdadera naturaleza humana. Gracias.
Magno1527
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6 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el cine es hacerte sentir, no importa el sentimiento, pero si es hacerte sentir, Umberto D.F. te hace SENTIR demasiado. Demasiado triste, demasiado angustiado, demasiado indignado, demasiado melancólico, demasiado enfadado... hasta el punto que para parar este "sufrimiento", desees que se acabe, para luego poder respirar tranquilo y darte cuenta que si se dejara de hacer cine, con esta película de Vittoria de Sica junto algunas decenas más, se podrán hacer más películas, muchas más, pero tampoco haría falta.
Con las obras de arte que nos han dado algunos artistas, el cine ya nos ha dado todo lo que nos ha tenido que dar. Ahora nos alegran nuevas películas que nos pueden hacer pasar un muy buen rato y que si amamos este arte las esperamos; pero no para sentir algo que no hemos sentido.
kimithelight
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27 de noviembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas capaces de transportarte en el espacio y el tiempo a lugares distantes. A hacerte vivir vidas que ni siquiera has llegado a ver. También hay otras, como esta, que no solo hace eso, sino que además muestran conflictos universales. O quizá es que no hemos cambiado tanto como desearíamos, y hay cosas que siempre ocurrirán mientras seamos humanos.

Umberto D. va sobre un anciano desdichado que malvive en una pensión, con un perro y una asistenta de la casa como únicos asideros emocionales. Con este planteamiento, hubiera sido muy fácil caer en la lágrima fácil. Pero De Sica sortea esta dificultad con mano maestra, porque tiene de su parte la autenticidad. No exagera las situaciones hasta el extremo, porque sabe que no es necesario. Deja que el drama fluya, que nos envuelva, para así provocar terremotos emocionales con simples pinceladas[1]. No se necesita mucho más.

Una cámara de movimientos sencillos, sin florituras, sigue el día a día de este anciano mientras lucha por mantener su dignidad contra viento y marea [2]. Lucha por vivir como un hombre, no como un perro. Sin embargo, cada vez tiene menos fuerza para seguir adelante. Las decepciones y dificultades le van erosionando, hasta convertirlo en polvo. O eso parece, hasta el final [3].
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesús
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