El demonio de las armas

Bart (Dall) y Lauri (Cummins) son dos jóvenes que han crecido en la afición a las armas desde pequeño, de manera que se han convertido en expertos tiradores que trabajan en las atracciones de ferias. Enamorados deciden casarse y dedicarse al robo sin importarle si hay no que disparar. Muchos atracos a las tiendas de las ciudades por donde pasan, grande empresas y un sin fin de persecuciones de de las policías locales y el FBI. Recalan finalmente en los Angeles donde vive Rubi la hermana de Bart pero pronto son detectados y deciden huir a las Rocosas donde se produce la escena final. Ya se imaginan lo que ocurre.

Lewis, pese a que estamos en 1940, realiza una buena películas de atracos y policías. Cine negro con elementos de drama y romance, que desarrolla la acción a plena luz del día como en una "road movie" y hay rasgos del western. Buena narración de ritmo intenso. Caracteres bien desarrollados. La pelicula, en formato libre, presenta una situación parecida a la de los fugitivos Bonnie y Clide, cuya historia hemos visto demasiadas veces en el cine. De todas formas merece la pena ver la película.

Qué gusto descubrir grandes películas hechas con poquito. El valor de la amistad, por encima de todo, incluso de la pasión sexual que se desprende de cada plano de los dos protagonistas de la película. Las curvas de Peggy Cummins son delirantes, hipnóticas, supersónicas… La escena de cama, con el albornoz: “acaba como empezaste”. Ella es una femme fatal, una mujer por la que vale la pena (o no) perder la cabeza. Y él es una buena persona. Puede sonar misógino, pero es original. Normalmente, en las pelis de vaqueros, ellas son unas princesas, pero aquí ella no lleva falda, sino pantalones. Y esos detalles son importantes.

A pesar de figurar en los créditos, Millard Kaufman no participó en el guión de este drama criminal y romántico de bajo presupuesto basado en las andanzas de Bonnie y Clyde. Fueron nada menos que MacKinlay Kantor y Dalton Trumbo los encargados de escribir el texto de esta gran película de Joseph H. Lewis, uno de los pocos títulos que la guapa británica Peggy Cummins rodó en tierras hollywoodienses.

Cummins encarna aquí a una maravillosa femme fatale que conduce al crimen a John Dall, actor que había conseguido poco antes cierta relevancia entre los aficionados al cine por su participación como pareja criminal de Farley Granger en "La Soga" (1948) de Alfred Hitchcock.
Tanto Cummins como Dall están espléndidos como antihéroes marcados por un desdichado destino, dos seres que agrandan progresivamente su unión tanto sentimental como criminal, mostrando una compartida querencia por las armas y el deseo de un futuro mejor utilizando un camino tan rápido como peligroso.

En el apartado estético, la cinta está tratada con un estilo visual muy atractivo que refuerza todas sus acciones, utilizando esporádicamente el recurso del flashback, planos subjetivos, llamativos contrapicados desde debajo del volante, primerísimos planos que intensifican el sentir de los personajes, el empleo de asombrosos travellings, escenas de tensa espera empapadas en suspense con miradas nerviosas sobre la niebla..... destacando sobremanera la extraordinaria secuencia del robo al banco en la que al espectador se le sitúa como cómplice de la pareja.

La moralina de su previsible desenlace no es óbice para considerar a este magnífico film como absolutamente recomendable para los amantes del mejor cine negro, una película claramente precursora de "Al Final De La Escapada" (1960) de Jean-Luc Godard.

Como las municiones y la pistola. Así se definen en la película y así son. Y la película es eso, pero es también la boina y la fatalidad de Peggy Cummins y las justamente famosas escenas rodadas desde el coche. Y si a todo ello se le añade, además, fatalismo, el magnífico travelling hacia atrás que abre la película y el precioso picado que la cierra, se obtiene una gran película.

Anticipo de la Nouvelle Vague, de Bonnie&Clay, de road movie, ..... No sé si esto será así, pero tanto anticipo no justifica un guión sonrojante, ni la torpeza de algunas secuencias, ni la interpretación de los actores en algunas escenas, ni la tosquedad general del conjunto. Una película no son unos detalles es un todo con cierta armonía, y esta no lo es.
¡¡ TOSCA, es lo que me parece !!