Sombrero de copa

Maravillosa película, con un Fred Astaire en plenitud de su mágica danza, y una Ginger Rogers que le acompaña de tal forma que todo lo que hacen "hasta parece natural y sencillo". Ella es tan grácil, de tan inmediata respuesta a su partenaire, que casi aparenta ingravidez. Por su parte, el increible actor-cantante-bailarín representa, probablemente, como nadie, lo mejor del musical norteamericano. Sin duda es un film absolutamente redondo. Magníficas coreografías. Todo unido por la música irrepetible del gran Irving Berlin.

Está todo tan bien hilvanado que incluso la trepidante trama de bodevil encaja hasta la última secuencia con el resto artístico de la obra. Como algiuien ha señalado acertadamente en estas críticas, es una película atemporal; no acusa el paso del tiempo. Todo ello teniendo en cuenta la durísima época en que se exhibió. Medio Mundo sumido en el fascismo, la gran depresión económica, y la consecuente antesala de una guerra que cabaría con la vida de más de 70 millones de almas. En suma, un haz de luz que, en tal época y durante unos minutos, ayudaría a tantas personas a liberarse de la oscuridad que impregnaba sus vidas.

En general, nos hablan de musicales y ponemos mala cara. Pero luego resulta, otra vez, que valen la pena. En esta ocasión, "Sombrero de copa", un clásico del género protagonizada por una de las parejas más reconocidas del séptimo arte, Fred Astaire y Ginger Rogers. La película responde a una especie de fantasía escapista, muy propia de los años treinta, en la que todo respira glamur, lujo y buen tono. La gente se lo pasa bomba asistiendo a bailes, hoteles de lujo, cenas y demás actos sociales, a ser posible en lugares de postín, como por ejemplo Londres, ¿París? y Venecia. Exactamente, lo que se parodia en "La rosa púrpura del Cairo" (1986), pero que, reconozcámoslo, a todos nos gusta ver.

Sea como fuere, "Sombrero de Copa" cuenta con varios aciertos. Por ejemplo, la tropa de personajes secundarios, que le dan chispa y gracia a las diversas situaciones, ya sea por sus réplicas, forma de tomarse la situación, torpeza o habilidad. También me ha gustado la trama, que aunque es tremendamente simple, saca petróleo a una confusión de identidades, en la mejor línea de la comedia de enredos. Por supuesto, los números musicales con el "Cheek to Cheek" a la cabeza, pero tampoco se queda atrás la dirección artística, que aunque estuvo nominada a un Oscar, junto a tres categorías más, se fue de vacío. Y como no, Fred Astaire y la bellísima, qué vestidos que lleva, Ginger Rogers.

En 1935 el cine tenía la inocencia con la que fue creado, apenas unas décadas antes. En pañales, y ajeno a la censura, mostraba con picardía una realidad que no existía en su lugar de origen, y menos aún en lugares remotos que veían a los americanos como seres de otro planeta. Para los niños que crecieron en los años 30 y 40 viendo las pantallas de los cines de barrio, aquellas imágenes son su infancia también.

Fred Astaire taconeando, en una aparente concatenación de acciones, puede parecer rutinario hasta que simula un pelotón de fusilamiento y unos disparos con el clack del tacón. Asombroso… De la misma manera que es inaudita la recreación de Venecia, con la inocencia de los ojos que jamás vieron ni verían la ciudad de las góndolas… Eso era el cine… Lo que esta historia de amor y baile nos cuenta, con su enredo de personajes, es insignificante.

Pese a que no puedo con este tipo de musicales melosos, modositos y sensibleros, me decidí a ver "Sombrero de copa", superando mis prejuicios, por ser el título más celebrado quizá de este tipo de musicales, pero como temía... ¡¡¡SONROJANTE!!!

Esos flus flus, esos suelos, esos trajes, ese amaneramiento, esa comicidad para niños de 5 años, esos caretos del insoportable Fred Astaire... uffff, ¡¡¡LO PEOR!!!

Algunos diálogos son buenos y tienen gracia, lo reconozco, pero no pueden hacer olvidar todo lo demás: esos decorados de cartón piedra, esas canciones espantosas (sólo me gusta la mítica "Check to check"), ese argumento manido y previsible, esos equívocos facilones e infantiles...

En fin, una película destinada únicamente a señoras enjoyadas de derechas y de más de 60 años, con pelos voluminosos de peluquería y de misa dominical ineludible :))