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The Boxer

Drama. Romance Irlanda del Norte, Belfast. Danny Flynn sale de la cárcel tras cumplir una sentencia de catorce años por su participación en actividades del IRA. Con la firme determinación de empezar una nueva vida, reabre en su barrio un viejo gimnasio para entrenar a jóvenes promesas del mundo del boxeo, sin ninguna clase de discriminación política o religiosa. Al mismo tiempo, reanuda la relación con su antigua novia, una mujer cuyo marido está en ... [+]
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
22 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Irlanda … una hoja rota por otros, por el poder expansionista británico que consiguió dividirla en dos manchándola con la sangre vertida en las calles de lo que hoy es Irlanda del Norte.

Jim Sheridan nos refresca con su película el odio de dos bandos, católicos y protestantes en una Irlanda dividida en la que unos y otros comparten obligados el mismo territorio.

La razón de la fuerza siempre pesó mas que la fuerza de la razón en una zona conflictiva especialmente en los últimos treinta años del pasado siglo.

El odio canalizado a través de un club de boxeo no pareció tener fin en esos años en los la violencia siempre fue protagonista.

Buen papel de Daniel Day-Lewis que se partió la cara literalmente dándolo todo por conseguir el máximo realismo posible.
shortcut
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1 de noviembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Celebérrima película, dura y áspera, seca y sin concesiones. Ambiente muy logrado, aunque 25 años después el trasfondo de la historia no se comprende igual de bien. El IRA y su descontrol delictivo y homicida por ideas políticas ya cesó. Como en España.
Es, como tantas veces se narra en el cine, la historia de un perdedor. De alguien desencantado con quien ha sido en el pasado. Alguien que perdió sus oportunidades y todavía no se explica por qué razón, qué paso y cuál fue la razón. Además no sabe cómo recomponer su vida si reescribiendo su historia otra vez o empezando del cero absoluto.
No es, en realidad, una cinta de boxeo, aunque boxear significa mucho para el protagonista, sobre todo porque supone poder reconstruir su pasado, darle continuidad a su vida, asumir los años que ha pasado en prisión y entenderlos como algo que ha sucedido, sin más, que forma pare de él y poder así transitar hacia un punto nuevo.
La intensidad emocional que le da al papel Daniel Day-Lewis es realmente magnífica. Un actor muy completo, moderno y actual pero con ese aire de actor de toda la vida, metido en el papel hasta las trancas, eficaz desde la sobriedad, sin estridencias, sin aspavientos, sin necesidad de impostar el rol que le corresponde en cada momento. Le acompaña una suave pero firme Emily Watson, y Brian Cox en un papel que parece hecho para él, firme y rudo.
ÁAD
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26 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película que lanzaba aquél Jim Sheridan, el de los '90, su época dorada por decirlo de alguna manera.

El conflicto terrorista, la lucha de poder, el acuerdo por la paz, la inminente y necesaria derrota del IRA, está muy bien desarrollado y presentado como ya había demostrado éste director en "In the name of the father" (1993), que era capaz de hacer. Pero a "The boxer" se introduce una faceta que a mi juicio, enaltece la cinta y nos hace abrazar a los involucrados: la historia de amor. Podría haber quedado como algo forzado, pero no, el punto fuerte es justamente el truncado romance que mantuvieron Danny y Maggie catorce años atrás. Realmente, tanto el volverse a ver después de tanto tiempo, como los sucesivos encuentros entre ambos están dotados de una ternura que a mi me sacaban una sonrisa cómplice, ¿Cómo no podría querer verlos juntos?. Y repito, podría haber salido mal yéndose a la sensiblería, y sin embargo resulta sólido, creíble y emocionante.
Me encanta cómo está traído a colación el tema del boxeo. Es increíble que justamente el más violento de los deportes no es nada, al lado de las bombas, las armas y la sangre derramada sobre las calles de Belfast. Muy buenas las secuencias en el ring.

Por supuesto, debemos destacar a mi adorado Daniel Day- Lewis y a Emily Watson. Sus interpretaciones son ,como siempre, viniendo de éstos actores, sobresalientes. Muy bien rodada, con una correcta banda sonora. Sin lugar a dudas, un filme muy recomendable, que hoy quedó en el olvido pero vale la pena recuperar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
MarlaSinger
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30 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
263/22(21/09/23) Sugestivo drama irlandés, loable en su mensaje de entendimiento entre diferentes, atacando los radicalismos que solo saben recurrir a la violencia para dirimir problemas, en este caso entrando en el complejo problema de Irlanda del Norte en conflicto entre los unionistas ingleses protestantes y los del IRA que piden la independencia de la Pérfida Albión y la unión con la República de Irlanda católica. Dirige Jim Sheridan, que ya tocó la temática en su exitoso film “En el nombre del padre” (1993), con guion propio junto a Terry George, que el año anterior también abordó el asunto en su primera dirección “En el nombre del hijo” (1996), co-guionizada precisamente con Jim Sheridan.

Aquí Sheridan vuelve por tercera vez a poner de protagonista al irish Daniel Day-Lewis, que vuelve a bordar su rol, en este caso como un boxeador y ex del IRA, Danny Flynn, que intenta sembrar la semilla del entendimiento desde un gimnasio de boxeo ‘no sectario’, mientras anhela retomar relación con su antiguo amor de antes de entrar en prisión, Mary al que da vida Emily Watson, hija del gerifalte del IRA Joe Hamill (siempre carismático Brian Cox) ambas cosas le crearan inquina en el ala dura del IRA, comandada por Harry (Gerard McSorley), y es que no quieren paz con los protestantes, y no tolera que pueda tener relación con una mujer que tiene al marido preso (por pertenecer al IRA), lo que convierte su amor en algo parecido a “Romeo y Julieta”.

El deporte de la lucha pugilística como metáfora de salir adelante en un mundo hostil, en superar las dificultades a puñetazos si es necesario, con la paradoja que desde un deporte violento se haga una alabanza a la Paz. Proyectando Sheridan con solidez un escenario sombrío, donde reina el temor, donde las coches-bombas son algo cotidiano, donde el odio es una espiral que solo genera el horror de la violencia. Un amor se convierte en algo que provoca rechazo, es algo que produce grietas en el Terror que intenta imponerse, es u n halo de esperanza en este purgatorio de Belfast. El Amor como arma contra la intolerancia, contra la Ira (¿?). Y es que Sheridan aquí se ha posicionado claramente del lado del entendimiento, aquí los ingleses son convidados de piedra, no se les ve hacer nada malo, no es lo equidistante de “En el nombre del padre”, aquí los buenos son los dirigentes del IRA que buscan la Paz y los malos son los del IRA que no deseen ceder un palmo.

Sheridan tiene éxito en proyectar un Belfast (se rodó en Dublín) en estado latente de guerra, filtrado por la fenomenal cinematografía de Chris Menges (“Los gritos del silencio” o “La Misión”), en tonos arenosos, con punzantes primeros planos sacando lo mejor de las expresiones. Todo en medio de un territorio hostil, con esa escena inicial potente en que vemos a Hamill del IRA que entra en un edificio obrero escoltado por varios tipos, entra en un piso y vemos las paredes agujereadas para que Hamill vaya penetrando en varias casas hasta llegar a su reunión con Harry, es la escenificación de un ejército que se mueve en las sombras, bien organizado contra el ‘ocupante’. Pero fuera hay muros de separación por todos lados, controles policiales, alambre de espino, el ejercito por todos lados, con bombas que oyen a lo lejos, un clima de violencia en ebullición.

Uno pudiera entrar en la película con muchos puntos en común con “En el nombre del padre” esperando algo al mismo nivel por lo menos, y esta cinta está algún escalón por debajo, te deja buen sabor de boca cinéfilo, pero no te conmueve lo que la peli de 1993. Le cuesta arrancar y mostrar sus cartas. En cierto modo se siente una historia manufacturada con un mensaje buenista elogiable, pero al que le falta más profundidad y complejidad, y menos tópicos, donde vemos dos facciones del terrorismo del IRA, el de ánimo negociador y el que solo quiere Todo o Muerte, hay en medio alguien cansado que solo quiere vivir en paz con lo que le ha tocado, careciendo de sutilidad, no hay evolución de los roles (el único es el facilón del niño Liam al que da vida un cumplidor Ciaran Fitzgerald, que me cuesta creerlo acepte al amante de su madre, estando su padre en prisión, me chirría esto, pues además este no hace mención a él, como si estuviera muerto), falta complejidad, nunca vemos motivaciones por lo que odiar a los ingleses (y las hay). También quiere ser más de lo que puede, abarca demasiado y aprieta no lo que quiere. Incluso el tema del boxeo resulta accesorio, es bueno en su alegoría contradictoria, bueno en juntar a católicos y protestantes, hacerlos compatibles en que se parecen más de lo que creen, pero desvía la atención en meter tres combates, muy bien filmados con realismo feroz (muy extraño el que se da en un club de Londres), con un final inverosímil, pero no aportan a la historia central, son michelines. Tampoco el final me ha resultado satisfactorio, muy complaciente y acomodaticio (*spoiler).

Estando muy bien Day-Lewis, siendo un tipo con carácter, expone fisicidad en las peleas, pero su rol es algo liso en ser un héroe sin mácula, no duda, no tiene dilemas morales. Tampoco ayuda que la relación con Maggie no tenga el calor y pasión necesarias para conmovernos, más bien parece impulsada por el guion; Emily Watson cumple, pero encandila; Harry es el representante del radicalismo terroristas el que pide todo o nada, y Sheridan lo ataca con fuerza en su fundamentalismo salvaje, Gerard McSorley lo encarna con vigor, pero falto de matices es así de bruto y punto; Aunque para mí el mejor del film es Ken Scott como el entrenador alcohólico Ike Weir, muy bueno, sobre todo en la para mi mejor escena del film, que es el crudo enfrentamiento en la calle con Harry, donde le espeta con valentía al matoncillo las verdades que le duelen, ardiente, racial, electrizante aquí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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25 de julio de 2017
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que después de "En el nombre del padre" (1993), la obra maestra de Jim Sheridan, cuando me acerqué a su siguiente trabajo, es decir, "The Boxer", me dejó un poco frío. Por supuesto, la presente no es una mala película, de hecho se puede considerar de las mejores de ese año 1997 pero es cierto que es sensiblemente inferior a la de 1993. Aunque ambos títulos comparten director, actor protagonista, que no es otro que el sobresaliente Daniel Day-Lewis, y temática irlandesa-terrorista la presente carece del drama, la carga emocional y el profundo discurso político-existencial de la primera. Aún así, "The Boxer" es una obra inteligente y muy sólida en todas sus facetas, desde los actores a los diálogos pasando por la sobria puesta en escena, que se defiende a buen nivel en cualquiera de los registros a los que se acerca ya sea thriler o drama político, humano o romántico. Sea como fuere, nos encontramos en el Belfast de 1997, en los inicios de lo que acabaría concluyendo en el histórico acuerdo de Viernes Santo de 1998, que pondría fin al sangriento conflicto en el Ulster. Es por eso que el discurso que percibimos es eminentemente favorable a la paz, a la concordia y a la convivencia, entre protestantes y católicos, simbolizado en el deporte, el boxeo, y el rechazo de cualquier clase de violencia.

Pero algunos se empeñan en seguir con las pistolas lo que no significa que sean más malos que los otros. Lo que sucede es que quieren mantener la coherencia de sus ideas: si han comenzado a matar para conseguir X no tiene sentido abandonar si no se ha logrado ese X. De lo contrario sus muertos habrán sido en vano y sus presos habrían sido traicionados. De ahí que sea tan difícil que una vez emprendido el siniestro camino del terrorismo poder rectificar. En cualquier caso, valgan los paralelismos con el País Vasco, los acuerdos de 1998 fueron una derrota para el IRA pero una victoria para el nacionalismo irlandés. El Reino Unido no cambió de postura, que es que el futuro del Ulster lo decidirían democráticamente los norirlandeses, y fue el IRA el que acabó aceptando este principio pues hasta ese momento consideraba que no era legítimo que un trozo de Irlanda colonizada por los ingleses decidiera por su cuenta. Sería algo parecido al caso de Gibraltar. La clave de todo esto es que en una democracia el pueblo tendrá que decidir a qué nación quiere pertenecer y en este caso es el Ulster el que tiene que acordarlo. Es exactamente lo que reclaman los nacionalistas catalanes y vascos pero que aquí nuestros políticos se niegan a aceptar contra toda lógica democrática, con argumentos insostenibles.
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