Black Mirror: Striking Vipers (TV)

Black Mirror vuelve a lo grande con otro brillante episodio en su trayectoria (y van... muy pocos episodios desde aquel explosivo comienzo con el Primer Ministro y el cerdo han decepcionado o no han estado a la altura).
Unos extraordinarios Anthony Mackie y Yahya Abdul-Mateen II interpretan esta extraña historia... ¿de amor? ¿De sexo? ¿Cuestión de la orientación sexual? De todo eso habla Striking Vipers, pero no se engañen. Como siempre ocurre con Black Mirror, las cosas no son lo que parecen y no son tan simples como este breve resumen que hemos hecho puede dar a entender. Utilizando como siempre la tecnología como punto de partida y culminando con un final inesperado (marca de fábrica de Charlie Brooker), Striking Vipers reflexiona sobre los más inconfesables deseos y secretos de los seres humanos, y cómo a veces ciertas cosas sólo nos gustan o sólo forman parte de nuestras vidas en determinadas circunstancias muy concretas.
Atención también al espléndido trabajo de Pom Klementieff (la Mantis del Universo Marvel) y Ludi Lin como las identidades virtuales de Danny y Karl.
Brillante.

Este capítulo de Owen Harris nos abre la mirada a la crisis de la identidad que se avecina sobre nosotros con la opción de ser alguien distinto en el mundo virtual. Concretamente nos lo expande al ámbito sexual, con relaciones que fluyen a otras orientaciones y modos de entender las parejas.

Para los que dicen que esto no trata de tecnología, perdónenme discrepar amigos, pero este es probablemente una de los temas que la tecnología va a revolucionar más en lo que nos queda por llegar. Por esa razón creo muy acertada el tema que trata y la forma en que lo trata, no necesitamos una experiencia palomitera extrema para fascinarnos con lo que nos depara la tecnología, es capaz de darle un vuelco al ser humano con un sencillo artilugio que se venía repitiendo en toda la saga Black Mirror.

Será que estoy tan acostumbrado a que la secta LGBTI+ me venda su agenda de forma torpe, desordenada e inconclusa, que cuando veo algo que trata estos temas y no se tropieza con su propio ego, no tengo más que ofrecer una alabanza.

Actuación a destacar de Yahya Abdul-Mateen II, que otorga una profundidad muy visible al personaje.

En conclusión: fo**ate un oso polar.

Interesante historia en la que unos amigos crecen a lo largo de los años y de repente, evolucionan a algo muy diferente.

Es interesante ver cómo una parejita que surge de la nada puede acabar siendo un matrimonio formal, con familia y tal. Se muestra la realidad de la pareja, la rutina, el miedo al cambio y la aceptación de sentimientos.

Episodio fácil de ver, historia bien hilada y curiosa, con un final sorprendente y coherente en realidad.

En fin, muy buena historia.

Quinta temporada de una excelente serie, el listón esta demasiado alto por los episodios anteriores.
En este caso nos encontramos con dos amigos de la temprana juventud, Karl (en la correcta interpretación de Yahya Abdul-Mateen II), Danny (muy bien el rol a cargo de Anthony Mackie) y la esposa de este último, Theo (a cargo de Nicole Beharie)
Vemos como los dos últimos están sumergidos dentro de la rutina familiar de quienes llevan algunos años de casados, están cercanos a los cuarenta y los problemas pasan por los acontecimientos de la cotidianeidad.
Hasta que un día en la fiesta de cumpleaños de Danny, aparece Karl, con un regalo de realidad virtual que cambiará la vida de este triangulo.
Es un capitulo interesante, que cuestiona la rutina de las parejas y como lo virtual a veces se cuela en nuestras vidas.