Una buena persona

e Bastante tremendo drama, llevado a unos extremos que a mi personalmente no me han convencido.
Y es que la historia, llevado al exceso, es interesante en un principio, pero el desarrollo de la historia, amén de irregular en su interés, deja que desear.
Cuando la he visto, he creído en que sus creadores sí que han sido honestos con el espectador, pero también que han pecado en la súperexposición, en ocasiones, de un sentimentalismo que hace que, por ejemplo, la labor de algunos buenos intérpretes estén por debajo de su valía (Pugh), amén de que la historia, conmovedora de por sí y con un mensaje muy positivo, se vea con cierta distancia por cuanto, en el fondo, no te la acabas de creer.
Bien los aspectos técnicos, muy cuidados, y un guion que creo deberían haber pulido un poco, siendo algo más realista.
El fondo, la tristeza vital, el dolor por la pérdida de los seres queridos, están presentes, pero a veces no emociona. Pero también es cierto que tiene algunas escenas, como la del final entre los antiguos enamorados, que resultan cercana y reconocibles.
Por lo tanto, no está mal, se deja ver, pero debería haber sido mejor.

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Morgan Freeman siempre ha estado en mi Top 3 de actores favoritos, siempre he tenido predilección por él y por la mayoría de trabajos en los que ha participado, pero aquí es uno de los mayores patinazos de su carrera, hay que tener en cuenta su edad, y que quizás ya no veamos al Morgan de siempre, pero igual que le he alabado mucho, aquí no hay quién lo defienda.

Ya no solo él, sino que es una historia que en mi caso no me ha enganchado en ningún momento, decidí verla con mi mujer (a ella le gustó un poco más), porque aquí coincidimos algo en género de la película, pero es muy mala y floja.
La chica se vuelve insoportable después del accidente, y solo esperas a que termine de una vez e irte a la cama.

Los secundarios ya casi ni hablamos mejor, encabezados por la madre con un doblaje patético.

2 horas insufribles, una bazofia, como te prestaste a esto Morgan...

Vivimos en un mundo donde por desgracia no funciona como un video juego, donde cuando pierdes la partida, tienes una nueva oportunidad. La vida real no es así.

Una buena persona nos pone en situación de una trágica historia que nos podría ocurrir a cualquiera de nosotros. Llevas una vida ideal, feliz y con planes de futuro que lo único que hacen es sumar en positivo, pero, pero, pero, pasa un suceso inesperado y todo se viene abajo.

Lo que en principio era un día radiante, con un sol espléndido, con un paseo en coche y con destino final en una tienda de trajes de boda para seleccionar el del día elegido, termina con un accidente de tráfico y la muerte de dos miembros de la futura familia.

Todo esto altera la vida de diferentes miembros de dicha familia. Allison la conductora, deja la relación con Nathan, hermano y cuñado de los fallecidos, cuando estaban a punto de casarse. Ryan, la hija del matrimonio, pasa a vivir con su abuelo, Daniel, quien se ve cuidando de una adolescente a la cual apenas puede controlar.

A raíz de ahí, la vida de Allison se vuelve una auténtica locura, enganchada a las pastillas después de un año, con una mala relación con su madre con la que vive y sin ninguna línea de propósito en la vida.

La película cuenta desde el punto de vista de diferentes personas que se han visto afectadas por dicho accidente, como es su nueva vida a raíz del día cero. Existe un antes y un después. Todo cambia y no precisamente para bien. Para colmo, hay viejas rencillas entre algunos que durante ésta nueva situación, quieren aprovechar para zanjarlas, ya se verá si se consigue o no.

Entretenida película, con partes que son muy complicadas de creer, pero que al menos consiguen mantener entretenido al espectador. Lo mejor sin dudas, la interpretación de Morgan Freeman y de Florence Pugh como el dúo principal.

Apenas un par de diálogos con cierta brillantez pueden salvarse de una película bastante olvidable y extremadamente edulcorada, la típica historia de cómo un par de segundos pueden destrozar la vida de alguien y de los que rodean a ese alguien: la culpa, la depresión, la asunción de responsabilidades, la amistad y la redención. Grandes temas para tratar que aquí se pasean simplemente, como quien se da una vuelta por términos tan absolutos como la vergüenza, el miedo, el fracaso, la muerte.

Florence Pugh cumple y se vislumbra que no será una estrella rotunda y sí una actriz solvente. Que no está mal, pero no es la leche. Morgan Freeman nos recuerda que el tiempo pasa y que los maduros de hace un par de décadas ahora son ancianos. Y poco más, muy poco. Se salva Molly Shannon, una actriz especialista en papeles patéticos, tiernos y muy secundarios, siempre muy efectiva y solvente.

Lo mejor es que la ví con precio reducido, vaya.