Mil veces buenas noches

Interesante y a la vez durísima película la del director noruego Erik Poppe. Partiendo de unas primeras escenas sobrecogedoras, la historia se centra en las relaciones familiares de Rebecca, el personaje interpretado por Juliette Binoche, una reportera de guerra que ve como su entorno familiar se desmorona por causa de su peligroso oficio. Poppe opta por darle a la narración un tono pausado, intercalando los encuentros entre los miembros de la familia que pasan por las discusiones a las reconciliaciones con imágenes oníricas que reflejan lo que pasa por la cabeza de Rebecca, el personaje principal y motor de la historia, escasos momentos de relajación en alguien que vive al límite y siempre bajo presión. El dilema que se le plantea en un momento dado (familia o trabajo) es realmente importante y está muy bien reflejado en la película. Esas idas y venidas, esos cambios de decisión que parecen definitivos pero que no lo acaban siendo, esa búsqueda del sentido real del deber hacen del relato algo imprevisible y fascinante. Falla eso sí, alguna solución en el guión un poco pillada por los pelos y unos personajes, excepto el principal, que tienden al estereotipo. Con todo, “Mil veces buenas noches” queda como una película que plantea muchas preguntas que no podrás sacar de tu cabeza una vez finalizada la proyección.

Lo mejor: el dilema que plantea la película.

Lo peor: algún detalle de guión ciertamente mejorable

Una película que es un recorte de una realidad que puede resultar ajena y desconocida. Pero es interesante saber qué hay detrás de las fotografías bélicas que vemos en los diarios. Y más aún, detenernos en ellas algunos segundos más de lo habitual para reconocer la mirada de quien la obtuvo. Mil Veces Buenas Noches (por cierto comparto este sitio para que conozcan varios detalles sobre la propuesta: http://www.hbomax.tv/sinopsis.aspx?prog=GLS223843). termina siendo una historia sobre las pasiones y cómo lograr en el medio social, la coexistencia pacífica entre la carrera y la familia: el intento por lograr el equilibrio y la inserción mutua, entre tan diversos puntales de la vida.

Algunas críticas a esta película la plantean como el "típico caso de conciliación vida laboral-familiar". Creo que este drama va mucho más allá. Y ello es porque lo que está en juego en la reportera protagonista es un dilema ético y una pasión: la obligación de contar al mundo las atrocidades que existen (que se convierte en una pasión en la protagonista), por una parte; y, por otra, la pasión por su marido y sus hijos (a los que quiere con toda el alma), así como la incomprensión (entendible) de su marido y su hija mayor. Se trata de un conflicto ético-existencial en toda regla, magníficamente narrado y completamente creíble mediante la inigualable interpretación de Juliette Binoche.

Rebecca (Juliette Binoche) es una fotógrafa de guerra que durante un atentado terrorista en Afganistán sufre graves lesiones. Debido a esto debe volver a Noruega donde la espera su esposo Marcus (Nikolaj Coster-Waldau) y sus dos hijas, quienes como es de esperar la instan a que no vuelva debido a los graves peligros que conlleva su trabajo como bien se pudo apreciar. El film relata la lucha de fuerzas entre ella, su pasión y su familia, aunque es también de mucha importancia el poder de la imagen, en dicho caso mediante lo que representan las fotografías tomadas en zona de guerra, las cuales como bien sabemos parten de un contexto que no siempre evocan una verdad.

La película parte su conflicto hacia dicho apartado familiar ya mencionado, enfocándose primordialmente en la relación de pareja, sumamente quebrada debido al llamado que Rebecca siente por trabajar, por su pasión y por dar a conocer los problemas de dichos lugares. Estableciéndose en muchos momentos un paralelismo más que evidente con una infidelidad y con una “recaída”. Por su parte, con las hijas es más en el sentido de la ausencia materna, en especial en la chica en etapa adolescente, fuera de la menor que en varios momentos resulta desesperante.

Con todo y esto no me parece que sea una obra que se exceda en el melodrama, por el contrario logra atiempar bien dichas situaciones. Es el cuarto largometraje de este realizador noruego que se antoja conocedor del oficio, hay secuencias muy bien manejadas, en especial las de zona de guerra que son las más llamativas. El guion escrito por él junto a Harald Rosenløw-Eeg peca en un par de momentos por inocentadas, pero logra sostenerse en buena forma. Aparte es de agradecer que no resulta panfletario, por el contrario, expresa cierta crítica a la labor de esta mujer y la utilización de la imagen como medio “explotador”, así como transgresor de la privacidad del otro que resulta “extraño” frente al extranjero.

No se puede obviar la labor de una de las mejores actrices de la actualidad como lo es Juliette Binoche quien mantiene a flote el relato, dándole un aporte significativo a la calidad del film, su contraparte lo hace bien. Más allá de eso, el elenco “secundario” no aporta mayor cosa, tanto por su accionar como por los personajes. En síntesis, Tusen ganger god natt es una película correcta, lejos de ser una obra maestra pero bastante entretenida y agradable.

Trata del conflicto que, en su vida familiar -casada, dos hijas- trae a una mujer su profesión de fotógrafa de guerra y su amor por el peligro. Pero siendo eso casi todo el filme, no es lo que más me ha interesado.
Lo impactante son las escenas, al principio y al final, de la preparación yihadista de una suicida que, con su
carga explosiva, matará a gente, de su cultura, de su religión, inocentes en el sentido más absoluto de la palabra. Eso es el horror.
En mi opinión, la película vale por esas dos escenas, siendo lo de en medio simplemente pasable, por muy bien que lo haga Julliette Bicnoche (no es ninguna novedad), aunque un poco desmejorada a sus 48 años.