A propósito de Schmidt

No es una comedia.

No es un drama.

No es una road movie convencional con banda sonora de música country al uso y paisajes con fotografía esplendente.

Es un viaje por carretera con Warren para redescubrir la vida, bajo cielos nubosos tan plomizos como los de un cuadro de Bocklin.

Es un canto al carpe diem horaciano, en su sentido más puro y clásico.

Es una invitación a vivir la vida disfrutándola en cada momento, siendo plenamente conscientes del momento presente, porque la vida pasa rápido y el tiempo sin darnos cuenta se nos va como arena entre los dedos.

Es una exhortación a hacer que la existencia suponga un cambio y signifique algo para alguien.

Es una película que habla, simple y llanamente, de la vida. Este jubilado es como cualquier otro, con la incertidumbre de qué hay tras toda una vida entregada al trabajo. Es genial como refleja las manías que todo humano tenemos y que todo humano deplora de los demás. Como somos de presuntuosos cuando creemos tener la razón pero como cedemos cuando creemos que hay que hacerlo. Esta película está llena de detalles que te hacen reír porque te ves reflejado o ves reflejado a algún conocido. Una película totalmente recomendable.

Jack Nicholson es Warren Schmidt. Su vida pronto será un cúmulo de despropósitos. Veamos: un estajanovista jubilado; un corazón marchito; una hija perdida entre la geografía estadounidense; un yerno patán y odiado; una infidelidad inoportuna e hiriente; un viaje a los orígenes del todo desmitificador; una familia política "peculiar"; y una boda indeseada a más no poder. Todo quedará relatado a través de las cartas en las que Schmidt se sincerará con Ngugu, un niño de Tanzania recién apadrinado y, al parecer, única persona, allá en la lejanía, que lo comprende.

Película pequeña, en el buen sentido de la palabra. El sentimentalismo costumbrista de Alexander Payne arrecia para brindarnos un relato del todo melancólico, nostálgico y profundamente triste. Es el pozo de la depresión. Pero el buen cineasta sabe combinar los tiempos, alegrándonos la velada de tanto en tanto con ese toque optimista, con esa gracia espontánea que tan bien maneja, dando como resultado una historia tan tierna como dolorosa.

Apenas hay felicidad para un hombre que se siente sólo, perdido y desorientado. Es Warren Schmidt, y esta es su historia.

....Y supe que era la soledad el centro de este mundo, esta sería para mi la frase perfecta que definiría esta gran película muy bien protagonizada por este genial actor que es Jack Nicholson y donde todos podemos en algun momento sentirnos identificados en busca de los afectos mas sencillos y básicos. Aquí, el protagonista, a través de una simple foto de una criatura pidiendo ayuda desde el mal llamado tercer mundo, hace que surja una clara reflexión de cómo están sus afectos propios, de su mal también llamado primer mundo, una película como tantas otras que habla de la soledad, aunque considero que ésta concretamente sabe dar un toque profundo y agridulce que la hace sencillamente grande.

Quienes no se animen a pensar como viven su propia vida quizás crean que el señor Schmidt es un personaje excepcional en su digamos mediocridad.
Para mi gusto es la descripción promedio de muchos individuos que en esta sociedad aparentan lo que no son y terminan creyéndoselo.
Las cartas al niño, absurdas como relato, son unas de las claves para entender al personaje.
Como el escribe adornando a su realidad en lo que no tolera y mostrándola quizás como en algo quisiera que fuera, nos muestra su disconformidad con su vida.
No importa que Ngudu tenga 6 años y no sepa leer y escribir, es la excusa en la película y la catarsis posible que el personaje hace hilvanando su vida fragmentada.
El humor ácido que la película chorrea obliga a entendiéndola a ser piadoso con uno mismo y no pudiéndolo soportar intentar ridiculizarlo y tomar distancia no entendiéndolo
Muchachos aspirantes a jefes y a triunfadores Smichdt puede ser un espejo.