Paraíso: Amor

Muy brevemente, esta película demuestra a las claras por qué tener ideas que denunciar o que proclamar no equivale a saber hacer cine. La película es aburrida, los actores aficionados, la ambientación fea y sórdida, los personajes no tienen ningún interés y la acción es previsible. Envuelta en la bandera de la denuncia social, la dirección se supedita al combate sin ofrecer por lo demás ni un atisbo de solución. No le pongo un cero porque reconozco que es arrojada (eso sí, al abismo) por plantear tan crudamente el turismo sexual femenino en Kenia, aunque también resulta condescendiente con la turista principal, a la que retrata como una Bambi que acaba pervertida por culpa de los chaperos varones.

Desgarradora historia sobre el turismo sexual femenino, sobre la búsqueda de un no-existir que cubra la gran soledad que refleja su protagonista, añoranza patética y triste de una vida nunca tenida, esperanza de esconder sentimientos dolorosos y horriblemente adheridos al alma, esclavitud disfrazada por supervivencia desesperada...; relato que muestra cruelmente una realidad dramática, la angustia y tristeza de comprar un fingido amor, la dureza de su obligada venta y el resultado inevitable de una mayor soledad y dolor, si cabe. Y, a pesar de todo lo dicho y de todas las perspectivas creadas, el formato de la película, su deambular en todas estas emociones y su reflejo en la gran pantalla no consiguen conectar ni enlazar con el espectador, permaneciendo éste a distancia -aburriéndose por momentos- y, tristemente, perdiéndose una necesaria pero no-encontrada afinidad con lo relatado que permitiera apreciar lo contado como se merece. Impresionante interpretación de Margarete Tiesel que no logra enmascarar la falta de acierto en la redacción y el buen hacer de Ulrich Seidi, director y responsable de la misma. Te gustaría llegar a apreciarla completamente, sentirla más vivamente aunque..., se queda por el camino.

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Pues no pide nada la señora. Aunque "amor" es el producto que ofrecen los jóvenes nativos. Y con tanta oferta, los precios no pueden ser muy altos. Aunque siempre hay alguna incauta dispuesta a pagar un sobreprecio por cualquier baratija. Y en un comercio tan precario no se ofrecen garantías.En esto, como en otras cosas, los hombres llevan ventaja, pues, más acostumbrados a este tipo de transancciones, saben que cada servicio y cada fracción de tiempo tienen sus correspondientes tarifas. Está claro lo que se compra y después no hay malos rollos.
La ingenua Teresa ya tiene una edad como para haber perdido la inocencia y no debería confundir el amor con darse un desahogo. Empieza desbordada por tanta oferta de amor. No se encuentra cómoda en su "primera vez" porque quiere que le miren a los ojos y sentirse deseada. Una vez perdida la inocencia, será ella la que incomode y humille. Total, la insatisfacción va a ser la misma.
El director no hace juicios morales. Las turistas y los nativos hacen lo que hacen porque pretenden satisfacer diferentes necesidades, las de ellos más perentorias y las de ellas más propias de una sociedad insatisfecha incluso en la riqueza. La gélida y distanciada narrativa de esta película se desarrolla mediante hermosos planos aparentemente casuales. En muchos de ellos no sabes si reir o llorar.
Por cierto, las tres virtudes teologales son fe, esperanza y caridad, no amor.

La dirige con certera perspicacia Ulrich Seidl, adentrándonos en el turismo sexual de una mujer alemana madura, que desea vivir, quizá por última vez, el deseo... para ello viaja a Kenia, y allí descubre asombrada lo fácil que resulta ser engañada... Pero ella no va a renunciar, a recibir lo que ha venido a buscar.

La profundidad narrativa de esta extraña película, convincente, desgarrada; con una Margarete Tiesel cuya actuación dolorosa evita en todo momento deslizarse por los tópicos, y cuando se ve forzada a ello, muestra una resolución, muy lejana a lo que hubiéramos esperado.

Un magnético trabajo, de gran potencia emocional, donde se mezclan con habilidad: el poder, el deseo, la traición, la soledad; incluso la búsqueda de una felicidad, ahora esquiva.

La descubrí de manera accidental, y he pasado dos horas fabulosas.

Quiere terminar situando a los buscavidas keniatas y a la turista sexual a la misma altura moral, a lo cual después de exhibir la aflicción de la señora no le veo sentido narrativo. Porque es que además los negros la estaban sacando dinero de una forma muy evidente y descarada, demasiado burda como para siquiera insuflarle dramatismo al filme. Pero pongamos las cartas sobre la mesa, ¿con qué intención ha ido ahí? Para encontrar a uno o a varios lugareños exóticos con los que mantener relaciones sexuales, de ahí a que se denomine 'turismo sexual'. Pero no, 'amor' como tal, porque eso no lo vas a buscar al otro lado del planeta, ni a un lugar de depresión económica. Por lo que no puedes decir que vas buscando amor, sino un lucro de carácter puramemte sexual con el morboso añadido de gozar de la juventud y el exotismo, algo que a priori es difícil de alcanzar sobrepasando la cincuentena. Y tendrás que dar algo a cambio, llegar y pretender otra cosa es de necios. La relación que busca la mujer es la de un intercambio, un trueque, en verdad lo que necesita se aproxima mucho a contratar prostitución pero ella no quiere mirar a esa realidad a la cara, al menos de una forma tan consciente (en el siguiente párrafo desarrollo mi idea).

Lo que pasa es que los negros son malos negociadores, brutos, y ávidos debido a que ven su oportunidad de llevarse un pellizco, no les dura la señora y se les cierra el grifo rápido. (En un caso, creo que improbable porque todos tienen familia o eso parece, de congeniar la guiri con alguno, claro que sería ella la que correría con los gastos principales, pues ninguno tiene recursos para ello, pero vemos que no es el caso, la táctica pasa por tomar lo que se pueda de dinero y salir pitando, nadie la quiere aguantar más de lo necesario.)

La forma de rodar, muy a lo tercera persona, distante, me recuerda a 'Los idiotas' de Von Trier, por ejemplo, o al cine europeo e independiente. En este caso, a mi modo de ver resulta perjudicial: si esto se le suma al abuso en la duración de los planos y a que muchos episodios son desagradables debido a que aparte de hacerse insistentemente repetitivos juegan con la paciencia del espectador en el sentido de a ver cuanta estupidez, hipocresía y mamoneo puede llegar este a aguantar, el resultado no es una buena película.