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Europa '51

Drama Un rico matrimonio estadounidense que lleva en Roma una vida despreocupada, ve cómo su hijo se suicida. La madre, traumatizada y sintiéndose culpable por no haber atendido más a su hijo desde la infancia, decide ayudar a la gente más necesitada en los barrios más humildes de la ciudad. Sin embargo, su ayuda a un delincuente la pondrá bajo sospecha a ojos de la policía. (FILMAFFINITY)
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
21 de julio de 2020
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Uno de los subgéneros que más me gustan sin duda, es el neorrealismo italiano, donde el director Roberto Rossellini es uno de sus máximos exponentes. Supongo que la postguerra en un país donde la pobreza e incluso la vergüenza de haber sido un referente fascista en Europa, fueron las razones más importantes que ayudaron a los directores italianos de la época a mostrar unos dramas profundos y desgarradores, como es el caso de Europa ´51. Al contrario de lo que ocurría en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, triunfadores y orgullosos realizaban películas para levantar la moral del pueblo y dejar a un lado la pena y la miseria que tenían al otro lado del charco, donde la reconstrucción no solo era física en las ciudades, sino también en la moral del pueblo.

Segunda película del tándem Rossellini-Bergman, ese que tanta polvareda levantó en EEUU por el abandono de la actriz sueca a su familia para fugarse con el director y guionista italiano. Dicha pareja, dio como fruto varias películas de un gran sello como esta misma, donde Ingrid Bergman tiene un registro dramático muy conseguido y saca su mejor versión al bordar el papel de una madre que pierde a su hijo al suicidarse este, y su interpretación se adueña de la trama desde principio a fin gracias al gran desarrollo de su personaje, el cual se refugia en la ayuda a los más desfavorecidos para lograr salir de su depresión tras la muerte de su hijo, y porque no decirlo, redimirse de su culpabilidad.

La historia de la película en sí, es totalmente dependiente de la interpretación de Bergman, pero tampoco descuida los detalles para mantener al público pendiente de todo lo que va ocurriendo. La música, usada en contadas ocasiones sirve como apoyo a la trama para aumentar el melodrama, y la fotografía en blanco y negro está bien cuidada en detalles y junto con los decorados y caracterizaciones te transporta eficazmente al momento y lugar en cuestión.

En conclusión, la considero un gran drama no solo dentro del neorrealismo italiano, sino también en el género dramático y una de las cintas a tener en cuenta en el cine italiano. Por mostrar con acierto y sensibilidad una historia dramática, por hacer un gran papel la ya esposa del director italiano Roberto Rossellini, Ingrid Bergman, y por tener un desarrollo y un ritmo adecuado para lo que narra para disfrute de todos los seguidores del género y aquellos amantes del buen cine clásico europeo, ese que tras la postguerra dejo para la posteridad decenas de cintas de una calidad incuestionable.
Elcinederamon
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18 de enero de 2021
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La película de fotogramas antiguos y desgastados es el cuadro del que emerge una imagen como lo haría un corcho del fondo de una fuente.

Ingrid Bergman es una de esas pocas actrices que posee un magnetismo misterioso que desde el primer momento atrapa al espectador.

En esta ocasión se introduce en la piel de una madre rica que sufre el profundo dolor de la muerte de su pequeño hijo y decide volcarse haciendo el bien a todo el que lo necesite.

Su papel es tan humano como la sensación que ella proyecta en la pantalla por lo que el director Roberto Rosellini seguro que tuvo un trabajo más sencillo que con otros actores o actrices.

Su belleza virtual y profundamente humana le otorga a todos los repartos en los que participa el marchamo de esa calidad que todos los que amamos al cine buscamos.
shortcut
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1 de febrero de 2021
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*CINE SOMBRA/CINE CALMA*
— Como culminación de una heterodoxa "trilogía católica" tras EL AMOR (1948) y STROMBOLI (1950), llega EUROPA 51. R. Rossellini se aferra a su amada Ingrid Bergman, una estrella internacional que lo abandonó todo por él, y la incrusta en el panorama desolador de las nuevas esperanzas. Parece una paradoja, pero todo lo contrario. Europa se levantaba de los escombros a un nuevo mundo, antes orgullosa, ahora subordinada como peón en una partida ideológica bipolar a todo o nada. Bergman, acostumbrada a un estilo Hollywood de producto pulido en cadena de montaje, estaba perdida en el cosmos ambiguo de RR. El director la hacía deambular, la película surgía de ahí, y una Bergman desubicada deambulaba. Pero es que Europa estaba aún más desubicada, y su personaje de Irene Girard va de un lado para otro como una marioneta, rebozándose en todo el sufrimiento que podía encontrar.
— Asistimos a la evolución interior desgarrada de Bergman en 3 actos muy claros: capítulo de la pérdida, capítulo de la búsqueda y capítulo de la reclusión. La contención de la actriz y el método creador de RR imponen un ritmo dubitativo, que avanza solo tanteando, rascando el suelo con su bastón de ciego.

*CINE CÁMARA/CINE CRÓNICA*
Con la reinserción del cine de RR en la gran ciudad después de 4 años nos damos cuenta de algo evidente: las ruinas desaparecieron, las cubren edificios nuevos, problemas nuevos. La raíz de los mismos subyace, sin embargo. Con ese título algo pretencioso, RR explicitó su intento de continuar con la auténtica labor de su carrera: ir escribiendo una Crítica de la razón pasional. Sin abandonarse a sentimentalismos, presenta impasible la vida lamentable de una provilegiada: rica, bella, culta. Eliminando las interferencias de los hechos exteriores de supervivencia (hambre, deseo, guerra), puede centrarse minucioso en la anatomía de los hechos interiores. Lanza a sus personajes a buscar, a regresar, a sufrir, a ir muriendo sin descanso mientras los sigue con su cámara como en un reportaje.

*CINE TRADICIÓN/CINE IMAGEN*
— A muchos les parecerá extraña la pareja de cristianismo-progreso. No es extraña bajo la mirada de RR, que se centra en el germen libertario original de la doctrina: es imposible conjugarlo de forma pura con un Estado capitalista moderno. Es un ácido sulfúrico social porque corroe la forma dinero, corroe la forma jerarquía, corroe la forma moderación, corroe la forma límite. Una fe verdadera no conoce límites en su fanatismo, llega hasta el punto máximo. Y la polis está cimentada en los términos medios, en compromisos. La fe no llega a compromisos, debe imponer y ser impuesta.
"Mi neorrealismo personal no es otra cosa que una posición moral que se expresa en 3 palabras: amor al prójimo", declararía RR dos años después. Y hay amores que matan. Ese amor caníbal que destroza toda la vida anterior de Irene Girard. Llena de remordimientos, no tiene más remedio que lanzarse a un amor abstracto por la humanidad e incapacitarla para los amores concretos. Se vuelve una enajenada, una inadaptada social: si todo el mundo fuese como ella, la sociedad colapsaría. Ama tanto a la humanidad que no puede amar al matrimonio o a la policía/judicatura, porque son límites al amor absoluto. En su obsesión por el sufrimiento impacta también contra los comunistas . Ellos, pragmáticos, buscan mejorar las condiciones materiales de los oprimidos y así dotarlos de dignidad. Esto no entra en la cabeza de Girard-Bergman, obsesionada con el sufrimiento en abstracto, con sacrificarse ella misma por los demás, arrasada por los remordimientos de una vida fácil y despreocupada. Unos remordimientos hermanados con la culpabilidad del superviviente del campo de exterminio nazi, siente desde el final de la guerra vivir una vida ilegítima. ¿Acaso no se dan la mano la humildad extrema y el orgullo extremo?
— Una vez más casi todo el profundísimo sustrato de la película se intuye impreso en el cuerpo de Bergman. Cuerpo que merodea por los vertederos de la sociedad, como una adicta al dolor de los demás. ¿Ama al prójimo con ansia o se odia a sí misma con ansia?

*CINE CRÍTICO*
El catálogo de ricos que juegan a ser pobres es ilustre: de Siddharta Gautama hasta incluso Engels. Y RR con su cámara-microscopio registra ese triste papel de voyeur caritativa que interpreta Bergman con toda su vergüenza. Registra la incomprensión del marido (¡que siente celos de un posible amante!), la incomprensión de la madre, del juez, del comisario, de los comunistas, de cada pobre desgraciado al que impone su caridad. Son incapaces de concebir un interés genuino por el prójimo más allá de la guerra de guerrillas cotidiana. Por otro lado, encuentra Irene Girard su lugar en el encierro donde administrarse a gusto sus dosis diarias de miseria, como una Teresa de Calcuta. No lucha contra las injusticias, solo se mira a sí misma compadecerse de ellas.

*CINE SACRIFICIO* + *CINE BÚSQUEDA*
La mayor de las catástrofes, doblemente imprevista, parte en dos el film y la vida de Irene Girard. Pierde lo que debía querer más y consagra su vida a recordarse que no lo quiso lo suficiente. Egotismo sobre egotismo. Consagra su vida a buscar seres sufrientes para así observarse sufrir con ellos.

*CINE HUMANO*
En los diarios de Leon Bloy, un escritor devorado como Irene Girard por el mismo fuego que no cesa, el francés vociferaba que un relato en el que no se hablase del pobre, que no tuviera en cuenta al menesteroso, era un relato sobre el que habría que escupir. Esto prácticamente siempre se cumple en las películas de RR, baja a observar obsesivamente las pasiones, mirando cara a cara a los apasionados.

(Continua en zona spoiler sin desvelar el final)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
G_S_Aliaga
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10 de junio de 2023
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Otra de Bergman y Rossellini, a mayor gloria de la actriz.
Los problemas de la clase alta estadounidense que vive en una italiana de postguerra. Reflexiones sobre la vida, sobre el amor fraternal, sobre la salud mental y la pasión por los hijos.
El suicidio de un niño, la evolución de la madre que sintiéndose culpable se vuelca en ayudar a los más necesitados. La izquierda caviar en su versión más chic.
Los padres preparando una cena desatienden al hijo que se cae por unas escaleras, falleciendo.
Ingrid Bergman, y Alexander Knox son los padres, al que se suma un periodista (Andrea) de tendencia comunista que la protege tras el accidente y la involucra en el ideario comunista.
Es, desde luego, un estudio sobre la izquierda y sus valores, de cómo se puede ser comunista siendo rico y cómo dejar de tener complejo por ello. La medicina que necesita el niño pobre es suministrada por ella. De una manera u otra intenta salvar con ello su conciencia. Filmada en los barrios más pobres de Roma pretende mostrar la realidad más sucia de una ciudad abandonada y dunas clases nada privilegiadas. El contraste con el mundo de donde ella procede es demoledor para su propia conciencia. Ver otro mundo la hace comprender el verdadero valor de la vida y del papel que los humanos deben jugar en el mundo. Aunque la idea fuerza es interesante el paso del tiempo la machaca. Su buenísimo es enternecedor. "Conciencia" le dice el periodista a ella cuando va tomando conciencia de la nueva realidad social que aprecia. El internamiento en un manicomio por parte del marido por ser comunistas es el epítome de toda esta historia, y hasta cierto punto nos conecta con la idea eugenésica de Vallejo Nájera con respecto a que el comunismo es una idea pervertida y que tiene una raíz mental.
Producción de lujo a cargo de Carlo Ponti y Dino De Laurentiis.
Me parece una interpretación extraordinaria de Ingrid, soberbia, contenida y expresiva. Rossellini tenía que ser un hombre complicado, retorcido. Hacer interpretar a Ingrid en este papel de madre que abandona a su hijo, reproduciendo parte de la vida real de ella, acusada de abandonar a su prole para vivir una historia de amor adúltera.
Tengo la sensación de haber visto a Alexander Knox en muchas más películas de las que recuerdo. Me parece un buena actor, capas de llenar por sí mismo la pantalla. Seguramente no tuvo un gran éxito que sustentara su vida en el mercado del celuloide.
Para el personaje de Irene, Rossellini se inspiró en la figura de Simone Weil, política francesa, superviviente del Holocausto y ministra de sanidad que despenalizó el aborto en Francia, siendo la primera mujer en presidir el Parlamento Europeo desde 1979 hasta 1982.
ÁAD
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8 de diciembre de 2022
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El argumento es de todos conocido y no merece la pena repetirlo aquí. La película en mi opinión no trata solamente de la atocinada y culpable moral burguesa, ni solamente del camino que debemos recorrer por el dolor de la culpa hasta la redención (aunque nos lleva durante más de una hora por ese recorrido de forma magistral). Quisiera detenerme en ese final radical en el que se retrata cómo son las principales instituciones que sustentan nuestra sociedad (la policía, la familia, la ciencia, la justicia y la Iglesia) las que se ven obligadas a proscribir la renacida conciencia de la protagonista.

El marido, la madre, los médicos, el juez, el comisario y hasta el cura no pueden tolerar a esta mujer que parece haber despertado a un panteísmo incompatible con el debido respeto a la necesaria jerarquía social, a la ley jurídica y científica, y a la humildad propia del devoto. Esta mujer que de pronto parece amar con el amor de un niño a los pecadores, a los proscritos, a los locos, resulta inoportuna para el estratificado orden burgués. El último en rechazarla, condenándola, es el cura, que ve en su actitud no solo un riesgo a su autoridad espiritual sino una casi herética arrogancia. Ella no acata las reglas establecidas tras la muerte de su hijo, producida por su desatención ante los mandatos del mundo, y parece elevarse desde ese momento hacia una indiferenciada empatía hacia el mundo. Hay algo etéreo en Ingrid Bergman pasando entre la mugre romana. Hacia el final llega a imponer las manos a una loca suicida, que súbitamente se apacigua; se ve próxima incluso al milagro. Es difícil saber si es expulsada fuera de la sociedad porque despierta la mala conciencia de la clase alta o porque supone un riesgo a su estatus. Eludiendo el comunismo como respuesta, la película elude hábilmente que la respuesta a lo que plantea sea política. En cualquier caso parece claro que esta señora es incompatible con el contrato social moderno, es una verdadera terrorista espiritual, una nihilista que predica el amor, un peligro que hay que encerrar.

Como último apunte erudito quisiera decir que no se puede estar más buena, quiero decir, no se puede ser más guapa que esta señora en esta película.
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