Ciudadano Kane

Si tuviera que definir esta película con pocas palabras sería la tópica frase 'obra maestra audiovisual', pero esa definición se le queda muy corta a una película tan colosal en todos los sentidos, que literalmente reinventó el lenguaje cinematográfico creando nuevas técnicas de filmación nunca antes vistas en la industria, que influenciaría absolutamente todo el cine posterior a 1941 y del que se sacarían todas los recursos empleados en ella para favorecer con inmensidad inaudita el séptimo arte. Me parece surrealista que esta película pertenezca a 1941, y, lo más impresionante, que fuera hecha por un jovencísimo Orson Welles, además de protagonizada, teniendo tan solo veinticinco años. La calidad que poseen todos sus parámetros a la hora de narrar la trágica historia del hombre más influyente de Norteamérica, Charles Foster Kane, hijo de una familia humilde y que acabaría convirtiéndose en uno de los hombres más poderosos y ricos jamás habido en la historia de América, comenzando sus andadas desde un humilde periódico llamado Inquirer, para acabar siendo, también, uno de los mayores magnates de la prensa. A través de la última palabra que dice moribundo, 'Rosebud', otro grupo de periodistas indagarán en el entorno del difunto señor Kane para conseguir un titular poderoso y sensacionalista, a través del cual se nos contarán sus vivencias mediante el uso de elipsis narrativas, creando dos grandes líneas argumentales solapadas que se entremezclan sin hacer, ni mucho menos, una narración tediosa, al contrario. Poseyendo tantas lecturas posibles y tantos mensajes de muy condicionante relevancia tanto para la propia película como para el espectador, resulta difícil e incluso abyecto contarlos todos, así que enumeraré los que considero más importantes: la manipulación de los medios de comunicación, la soledad que conlleva la megalomanía producida por el dinero, la codicia desmesurada, los derechos de la clase obrera y, obviamente y el principal, la corrupción que embadurna por tónica general a los más poderosos y la hipocresía que sostienen para mantenerse en la cima. Repito, a nivel técnico es una innovación tras innovación, empleando unas transiciones acopladas maravillosamente al metraje utilizando elementos del entorno, el atrezzo, como hilo de unión entre dos partes y contraponiéndolas en muchas ocasiones con fundidos por doble diafragma de apertura y cierre o encadenados y sobreimpresiones sin que sus personajes estén enfrentados físicamente (shot/reverse), sino usando el espacio y los tiempos de la historia para apoyarse en ellos y que dichas composiciones adquieran coherencia, otorguen cohesión, sirvan como hilo conductor y valgan para dar énfasis al impacto escénico. La composición de los personajes y elementos en plano es una absoluta genialidad, haciendo una conceptualización brillante del espacio Welles alterna entre planos cortos y largos sabiendo conducir la atención del espectador en el punto que él desea, haciendo uso de una iluminación brutal con muchísimo contraste de sombras convirtiendo la luz en un recurso narrativo plagado de belleza y mensaje. La escena en la que el señor Kane aplaude en la ópera es un buen ejemplo de ello, inolvidable, por cierto. Manejando el género del misterio como nadie, no es sino hasta literalmente los últimos fotogramas de la película que se resuelve ese interrogante usado como mera excusa para narrar una historia abrumadora. Orson Welles también crea planos únicos empleando elementos del escenario, jugando con ellos y el objetivo sin llegar a entorpecer visualmente o chocar con la narración de alguna manera, fundamentándose generalmente en cristales y espejos para, muchas veces, crear una sensación espacial aún mayor cuando emplea planos contraplanos y así poder mostrar los don integrantes de la conversación. Los planos secuencia, muy llamativos ya que trazan hipérbolas aéreas desde planos subjetivos son fascinantes por el control de la trayectoria que tiene a través de la escenografía y el simbolismo que alberga, sobretodo, en las dos ocasiones en las que el periodista Jerry Thompson (William Alland) intenta sacar información de la segunda mujer del señor Kane, Susan Alexander Kane (Dorothy Comingore) a la ópera El Rancho. El guión es simplemente sobresaliente, y las interpretaciones están perfectamente ejecutadas en su mayoría resaltando la del propio Orson Welles, la de la ya mencionada Dorothy Comingore y un fantástico Everett Sloane haciendo del señor Bernstein. La impresionante música del maestro compositor Bernard Herrmann me falla en ocasiones, sacándome muy ligeramente de la ambientación que logra conseguir Welles pero, aún así y me repito, es una película impresionante en todos sus sentidos, que supuso una revolución absoluta de todo el mundo cinematográfico y que hay que ver sí o sí. 'Si no hubiese sido tan rico, habría llegado a ser un gran hombre.' (9.5).

30/12/2014 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil

Soy de ese grupo selecto de cinéfilos principiantes que, después del primer visionado de la susodicha, se quedan fríos de incredulidad de que esta sea catalogada como la mejor película de la historia. Según los tertulianos de Garci, necesitas verla varias veces para apreciarla. Pues lo siento, pero entonces no. The Third Man la aprecias a la primera. O la Dama de Shanghai. Incluso Casablanca, por decir películas de la época.

Como no soy profesional del cine, no puedo resaltar como geniales aquellos detalles que solo los expertos destacan: juego de sombras, planos contrapicados, escenarios a bajo precio, juego de perspectivas… Pido disfrutar y entretenimiento, y no lo consigo.

No es, a mi juicio, la mejor película de todos los tiempos. Quizá lo fue, pero, desde luego, ya no lo es. Que aunque sus atónitos coetáneos se mostraron comprensiblemente alucinados, del mismo modo que otros se suicidaban cuando al padre de la criatura se le ocurrió radiar una supuesta invasión alienígena a nuestro pequeño planeta, hoy, más de sesenta años después y con la tierra llena de marcianos, CIUDADANO KANE, siendo aún una buena película, ha sido superada en el ránking de la opinión pública por un buen puñado de cintas.
CIUDADANO KANE es moderna, sí, Mucho. El protagonista es un fascista para unos y un comunista para otros, un político siempre novio y nunca esposo, tan amado como odiado y alguien que piensa que todo el mundo debe pensar lo que él les ordene. Todo, igual que para muchos en la actualidad, ha de hacerse según sus normas.
Iba sobrado Orson Welles, cuya vida privada fue también bastante conocida. Un tipo que nació para ser historia y que, igual que su gran personaje, influyó a diestro y siniestro y por los siglos de los siglos será noticia.

Restar valor y mérito a esta película desde el punto de vista del espectador contemporáneo resultaría injusto; elevarla a la categoría de sublime sería, por mi parte, mentir. Lo que ocurre cuando uno se acerca a algo con altas expectativas es que hay una alta probabilidad de quedar decepcionado. O, por decirlo de otra forma, de no quedar satisfecho del todo.

Nada que objetar a la dinámica manera de narrar la biografía de un personaje tan odioso (a la par que fascinante) como Kane, ni de mantener la intriga con el McGuffin "Rosebud". Nada negativo que decir en relación a la brillante moraleja que se desprende de la historia, ni tampoco sobre la manera en que se plasma el mundo del periodismo en aquellos tiempos (muchas cosas no han cambiado en absoluto). Y, sin embargo, no me ha tocado el corazón.

No dudo de la calidad técnica del film pero creo que peca de pretenciosa en algunos aspectos y esto lastra su visionado. Orson Welles ya nos la quiso dar con queso con aquella producción radiofónica de La Guerra de los Mundos y lo consiguió: el tipo demostró que para manipular y desorientar a las masas tampoco hace falta tanto. Quiero decir que su mayor talento, aparte de saber contar buenas historias, es el de embaucar a las masas mediante el alarde técnico y de medios etc.

Pienso que si la historia hubiera sido más sencilla a mí me habría llegado más adentro, pero al ser tan elaborada uno se pierde entre tanto laberinto psicológico. La infancia perdida de un megalómano me hace recordar mucho al Señor Burns de Los Simpsons y no es por casualidad. Un tipo que va trepando socialmente sin escrúpulos ¿a quién puede interesar? Gran factura técnica y buen guion ¿pero dónde queda la sencillez? Demasiado elaborada para mi gusto y un tanto artificiosa como para que llegue a interesarme de verdad esta historia de superación tantas veces contada.

Welles juega a ser aprendiz de brujo en una materia como es el cine que conoce bien . . . sin embargo no todo es perfecto en este gran film: insisto, aún siendo la OBRA MAGNA de su director -digamos que su GRAN LEGADO- en su conjunto resulta un poco FRÍA, hueca y artificiosa para mi gusto. No es por criticar pero parece más un EJERCICIO DE ESTILO que otra cosa. Por esto, y aunque sea solo por esto, lo máximo que le puedo poner como nota es un 8 pero no más. Un magnate que ha tocado la cima partiendo desde lo más hondo tiene un cierto interés pero no pasa de ahí . . . la pátina de GRAN CINE que atesora Ciudadano Kane -ya desde el inicio- a mí me deja frío y casi INDEFERENTE, salvo por los aspectos formales y de guión que sí son profundos y acertados. Por lo demás pienso que se ha escrito demasiado sobre ella lo cual no ayuda al que la ve por primera vez con unos ojos limpios e inocentes etc.

NOTABLE EN TODOS SUS ASPESCTOS menos en lo más importante ! . . . LLEGARME AL CORAZÓN !