No es, a mi juicio, la mejor película de todos los tiempos. Quizá lo fue, pero, desde luego, ya no lo es. Que aunque sus atónitos coetáneos se mostraron comprensiblemente alucinados, del mismo modo que otros se suicidaban cuando al padre de la criatura se le ocurrió radiar una supuesta invasión alienígena a nuestro pequeño planeta, hoy, más de sesenta años después y con la tierra llena de marcianos, CIUDADANO KANE, siendo aún una buena película, ha sido superada en el ránking de la opinión pública por un buen puñado de cintas.
CIUDADANO KANE es moderna, sí, Mucho. El protagonista es un fascista para unos y un comunista para otros, un político siempre novio y nunca esposo, tan amado como odiado y alguien que piensa que todo el mundo debe pensar lo que él les ordene. Todo, igual que para muchos en la actualidad, ha de hacerse según sus normas.
Iba sobrado Orson Welles, cuya vida privada fue también bastante conocida. Un tipo que nació para ser historia y que, igual que su gran personaje, influyó a diestro y siniestro y por los siglos de los siglos será noticia.