El hombre que susurraba a los caballos

Adaptación del bestseller de Nicholas Evans, tenemos aquí una especie de melodrama terapia que a mí personalmente, me ha resultado muy cansino.
La historia trata de una mujer de Nueva York y de su hija, la cual ha sufrido un accidente montando a caballo, perdiendo la pierna. También el caballo ha quedado muy malherido. Sospechando, que la recuperación anímica de su hija (se encuentra en estado de depresión), pasa por conseguir recuperar también la salud del caballo, contacta con un tipo de Montana, dotado de especial talento para los caballos y allí que se va, con su hija y el caballo.(spoiler).
Película larga, de imágenes espectaculares, panorámicas y muchísimas escenas de caballos galopando, puede gustar a los amantes de estos animales, pero creo que todos los demás, podemos prever la película desde el minuto 5 y aunque tiene algunas escenas emotivas, no podemos evitar el bostezo. Su ritmo no es el adecuado.

Despeja tu agenda porque vas a estar unas cuantas horas delante de la pantalla y, si eres de culo inquieto como yo, te va a llevar toda la tarde.

Tiene un comienzo interesante e impactante aunque luego afloja un poco, pero a mí personalmente no me ha aburrido. Consigue captar tu atención desde el principio para que quieras saber cómo acaba la historia. Quizá no era necesario alargar tanto la película, pero no la acortaría mucho más, que luego nos quejamos de que las cosas pasan muy rápido. Es y no es, a la vez, la típica historia y eso me gusta. Decentemente dirigida, aunque no una obra maestra.

Vemos a una jovencísima Scarlett Johansson muy correcta en su papel teniendo en cuenta la edad. Por otra parte tenemos a Redford que me dan ganas de darle un abrazo. Sam Neill se ve que pasaba por allí y su personaje es meramente testimonial.

Lo mismo alguien se indigna con esto, pero tiene mérito especial la "actuación" del caballo (o los caballos), que se ve que están entrenados de puta madre. Desconozco si se ajustan a la realidad o no los métodos empleados por el personaje de Redford, pero bueno, creo que se trata de contar una historia y nadie va a ir por ahí a lo loco lanzando lazos a los caballos.

De lo mejor son los paisajes, que se ve que han puesto especial esmero en mostrárnoslos espectaculares para que nos entren ganas de alquilar un coche y recorrer esas largas carreteras americanas mientras te planteas si comprarte un cachito de campo para huir del mundanal ruido.

¿Cambiarías la ajetreada vida y la variedad de Nueva York por la vida en el rancho y sus interminables praderas? Cuestión de prioridades, supongo.

Dos formas de entender la vida, pudiera decirse que la sofisticada y la naturalista, se dan cita en el más allá con la excusa de salvar un caballo peregrino. De ese modo se presentaba al mundo a una mujer poderosa a la que nunca le faltaron pantalones que llevar, de un lado, y, de otro, al hombre que se los quitó, un tipo esquivo y rubio, otrora experto timador, conocedor de todo lo que hay que conocer del negocio de los caballos.
Película cursi y meliflua envuelta en una carcasa de apariencia inflexible, EL HOMBRE QUE SUSURRABA A LOS CABALLOS, acaso la hermana pobre de El río de la vida, tiene, como tesoros, a los siempre fantásticos Dianne Wiest y Chris Cooper, la simbiótica música de Thomas Newman y los incomparables paisajes de la vasta Montana, donde nadie puede ser impuntual tratándose de la iglesia, el trabajo o la pesca.
Correcto, por su parte, Sam Neill, más que bien la señorita Escarlata y mal la pareja protagonista, el esquivo y la sofisticada. La una convertida tras Lunas de hiel, El paciente inglés o Caprichos del destino en una de las adúlteras oficiales de Hollywood y el otro, otrora experto timador, cada vez más arrugado y menos (Sundance) kid.

Excesivamente larga y pedante, pudo ser una maravilla en manos de otros directores como David Lean o Sydney Pollack, por poner un par de ejemplos. Pero no por Redford. Es indudable que es un genial actor (y uno de mis preferidos), pero nunca se le ha dado muy bien la dirección. A pesar de que Gente corriente me gustó mucho, reconozco que este hombre tendió a un dramón sensiblón, fórmula que repitió aquí, con diferentes resultados.

La historia empieza de un modo interesante, con un par de punzadas por los caprichos del personaje de Scarlett Johanson, y ya desde el principio el montaje es desastroso. Tiene partes buenas, muy bonitas, pero opacadas por decenas de escenas sobrantes porque no aportan casi nada a la trama y lo único que hacen es aburrir y hacer que el espectador pierda los nervios.

La trama romántica es simplemente aceptable y el final no me desagradó. La buena actuación de Robert Redford levanta un poquito un film con música excelente y una acertada fotografía otoñal, aumentando así la sensación de tristeza. Sam Neill, Dianne Wiest y Scott Thomas no lo hacen muy mal, pero tampoco para tirar cohetes.

En definitiva, una película muy aburrida, innecesariamente larga y empalagosamente tópica. Regular. Valoración: 4.3

Esta película de toques melancólicos es como una rehabilitación, demasiado lenta y algo pesada. Ello no quita que no toque sentimientos profundos y que pueda gustar a aquellos ávidos de tranquilidad. Las interpretaciones son acordes con el argumento, pero para gustos, colores.