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La hija de un ladrón

Drama Sara ha estado sola toda su vida. Tiene 22 años y un bebé, su deseo es formar una familia junto a su hermano pequeño y el padre de su hijo. Su padre, Manuel, tras años de ausencia y al salir de la cárcel, decide reaparecer en sus vidas. Sara sabe que él es el principal obstáculo en sus planes y toma una decisión difícil: alejarlo de ella y de su hermano.
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
1 de diciembre de 2019
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sara con 22 años tiene una criatura y hace trabajos esporádicos de limpieza o lo que salga. Vive temporalmente en un piso social y además es "el adulto de referencia" de un hermano de 12 años acogido en un centro de menores. El padre de ambos ha salido recientemente de la cárcel y no se preocupa para nada de sus dos hijos. Sara cuenta los días que le quedan en el piso de acogida, el poco dinero que ganado y está al tanto de un hermano pequeño que pide una atención y un calor que nadie le puede dar. Sara es una olla a presión que se las apaña como puede en un día a día frenético y donde las pequeñas muestras de solidaridad de vecinos y conocidos mantienen flotando un barco en medio de una tormenta perfecta.
El debut en un largo de Belen Funes no puede ser más prometedor con esta mirada limpia y transparente de un personaje de esas periferias urbanas que siguen adelante con unos servicios sociales desatendidos vergonzosamente y gracias a la solidaridad de un entorno que ayuda en lo que puede. Una situación de emergencia social que se sostiene en un equilibrio inestable. Además de este retrato social impecable la directora tiene la habilidad de mostrar unos personajes que arrastran un lastre emocional que se transmite de padre a hija y que Sara soporta sin tener una conciencia clara y sin tiempo material para plantearse rectificar o poder apuntar un sueño. Una condena a la soledad que se nos muestra en una escena final magistral.
No es nada raro que la Belen Funes mencione como referentes al maestro Ken Loach y el hermanos Dardenne. Estamos ante un cine social que quiere ir más allá de la denuncia evidente o la visualización de una situación de emergencia permanente para plantear una mirada intimista de la cotidianidad más sencilla y cruda con una carga humana indiscutible. Una propuesta que impacta por su transparencia y por unas interpretaciones de la Greta y Eduard Fernández de una veracidad mayúscula. (7/10)
M_Pelegri
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10 de abril de 2020
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al principio, se vocaliza mal y el sonido es malo, como ya viene siendo costumbre en el cine español actual, no lo entiendo....
La cámara se mueve mucho, a mi llega a molestarme y todo esto es imperdonable, porque casi hace que deje de verla y me hubiese perdido una película que me ha acabado gustando mucho, en la que los personajes lo bordan, sobre todo Greta, la historia no te quiere vender nada, ni es un alegato de nada, simplemente te muestra.
Y lo que te muestra, lo hace de un modo real, franco muy bien elaborado, te muestra algo que conoce, algo que verdaderamente ya ha visto y que ha sabido captar y transmitir a la perfección.
El final me deja mosqueado, no quería un final perfecto, ni siquiera un final. sino que se despidiese de nosotros continuando con su vida, pero aun así, aunque el final no me guste, y aun a pesar de los detalles técnicos, sobre todo al principio, una vez llegado al mismo, estoy contento. Tengo una sensación enorme de haber visto algo que merece la pena sobre una historia real y de más calidad interpretativa que ninguna otra película española de este año. Me quedo con ganas de más.
nombre
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16 de diciembre de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
*De los Dardenne al nuevo cine catalán

La directora Belén Funes fue escogida por Variety en 2016 cómo uno de los 10 talentos españoles a seguir. Y es que antes de La Hija de un Ladrón, ya había llamado la atención de la industria con sus dos cortometrajes Sara a la fuga (2015) y La Inútil (2017), ambos con una exitosa carrera festivalera y que, sin duda, sirvieron como borradores para esta ópera prima, con sendos retratos femeninos con muchos puntos en común con la Sara de La Hija de un Ladrón y su desarraigo emocional.

Funes tiene un estilo de filmar deudor del cine social europeo, especialmente conecta con el universo de los Hermanos Dardenne y en su estilo narrativo con ese tratamiento de la cámara en mano para seguir a sus personajes (con abuso del «plano cogote» que diría mi amigo Ramón). La inmediatez de sus imágenes puede retrotraernos al cine indie americano o al de Cassavetes, pero yo le veo mucho más cercana al estilo de la nueva hornada de cineastas catalanas que han eclosionado recientemente como Mar Coll (de la que fue ayudante de dirección), Mertixell Colell o Carla Simón.

*El contexto por encima de los personajes

La Hija de un Ladrón refleja la precariedad laboral y las dificultades de los jóvenes para sacar una familia adelante, en un contexto social golpeado por la crisis económica. Un entorno fácilmente reconocible y cercano, en el que el espectador puede sentirse reflejado, una veracidad que Funes sabe plasmar con su cámara, probablemente esa sea su mayor virtud como cineasta.

Sin embargo, no comparto el desatado entusiasmo que he visto por parte de la crítica desde su pase en el Festival de San Sebastián y ya desde entonces le encuentro bastantes puntos débiles al guion en el perfilado de los personajes secundarios y en la ausencia de una trama que logre impulsar la historia e interesarme más allá del contexto social referido.

La Hija de un Ladrón es el personaje de Sara y la interpretación de Greta Fernández. Es cierto que la joven actriz está estupenda y que asume con valentía la responsabilidad de soportar sobre sus hombros todo el peso de la película, porque todo el esfuerzo de Funes se centra en ella y me resulta incompleta su relación con el resto de personajes. El novio inmaduro interpretado por Àlex Monner y el padre ausente interpretado por Eduard Fernández, son personajes que se abarcan demasiado superficialmente y que están al servicio de la protagonista.

*El cine social y su déjà vu festivalero

La Hija de un Ladrón es cine social puro y duro, con todo lo bueno y malo que eso conlleva. Me refiero, por un lado, a que es un cine naturalista y neorrealista que te obliga a enfrentarte con la realidad de la vida, con sus penurias y amarguras; pero por otro lado, es un cine que prolifera en demasía en los festivales de cine y que para los que somos asiduos a ellos nos puede dejar una sensación de déjà vu, al venirme a la cabeza mientras la veía innumerables ejemplos de películas de temática similar, realizadas con mejor o menor acierto, con ejemplos en nuestro cine como Techo y Comida (Juan Miguel del Castillo, 2015).

La Hija de un Ladrón es una buena muestra de ese tipo de cine, no lo niego, es creíble y sincera, además cierra con brillantez su discurso con la demoledora frase final que pronuncia Sara, pero para mi queda muy lejos de otras películas que he visto este mismo año y a las que no se ha prestado casi atención como la muy reivindicable Jellyfish de James Gardner. Aún así, es una película recomendable para los espectadores comprometidos con un cine que refleje los tiempos actuales en la pantalla.

*Conclusión

La Hija de un Ladrón es un correcto drama social y una ópera prima prometedora de la cineasta barcelonesa Belén Funes. Es una película sobre el miedo a la soledad de una joven en un entorno de crisis económica y de desarraigo emocional, con la descripción de una familia desestructurada como símbolo de la propia falta de solidaridad y vínculos existente en nuestra sociedad.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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9 de julio de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Formidable Greta Fernández, y por ella pude llegar hasta el final de la dura vida cotidiana de una joven madre soltera con todos los vientos en contra. El personaje impacta, tiene una enorme ternura que nadie aprovecha, y una soledad grande en medio de la hostilidad del trabajo y un padre descolocado. Pero esto no da para un largometraje, tal y como ha sido encarado. Pasé todo el tiempo esperando que empezara de una vez. No que se explicara en una narrativa realista, sino que empezara y creciera, porque su lentitud, su morosidad y sus reiteraciones permanentes son el resultado de un guión mal escrito y una realización que solo está pendiente, enamorada más bien, de la desolación de la protagonista, pero no interviene en absoluto y donde debería haber emoción hay aburrimiento; donde algún sentido del humor, ni media sonrisa. Se ha comparado con los Dardenne y Loach. Es cierto que comparten intenciones, pero mientras en aquellos maestros cada secuencia está cargada de mensajes, información, sentimientos, datos, en esta Hija de un ladrón hay más promesas que otra cosa. Mucho vacío pretencioso es lo que abunda.
horacio
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20 de septiembre de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ay, qué dolor...
Lo llevo en la cara.
Si la miras al detalle, nada realmente está mal, si vas más allá, sí, demasiadas preguntas sin respuesta o caminos abiertos sin paradero fijo o batallas dispersas/difusas, guerra de guerrillas, esa extraña sensación de forzado, de copia, del amaneramiento despojado, esa desnudez formal que no se conforma con solo observar/contemplar la realidad y que quiere también dramatizar, que quiere rellenar la historia con hechos impactantes para que el público tan impaciente y convencional no se aburra demasiado, pero que a la vez no sean tan descarados para así mantener el prestigio que depara ese tipo de mirada, la apuesta sobria de inicio, de cine de calidad, la pescadilla que se muerde la cola o la dichosa jodida manta que del todo nunca tapa, ni lo uno ni lo otro tienen mis males ningún remedio, o diálogos excesivamente cortos o ralos o romos o no muy bien resueltos, con algunos silencios un poco absurdos, que no vienen a cuento, o con escenas demasiado repetidas, el niño que va de acá para allá, o que no aportan nada, sonido/ruido molesto de fondo, querer conmover sin recurrir al drama, tratar de emocionar sin sentimientos, más bien mutilados o abortados antes de poder ser siquiera pensados, no digamos ya expresados, denunciar la injusticia social sin casi contexto, o muy tenue y por supuesto, todo cogido con pinzas, por los pelos de la burra, unido con hilos muy finos.
Ella es estupenda, mirada de infinita tristeza, superada, desesperada, que balbucea, como si fuera una adolescente que la han traído a rastras a una vida adulta cruda, bestia, el lado salvaje, pollina sin acabar de cocer que se enfrenta a la enormidad donde no oyen su voz, nadie la quiere como seguramente se merece la pobre, los dos hombres de su vida no dan la talla o tal vez sea ella la que falla, su ansiedad que ahoga, que estropea lo que toca y agua lo que más desea, y los otros dos son todavía muy pequeños, más una carga que una ayuda cuando tanto la necesita.
Una vida difícil, todo el santo día con la prisa, como vaca sin cencerro, sin descansar ni na. Un mundo duro, muy jodido.
Ella tiene el problema en el oído, el hermano, en la pierna, bien no se sabe lo que pasa, el padre es un tarambana y el novio o chico no la quiere lo suficiente, parece que la teme, que ella le asfixia con su ansia, todas esas inmensas pequeñeces que lindan con la desgracia suprema, la más negra pena.
Quizás deberían haber metido menos cosas pero mejor, o las mismas, más desarrolladas.
Bueno, sí, los Dardenne, pero estos lo suelen tener más claro, derrochan fuerza y lógica, se atienen a una historia y van a por ella a muerte, no se pierden por el camino ni tiran con balas de fogueo.
A su favor el que no caiga en extremos maniqueos ni excesos victimistas y el hecho de que todos sus muchos posibles tópicos se refieren a los de cierto tipo de buen cine, no a los más cutres habituales, de gusto tan mayoritario, el más obvio el sensiblero melodramático demagógico.
La vida soñada de los ángeles.
¿En Cataluña los pobres hablan en castellano y escuchan música gitana?
Ferdydurke
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