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Ghostland

Terror Una madre y sus dos hijas heredan una casa. Pero en su primera noche, aparecen unos asesinos y la madre se ve obligada a luchar para salvar a sus hijas.
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
2 de septiembre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay homenajes que a veces se quedan cortos por falta de talento o empachan por su afán de agradar/imitar al ídolo. Ghostland quiere bien rendir homenaje a Lovecraft, que incluso aparece en una fiesta para felicitar a la protagonista y narradora, pero en general gira en torno a una historia sin mucha coherencia que sucede en el típico escenario de terror de la América profunda, en una casa abandonada, con una adolescente que no perdona la mudanza y otra obsesionada por escribir mejor que el autor de terror por excelencia.

La historia avanza hacia delante en el tiempo y regresa atrás varias veces, y repite las mismas torturas obsesivas sin explicar muy bien cuál es el origen de ese odio. Con una cierta inspiración en Psicosis, de Alfred Hitchcock, mientras los tormentos se suceden con las hijas ya adultas, la madre brilla por su ausencia, dejando a la imaginación del espectador si es una pesadilla mental de las jóvenes o bien la transfiguración en uno de los castigadores.

La vuelta a la realidad sólo existe en la mente de la joven autora, quien tendrá que creer a su hermana, catalogada de enferma mental por su madre, para conseguir deshacer el enigma de la casa y liberarse ella y su hermana. ¿Y la madre? Tendrás que sentarte en la butaca para saberlo.

https://www.yellowbreak.com/ghostland-lo-que-a-lovecraft-le-habria-gustado/
Rosa Panadero
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18 de septiembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de seis años de la tibia recepción de «The Tall Man» (2012), Pascal Laugier irrumpió con una nueva cinta, esperada por todos aquellos que quedaron cautivados por su desafiante, morbosa y rupturista «Martyrs» (2008), etiquetada y puesta en la bandeja de lo que se llamó el Nuevo Extremismo Francés, corriente que parece generarse entre los cineastas galos a principios del siglo actual. El que «Ghostland» (2018), de factura canadiense en coproducción con el país de origen del realizador, ganase varios premios en la XXVa Edición del Festival de Gérardmer, ya puede ser indicador del mérito de esta pieza, aunque sepamos que no siempre los criterios y procesos de concesión de uno o varios palmarés sean estrictamente artísticos.

En este caso, el trofeo estaba más que merecidísimo, pues Laugier entrega otra pieza artesanal que sino iguala, supera a la que le valió el salto a la fama, aunque podamos pensar que la estela de ésta pudiera condicionar el alud de elogios y buenas críticas que se llevó «Ghostland».

Visto el fracaso en el intento de apertura al «target» estadounidense (vía Canadá), y del impío sacrilegio que supuso en 2015 el «remake» de «Martyrs» a manos de los parásitos sacrílegos hermanos Kevin y Michael Goetz, Laugier encontró finalmente la fórmula para desquitarse y meterle un «zasca» al público norteamericano, con una cinta que recaudó más de cinco millones de dólares en las taquillas de todo el mundo (éxito comercial), y con la que atrapó en sus redes a las audiencias yanquis, como se hace con perros y gatos para meterles una pastilla: metiéndoles su ideario, su línea de estilo y pensamiento, su arte y su «faire» en un envoltorio de clichés y recetas, muy trillados y manidos en el registro hollywoodiense, pero con la esencia de lo que realmente el director galo pretendía transmitir, comunicar.

El trabajo de Laugier está insipirado («bebe», diríamos más coloquialmente), en la obra de Georges Bataille (1897-1962), concretamente en su libro de madurez «Les Larmes d’Eros». De este autor del materialismo ateo francés del primer tercio del s.XX, que se posicionó en esta línea de pensamiento planteando propuestas más radicales (el llamado «materialismo base»), podemos ver reflejos, tanto en «Martyrs» como en «Ghostland», de ideas como la de «experiencia límite», muy relacionada con los instintos, pasiones y otras experiencias humanas, hasta las relacionadas con la naturaleza de sus acciones violentas.

Sobre esta premisa podemos sentenciar sin lugar a dudas que, lejos de lo que pueda parecer, cualquier pretendido homenaje a H.P. Lovecraft que se le atribuya a Laugier, nada más lejos en la intención narrativa del realizador, por muy cachondos que se pusieran los amantes de lo «lovecraftiano», en ser este autor norteamericano el ídolo referencial de una de las protagonistas, Beth (Crystal Reed/Emilia Jones), que aspira a ser una renonbrada escritora; o camear el personaje del escritor en una de las escenas oníricas del film.

Lo que hace Laugier en «Ghostland», en un denostado ejercicio de cierta ironía o pitorreo, es utilizar todo lo que representa el lenguaje de lo gótico y las viejas fórmulas, en su propia factura técnica y guion, para simbolizar o figurar todo el mundo de lo viejo, los trastos y objetos inservibles y apolillados (de lo que está lleno la casa nueva a la que se mudan las tres protagonistas de la película; Pauline, y sus dos hijas, Beth y Vera), a lo que las personas se pueden retrotraer o refugiar para no afrontar los traumas del presente.

En el prólogo, que parece ambientado en los años 80 (época en la que Laugier suele ubicar la acción de sus historias) una familia se muda a un nuevo hogar. Un «set» que en su caracterización (una casa rural, situada en medio de la nada, con un interior siniestro y agobiante, repleto de sobrecargantes y antiguos objetos, de dudosa validez funcional para la vida de los recién llegados) podría bien representar la realidad interna de una o varias personas que tienen que hacer un proceso de “limpieza” y orden de un nuevo espacio o situación. Un espacio en el que irrumpen violentamente unos intrusos de la forma más inesperada y brutal, sembrando el caos, el pánico, y poniendo a prueba a las tres protagonistas, en el intento desesperado para sobrevivir al envite.

Nada más empezar, se desata la furia de los invasores de lo más íntimo y privado. Generándose así el primer asalto de extrema incomodidad y tensión en un espectador, que rápidamente se identifica con las personas violentadas. El ogro (Rob Archer) y la bruja (Kevin Power), que apenas les habían adelantado en la carretera a bordo de una furgoneta de venta ambulante de golosinas, aparecen en escena atacando de una forma salvaje y bestial, con lo que más empezar tenemos unas altísimas cotas de violencia, que no se manifiesta con desparrames de sesos ni intestinos, sino en el prolijo aluvión de golpes, empujones, puñetazos… y de hecho así será en el resto del metraje: las escenas de máxima acometividad no se caracterizarán por los litros de hemoglobina vertidos, sino en la crueldad y la saña que los verdugos maleantes infligirán a sus víctimas. A ello contribuirán los abruptos, y por momentos confusos movimientos de las cámaras de Danny Nowak. Quien además tiene el mérito de saber utilizar texturas y tonalidades (hasta llegar a los colores sepia con los que evocar varios clásicos, con aire nostálgico) parejas a productos «slasher» ambientados en la Norteamérica rural profunda (como la saga de «La Matanza de Texas», 1974).

Lo propio consigue la banda sonora original, compuesta por Georges Boukoff, Anthony d’Amario y Ed Rig. Sin introducir efectos para inducir sobresaltos ni sustos baratos, utiliza un lenguaje musical descriptivo acorde a las escenas, dotándolas del adecuado trasfondo dramático, y potenciando el carácter propio de cada una de ellas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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1 de noviembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noche de Halloween y me preparaba para ver una película de miedo. Por el título parecía que iba a ser de casas encantadas... ERROR.

"Ghostland" horroriza y sorprende a partes iguales. Es una película muy dura, no apta para estómagos sensibles. Y no por las escenas que muestra, si no por la trama en sí. Desde el momento en que te cuentan lo que está sucediendo realmente, te crea un desasosiego que no desaparece hasta el final de la película. Es un peliculón.

Hay que felicitar también al artista que diseñó el cartel. Refleja a la perfección el guion. Es un resumen en una sola imagen. Estamos acostumbrados a carteles clónicos y mediocres, y se nos pasa por alto cuando el propio cartel es una obra de arte, como en este caso.
echulin
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27 de agosto de 2018
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La más reciente película del realizador de la sangrienta ‘Martyrs’ es un relato sádico y sombrío con un alto contenido de violencia y sangre que consigue ser un contundente cuento de horror.

Pauline (Mylène Farmer) y sus dos hijas adolescentes, Vera (Taylor Hickson), quien recién terminó con su novio y suele estar celosa de su hermana, y Beth (Emilia Jones), apasionada con la literatura de horror, fanática de Lovecraft y aspirante a escritora, viajan por carretera con destino a la que será su nueva vivienda, una vieja casona que han heredado de una tía y que parece un museo del horror, con una gran cantidad de muñecas.

En el trayecto son alcanzadas por un misterioso camión de helados que las empareja por unos momentos hasta que acelera hasta desaparecer, ellas continúan su viaje hasta llegar a su destino ya entrada la noche. Mientras desempacan, dos sujetos de aspecto tenebroso, uno como una bruja y otro como un ogro, irrumpen en la casa y atacan violentamente a las mujeres.

Laugier construye un relato que va tomando forma conforme avanza, que de a poco va dando información que podría representar lo que vemos, o no, y que madura pronto para que, cuando aparece el giro de guion, este no descoloca, pues está bien encajado y justificado.

Lo que sobresale es la contundencia con la que Laugier da forma al relato, construyendo escenas donde el nivel de sadismo es muy elevado y shockeante logrando una atmósfera opresiva y asfixiante, si bien narrativamente trastabilla un poco, termina siendo categórico, con un trabajo actoral sobresaliente, sobre todo de quienes interpretan a las hermanas en su etapa adulta, Crystal Reed y Anastasia Phillips.

Una película que consigue ser un cuento de horror efectivo, con giros de tuerca bien logrados que dan forma a un relato visceral y contundente.

http://tantocine.com/pesadilla-en-el-infierno-de-pascal-laugier/
Quique Mex
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13 de octubre de 2018
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al principio parece que estás ante una de esas típicas películas americanas de terror barato. Casa encantada, muñecas de porcelana... Pero es todo lo contrario a ese tipo de películas. Bien narrada, te mantiene atento para saber qué pasa porque la verdad es difícil predecirlo. En todo momento se mantiene un ambiente de tensión e intranquilidad y no sabes qué pensar a continuación. Unos giros de guión que te harán preguntarte en qué realidad estás. Esperé angustiosa el final de la película pues pronto descubrí que si algo va mal, siempre puede ir peor.
Muy buena película. No le he puesto el 10 porque una vez que ya la has visto no puedes volver a verla ya que no tendría emoción ninguna.
comentalotodo
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