Los falsificadores

Óscar a la mejor película de habla no inglesa, ese premio norteamericano que tanto prestigio otorga y cuyo valor real cada vez es menor. Es difícil destacar cuando el guión se repite una y otra vez, otra vez el Holocausto, otra vez los judíos, otra vez los nazis. Hay quien defiende la idea de que conviene repetir una y otra vez las atrocidades que se cometieron en aquellos campos de concentración para que nadie olvide. Realmente dichas salvajadas sucedieron ayer, ocurren hoy y seguirán ejecutándose mañana, e independientemente de nuestro olvido, nos seguiremos llevando las manos a la cabeza pensando hasta qué límites insospechados puede llegar la raza humana. En cuanto a la película, bien llevada y estructurada, enormes actuaciones y un gran dilema ético que no pienso desvelar. Merece la pena.

Siempre había oído algo de que uno de los planes de Hitler para conquistar Europa era hundir el sistema monetario inglés con la difusión masiva de billetes falsos. Hasta ahora no le había dado carta de existencia, pero Los falsificadores me ha permitido conocer mejor esta historia, que nos muestra otra de las muchas caras del Holocausto nazi.
Los falsificadores es una buena película, hecha con rigor y bien dirigida e interpretada. Tal vez peca de falta de pasión, de ser demasiado rígida, pero la parcela de historia que nos descubre merece mucho la pena. La película va creciendo, y aunque el principio pueda parecer un tanto soso, la historia se va desarrollando poco a poco hasta alcanzar momentos de verdadera emoción al final. Su protagonista, Sorowitsch (magnífico Karl Markovics), es el eje de la película, y parece que su actitud sombría y silenciosa contagia al tono de la película, que parece avanzar sin querer levantar la voz.
Los falsificadores cuenta una gran historia, nos descubre la historia de los "privilegiados" de los campos de concentración nazis. Ruzowitzky sabe contarla con rigor y precisión, aunque le falte un poco de empuje emocional. Buena película que sabe aportar una visión novedosa de algo ya tan revisado como es el Holocausto.

Con pocos elementos se crea el clima preciso.

El delito y la política en un mundo regido con la certeza del triunfador totalitario, hasta que
no todo reluce como se espera: el criminal es un señor de alto rango y el delincuente de la vida social un desgraciado con capacidad genial para sobrevivir a su aire... en compañía de otros.

El periplo del protagonista avanza sin contratiempos en un mar de situaciones agobiantes. Pero el melodrama no se desborda y se es está a punto de bordar una obra maestra gracias a la
precisa medida de todos los complementos que rodean a los personajes y su situación principal del arte de la falsificación perfecta.

Es muy interesante la banda sonora con tangos de la época, interpretados de una manera muy peculiar.

Y, por supuesto, no es una más del holocausto y tiene el interés añadido de tratarse de una producción alemana muy cuidada. Han tenido que pasar muchos años para lograr obras como El hundimiento y Los falsificadores, pero ya están aquí, con capacidad de mirarse en profundidad y con talento.

Un hecho real muy poco conocido y poco divulgado de la historia de la segunda guerra mundial, lo de la falsificación de moneda inglesa para hundir la economía inglesa, provocando inflación y la devaluación de la libra esterlina, la película se divide en dos partes, la vida de delincuente sin escrupulos y bon vivant del protagonista y tras su detención por sus delitos y su condición de judío en un campo de concentración, donde se le obliga a falsificar los billetes en cuestión, la toma de conciencia del protagonista , un tipo egocéntrico y sin escrupulos tras sus vivencias en el campo, también destacaría la hipocresía del comandante del campo, que disfraza de patriotismo su avaricia y amoraliad, tras la fachada de un honesto padre de familia.

Terminada la guerra, un hombre llega a Montecarlo cargado de fajos de billetes, deslumbra en el casino y desprende aires de triunfador. Sin embargo, por casualidad descubrimos que estuvo en los campos de concentración.

Interesante producción austríaca que examina el Holocausto desde una perspectiva diferente. La historia real de Salomon Smolianoff -aquí renombrado Salomon Sorowitsch-, y de la operación Bernhard, estrategia de los nazis para falsificar dinero utilizando a presos judíos, da pie a una película sobria que indaga en los dilemas morales a los que se enfrentaron aquellos escogidos por los alemanes para llevar a cabo su plan, el terrible sentimiento de culpa que padecían por gozar de privilegios frente al resto de prisioneros, el dolor de ser conscientes de estar ayudando a sus torturadores, su lucha por sobrevivir. El protagonista es un antihéroe, alguien acostumbrado a mantenerse al margen de la ley, que trata de proteger a todos los miembros del grupo. La cinta no intenta resultar especialmente emotiva, sino tan sólo reflejar una realidad que habla por sí sola, preocupándose de incorporar matices a los personajes y de que comprendamos sus motivaciones. La recomiendo.