Treme (Serie de TV)

No me gusta extenderme en asuntos como este. Me refiero a que series de televisión como ‘The wire’ (2002) o ‘Treme’ (2009), ambas paridas por el genial David Simon, no requieren de presentación alguna. No hay más que sentarse delante de la pantalla, darle al play y disfrutar. Disfrutar de verdad.

New Orleans. Poco tiempo después del Katrina. Barrio de Tremé. Buena música. Tristezas y alegrías. Una ciudad degradada. Caer y levantarse, luchar. Una copa. Mardi Grass. Un garito humeante. Indios y policías. Trompetas, pianos y saxos. La cuna del jazz. Pequeñas historias personales, íntimas, sufridas. Músicos callejeros. Batallas de cada uno que acaban por formar parte del tablero de esa entrañable ciudad. Y un azote en la conciencia, poner el dedo en la llaga. Subirse a un ferry y escapar. O estar en la segunda línea y aguantar. Entre la melancolía y la felicidad. Entre el jolgorio y el desasosiego. Entre la desesperación y el desenfreno.

Lo dicho, esto es ‘Treme’, sobran las palabras. Simplemente, hay que verla.

Es un lujo poder disfrutar en casa de los espacios de libertad creativa que otros se han ganado a pulso con su esfuerzo. En el caso de 'Treme' es gracias al ingente talento de David Simon y Eric Overmyer, y al paraguas protector de la inteligencia y el buen gusto que es HBO. Gracias a todos ellos los ciudadanos del resto del mundo creemos vivir en su mismo hábitat, lleno de calidad, cultura, sentido común, cuando nos acercamos a la ventana de sus creaciones. Es un efecto positivo de la globalización.

Es esta una serie ejemplar por como habla de política y sus efectos sobre los ciudadanos sin hacer un panfleto explícito y vulgar, como los que vemos habitualmente por aquí, en manos de buenistas de uno y otro lado. 'Treme' es inteligente, conoce a las personas, conoce a la administración, pero nos habla de ellos a través de la gente normal y sus detalles, sus pequeños hitos cotidianos, miserias habituales. Así, las conclusiones llegan por su propio peso a nuestra cabecita.

Es un collage humano de primer orden ensamblado por una contínua y magnífica banda sonora de jazz y blues tocado en directo por personas reales, no como telón de fondo de posproducción. Se toma su tiempo en contar, en mostrar. Hay que mirarla con predisposición de querer a la vida y entender su propio tempo para apreciarla, como el Jazz.

Lenguaje audiovisual del futuro, libre, donde contenido y continente se funden en uno de forma coherente y necesaria. No son tramas localizadas en Nueva Orleans pero que podrían pasar en donde fuere. 'Treme' es 'Treme' y no puede ser otra cosa ni puede suceder en otro lugar, no de esa manera.

Algún día la mayoría de las series serán como esta. Es a lo que deberían aspirar, por lo menos.

Terminando mi segundo visionado de "The Wire", una pregunta se cernía sobre mi: ¿Qué hago ahora?. Pues bien, encontré un sustituto a mi infructuosa búsqueda por internet de subtítulos decentes de "Homicide, Life on the Streets" (maravilloso germen primigenio de "The Corner", "The Wire" y "Treme" en el que David Simons también colabora), y ese sustituto era "Treme".
Puedo considerarme músico, por lo que esta serie ya de por si me había entrado por los ojos solo con el visionado del inicio del capítulo piloto, pero lo que me encontré al comenzar mi mudanza a ese barrio superó mis espectativas.
Treme es una obra maestra de principio a fin, contiene una de las mejores bandas sonoras de la historia del audiovisual, actuaciones alucinantes y creíbles, bien medidas y dirigidas, y apoyas en un sorprendente guión que te irá comiendo por dentro (escenas como la de los camiones llenos de cuerpos de la primera temporada, o cada aparición de la violinista o Antoine Batiste son dignas de cualquier filmoteca).
Una de las mejores series de la historia, a si que con cuidado, respeto y ganas.

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El huracán Katrina deja tras de sí una Nueva Orleans arrasada, que en esta serie vemos intentar curarse y volver a la vida. Mucha gente, sobre todo esa gente humilde o con recursos justos, se ha quedado sin nada, o casi. La economía de la ciudad, basada en gran medida en la música, su gran tradición cultural, también se ha visto afectada, como es lógico. Sin embargo, a pesar de lo que podría haber sido, no está hundida. No, al menos, debido al paso del huracán. Es la conjunción de los poderes que la gobiernan, político y económico, según nos muestra la serie, la que parece empeñada en conseguir lo que la naturaleza no pudo.
Tal como es habitual en él, David Simon se propone describir desde la óptica más compleja posible como funciona una ciudad. Ya lo hizo en The Wire, exactamente del mismo modo, y lo vuelve a hacer en Treme. La única diferencia, el foco de atención en torno al que una realidad mayor gira, que cambia. Antes fue el trabajo policial, ahora se pone en la importancia de la tradición, la transmisión de padres a hijos de unos valores y una cultura que son el bien más preciado que estos poseen.
El gran valor de una serie como esta, y de la obra de Simon, en líneas generales, está en tener la ambición de ir hasta donde haga falta para explicar algo, describir un asunto de interés, sin escatimar esfuerzo y recursos, sobre todo dramáticos, puestos al servicio de esa ambición. No importa el tiempo que haga falta, sólo contándolo todo sin prisa se puede contar bien una historia.
Cuando veo una obra de Simon, todas las demás me parecen inferiores, como si jugaran en categorías diferentes.

Se trata de una serie diferente, que trata de plasmar de un modo realista el estilo de vida y las circunstancias vividas en New Orleans, concretamente en su barrio más musical, el Treme, tras el grave impacto del Huracán Katrina, el cual arrasó calles, edificios, vidas y dio lugar a una serie de problemas tanto administrativos (en cuanto a entrega de viviendas a sus propietarios, por ejemplo), de aprovechamiento de inversores y de casos en los que ha habido un intento por ocultar abusos y otro crímenes policiales.

Y todo esto bajo la atmósfera propia de la cuna del Jazz, bajo el continuo reflujo de la música, aquí gran parte de su gente está relacionado con esta (profesores de música, músicos que se buscan la vida, managers, iconos que desfilan y cantan en el carnaval...), se vive y se disfruta hasta en los enterramientos, siendo su famoso carnaval el día culmen conforme al cual giran sus vidas, nadie se quiere perder esa celebración marcada por el júbilo.

En medio de todo esto, personajes que intentan sobreponerse a los problemas, buscando un sentido a sus vidas, todo ello salpicado con un trasfondo que recuerda en ciertos aspectos al que inundaba "The Wire", en este caso, la batalla entre policías ********* y víctimas (así como algún policia legal, abogada, etc) que intentan luchar contra ellos en pos de la verdad, de hecho es que, aunque no se focalice únicamente en esto, aquí es donde subyace gran parte del interés, una denuncia social en toda regla sobre el abuso de poder.

No esperéis una serie efectista, con continuos sobresaltos, es más bien una serie diferente que intenta plasmar una realidad y que fluye sin prisas al ritmo continuo de la música. Siempre intento buscar algo diferente, la verdad que esboza calidad por sus cuatro costados.

No es para todos los públicos, pero lo cierto es que es una gran serie.