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Noche en la ciudad

Cine negro. Drama. Thriller Harry Fabian trabaja a comisión como gancho de un club, pero es ambicioso y sueña con hacerse independiente. Para conseguirlo no dudará en embaucar al campeón del mundo de lucha greco-romana para que se enfrente a su hijo Kristo, que controla la lucha en Londres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
15 de enero de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta difícil pensar en un film noir más febril, tortuoso y desabrido, de tumescente nocturnidad, que Noche en la ciudad (Night and the city, 1950), de Jules Dassin, para la que Joe Eisinger adapta la novela de Gerald Kersch. La urgencia, como llameante desesperación, palpita, sin resquicio de respiro, desde su formidable introducción, la persecución en la noche que sufre el protagonista, Harry Fabian (Richard Widmark). La crispación de los encuadres, el desasosiego que transpiran unas edificaciones y calles que parecen cernirse y ahogar al personaje en su huida, como si estuviera atrapado en un laberinto del que no fuera posible encontrar la salida, porque realmente está solo. De hecho, en el primer encuadre es una figura mínima en ese espacio nocturno desacogedor, en la que las únicas presencias humanas son perseguidor y perseguido. Quizá estas sensaciones, de indefensión, no se hubieran logrado plasmar si Dassin no hubiera empezado a sufrir la persecución del Comité de Actividades antiamericanas (HUAC) que determinía su exilio en 1952. Darryl Zanuck, jefe de del Estudio de la Fox, le indicó, en 1949, que probablemente fuera incluido en la lista negra de Hollywood, ya que su nombre había sido mencionado por algunos de los que ya habían declarado ante el Comité, y se le relacionaba con tres organizaciones con vínculos o afinidades comunistas. Aún así le comentó que aún podría disponer de tiempo para dirigir otra producción para la Fox por lo que le propuso que dirigiera, en Londres, Noche en la ciudad. Ya durante el rodaje sería incluído en la lista negra, por lo que ya no le sería permitido el acceso al Estudio para participar en el montaje o supervisar la banda sonora. De todas maneras, Zanuck aún le propondría dirigir otra producción, la comedia Half Angel, con Loretta Young, pero las presiones políticas determinaron que fuera reemplazado por Richard Sale. Durante 1951 otros directores, Frank Tuttle, Michael Gordon y Edward Dmytryk, le mencionarían, como a ellos mismos, como uno de los siete directores comunistas que formaban parte de la Asociación de directores (junto a Bernard Vohaus, Herbert Biberman y John Berry). En1952, Bette Davis le propondría dirigir la obra de teatro que ella protagonizaba, Two's company, pero tras cancelarse por la indisposición de la actriz, Dassin optaría por exiliarse antes de que fuera citado por el Comité de Actividades Antiamericanas.

Queda patente en esa primera secuencia que Fabian es alguien que huye aunque, como quedará también manifiesto en la posterior secuencia, a la vez sea alguien que persigue, obstinadamente, algo. Su persecución obcecada le convierte, paradójicamente, en perseguido. En la siguiente secuencia, en la casa en la que se refugia, el hogar de su novia, Mary (Gene Tierney), se nos revela la posibilidad de otra elección que quizá esté desperdiciando por su empecinamiento en ser algo más en la vida, en ser, como él mismo expresa con desesperación sombría, alguien, algo más que un mero delincuente de poca monta que busca clientes para un garito nocturno. Mary, una vez más, tiene que prestarle dinero no solo para que pueda salir del paso (por la deuda con su perseguidor) sino para su nuevo proyecto o sueño de consecución de riqueza (relacionado con las apuestas). La fotografía en la que se les ve a ambos en Venecia es la imagen de esa realidad que pudieran materializar si Fabian no ambicionara ser alguien importante en un universo regido por la codicia y la traición. El vecino de Mary, un constructor de juguetes, Adam (Hugh Marlowe) le define como un artista sin arte, lo que le aboca a ese extravío, como quien no sabe dónde encauzar sus inquietudes. Otro espejismo surge cuando cree que podría controlar el negocio de la lucha libre, aprovechándose de la integridad de un afamado viejo luchador, Gregorius (Stanislaus Zybszko), que desprecia las malas artes de los que rigen ese negocio y de los que luchan, como es el caso de su mismo hijo, Kristo (Herbert Lom), a quien cuestiona que haya convertido tal deporte en un mero circo con payasos, con su luchador El estrangulador (Mike Mazurki).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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6 de septiembre de 2021
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra joya de un grande del cine como Jules Dassin, que sabe recrear cómo nadie los ambientes donde rueda, en esta ocasión en el submundo nocturno del Londres de la posguerra.Un Richard Widmark de 10 nos muestra un personaje, perdedor nato, que pese a su habilidad y inteligencia no deja de ser un pelagatos, eso si es amado de forma incondicional y sufridora por la bellísima Gene Tierney. La sensación de agobio ,estrés, nerviosismo de Widmark es palpable y a pesar de sus engaños,chanchullos y timos varios, no pudes evitar sentir cierta lástima por el al ver que la fatalidad y la mala suerte le persiguen. Una historia trágica en la que nadie es feliz ni consigue cumplir sus sueños, por cierto el remake con Robert De Niro y Jessica Lange no esta nada mal, pero como el original la verdad es que no.
zuriman
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16 de abril de 2023
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine negro, negrísimo, mucho más que la mayoría de sus homólogas de la época ya que, desde casi el inicio del film, los espectadores vamos a adivinar en el personaje de Fabian ( Richard Widmarck componiendo uno de sus desquiciados personajes) la imposibilidad de redención y el trágico destino a que se verá abocada una personalidad como la suya, soñadora, febrilmente ambiciosa, poco escrupulosa y ciegamente incapaz de asumir sus limitaciones lo que lo va a convertir en un personaje bastante patético que no va a promover nuestra admiración pero quizá sí nuestra compasión.
Un estafador de poca monta con delirios de grandeza, sobrevive sableando a todos los que se cruzan en su camino incluida a su novia (Gene Tierney), que ya está acostumbrada y esconde su bolso, a la búsqueda del pelotazo que le haga un nombre, que no hombre, y que le proporcione dinero fácil.
Como un Quijote del inframundo, sus negocios se estrellan una y otra vez sin remedio pero él no pierde la esperanza de encontrar el resorte que lo lance hasta las alturas mientras corre huyendo de las garras de su último acreedor.
Lo creerá encontrar en el negocio de la lucha grecorromana, controlada por un hampón (Herbert Lom), cuando consiga atraer hacia su causa a su padre (Stanislaus Zbyszko, luchador de la vida real), adjudicándose con su asociación una inmunidad que lo blinda de su sucia competencia.
Pero para iniciar cualquier negocio es necesario un capital que buscará en su jefe (Francis L.Sullivan) y su esposa (Googie Withers) personajes que tienen sus propios deseos por cumplir y que Widmark tratará de manejar con su mano izquierda sin ser zurdo.
La historia resulta algo extraña, quizá por lo insólito de su tema ( la lucha), aunque imagino que los aficionados disfrutarán de la escena del combate con el que nos regala el film. No es mi caso. Yo no sé apreciarlo y la película me interesa más por la tipología de los personajes en el que no encuentro a un sólo ganador, sólo perdedores por una razón u otra, personajes que se estorban en sus caminos, ya sea la búsqueda del éxito, del dinero, del amor o de la independencia.
Fabian tiene cerebro. Tiene ambición. Tiene tesón y capacidad de esfuerzo. Si tan sólo no se hubiera empeñado en tomar el concurrido atajo a estas alturas ya habría llegado a puerto.
Una interesante muestra de cine negro más para la buchaca. Dassin ya es garantía.
Izeta
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13 de octubre de 2010
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda que esta película se puede incluir en la larga lista de buenas cintas del cine negro, relaciones imposibles y negocios oscuros en medio de cualquier noche del Londres de la época, la recreación de cómo mucha gente se busca la vida en la noche, esos trucos para enganchar a gente de dinero y los tratos y egoísmos de sus personajes son lo más destacado de una cinta cuyo protagonista es llevado al límite en búsqueda de la fortuna, de ser importante, un auténtico buscavidas envuelto en peligros cada vez mayores de los que llegado un punto ya no puede huir, sus ilusiones de grandeza acaban volviéndose en su contra y al final la película lo coloca al borde la fatiga, no sólo de correr, una brutal recreación de un hombre cansado, arrepentido, hundido.
stikma
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15 de noviembre de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jules Dassin, un director conocido por thrillers de cine negro de la talla de Rififi (1955) o La ciudad Desnuda (1948), talla en esta ocasión una película de cine negro sobresaliente; de las que se te quedan en la retina para siempre llamada Noche en la ciudad. Dentro de ella, como es habitual en el género, encontrarás todos los ingredientes necesarios para conformar una cinta de cine negro. Su atmósfera oscura habitual, un trama insidiosa donde sabes que la vida tiene poco valor, y un protagonista poco empático que lía de sobremanera una trama que va poco a poco calentándose hasta llegar a un final típico de esta clase de géneros.
El guion, escrito por Jo Eisinger y basado en la novela de Gerald Kersh, es oscuro desde que empieza hasta que acaba. Mantiene en todo momento una ambientación irrespirable donde el problema como siempre suele ser la ambición de obtener dinero fácil a cambio de un negocio turbio, que en este caso es hacerse cargo de las peleas Grecorromanas en la ciudad de Londres. Las interpretaciones, son notables del primero al último. Cuenta con las estupendas actuaciones de Richard Widmark en un papel principal, y luego eficientes secundarios como la bellísima Gene Tierney, siendo también buenos los papeles de Googie Withers, Hugh Marlowe y Francis L.Sullivan entre otros.
Técnicamente, como era de esperar, la película consigue dar brillo a todos los ingredientes habituales de cine negro. En especial la fotografía, que a través de unas imágenes magníficas donde los claroscuros se apropian de cada escena logran captar la atención y provocar la inquietud del espectador. También la música consigue a través de un magnífico trabajo mantener en vilo al espectador en las escenas oportunas. Y por último, los planos y movimientos de cámara consiguen exprimir lo mejor de las interpretaciones a través de unos primeros planos muy personales y seguimientos que ayudan a mantener la zozobra en la historia.
En definitiva, considero Noche en la ciudad una obra indispensable y sobresaliente dentro del género de cine negro. Donde todos los ingredientes indispensables para lucir una obra de estas características son llevados a cabo con mano experta. Tanto por sus estupendas interpretaciones, su evocadora fotografía que junto con la música insidiosa consigue mantener al espectador pegado al asiento, y también por la lograda dirección de Jules Dassin, consiguen exprimir lo mejor en todos los sentidos de un film atemporal que es de visión obligada para cualquier cinéfilo buscador de obras inmortales, y en especial del mejor cine negro que se ha rodado jamás.
Elcinederamon
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