Spoor (El rastro)

Película basada en el libro Prowadź swój pług przez kości umarłych (Sobre los huesos de los muertos, 2009) de Olga Tokarczuk, guion escrito por ella y Holland, una adaptación muy fiel aprovechando lo corta de la novela, a pesar de las dificultades a la hora de escribir el guion que ha tomado alrededor de dos años.

La protagonista es Janina Duszejko (Agnieszka Mandat), una mujer pensionada que vive en una zona rural polaca, pasa los días en medio de la naturaleza con sus dos perros, cree fielmente en el horóscopo y la astrología, es vegana y sumamente respetuosa de la vida animal, por tanto está completamente en contra del especismo, es una defensora de los animales y una declarada enemiga de los cazadores furtivos.

Ella es la protagonista del filme, tachada por algunos vecinos y las autoridades como una simple loca. El detonante del largometraje se da en el momento en que encuentra cerca de su casa el cadáver de un cazador, a partir de ese punto comienzan las indagaciones de la policía, mientras poco a poco la historia también se va sumergiendo en un mundillo oscuro lleno de personajes detestables, mientras Duszejko incansable continúa su lucha.

Pokot es una película con tintes dramáticos que busca mediante un humor absurdo alivianar la carga del filme, una mezcla curiosa que funciona porque tampoco su intención es convertirse en una comedia pura y dura. De hecho es una obra que se mueve por un sinnúmero de géneros: drama, romance, thriller, comedia negra; lo mismo que los temas que aborda: ecología, feminismo, problemas sociales.

Bellamente filmado, las realizadoras junto con la directora de fotografía Jolanta Dylewska hacen un trabajo limpio y por momentos asombroso, con algunas escenas visualmente poderosas donde la naturaleza reina, sentido propio que busca tener el filme.

El largometraje presenta una clara crítica al especismo, a la idea de superioridad del ser humano sobre las demás especies animales, que pueden ser explotados en todos los sentidos de la palabra, mientras sea para su beneficio. Incluso la protagonista puede verse como el reflejo que se da de algunos defensores de los animales en la vida real, catalogados como extremistas y locos.

Pokot es una obra interesante, estimulante y atractiva, pero sobre todo muy diferente, que oculta en un pequeño poblado un sinnúmero de diatribas en contra de los hombres débiles (sea por su profesión -un entomólogo-, sea por una enfermedad -la epilepsia-), las mujeres (por su edad, o por su condición desfavorecida) y la lucha por principios, una obra reivindicativa que cree en la unión y la justicia, sin importar sus medios.

Aparece un hombre muerto. La buena y vieja y guapa señora pasa de él completamente. Es lo normal, suele pasar. Era un ser cruel y miserable con la ropa llena de meados y cagados.
Aparece un corzo muerto. La buena y vieja y guapa señora se tumba junto a él, lo abraza y es un mar de lágrimas. Es lo normal. Era un corzo bueno, como la vieja y guapa señora, y guapo, como la buena y vieja señora, joven, no como la buena y guapa señora. No se metía con nadie. Los vecinos comentan que saludaba por las mañanas sin falta. Fue el primero de su promoción, leía a Kant y era un buen corredor de maratones populares realizados con el objetivo de recaudar fondos destinados a todo tipo de bellas causas (de hecho, yo le vi entrenar varias veces cerca de donde yo vivo ahora mismo, en la hermosa Polonia de Swiatek o Korzeniowski, qué decir de Kieslowski). Algunas fuentes indican que era votante asiduo masivo de PACMA.
Es una historia sobre la llamada de la Naturaleza, que clama venganza. La vendetta de los bichos ha llegado,
comandados por la buena y vieja y guapa señora.
La civilización ha muerto. El hombre es un desecho. Es algo que todos sabemos aunque a algunos les cueste más reconocerlo. De lo que se trata ahora es de proceder a su exterminio o destrozo definitivo. Demasiado ha durado su trama, su tiranía. Los pobres animales hasta aquí han llegado, han dicho basta. Ahora la pregunta clave es el cómo (se acaba con la raza humana tal como la conocemos de forma progresiva y limpia, sin grandes altercados ni demasiadas tristes penas o tontas quejas, de una puta vez). Y este película propone (de ahí su tremendo interés; es en su aspecto ensayístico una pieza clave, muy revolucionaria, abre caminos hasta ahora no transitados por el cine más comercial o convencional) varias posibilidades muy enjundiosas. Yo las respeto y admiro, pero me voy a permitir el lujo de dar mis propias ideas a todo este respecto para así demostrar que soy de los suyos y no de los otros, de los malos.
Va: lo primero sería delegar el gobierno del mundo, como paso previo al triunfo del bien, a la buena y vieja y guapa señora, y bajo su manto protector y preclara inteligencia iríamos sobre la marcha decidiendo quiénes deberían ser los primeros agraciados en la lista (como la de Schindler), los que morirían más pronto, ayudados siempre por el poder de la astrología y el consejo sabio del horóscopo, los cuales serían los garantes del mejor de los criterios.
¿Y el alimento del resto?¿Qué comeríamos si a los animales matar ya no podríamos?
Algunos responderían hipocresías tales como renunciar a todos los alimentos procedentes del animal. Claro. Pero eso ya está inventado y no sería más que otro signo indiscutible de la decadencia imparable de la especie humana. Porque supondría alargar un problema por no atreverse a cortar por lo no tan sano. Porque ya me diréis de qué se alimentan esos vegetarianos, veganos o lo que dios les dio a entender si no es también de otros seres vivos, da igual si plantas, helechos, raíces, hierbas, frutas, verduras etcétera. Asesinato de masas (vivas: materia con alma y luz, trozo de vida que... sí, también siente y padece), espantoso genocidio de seres indefensos, cruelmente aniquilados sin ningún respeto o consideración por sus sentimientos, expectativas o necesidades, criados en abominables campos de concentración y arrancados de raíz con una brutalidad inmisericorde, salvaje, muy ignominiosa, cebados para poco más tarde ser objetos de una muerte innombrable. A sabiendas de que a ellos nadie los va a defender ni se va acordar, claro, como no gimen ni corren, pues que se pudran los cabrones, es lo que tiene, sin derechos, leyes, gobiernos, partidos políticos o asociaciones que los protejan, sin ningún ciudadano de bien que tenga el valor de defenderlos ante esas hordas feroces que han decidido, debido a su libre albedrío, saciar su hambre exclusivamente a costa de ellos, abandonados, odiados, dejados de la mano de Dios, destinados al peor de los infiernos. Injustificable e insoportable desde cualquier punto de vista (si tienes un mínimo de conciencia o vergüenza).
Hay algunos que no "comen animales" porque se identifican con ellos (como si esto fuera Disney y los deliciosos animalitos tan bien dibujados tuvieran su corazoncito lleno de azúcar y de comedias románticas de la Aniston) de la manera más antropocéntrica, egoísta y ridícula que imaginar quepa, tienen, en verdad, miedo de hacerse daño así mismos, a su reflejo animal. En cambio, con las plantas o vegetales no hay ningún problema, ahí me las den todas, no son como nosotros, no tienen ojitos ni orejitas ni claviculitas, son los otros, los diferentes, ancha es Castilla, ¿una forma, en definitiva, poco disimulada de racismo o xenofobia, todos los ríos (no) dan al mismo mar?
Por lo tanto, hay que mirar a la bestia a la cara, al monstruo a los ojos y... mi solución es o sería... (tachán, tachán), sí, sí, sí, soylent green con mayor si cabe frenesí, el canibalismo, vaya; comer la carne de los muertos (vivos no, primero se les mata, no hay que precipitarse tampoco, por favor, un poco de rigor) y tan contentos, sin tontos prejuicios morales o ridículas pegas religiosas. Esos humanos eliminados serían seres abyectos que merecían la extinción y, además, obtendrían con ello, con su acabose ofrendado a la fuerza, el mayor de los privilegios, que sus cuerpos fuesen vida para que el resto, los menos abyectos, pudiéramos seguir persiguiendo el mito, el cielo, el bien, la verdad y la belleza.
Vale, al fondo oigo voces de gente que se queja, que no lo ve claro.
Tranquilos, os explico. Observemos un poco nuestras existencias. ¿Quién es el jefe que os jode, el político que te roba hasta el pellejo, la novia o novio que te deja por otro, que se va a Río en busca de loco sexo, el tipo hosco que se cuela en el supermercado, el conductor que te insulta, el crítico de cine miserable, la vecina con los perros que ladran a todas horas (no, perdón, ese no es buen ejemplo)...

Hay que reconocer que la película se mueve entre géneros muy dispares como el thriller-criminal o el drama-fantástico, y que tantos ingredientes dispares la convierten en una especie de cuento onírico con moraleja ecologista. No es una película asequible para el público en general, el cine polaco tiene sus propias señas de identidad, aunque vive un dulce momento de la mano de directores como Paweł Pawlikowski. Teniendo en cuenta lo dicho la película es especialmente recomendable para aquellos que disfruten con este tipo de cine made in Europa-Este.

Lo mejor: El personaje protagonista lleno de todo tipo de matices y muy bien interpretado.

Lo peor: Hay algunos pasajes que se hacen demasiado tediososy detalles bastante previsibles.


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