Adventureland

El protagonista del film es James (Jesse Eisenberg), un joven recien graduado que para poder costearse la universidad tiene que trabajar en un parque de atracciones. La historia trata en términos generales de las vivencias de James durante ese último verano en el que dejará atrás la adolescencia para adentrarse en ese tortuoso camino que lleva a la madurez. El tono general que Mottola imprime al film es más bien apagado, de cierto desencanto y al mismo tiempo manteniendo una mirada nostálgica hacia una etapa de la vida que termina sin excesiva gloria, a pesar de lo cual, James, a través de su experiencia personal, y los contactos que mantiene dentro del parque de atracciones no olvidará nunca (trabajar para ganarse la vida, amistades, el primer amor, etc).

La elección de ambientar el film a finales de los años 80 tiene mucho que ver con ese tono de desencanto y de pérdida de valores, y en modo alguno es para nada gratuito. A diferencia de los films de esa época, en los que predominaban los desmadres y despelotes universitarios, aquí se adopta una visión bastante más realista sobre como se desarrollaron los verdaderos acontecimientos. Pero, lo interesante es que Mottola introduce ese desencanto con mucha sutilidad, sin que apenas nos demos cuenta.

En este contexto, James conocerá el primer amor verdadero de la mano de Em (Kristen Stewart). El film viene a mostrar el recorrido de ambos jovenes hasta que sus caminos por fin confluyan, asumiendo definitivamente la pérdida de la inocencia (aunque Em ya le llevaba una cierta ventaja), y adentrándose en la madurez. Poco a poco, en el cerrado (y especial) mundo de Adventureland, vamos viendo la evolución del joven James, que le llevará a asumir su madurez sin estridencias ni traumas visibles, aunque no exento de desengaños, pero tampoco de ilusiones.

El excelente tono casi realista, es aderezado por Mottola por pequeñas dosis de comedia y otras pequeñas dosis de drama, mezclado con habilidad sin que podamos decir que el film sea realmente una comedia de adolescentes al uso, ni tan dramático como lo fue Ang Lee y su "Tormenta de hielo" para retratar la sociedad norteamericana de los años 70. Con todo ello, consigue que acabemos sintiendo muy próximos a sus personajes, y, de alguna forma, los sintamos como próximos, al mismo tiempo que nos hace rememorar una época ya perdida, que a pesar de sus sinsabores, recordamos con nostalgia. Y es que todos recordamos la etapa adolescente como un período único en nuestra vida pese a que no todo fueron buenos momentos.

Mottola firma una más que aceptable película, inteligente, llena de matices, que con mucha sutilidad nos acaba llegando bien adentro. No sólo se echa de menos esa época, sino que también películas con esta calidad en nuestras pantallas.

Hitchcock decía que dirigir niños era lo más difícil, pero sacarle una interpretación con matices a un actor joven no es moco de pavo. Greg Mottola no sólo lo consigue con la pareja protagonista, que aguanta el peso de la historia con gran solvencia, sino con todos y cada uno de los secundarios, aunque sólo aparezcan una escena. La búsqueda del gesto y la expresión adecuada para cada personaje junto con la naturalidad de diálogos y situaciones consiguen sin aparente esfuerzo una de las mejores películas para adolescentes.

No se asusten por esa primera escena en la que se habla de perder la virginidad, ni tampoco por esas camisetas de Lou Reed o Neil Young que visten los personajes, porque "Adventureland" no es ni una cosa ni la otra. Es un término medio agradable, que cuenta experiencias de cualquiera de nosotros, nostálgico sin pasarse, de final obligadamente previsible y sobre todo, muy divertido. Yo todavía me estoy riendo con Lisa P., Frigo o el encargado del parque. Menudos elementos...

Adventureland es una de esas películas. Es una de esas películas que al igual que Beautiful Girls habla de la nostalgia de los años pasados, trasmite la sensación de formar parte de un imaginario colectivo universal, que sin haber vivido las situaciones que tienen lugar, son tan reales, tan cercanas, que te emocionan como si fueras un personaje más.

Greg Mottola, el director de Superbad ( La infravalorada Supersalidos) vuelve a tocar el tema del paso de la adolescencia a la madurez, del viaje de un (más que probable) alter ego juvenil a lo largo de un verano, descubriendo y viviendo todo tipo de sensaciones. Mottola firma un My Blueberry Nights para adolescentes, una deliciosa comedia, que sin ser especialmente original ni innovadora, consigue gracias a la buena selección musical y a la sencilla pero efectiva fotografía, llegar a lo más hondo de nuestros recuerdos juveniles. Los vividos y los que siempre quisimos vivir.

Una película muy recomendable, que sin llegar a provocar la carcajada, consigue dejarte esa sonrisa tonta durante larga parte del metraje.

Cuando a James, recién graduado en el Insituto, con novia, aunque virgen, con un verano por delante en el que recorrer Europa, y una próxima carrera de Periodismo en Columbia, le digan sus padres que debe cambiar sus prometedores planes y darse de frente con la realidad, olvidarse del viaje, olvidarse de su novia que le dejó y ponerse a currar en un parque de atracciones tan cochambroso como ruinoso, comenzará a sumergirse, para su desgracia, en la espiral de la derrota.

Entre atracciones, niños farragosos y adultos capullos, conocerá a un sinfín de personajes, de emergentes derrotados como él, entre los que aparecerá el amor de su vida, Em.

‘Adventureland’ habla del incipiente amor entre un chaval, James, que desea abalanzarse sobre los brazos de una chica, Em, a la que la vida había desorientado pero que, al fin, le ha puesto en su camino. Son historias comunes las de todos los chavales. Aventuras, como las de Em con Connell, noches de fiesta de verano en la piscina, inquietudes culturales y sexuales, que resolver con Joel o LisaP, borracheras y trastadas, todo con lo que finiquitar el paso por la adolescencia y encaminarse hacia la adultez, donde esperan otro tipo de menesteres, ya no encaminados a encontrar el camino, sino más bien a sobrevivir en él. Pero eso corresponde a otras películas. Ésta nos ha retratado la primera parte, y lo ha hecho a lo grande. Peliculón.

He cometido el mayor error de mi vida al creerme que esta película iba a ser una parodia a lo zombieland. Sí, lo reconozco, fui de lo más tonto que se ha visto, pero cuando me di cuenta de que no me preparé para ver una decente comedia romántica. Al menos, las críticas la daban por una gran película, y lo que me encontró fue una película del montón (y ni eso, ojalá...)

Es como si una película que lleva detrás buena música creará un vínculo cerebral extraña que asociara el buen gusto por la música con el buen saber del cineasta. Para resumir: "éste sabe de música, éste sabe de cine". Música ochentera que reina por una película mediocre, donde se patean los valores del ser humano y la dignidad (bueno, realmente eso es así en la vida real, así que no es un gran demérito) protagonizada por Jesse Eisenberg, ese extraño niño mimado por la industria cinematográfica (por lo que veo desde hace unos años).

No es una película que refleje el paso de niño a adulto como he leído por ahí, es una película de lo más convencional que he visto, de las que te pueden aparecer tropecientas debajo de una piedra. Adventureland es de todo menos una aventura digna de ver, es más un cuento aburrido de niñatos en sus vacaciones de verano, que se la ve venir desde el primer minuto. Es decir, estructura clásica: me enamoro de una chica, surgen problemas, nos separamos, volvemos. Sorpresas a partir de ahí, ninguna. Porque he visto esta tediosa estructura demasiadas veces, pero maquillada de forma que parezca algo distinto (Scott Pilgrim por ejemplo tiene mucho de esto).

Una pérdida de tiempo. Espero que nadie se sienta tan estafado cuando vaya a un parque de atracciones a divertirse, porque aquí, de eso, bien poco.