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Happy End

Drama La película gira en torno a una familia burguesa que posee una empresa en Calais, al lado de los campamentos donde viven miles de refugiados. (FILMAFFINITY)

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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
27 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La más reciente obra de Michael Haneke es otra particular mirada mordaz a la burguesía europea, en un relato que acumula varios de los tópicos ya vistos en su filmografía.

La película se centra en la familia Laurent, una adinerada y disfuncional familia que vive en Calais en una imponente mansión, dueños de una constructora que debe hacerle frente a un accidente sucedido en una obra, por lo que Anne (Isabelle Huppert), la hija mayor, debe negociar con las víctimas y lidiar con su problemático hijo antes de anunciar su compromiso con un hombre de negocios inglés (Toby Jones), mientras su padre, el viudo Georges (Jean-Louis Trintignant), despotrica contra el mundo mientras busca terminar con su vida.

A la mansión familiar llega la hija mayor del otro hijo de Georges, Thomas (Mathieu Kassowitz), un exitoso cirujano que tiene una nueva esposa y un bebé, quien debe recibir a su hija adolescente (Fantine Harduin) luego que su exesposa ingresa grave al hospital, para así integrarse a una familia que detrás de su rutilante fachada esconde los problemas de casi cualquier familia.

Haneke sigue con su feroz crítica a la decadente burguesía europea en esta película que parece conectarse con algunas de sus anteriores películas, pues presenta pasajes que se emparentan directamente con ‘Benny’s Video’, ‘La pianista’, ‘Cache’ y con la premiada ‘Amour’, de la que podría decirse que es una secuela.

El renombrado director repasa una y otra vez los oscuros tópicos de su filmografía reunidos todos alrededor de la familia Laurent, de la que poco a poco conocemos sus secretos y demás problemas en lo que no es más que una reiteración de temas que carece de novedad alguna, esto en el caso de conocer la filmografía previa del austríaco.

Lo que suele ser un cine inquietante, perturbador e incómodo, se vuelve algo previsible y sin sorpresa, por lo que el efecto pretendido no se logra, muy a pesar de su siempre excelsa y genial puesta en escena.


http://tantocine.com/un-final-feliz-de-michael-haneke/
Quique Mex
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1 de diciembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho he leído sobre si esta última película del maestro austriaco es una obra menor dentro de su, para mi gusto, deslumbrante filmografía. Simplemente, comparar esta película con las anteriores y todavía recientes AMOR o LA CINTA BLANCA es tan injusto como incomprensible. ¿Qué necesidad hay de buscar medallas de plata o de bronce dentro de una obra tan compacta, tan congruente y tan despiadada como la de Haneke? Aquí retoma los temas que más le importan: la muerte, el daño, la capacidad de los seres más o menos blancos de ser muy negros, la comunidad y la familia ante lo anómalo o extraño. Y se sirve para ello de su musa, la gran Isabelle Huppert y un inconmensurable y magnífico Trintignant, aún capaz de regalarnos una soberbia interpretación. En la parte más floja, quizás, no se entienden bien las subtramas que rodean a la trama principal, la de esa niña silenciosa, que sufre y hace sufrir, capaz de envenenar y documentar sus pequeños o grandes crímenes a través de grabaciones con el móvil. Con un poco más de esmero, Haneke nos podría haber desarrollado esas historias paralelas que, ciertamente, se van quedando cojas y no se cierran cuando se termina la película. Pero, con todo y eso, Haneke es imprescindible. Siempre.
melchorin
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24 de marzo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película flojilla de Haneke. Me esperaba muchísimo tras haber leído sinopsis y críticas, pero me he quedado con ganas de más.

- Familia burguesa que lanza frases lapidarias en ocasiones (de las pocas cosas que me sacaron de la apatía mientras veía la película), quienes se ven obligados a adoptar a una niña fruto del anterior matrimonio del hijo del patriarca. Hasta ahí, todo correcto.

- Sus criados son una familia extranjera, y los trabajadores de una obra, también. Y, oye, lo que se dice bien, pues no están, qué queréis que os diga. Esto es muy Haneke.

- Gente con trastornos que nos parece muy normal. Esto es lo que más me gusta de Haneke: la normalización de la población potencialmente peligrosa, tanto para sí mismos como para los demás. Y no es ironía.

Por lo demás, meh, pasable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Palo343
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24 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que Michael Haneke es uno de los cineastas más sugestivos del panorama internacional de los últimas tres décadas, pero hasta el mejor escribano tiene un borrón.
No encuentro explicación lógica a que el artífice de la epatante "Funny Games" (la primera), de la obra maestra "La cinta blanca" o la desgarradora "Amor" haya pergeñado "Happy End", un filme que emplea elementos anticinematográficos como el uso de la cámara vertical de un móvil (emulando al erróneo uso que hace la mayoría de usuarios de estos artilugios que nos han cambiado en demasía la vida), con la consiguiente perdida de información visual que ofrece la visión panorámica; o la escritura de un texto delante de un ordenador de forma prolongada (debe ser que Haneke se ha creado recientemente una cuenta en alguna red social).
Entiendo que Haneke pretende reflexionar sobre el influjo de la tecnología en la sociedad actual, y en particular en el seno de una familia burguesa en la que cada uno va a su aire, pero no es justificable en el modo en el que lo hace, ya que los elementos expuestos suponen la muerte del cine tal y como lo hemos concebido a lo largo de más de cien años.
Por lo demás, "Happy End" vuelve a ser uso del plano persistente, marca de Haneke, de la cámara alejada de la acción y de una trama incómoda. Cuenta en su elenco, con la siempre eficaz Isabelle Huppert, aunque no será uno de esos papeles que recordaremos con el paso del tiempo. Le secundan Jean Louis Trintignant y Mathieu Kassovitz.
Personalmente solo salvaría de la quema la escena final, el resto del metraje mejor olvidarlo cuanto antes. En el mundo del arte suele existir una reverencia a la firma, pero igual que todas la obras que creó Picasso (unas 3.500) no son igual de buenas, todas las películas de Haneke tampoco lo son. Y "Happy End " es un filme bastante mediocre.
Benjamín Reyes
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3 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Happy end (2017), por ahora la última película del director austríaco Michael Haneke, se centra en los Laurent, una familia de la alta burguesía francesa que comienza a desmoronarse a partir de la senilidad de su patriarca.

Por Nicolás Bianchi

Es sabido que cuando en los créditos al lado de la leyenda ‘directed by’ aparece el nombre de Michael Haneke el viaje no va a ser fácil. El cineasta austríaco forjó un estilo reconocible en todas sus películas por exponer el sufrimiento, las miserias y bajezas más recónditas de la condición humana. El objeto de atención es, como es usual, la familia burguesa.

En este caso se trata de los Laurent, al tope de la escala social francesa y dueños de medios de producción en Calais, al norte del país. Como nada es azaroso en el mundo de Haneke, la elección de la ciudad debe tener que ver con la gran afluencia de inmigrantes ilegales que hay en el puerto, última parada para muchos antes de ingresar al Reino Unido. Cada tanto Calais es tapa en medios europeos por los campamentos que allí se forman y el maltrato que reciben los africanos y árabes que buscan un mejor porvenir en tierras europeas. Si detrás de las decisiones de los gobiernos está realmente la clase dominante, en Happy end los Laurent pertenecen a esa élite influyente.

Como si fuera un rompecabezas las historias de los distintos integrantes de la familia comenzarán a develarse y cobrar un sentido total. El patriarca Georges (Jean-Louis Trintignant), en el ocaso de la vida, se debate entre la senilidad y su impulso tanático. Por ello la empresa está en manos de Anne (Isabelle Huppert), que tiene todo bajo control menos a su hijo Pierre (Franz Rogowski), cuya negligencia va a llevar a que se produzca un accidente en una gran obra de construcción.

Thomas (Mathieu Kassovitz), hijo de Georges y hermano de Anne, debe hacerse cargo de su hija de 12 años Eve (Fantine Harduin), el personaje más inquietante de la película. En una extraña introducción, que se combina con los títulos de apertura, y fue grabada con un teléfono celular Haneke muestra que Eve tiene una relación muy distante con su madre. Además la preadolescente experimenta con medicamentos psicológicos en un cobayo, su mascota, al que termina matando. Su madre es internada por problemas de salud y ella debe quedar a cargo de su padre, hasta entonces mayormente ausente de su vida.

A su vez Thomas, el progenitor de Eve, está casado en segundas nupcias con Anaís (Laura Verlinden), con quien tienen un bebé de seis meses. Todos los personajes van a empezar a convivir en la fastuosa mansión familiar, donde sus historias van a empezar a interactuar. Porque por más de que se trate de una familia aquí parece que cada uno está por su cuenta, con su propia agenda.

Haneke establece una distancia visual considerable entre ellos y él, por lo tanto nosotros. La introducción, como consta arriba, es vista a través de una pantalla de celular. El accidente en la obra por medio de una cámara de seguridad. Gran parte de las acciones que tienen lugar en la intimidad de los personajes son tomadas con una cámara prácticamente fija, lo que convierte al que lo ve en intruso o voyeur. Lo aleja de los personajes. Miren lo espantosa que es esta gente, parecería decir el director.

Todas las actuaciones son sólidas. En particular se destacan las del veterano Trintignant, cuya última aparición había sido con Haneke en Amour (2012), el trabajo de Huppert y el de la joven Harduin. Happy end es, por ahora, la última película de Haneke. Fue la representante austríaca para los premios Oscar y nominada a mejor película en Cannes 2017. En Argentina se exhibió en el festival Bafici 2018.
El Golo Cine
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