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Joven y bonita

Drama Isabelle, una hermosa joven de 17 años que pertenece a una familia de clase alta de París, parece tener el mundo a sus pies. Pero tras un verano en el que la pérdida de la virginidad le resulta decepcionante, un viaje de autodescubrimiento sexual la embarcará a partir del otoño en una doble vida: estudiante de día y prostituta de lujo por las tardes. Esta es su historia, a través de cuatro estaciones y cuatro canciones. (FILMAFFINITY)
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Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
9 de marzo de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Joven y bonita” nos da una vuelta de tuerca más al mito de las lolitas presentándonos la historia durante un año de una joven de 17 años y su despertar sexual que deriva en prostituirse sin muchas explicaciones ni motivos aparentes algo en mi opinión hecho a propósito por el director para que el espectador saque sus propias conclusiones o busque los motivos que le llevan a hacer esto.

Si bien la película tiene un alto contenido erótico no la incluiría toda ella en este género, la primera mitad se suceden escenas sexuales e íntimas una detrás de otra sin muchas explicaciones (algo que se echa en falta en alguna ocasión) algunas de ellas bastantes explicitas y otras que más bien sugieren pero en la segunda mitad hay un cambio radical en el que vemos los efectos que provocan sus acciones tanto en ella como en su familia como en lo que la rodea dejándonos una mezcla difícil de clasificar.

Quizás por esa mezcla y la impresión de que nos falta un trasfondo o algo más de información se te quede al final una sensación de que se podría haber exprimido más esta historia y de que solo nos han mostrado la fachada de lo que podría haber sido algo más profundo y elaborado.

Una pregunta que me venía a la cabeza viendo esta película es la de si quizás esto que nos cuenta podría suceder más de lo que podríamos imaginarnos y de que muy fácilmente en esta ocasión podría haber llevado la frase “basada en un hecho real” perfectamente por desgracia.
Deividsan
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9 de marzo de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo en el cine de Ozon casi tóxico. El aroma de lo prohibido que hace las delicias del voyeur de turno. El morbo a saberse transgresor. El cataclismo al que conduce el deseo. Si con su anterior y fascinante creación, En la casa (2012), ya apreciamos todo ello ahora no es menos, aunque el resultado final no alcance la satisfacción que supuso su predecesora.

Joven y bonita, de apariencia sencilla, engloba más de una lectura directa al debate. Ozon no ejerce de juez. El fallo de sentencia lo deriva a unos espectadores que comienzan a cuestionarse la necesidad de un veredicto. Pero, ¿realmente es así o queremos creerlo? ¿Somos tan progres para ver como una joven vende su cuerpo sin someter su decisión a una mesa redonda? La película se compromete a ello y cumple. Cada asistente sacará sus propias conclusiones y su máxima será aceptada dependiendo de la vehemencia con que plantee sus alegatos.
Por lo pronto, tenemos a una chiquilla rabiosamente preciosa que en verano se hace cosquillas con el edredón, pierde la virginidad y al igual que el 0,1% de las adolescentes de su edad, se olvida de su primer affaire tan pronto como vuelve a su hogar. Con la caída de la hoja se convierte en escort. Todo suena atropellado, casi impersonal y hasta falso sino fuera porque detrás de la narración confluyen el talento y la sensibilidad de un maestro en crear atmósferas inquietantes con sopapo incluido. Un Ozon más seguro, más inteligente, que pisa con brío y acelera saltándose ciertos límites impuestos por una sociedad empeñada en mirarse en espejos empañados.

Joven y bonita, lejos de verse como un ejercicio que denosta la imagen de la mujer, dirige cierta mirada al poder de la misma. A ese irrefrenable deseo del sexo femenino de dar portazo a una etapa dominada por los cambios físicos. El adiós de la peligrosa adolescencia que tiende la alfombra a la vida real. Esa que pende de unos estables cimientos pero que si éstos caen, hay que volver a levantar. Ozon bucea por ese interior femenino como pez en aguas claras. Es conocedor de la jurisdicción de la mujer frente a la del hombre. Es Isabelle, rompedora Marine Vacth, quien en todo momento cree controlar la situación. Es ella quien, convertida en arma de seducción, ejerce el dominio frente a sus clientes. Su juventud y su belleza son su mayor cualidad. Lo sabe y lo potencia. Más allá de la linde divisoria de la moralidad, ¿deberíamos rasgarnos las vestiduras?

Con En la casa, Ozon jugaba con el espectador, le hacía partícipe en todo momento, sólo le faltaba grabar sus ansias por pasar las páginas de aquella lectura, mientras que aquí le posiciona desde el minuto uno detrás del prismático, detrás de ese pequeño visor que muestra todo tal y cómo es, sin distorsiones, y sin permitir mayor acercamiento. El papel del voyeur reflexivo. Porque ante todo eso es Joven y Bonita, una introspección sobre el poder femenino más allá de la sexualidad del mismo.

Para intérpretes de los deseos ajenos.

Lo mejor. Su protagonista, Marine Vacth cuya mirada desarrolla un personaje entero.
Lo peor. Que se quede en la superficie del colchón y no de la almohada.
Ulher
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21 de marzo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El joven director François Ozon nos muestra un despertar del sexo de una forma fría, calculadora, relajada, exuberante. Ayudado con los nuevos medios de contacto social cualquier joven tiene el mundo en sus manos. Menos mal que cada día los diarios nos hablan de mafias, sádicos, pederastas y demás. Sirve para asustar un poco. Pero como los jóvenes no leen los diarios pues tampoco sirve. El film es un perfecto tutorial para los jovenes. El tiempo es oro. La vida es corta.
amarin
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27 de marzo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como dice el refrán: quien nace puta, puta se queda. Pero, ¿por qué? Isabelle es una joven aparentemente feliz, familia bien, estudios bien, amigos bien; entonces, un día, la sexualidad entra en su vida y ella va cayendo lentamente en la sordidez más absoluta. Isabelle, lejos de responder los interrogantes que dicha actitud pueda ocasionar al espectador, parece indicarnos en todo momento, mediante conductas distantes y una frialdad inaudita: “nunca te contaré cómo me fui hundiendo día tras día entre los hombres perdidos”. Hermosa e impenetrable, Isabelle es a medias Werther, a medias Lolita. Su recorrido no está únicamente en las cuatro estaciones que nos encuadra la estructura de la película marcando el ritmo temporal de la vida propia de Isabelle y sus pesquisas, desde el despertar más fiero hasta el punto de inflexión y la posterior decadencia; también lo encontramos en los diferentes personajes que entroncan con ella, en lo que a ella le dan y de lo que ella toman. Aquí el muestrario de la tipología humana es más amplio, también más fugaz, sin embargo en cada una de las épocas elige un representante y se detiene en él: en la niñez es el hermano menor, en la adolescencia es un compañero de clase, en la madurez es la madre, en la vejez, su clientela fija. La perversidad y la duda se encuentra en cada uno de ellos manifestadas en la forma en que les corresponde, Isabelle pasa por todas ellas a modo de consciencia inconsciente, ¿o somos nosotros la consciencia de lo inconsciente de Isabelle? Estos y otros muchos interrogantes acompañados de sexo y Françoise Hardy hacen de “Joven y bonita” una buena película que, a lo menos, resulta curiosa por su no convencionalismo.
Delta X
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21 de agosto de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La expectación ante el nuevo trabajo de François Ozon viene totalmente determinada por la revolución cinematográfica que supuso su anterior película (En la casa, 2012, ganadora de la Concha de Oro a la mejor película en el festival de San Sebastián), que terminaba de confirmar el potencial de uno de los directores europeos más originales de los últimos tiempos. El francés, sin embargo, en una total emulación de la irregular metodología de trabajo de Woody Allen, presenta, menos de un año después, una obra totalmente insulsa y tópica, que saca a relucir los mayores defectos de este también irregular cineasta.

El inicio es totalmente hitchcockiano, con una morbosa y perversa escena de voyeurismo incestuoso, pero que, lamentablemente, supondrá una de las muchas líneas narrativas que quedarán descolgadas, pues esta historia sobre el descubrimiento de la sexualidad por parte de una joven, y del poder que su juventud y belleza le otorgan, convierte toda una serie de planteamientos morales y de gran calado social en meros clichés, que, tratados superficialmente, pierden todo interés: hija mimada, a la que no le falta de nada y que, por ello, busca algo que la evada y le haga sentir algo, causando serios problemas en una familia burguesa con indicios de desestructuración (otra línea narrativa descolgada). Que no falte el psicólogo.

La elección de Marine Vacth como protagonista no mejora el panorama, demostrando ser una modelo que juega a ser actriz, ofreciendo una actuación vacía, consistente en miradas perdidas y sonrisas pícaras, a la que se suma la confirmación de las preocupantes carencias de puesta en escena de Ozon, entregando un resultado final endeble y narrativamente opaco, que promete mucho, pero en el que, de manera bochornosa, las letras de las canciones de cada estación acaban convirtiéndose en guías imprescindibles para tratar de entender lo que se pretende relatar en cada momento.


Esta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/
Yago Paris
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