Días azules

Miguel Santesmases dirige esta combinación de drama y pseudo-comedia con la que pretende decir cosas muy importantes acerca de la madurez, la amistad, el amor, las responsabilidades... y se queda a medias de todo. La intención está ahí, pero la narración no tiene garra, ni gancho, ni los personajes carisma o encanto como para que hagamos nuestras sus peripecias vitales. Es una película para pasar un rato entretenido sin más, en una de esas tardes de domingo en que no se sabe qué hacer.
Entre los actores, destaca el trabajo de Javier Pereira. Javier Ríos repite por enésima vez su expresión de tipo serio y soso, y Óscar Jaenada se las pinta solo para hacer insufrible a su ya de por sí irritante personaje. Es un muy buen actor que se ha empeñado con demasiada frecuencia en interpretar crápulas muy indigestos para el público (es incomprensible qué le ven las chicas a las que se liga Boris en la película). Más agradable y curioso resulta ver a las televisivas María Castro y Cristina Castaño en dos breves personajes que, sin embargo, destacan bastante más que los tres hermanos protagonistas.
Así, el drama relacionado con un coche, que no cabe detallar aquí, y cómo persigue a los personajes, acaba resultando lo mejor de una película pasable, que podría haber sido excelente si Santesmases se hubiese dedicado a incidir más en el tono agridulce que se le intuye en el paso de la juventud a la madurez... y si hubiese sido más divertida.

Lo mejor: Javier Pereira, María Castro, Cristina Castaño y la parte dramática de la cinta.
Lo peor: Es sosa, no llega ni de casualidad donde pretende llegar y no tiene nada que se quede verdaderamente en la memoria.

Esta es una de esas películas que sí salen de España, dejan en un mal lugar al cine español. Esto es un bodrio de principio a fin, con toda una cantera de actores televisivos que aún no han terminado de formarse en la interpretación cinematográfica, y lo peor; el guión. Esta es una película que no tiene ninguna trama definida, sino trozos mal enlazados. Cuando empieza la película uno de pregunta, ¿y esto de que va? Pero lo triste es que cuando acaba la película uno se sigue preguntando, ¿pero esto de que ha ido?

Si algo se podría salvar de este bodrio sería la fotografía y la belleza de algunos planos del mar. Todo lo demás... insufrible.

Interesante retrato generacional, muy fresco y dinámico. Quizás un poco surrealista, con situaciones inverosímiles, pero, ¿no es precisamente eso la vida? Un cúmulo de circunstancias y situaciones que se van entrelazando por azar y por el destino. Buenas interpretaciones, buena dirección y muchas tías buenas. ¿Qué más se puede pedir?

Una película con un argumento dificil de clasificar con una sola palabra, abarca diversos temas como el verano, las pandillas, de corte familiar y previsible, no me extraña que pasara desapercibida en las salas comerciales.

Dividida en dos partes, la primera cuenta las vacaciones de tres hermanos en el pueblo donde siempre lo hacían, sus salidas nocturnas y sus días de playa con los amigos. La segunda, pasados unos años, vuelven a ese lugar, donde se reencuentran por un motivo de causa mayor, es aquí donde la historia coge un poco de intensidad, pero sin transmitir grandes emociones, lo único que genera es intriga por saber que crema usan los protagonistas, para que sigan igual que siete años atrás, por tanto, punto negativo para caracterización.

Otro desacierto es la elección de los actores protagonistas, ya que para ser hermanos no se parecen en nada, además de esto no consiguen hacer nada creíble, un guión que de por sí no termina de convencer. Oscar Jaenada, una vez más en un personaje revolucionario, pero esta vez hace aguas en cuanto a interpretación. Javier Rios, se le nota que todavía tiene mucho por aprender, para representar papeles de tanto peso. Javier Pereira, es el único que se salva de la quema, porque los niños tímidos se le dan muy bien, además consigue que su personaje evolucione con la historia. Las chicas María Castro, Celia Freijeiro, Marta Larralde y Cristina Castaño, tienen apariciones breves, por eso ni gustan, ni defraudan.

A pesar de todo esto, el título engancha, “Dias Azules”, es un claro ejemplo de buen envoltorio, para un mal regalo. Una cinta más, una fusión entre lo familiar y lo generacional, del paso del tiempo y de oportunidades, poco profunda, que no aporta nada nuevo.

En la parte técnica destacar la fotografía, gracias a los paisajes que ofrece Galicia para rodar allí y la banda sonora con la preciosa canción de Iván Ferreiro.

Aún así, tiene un acierto y es que tiene la duración de tiempo justa para que no llegues a aburrirte, termines de verla y te quedes con la sensación de que no has visto nada espectacular, pero tampoco desagradable y que ha cumplido su única pretensión, entretenerte.

La verdad entré al cine y me sorprendió cuando vi que colaboraba el concello de Ferrol que es donde vivo y donde se rodó esta película, no tenía ni idea.

El caso es que comencé a verla sonriente por esa razón y expectante por ver que tal estaba y no me defraudó en absoluto, tiene momentos cómicos como bien dijeron, momentos muy tristes y un final que invita a lo optimista siempre.

100% recomendable.